Ni el primer tiempo grupal, ni el del dorsal 85 portitsa en particular habían sido gran cosa. En el derbi de Oporto, el Boavista, viviendo graves momentos deportiva e institucionalmente, había complicado la vida al Porto. Pero la historia había cambiado tras el paso por los vestuario de Do Dragão. Ya con 1-0 a favor, tanto el Porto como el menino de 17 años mejoran. Rodrigo Mora había despertado. Y si Mora se enchufa, el nuevo diamante en bruto portugués, un chico petiso de pelo cobrizo con flequillo ladeado y cara de protagonista de una serie musical de Disney Channel, no se pone a cantar, sino que se vuelve pernicioso y nacivo para los defensas rivales.
Instantes antes de uno de sus primeros momentos súblimes en la élite, en esa segunda parte en la sede del dragón, Mora ya había enseñado parte de un repertorio lleno de imaginación. Controles orientados, fintas y una croqueta usando el tacón previa a un cambio de orientación útil, tenso y preciso. Suya también sido la asistencia a Nico González, con un centro tenso y medido al segundo palo, para aportar la tranquilidad.
Sin embargo, lo que ocurre cuatro minutos después del pase de gol está por encima de lo que muchos futbolistas pueden lograr. Es una transición ofensiva clara para el Porto. El pase al espacio es hacia la banda derecha. El central Ferreira le va a aguantar la carrera. Por velocidad punta, Mora no le va a ganar, pero sí por talento. A 30 metros agarra la pelota y empieza a enlazar toques con su pie hábil, la derecha, en diagonal hacia puerta. Uno, dos, tres, cuatro toques. Mientras, cabeza levantada, perdiendo la velocidad necesaria para amagar y fintar.
También entre medias, Ferreira sigue corriendo de espaldas, temporizando. No cae en las trampas del chico, pero acaba por escorarse y perdiendo la diagonal correcta. Mora entiende de inmediato que hay sendero libre si se la lleva a la izquierda. Finta de nuevo y se la lleva con el exterior de la izquierda. El talento y la visión periférica, y algo de suerte, le ayudan a evitar que un defensa (Dabo), que llega como un avión, le descuadre el recorte.
Con el camino despejado por unos instantes, no se lo piensa. La tiene en la zurda, pero confía. Busca un golpeo de empeine interior, que para eso tiene la flechita para arriba. Y para arriba viaja el balón. Lo justo para evitar el cuerpo de Pinto, otro defensor ajedrezado; lo exacto para entrar por la escuadra alejada. Do Dragão estalla. Uno de los suyos, un portuense criado a pocos kilométros del centro de la ciudad y canterano del club de forma definitiva desde los nueve años, acaba de rubricar un golaço al moribundo rival ciudadano. El portista ve cómo el futuro, Rodrigo Mora de Carvalho (05/05/2007), es hoy.
«Realmente es uno de esos goles que hace que mucha gente venga al estadio, que emociona a mucha gente. Y no es sólo por el gol, es por lo que ha invertido el chico, que ya empieza a mirar el juego con un carácter muy maduro. Estoy feliz, no sólo por su talento, no sólo por su gol, sino por lo que ha trabajado», comenta un impresionado Vítor Bruno al concluir el derbi.

Esta acción es un ejemplo más, otro más, de que Rodrigo Mora, aún de 17 años, es otra cosa. Alguien por encima de la media. A principios de 2023, con 15 años y ocho meses, debuta en la segunda división portuguesa. Rompe el récord de precocidad en el fútbol profesional luso. «Estoy muy contento por él; tiene que crecer, pero trabaja mucho», dice el entonces técnico del Porto B António Folha. Dos años después, es titular en el primer equipo.
