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Es común escuchar que «el Atlético de Madrid ha dado un giro de 360 grados en su propuesta de juego». Porque al estratega argentino Diego Pablo Simeone se le venía exigiendo desde hace mucho tiempo que replanteara su modelo; que cambiara el famoso «estilo». Las opiniones más escuchadas eran : “Este Atlético no puede jugar así con la plantilla que tiene”, “ La fórmula está agotada”, “ Simeone debería de marcharse, su discurso está caduco”. Un murmullo constante de prensa y afición que, por momentos, sobre todo el curso pasado, llegó a calar en el seno del club y, quizá, causó que se revisara «el discurso».

Se estableció un debate interno sobre hacia dónde debía ir el equipo desde la pizarra. El ambicioso salto de calidad que ha tenido la plantilla en las dos últimas temporadas tras reponerse de bajas como las de Rodri, Griezmann y más reciente Thomas, demandaba que Simeone se formulara ciertas cuestiones para dar forma a un estilo acorde con el perfil predominante de sus jugadores. Ahora, el «Cholo» Simeone debía adaptarse. Ya no es la época de los Tiago y Gabi, por así decirlo, y sin minimizar a dos grandes centrocampistas. Así pues, el técnico argentino le ha dado una vuelta a su pizarra.

Del 4-4-2 en bloque medio, edificar todo de atrás hacia delante, dominio de los espacios más que de la pelota y pocos mecanismos en la construcción, a un formato mucho más controlador que siente a la pelota como algo suyo y que gobierna los encuentros a partir de «pases» muy mecanizados. Un esquema híbrido que varía dependiendo de la fase del juego, del 3-5-1-1 con balón al 5-4-1 sin él. Un Atlético mucho más rico en lo táctico, más flexible y que ha variado su forma de hacer las cosas en todas las zonas del campo, sin llegar a perder su fortaleza defensiva cuando deben replegar.

Mario Hermoso y la salida de balón

Una de las decisiones más arriesgadas que ha tomado Simeone es la forma en la que el equipo confecciona el juego desde su primera línea. Con tres centrales más Koke en la siguiente altura, se sale jugando siempre por abajo, con la calma necesaria para hilvanar jugadas que ayuden al bloque a ir progresando y sobre todo sin la necesidad de buscar el juego directo (aunque muchas veces sí al espacio con Marcos Llorente). En este nuevo esqueleto táctico, la figura de Mario Hermoso ha cobrado especial relevancia, principalmente en la salida de balón. El zaguero zurdo es el elemento clave para que el esquema pueda mudar de piel según la situación del juego por esa función de «bisagra» para ser lateral o central exterior zurdo.

Sin Hermoso, no se podría aumentar la cuota de posesión. Casi todos los balones pasan por él. Identifica qué debe hacer en cada situación dependiendo el comportamiento rival. Pases tensos verticales que activan a los compañeros alejados, conducciones con pelota pegada al pie atrayendo marcas o cambios de orientación buscando la ruptura en el lado contrario de Trippier o Llorente.

Además del ex Espanyol, otra pieza fundamental en los primeros pases es Trippier. El Atlético coloca asimétricamente a los carrileros cuando comienza a elaborar el juego. El inglés permanece como carrilero más bajo, mientras que el belga Carrasco siempre gana altura. A diferencia de cuando el bloque ya está asentado arriba, en esta primera fase del juego Trippier interviene más en la salida de balón y otorga otras soluciones para ir avanzando gracias a la capacidad «pasadora» que posee.

La nueva vida de Koke y Llorente

Tres centrocampistas, en tres alturas y con tres misiones diferentes sobre el césped. La zona ancha colchonera ha pasado del eterno doble pivote a una nueva configuración acorde con la naturaleza de sus jugadores y las necesidades del sistema. Koke como constructor en el mediocentro, con Llorente y Lemar en los interiores. A cada uno se le ha otorgado el lugar y la misión que mejor puede interpretar. Hace ya varios cursos que Simeone venía intentado acercar a Koke a la base de la jugada pero, al final, por diferentes razones, nunca terminaba de apostar por él ahí. Y claro, estaban Rodri y Thomas. La salida del ghanés fue la circunstancia definitiva que provocó que se haya apostado por él como gestor del juego.

