Perdonen que empiece contextualizando y me vaya por las ramas con años y fechas, pero es de suma importancia para la comprensión del texto. 2005 fue el año en el que Ronaldinho ganó el Balón de Oro y en el que un joven Lionel Messi conquistaba el Mundial sub-20. También el año en el que el Liverpool de Rafa Benítez remontó un 3-0 al descanso de la final de Champions al Milan de Carlo Ancelotti. Esa final, una de las más emblemáticas, de la competición se celebró curiosamente en Estambul. Concretamente, en el estadio Olímpico Atatürk. El nombre donde la selección turca disputa sus partidos no referencia a ningún ilustre deportista, sino al fundador y primer presidente de la República de Turquía, Mustafa Kemal Atatürk. Y fue precisamente Atatürk quien, hace exactamente un siglo (1923) y por decisión personal, trasladó la capital del nuevo país desde la grandiosa Estambul a una pequeña urbe del centro de la península que no superaba los 15.000 habitantes: Ankara. Décadas después, en la nueva capital, tres meses antes de aquella mítica final ganada por los reds en los penaltis, nacería el hijo de Ümit y Serap.
Tan solo han pasado 18 años, aunque el tiempo es relativo. Para la mayoría de personas de mi entorno, a los 18 uno se contenta con salir de fiesta como mayor de edad, graduarse en bachillerato o grado equivalente y sacarse la licencia de conducir. Sin embargo, el hijo de los Güler, Arda, a esta edad ya ha jugado en Primera con el club de sus amores, ha portado el mágico dorsal 10 de su ídolo de su más tierna infancia, ha ganado un título a modo de despedida, ha disfrutado de un puñado de internacionalidades con la absoluta de su país y como colofón ha fichado por el equipo más laureado a nivel continental. Todo este prólogo se redacta a colación de que el siguiente análisis se realiza sobre un futbolista que apenas ha cumplido los 18 años. O sea, que la persona-futbolista aún sigue en edad de formación. Por ende, si un jugador que es veterano sigue mejorando y progresando, uno de 18 lo podrá hacer con mucha más facilidad. Por lo que todo lo que se cuente de Arda Güler aquí y ahora quedará desfasado en menos tiempo del que se construye un gecekondu.
¿Quién es?
Las gecekondu son el nombre que reciben las casas «construidas por la noche», de cariz semilegal que proliferaon por las grandes ciudades turcas; entre ellas Ankara. De hecho, el barrio de donde procede Arda Güler destacaba por ellas no hace mucho tiempo. Fue en Altındağ, distrito metropolitano de Ankara, situado en una ladera al noreste del centro, donde el pequeño Arda se crió. «No teníamos zurdos en nuestra familia», explicaba Ümit, el padre, en una entrevista, «así que acostumbraba a poner globos y balones de fútbol delante de su pie izquierdo para que lo usara más». Debió de ponerlos a menudo pues su hijo acabó siendo un zurdo suficientemente bueno como para que en 2014, con 9 años, entrase en las categorías inferiores del mejor equipo de la capital turca, el Gençlerbirliği. «Las instalaciones de entrenamiento de Genclerbirligi estaban muy lejos de nuestra casa, pero llevamos a Arda allí con la insistencia de su maestro de educación física, y logró mostrar su talento en la primera sesión de entrenamiento. ¡Lo pusieron en su equipo de inmediato!», recordaría el padre y también representante del futbolista.