Parece que viene de familia, pues Mora es hijo de futbolista. José Manuel de Carvalho fue canterano del Porto y profesional entre finales de los 80 y principios del siglo XXI. Llegó a jugar Primeira con el SC Braga a mediados de los noventa. Al contrario que su hijo, José Manuel era zurdo y no llegó a asentarse en la élite. Aunque asegura que no hizo nada para que su filho se aficionase, José Manuel reconoció que de niño Rodrigo prefería ver Real Madrid TV antes que los dibujos animados. “Quería ver el canal del Real Madrid y cuando aparecían imágenes de fútbol decía feliz: ‘Castila, Castila’”, en referencia a los partidos del filial merengue.
Dragón antes de los 9
Era tanto el furor por la pelota del chico que entre José Manuel y su madre, Vânia (a quien le debe el apellido futbolístico porque «es más raro que el de su padre»), le apuntaron al club de fútbol más cercano al hogar. En la ribera Norte del Duero, dentro del Gran Oporto, se cría Rodrigo Mora. Con cuatro años, Rodrigo ya acude a las instalaciones del Custóias FC. Este es un pequeño club de la homónima freguesia (subdivisión administrativa más pequeña) insertada en la costera ciudad de Matosinhos.
El Custóias FC, en ese momento, forma parte del proyecto conocido como Dragon Force y tiene un acuerdo de colaboración con el gigante de la ciudad. Mora gusta tanto que ingresa rápido en los Dragões, pero por motivos logísticos -hay unos 30km hasta la ciudad deportiva CTFD PortoGaia en Olival- y el cansancio de los desplazamientos, lo deja por un tiempo. De hecho, el pequeño Rodrigo lo que quiere es estar con sus amigos en el club del «barrio» matosinhense.
La interrupción se convierte en un hasta pronto, pues con nueve años, ya en 2016, vuelve a jugar vestido de blanquiazul. Y de blanquiazul, salvo cuando empiece a acudir con las categorías inferiores portuguesas, pasa el resto de años.
En Olival, sigue su formación hasta llegar a ese día de enero de 2023 en el que debuta con el Porto B aunque forma parte del cadete. Durante esa campaña, su entrenador es el ex internacional Ricardo Costa, quien se deshace en elogios hacia Mora. “Claramente, una joya. Tenía un don, pero, al mismo tiempo, le gustaba trabajar. Insistimos en algunos aspectos que debía mejorar, como su reacción ante la pérdida de balón, y él siempre se mostró muy humilde, receptivo al mensaje que le pasamos y con ganas de progresar”.

Tras los 16 goles y 13 asistencias en la 2022/23 con el sub-17, Mora se salta el escalón del sub-19 para consolidarse en la categoría de plata con el segundo equipo. Lo bueno es que parece que el chico tiene la cabeza asentada, si atendemos a las palabras de Silvestre Varela, otro ex internacional, le tuvo como entrenador asistente en el Porto B. «Era adorado por todos en el vestuario, siempre de buen humor y bromista, siempre con una respuesta en la punta de la lengua, incluso con los jugadores mayores, pero siempre muy respetuoso».
En la pasada campaña (23/24), con 16 años, Rodrigo Mora no solo tiene peso en la categoría de plata (28 partidos, 12 titularidades, cuatro goles y dos asistencias), sino que lidera al sub-19 portista en la Youth League. Hasta semifinales llegan, donde el Milan les apea empatándoles en el 93′ y llevándose la tanda de penales.
Mora, sin ser delantero centro, acaba como máximo goleador -compartido- del torneo (7 goles en 9 fechas). Deja remates de ariete y ostentaciones de talento como el tanto ante el Mainz en cuartos.
Redondea la campaña yendo convocado a la Euro sub-17. En Chipre ayuda a Portugal a llegar a la final siendo el máximo anotador (5) del Europeo, pero caen con claridad ante Italia. Al volver, le espera la renovación hasta 2027 con el club blanquiazul.
