Nikopolidis, Seitaridis, Dellas, Kapsis, Fyssas, Katsouranis, Basinas, Karagounis, Zagorakis, Charisteas, Nikolaidis, Vryzas, Giannakopoulos, Chalkias, Katergiannakis, Dabizas, Georgiadis, Goumas, Kafes, Lakis, Papadopoulos, Tsiartas, y Venetidis. Para los anales de historia, estos soldados dirigidos por Otto Rehhagel en el verano de 2004 son historia del fútbol. Para los aficionados griegos, hablamos de dioses del olimpo. Porque nadie daba un duro por Grecia, sabiendo que hasta diez años antes nunca había participado en un Mundial; y que, tras Italia 80´, jamás habían accedido a una fase final de Eurocopa. Ningún ciudadano helénico había visto a su selección disputar una eliminatoria del KO en una gran cita. Fue entonces cuando los 23 individuos mencionados, acabados todos en “S” y la gran mayoría en “dis” “nis” u “oulos”, viajaron hasta Portugal para romper la banca y colgarse el oro, ganando precisamente a los lusos en “su” final.
Aquel DaLuzazo puso al fútbol griego en las portadas de todo el planeta. Pero lo cierto es que su imagen nunca volvió a ser impresa en color, a plena página, pese a sumar recientemente dos años sin conocer la derrota en partido oficial. Un récord que, dentro del viejo continente, solo Italia compartía con ellos hasta esta ventana internacional de octubre de 2021. Y, de hecho, la derrota de los de Mancini en Nations League ante España, hizo que la Grecia de John van’t Schip gozase durante seis días y seis noches de un sin igual: ser la selección con imbatibilidad oficial más longeva desde el 12 de octubre de 2019. Exactamente dos años, hasta que el mismo día 12 de octubre de este mismo año, viajó al Friends Arena de Solna para perder ese privilegio y gran parte de sus opciones de estar en el próximo Mundial.
Salvo milagro no tendrá un boleto para Qatar 2022, pero si hay una selección contemporánea que haya protagonizado más de un milagro, ese es el combinado nacional con sede en el Olímpico de Atenas –también conocido como OAKA, domicilio a nivel de clubes de Panathinaikos FC–. No solo por aquella proeza acontecida en 2004, sino porque su propio técnico, un neerlandés autoproclamado cruyffista y amigo de la infancia de Johan, levantó nada más asumir el cargo una situación que parecía irreconducible. Van’t Schip cogió un equipo que entre noviembre de 2017 y octubre de 2019 solo había ganado 5/16 partidos. Y en sus tres primeros encuentros, lo que él cosechó no fue mucho mejor que lo que había: dos derrotas en Finlandia e Italia, además de no pasar del empate en casa frente a Liechtenstein.
Pero aguantó. Y, a partir de su cuarto partido, comenzó la mencionada racha de imbatibilidad de un equipo que, si bien dice tener corrientes muy arraigadas al juego vistoso neerlandés, ha demostrado que donde realmente resulta un hueso duro de roer es desde su pragmatismo. Cediendo la posesión en algunos casos, con defensas agresivas en los duelos y salidas directas. Buscando conectar con jugadores alejados, aprovechando que los Bakasetas o Bouchalakis son buenos lanzadores de transiciones desde la sala de máquinas que habitualmente comparten, y que Pavlidis disfruta una buena relación envergadura-técnica-velocidad para moverse bien fuera del área y ser resolutivo dentro de ella.
Otra de las señas de identidad que le ha otorgado al equipo es la flexibilidad táctica para adaptarse a distintos contextos y rivales, variando líneas de cuatro, con zagas de tres centrales y carrileros. Es otro de esos técnicos que se ha apuntado a la idea táctica de moda, consistente en juntar a dos laterales izquierdos en el «XI´ como Tsimikas (Liverpool FC) y Giannoulis (Norwich FC), siguiendo el ejemplo de Escocia con Tierney y Robertson, entre otros clubes recientemente como West Ham, Sporting Clube de Braga, RB Leipzig o Hellas Verona. Pero si hay algo que quedará grabado en la era van’t Schip, eso será su apuesta por rejuvenecer a la selección griega, al más puro estilo Luis Enrique.
Manolas (30), Samaris (32), Sokratis (33), Siovas (33) o Mitroglou (33) han dejado de aparecer en sus convocatorias, a diferencia de un total de 23 jugadores de la nueva hornada que han debutado bajo su mandato, que son hoy en día los pilares del combinado heleno y entre los que destacan Tzolis (19 | Norwich FC), Limnios (23 | FC Twente), Vrousai (23 | Olympiacos FC), Mavropanos (23 | VfB Stuttgart), Chatzidiakos (24 | AZ Alkmaar), Kyriakopoulos (25 | US Sassuolo), Giakoumakis (26 | Celtic FC) o Pelkas (27 | Fenerbahçe SK); además del mencionado Pavlidis (22 | AZ Alkmaar), que fue quien abrió la veda. Todo ello, contrastando con un año y medio –entre marzo de 2018 y octubre de 2019– donde no hubo ni un solo debut en la absoluta del país. Un “Trust the Process” de manual, una selección con cada vez más papeletas de seguir creciendo en un futuro que ya es presente.