Totalmente integrado y valorado en el Gençlerbirliği, el a veces recogepelotas en encuentros del primer equipo acaba por llamar la atención de uno de los grandes equipos turcos. «En diciembre de 2018, fui a Ankara para ver el partido Osmanlispor-Genclerbirligi U14s. Estaba ojeando a otro jugador. Sin embargo, Arda me llamó la atención, ya que tanto sus habilidades como su carácter me impresionaron. Aunque sufrió una grave lesión en el tobillo en los últimos 15 minutos, no abandonó el juego. Perdieron el partido y lloró al final del partido. Tenía un potencial muy especial», contó Serhat Pekmezci, excoordinador juvenil de Fenerbahçe. Pekmezci, ante la pasividad de la secretaría técnica, decidió preparar y enviar un vídeo al presidente de la entidad, Ali Koç, para que el club reaccionase. «Era un talento que no se podía escapar. Ali Koç se puso en contacto conmigo después de verlo». Con 14 años, Arda Güler hacía las maletas para recorrer los más de 400 km que separan Ankara de Estambul. «Por un lado, siento tristeza de dejar a mis compañeros y entrenadores con los que jugué al fútbol durante años, por otro lado, la felicidad de venir al club del que soy fanático y con el que soñé».
Tras asentarse su familia a su lado medio año después y habiéndose bloqueado su progresión por los estragos de la COVID-19, entre 2019 y 2020 dio el salto de la sub-17 a la sub-19. Igualmente, seguía impactando su juego y sus números (10 goles y 7 asistencias en 22 partidos) ante jugadores de hasta cuatro años más. Casi siempre es positivo respetar las etapas formativas. Aunque siempre hay casos especiales. Y el de Arda parecía ser uno. Así, Vítor Pereira, el técnico del primer equipo le empezó a llamar para entrenar con los mayores a partir de enero de 2021, cuando Güler firmó un nuevo contrato como profesional. Para agosto, en una ronda previa de Europa League ante el HJK Helsinki, Güler debuta con la camiseta Sarı-Lacivertliler (amarilla-azul) a los 16 años y casi cinco meses. Tres días después, debuta en la Süper Lig turca, con el premio de asistir a Miha Zajc para que anotase el 1-0 en el 89′. «Si quieres mejorar a los jugadores jóvenes, debes darles tiempo de juego y confianza. Si proporcionas esto y los jugadores tienen la calidad, pueden brillar. Trabajé en la cantera del Oporto durante cinco años y puedo decir que no vi muchos jugadores que tuvieran la calidad y el carácter de Arda», diría el portugués sobre la nueva perla.
Sin embargo, Pereira no va a contar en exceso con el joven centrocampista (compite en el puesto con Özil, Pelkas u otro canterano del Gençerbirliği Kahveci). Va a ser con el interino Ismail Kartal, que coge las riendas en enero tras el cese del portugués cuando Güler va a poder participar algo más. Entrando en segundas partes e incluso sumando alguna titularidad tiene el honor de lograr ser el goleador más joven del Fenerbahçe en Liga (17 años y 3 semanas). A nivel personal, su contribución en el primer equipo es escasa (255 minutos), pero a la vez prolífica (3 goles y 3 asistencias). A nivel colectivo, el Fener suma otro año sin títulos (octavo año) y otro fracaso en Europa: de la Europa League cae a la Conference, y es eliminado por el Slavia en la ronda previa a los octavos. Pero el Şükrü Saracoğlu poco tiene que reprochar al niño que tiene encadilados a todos, y las miradas se centran más en figuras como Mesut Özil, apartado del equipo por sus encontronazos con el cuerpo técnico desde marzo. Ese mismo verano, el ex madridista facilitará el camino a Güler, abandonando la disciplina Sarı Kanarya, lo que de rebote otorga el 10 a Arda. A pesar del místico número a la espalda, la llegada de Jorge Jesus al banquillo tampoco multiplica las opciones de jugar de Arda, y casi la mejor noticia en ese primer tramo de temporada es debutar con Turquía en un amistoso en noviembre. No obstante, a finales de enero todo empieza a tomar velocidad de crucero para Güler.
¿Cómo juega?