Apuesta de Vítor Bruno, apuesta de club
Pasado el verano, Vítor Bruno reclama a Mora cuando lleva un puñado de partidos jugados con el B. Empieza sumando minutos aquí y allá desde finales de septiembre. Su estreno con el primer equipo ocurre en Noruega, en la Europa League. Esa misma semana juega en la liga portuguesa. Tiene 17 años y cuatro meses…
Aunque se pasa el otoño sin apenas sumar minutos en liga (los justos para marcar ante el AVS), el matosinhense no juega más en Europa y se tiene que ganar el puesto en las copas y en los entrenamientos. Entre tanto entrenamiento y convocatoria sin minutos, Mora debuta con la sub-21 portuguesa, saltándose la selección juvenil.
En diciembre, cambia el panorama. Primero aparece como recambio en los tramos finales, pero ante Moirerense le llega la primera titularidad. Para darle la razón a su técnico, asiste y marca. Es el más joven en Portugal en conseguirlo. Repite hazaña, como ya se ha comentado, ante el Boavista. Empieza 2025 siendo eliminado de la Taça da Liga en semifinales, pero como titular ante el Sporting. Es difícil pensar que no será una pieza importante de aquí a final de temporada en los planes de Vítor Bruno.
«Rodrigo tiene argumentos para practicar el tipo de fútbol que a mí me gusta y que la gente adora. No me gusta predecir el futuro, pero Mora, si se da cuenta del fútbol que Dios le ha dado, puede llegar a lo más alto del fútbol europeo. La elegancia que tiene, unido a su nivel de compromiso, puede convertirle en un gran jugador», insiste quien fuese el asistente de Sérgio Conceição durante 13 campañas.
El juego de Mora: mediapunta con gol

Sobre el papel, Vítor Bruno le está colocando por detrás del delantero centro, en la habitual posición centrocampista ofensivo (4-2-3-1). Sin embargo, Mora es más delantero que centrocampista. Más mediapunta que interior. Incluso, por su cuota de gol, podría ser perfectamente un segundo punta. Con la selección sub-17 de João Santos en el Europeo, incluso, llegaba a quedarse más jugadas fijando centrales como si fuera el punta que el propio Gabriel Silva, con quien iba alternándose los apoyos a espalda de medios.
Es por ello que pueden transcurrir largos lapsos de tiempo sin participar. Le viene pasando con el Porto, pero también con la sub-17 de Portugal. Eso puede cambiar a medida que su carrera vaya ganando peso en estatus y transcendencia. El chico no se esconde, y todo parece indicar que es más por lo que entrenador y compañeros están demandándole en estos momentos.
Antes de seguir, es preciso añadir cómo funciona la estructura ofensiva en el Porto de Vítor Bruno. El sistema 4-2-3-1 pasa en la mayoría de las ocasiones a establecerse en 3+2+5 con la subida del lateral izquierdo (Galeno), la interiorización del extremo izquierdo (Pepê/Iván Jaime) y la centralización del lateral derecho (Martim).
Por ello, Mora tiende a ocupar la zona de interior derecho del ataque, esperando en el intervalo entre central y lateral izquierdo. Comprende también dónde puede ser más útil en caso de que el extremo izquierdo o el punta (Samu) se desplacen. Con la movilidad de Pepê y las caídas a bandas del punta español, no ha sido raro verle situado en zonas más centradas o, incluso, escoradas a la izquierda.
Además, tiende a esperar a espaldas de medios en todo momento, buscando los cuadrados correspondientes según las referencias disponibles (compañeros, rivales y balón). No tiene la costumbre de bajar demasiado a zonas cercanas a la divisoria, lo que reincide en el hecho de que pase lapsos sin participar. En ocasiones, sus desmarques a espaldas de defensas son más útiles para otros (apoyo de atracción) que para ser el mismo receptor, aunque si no son distancias muy largas sí que es muy capaz de sacarles provecho. En carreras largas, por altura, zancada, no es tan decisivo como en espacios reducidos, aunque viendo su tanto ante el Boavista o su templanza para leer el paso siguiente, es capaz de sacarle provecho.
