El fuego es peligroso. Un incendio que parece insignificante, en algunos segundos puede transformarse en un verdadero infierno. Tal cual sucediera a lo largo de la fase regular del Guard1anes 2020, Tigres sufrió para mantener la ventaja. Esta vez, ante unos Diablos Rojos que, sin un sistema consolidado, supieron ajustar piezas sobre la marcha para prender la llama del cotejo y complicar a los regiomontanos.
Los dirigidos por Ricardo Ferretti saltaron al verde con el ya habitual 3-4-2-1, estructura que les permitió imponer condiciones a partir de dos claves puntuales. En primer lugar, la alternancia de pasillos entre carrileros y mediapuntas (Dueñas con L. Quiñones y Rodríguez, con J. Quiñones), un mecanismo visiblemente aceitado que provocó descoordinación en los recorridos de la línea defensiva de Toluca, también compuesta por tres centrales.
Asimismo, el punto de partida de Luis Quiñones fue otro factor diferencial. El colombiano se situó a la espalda de Rubens Sambueza (interior derecho de Toluca), pero alejado lo suficiente del central exterior (Haret Ortega), de tal modo que pudo recibir y desplazarse con libertad. Mediante ese recurso, asistió a André-Pierre Gignac para el primero del partido. Tres minutos más tarde, el galo se encargaría del segundo, solo que lo haría a través de un magnífico cobro de falta directa.
En la parte complementaria, se invirtieron los papeles por la inestabilidad de los locales (de 17 goles recibidos hasta el momento, 13 han llegado en el segundo tiempo). Pero, sobre todo, producto de la dirección de campo de Carlos Adrián Morales, quien sacrificó a uno de sus centrales y buscó articular posesiones con el bloque a una altura superior.
Tigres no sólo dejó de producir colectivamente, sino que las cosas empeoraron en el plano individual. Con un autogol y una tarjeta roja, Hugo Ayala convirtió lo que parecía ser solo una chispa en una potente llamarada. Pero los de la Autónoma de Nuevo León se rehusaron a sucumbir. Frente a Cruz Azul, los felinos deberán controlar mejor los pasajes de la serie a 180 minutos y extinguir el fuego a tiempo, antes de que este calcine sus esperanzas.