Para empezar, comenzaremos diciendo qué es Arda Güler. Aunque por altura, precocidad y pie dominante (aparte de elementos ajenos al juego) se la ha asociado con Messi, Arda Güler ha llegado a la élite siendo mucho más centrocampista que el argentino. Realmente, tiene todos los comportamientos de un centrocampista. Y para ello basta una reflexión que dejó el propio protagonista cuando citó a los ejemplos para su fútbol: «Bruno Fernandes, De Bruyne y Mesut Özil. Intento sacar algo de ellos», reconoció en febrero de 2022, cuando aún compartía vestuario con el internacional alemán. Güler, aunque se le pueda acomodar en la banda derecha, como extremo, o incluso haya tenido minutos como segundo punta, es un mediocampista ofensivo o interior.
Este aspecto se ve en varios aspectos de su juego. Por su responsabilidad cuando le llega el balón, por las zonas en las que más participa, los tipos de apoyo que frecuenta, su comprensión de lo que debe ser el juego y por su trabajo sin balón. Empezamos por lo último porque sin duda es algo que llama la atención tratándose de un jugador talentoso que se llama Arda. Suele presionar bien aprovechando esa punta de velocidad, tiene intuición a la hora de meter el pie bien, destaca en ayudas defensivas que propician robos, se activa bien tras pérdida (tanto en capacidad de reacción como por orgullo), y busca con ahínco el balón sumando esfuerzos prolongados si es necesario. Sobre su responsabilidad con el balón podemos señalar que es raro verle equivocarse por haber arriesgado en zonas comprometidas (si recibe de espaldas presionado en campo propio, soltará de cara sencillo) y que sabe ser paciente cuando la ocasión lo requiere en campo rival.
En cuanto a las zonas de actuación (imagen inferior) y si dividimos el campo en cuatro carriles horizontales y cinco verticales, lo más habitual es ver a Güler recibir en campo rival (tercer cuarto de campo), alternando espacios del carril externo derecho y el carril interior derecho. La alta presencia en banda es porque no han sido pocos los partidos que ha arrancado en el costado derecho de un 1-4-4-2 y también porque entiende bien el juego de pareja y desdoblamientos que efectúa con su lateral (el más que interesante Ferdi Kadioğlu) y con el punta de turno (Valencia, Batshuayi o King). Se aprecia que entiende bien la diferencia de carriles y alturas, aunque puede abusar de querer recibir en las zonas precedente a los medios rivales. Sin embargo, es posible que no pueda o quiera esperar en «los cuadrados» (a espaldas de medios y por delante de los defensores) pues para recibir ahí, el pasador también debe atreverse a buscar ese paso. De todos modos, entiende que cuando por dentro es complicado que le encuentren, se ubica por fuera y baja su altura para facilitar el proceso de recepción.
Todo ello va ligado a los tipos de apoyo. Para ser concisos, se dirá que Güler es un jugador más de pedirla al pie que al espacio. Más del «toco y me quedo» (moviéndose -claro- pero cerca), «que el toco y me voy lejos». Profundizando más y siguiendo la clasificación de Paco Seirul·lo, Güler apuesta más por mostrarse como un apoyo de seguridad (por detrás) o de continuidad (a los costados), y también por los de progresión (superando a ciertos jugadores, pero no a toda una línea de presión). Esto se comprueba, por ejemplo, en las transiciones o cuando el equipo está cerca del área rival. Güler prefiere acompañar al jugador que conduce la contra a su altura pero en otro costado, que tirar el desmarque (apoyo) de ruptura; al igual que tampoco acostumbra a cargar el área (¿modelo de juego, pues el Fener ataca con doble punta?) sino que prefiere ser un elemento más en el límite de esta para dar una vuelta de tuerca más a la jugada (girar de lado a lado, servir de enlace, dar un último pase, definir…). En la final de Copa, de todos modos, sí que buscó más superar con desmarque última línea de presión. Quizás por el hecho de ser una final y de que sabía que sería el último partido con el equipo de sus amores.