También hay que reconocerle la capacidad para saber dónde aparecer o estar ante la posibilidad del centro lateral. No se limita a filtrar el balón a últimos metros, sino que sigue la acción para rematar o aprovechar el rechace. Se le puede ver cómo después de abrir a banda busca de inmediato zonas de remate, sin quedarse alejado del área. Se mueve como un ariete, ya sea a espaldas del central alejado o el propio punto de penalti.
Es un cazagoles como demostró en su participación en la Youth League del curso pasado, en la propio Euro sub-17 o incluso en el primer equipo del Porto. De hecho, lo del Boavista es algo fuera de lo habitual hasta ahora. Mete más goles como rematador que por jugadas de varios toques. De seguir así, su valorización subirá de forma más clara por su impacto directo en el marcador.

El matosinhense, como se ha dicho, es un jugador muy diestro. Pero su diestra es de una ductilidad fuera de serie, tanto para los controles y conducciones como los golpeos. No es el lanzador por excelencia, pero sí que le permiten sacar algún saque de esquina con el que ha provocado algún gol o remate. La zurda queda para contactos muy esporádicos, como controles en estático (en carrera prefiere el control con exterior de derechas aunque sea pierna cercana). Su juego aéreo es limitado por la propia altura (1.68m), pero las pocas veces que tiene oportunidad, demuestra buen manejo de la testa para controles orientados, pases o remates.
Silvestre Varela, entrenador asistente del Porto B 23/24: «Técnicamente muy avanzado, fuerte jugando entre líneas y con una gran capacidad para aparecer en zonas de remate”.
En cuanto a más habilidades, su centro de gravedad le permite los cambios de dirección, estabilidad y protección de balón con facilidad. Maneja las fintas y amagues. Además, todo lo hace con la cabeza levantada lo que le permite ser buen director de último trecho. Suele elegir bien, de primeras también juega, no es egoísta, es intuitivo para los controles (superficies y orientaciones) y no le hace falta demasiado espacio/tiempo para encontrar una solución. Combina bien las soluciones sencillas con las imaginativas. Además, sin acercarse al poseedor (sabe esperar entre líneas), sí que es un jugador que la pide de forma casi constante; sin esconderse ante problemas.
Algo en lo que parece que está mejorando con el paso de los meses es su capacidad para mirar a espaldas durante el juego y ver más veces lo que ocurre alrededor. Sin balón, en cambio, sí tiene mayor margen de mejora. Tapa líneas de pase más al trote, salvo en picos de motivación alta. No llega a ser un elemento diferencial a la hora de robar o presionar, seguramente recuperando energía durante los momentos sin balón. Su fuerza muscular, según avance en edad, será mejorada lo que le ayudará a completar con más gasolina los encuentros.
António Folha, entrenador de Mora en el filial portista, es muy optimista con la carrera del matosinhense, y se quita méritos por haberle dado la oportunidad: “Sólo aquellos que no quisieron ver el talento de Mora, o aquellos que estaban ciegos a lo evidente, no lo vieron. Además de su talento natural, es un chico muy tranquilo, que vive el fútbol con mucha alegría y siempre está de buen humor. Ahora es momento de seguir trabajando y sacar el máximo partido a tu talento. Lo que está haciendo es todavía poco comparado con lo que puede lograr”.
Tras su revisión de contrato hasta 2027, tanto el presidente André Villas-Boas, como el director deportivo, Andoni Zubizarreta, quisieron asegurarse que el matosinho del peinado pijo seguirá formando parte de la escuadra de los dragones. O al menos, que sacarían una tajada importante de una posible venta: se habla que su cláusula de 45 millones puede llegar hasta los 80. Si su progresión se mantiene, será difícil que el fútbol portugués retenga demasiado tiempo a Mora. De momento, en mayo cumplirá 18. Después, ya se verá cómo transcurre su carrera. Si se acerca a la mesa de los Rui Costa, Figo, Bernardo Silva o se queda en un escalón inferior. De momento, simplemente, hay que disfrutar de su juego.