Su forma de entender el juego le hacen ser un jugador coral, el socio perfecto para todos. Por calidad podría ser egoísta, pero no busca dominar por ansia ni quiere resolverlo todo. Esta es otra evidencia de que Arda sea más centrocampista que delantero, pero es la calidad de sus acciones (con y sin balón) lo que le convierten en un súperclase a sus 18 años. Sin balón, más allá de que su competitividad es alta, su chispa de aceleración y velocidad en espacios cortos es buena y que su agilidad para los giros es de alto nivel, lo que más debe resaltarse es su conocimiento del espacio y tiempo. Y todo viene provocado por la buena costumbre de mirar hacia atrás en cualquier situación y localización. Sin duda, ser capaz de captar la información que ocurre a la espalda de uno y ubicarse, perfilarse y decidir en función de esa información recibida es la mejor manera de estar preparado para una futura y potencial recepción.
Sin embargo, que un jugador siempre gire el cuello para ver en 360º antes de recibir y que reconozca dónde está el defensor más próximo, el compañeros mejor situado y/o el espacio a explotar no convierte al jugador en técnicamente bueno, aunque le ayuda a ser tácticamente mejor. Lo bueno de Arda es que combina el saber qué hacer (porque ha mirado) con hacerlo bien (porque tiene una guante en la pierna izquierda y una derecha que acompaña de forma correcta para los golpeos). Sus primeros toques son muy buenos. Ya sean controles (con la pierna alejada del rival u orientados que significan regates – taconazos, sombreritos-), tanto en estático como en carrera, o para dar el pase de primeras.
En la conducción se muestra hábil, veloz de gesto (capaz de dar muchos toques en poco tiempo) y ágil, escondiendo bien con el exterior del pie izquierdo el balón del defensa (provocando no pocas faltas). Hasta ahora han sido destellos ocasionales, pero es muy capaz de poner en pie al espectador con eslálones en los que supera a varios rivales; sobre todo si le pilla ya arrancado. De momento, de parado le cuesta más superar rivales y se atreve bastante menos. A la hora del pase, es un jugador muy imaginativo, leyendo bien las trayectorias de los compañeros y decidiendo bien de qué manera y con qué superficie hacer llegarle el balón.
Es un jugador perfecto para jugar en espacios reducidos. Además, no suele prolongar sus acciones; al contrario, las acelera. No ralentiza tocando en demasía. En 1-2, como mucho 3 toques suele resolver casi todas sus acciones. Es por ello un perfecto lanzador de contras. Mira a su espalda antes de recibir y en pocos toques (a menudo 1) pone a correr a los puntas. Esto también puede ser algo contraproducente en situaciones en las que encara la última línea, llegándose a precipitar a la hora de filtrar el último pase cuando aún no ha fijado/dividido a la última línea defensiva.
Otro de sus puntos a mejorar, más allá de su escasa aportación en el juego aéreo, es que podría conseguir ser más nocivo de cara a puerta. Sus disparos buscan siempre la colocación antes que la potencia, debiendo mejorar igualmente en ambas facetas. Aunque su primer gol con la selección ante Gales o algunos de sus highlights demuestren lo contrario; es un jugador al que de momento, sus disparos le vienen faltando fuerza. Sus lanzamientos de falta o córneres (casi siempre los lanza él desde el sector izquierdo y siempre desde el derecho) habitualmente encuentran remate, pues sus envíos son dulces y medidos. Tiene margen de mejora en los golpeos directos, aunque ya posee la imaginación y finura.
Ahora, Güler llega a España. Con unos problemas físicos que le impedirán hacer la pretemporada a pleno rendimiento. De todos modos, qué son unas semanas o meses en un jugador de solo 18 años. Después de hacer suya la final de Copa Turca, consiguiendo despedirse de su Fener con la primera Copa del club en una década, Güler quiere dar la razón a quien le ha desginado como el sucesor de los más grandes. En el Santiago Bernabéu, el turco de la generación de 2005 buscará pasar de Şehzade (príncipe) a Sultán. Tiempo tiene. De eso hasta le sobra. Los 30 años los cumplirá en el lejano 2035. Es imposible saber hasta qué punto las profecías del angorense se habrán cumplido…