Si antes su último pase y creatividad en el último tercio eran recursos explotados por el Atlético para no tener que pasar largos tiempo con balón y que las jugadas acabaran en oportunidad de gol rápidamente, ahora Koke es un jugador que ha visto cómo, unos metros más atrás, es capaz de tener la misma importancia.

Koke recibe de los centrales, se gira y va orientando el juego. Ahora es el director de orquesta en un equipo que tiene mayor porcentaje de posesión. Con Lemar entre líneas, los dos carrileros pinchados arriba y Llorente alternando movimientos profundos con apoyos cerca de él, Koke tiene un escenario idílico donde consigue potenciar su facilidad para combinar en corto y cambiar el sentido de la jugada permitiendo al bloque que se instale arriba. Sin ser un mediocentro con una cintura liviana que le permita girar y sortear presiones con simpleza, está bastante rápido en lectura y precisión en el pase.

Aunque el gran “invento” de Simeone ha sido la reconversión de Marcos Llorente. De mediocentro posicional con carácter defensivo a un interior de llegada con actitudes más propias de un atacante que de un centrocampista. Marcos se ha convertido en el jugador sistema. Porque su mecanismo llegando a línea de fondo, ya sea a través de una conducción o con un desmarque atacando el intervalo central-lateral rival, es la jugada que le permite al club colchonero poner los encuentros del lado de su balanza sin necesidad de estar ofreciendo un gran nivel colectivo. Es la jugada favorita de este Atlético.

Con un físico privilegiado que le da seguridad para poder repetir esfuerzos constantes y una alta intensidad en todas sus acciones, lo de Llorente es una carta ganadora para la nueva hoja de ruta. La sociedad que ha generado en derecha con Trippier, quien lo activa en profundidad, abre casi cualquier tipo de estructura defensiva rival.

Luis Suárez en su lugar

Al pastel le faltaba la guinda, y ese último detalle que necesitaba el Atlético de Madrid era encontrar a un punta que materializara todo lo que producía. Los caminos de Luis Suárez y Simeone probablemente se hayan cruzado tarde, pero ambos se están retroalimentando gracias al reciclaje táctico de este Atlético. La llegada del punta uruguayo ha supuesto que se modifique tajantemente la altura en la que se coloca el bloque. Al charrúa había que acercarlo al área, ya no puede ser ese delantero hiperactivo que ofrecía mil líneas de pase o que influía en los tres carriles. No es el Suárez de Liverpool o sus primeros tres años en Barcelona. Sigue siendo un gran delantero, pero es peor jugador porque su físico no es el de antes; y es normal con 34 años.

Por esto, el conjunto rojiblanco se ha adaptado a la necesidad de que su killer se enfoque en la finalización. Con un radio de acción mucho más pequeño, Suárez está brindando un rendimiento acorde con sus virtudes. Determinación de cara a puerta, descargas en la frontal y movimientos cortos habilitando espacios a Joao Félix o Ángel Correa, por ejemplo. El canterano del Benfica se nutre de todo lo que el ‘9’ pelea. Así, con la libertad posicional que le ha dado Simeone, recibe con tiempo y espacio en los picos del área.

La pizarra le está dando muchas opciones al uruguayo para que se sienta cómodo. Carrasco en izquierda, que es una fuente inagotable de desborde y soluciones ofensivas con pelota al pie, los centros laterales de Trippier con ese golpeo tan exquisito, la creatividad de Joao Félix, el momento dulce de Correa o el pase en diagonal de Llorente, son un abanico enorme de posibilidades para que Luís Suárez termine las jugadas en el sitio correcto sin tener que malgastar más energía de la necesaria.

Casi una década después, Simeone ha metido de lleno al Atlético de Madrid en un proceso de cambio tan grande que en ocasiones es complicado de reconocer. Una transformación de tal magnitud que ha llegado en el momento justo de madurez del proyecto. ¿El Cholismo evoluciona? Quizá, pero sería más justo decir que se «transforma»; «un ingenioso pragmatismo».

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Francisco Mariscal
Periodista deportivo y Analista táctico. Entusiasta de encontrar los porqués del juego. Cualquier estilo es válido e igual de interesante, pero dame siempre a un enganche y dos extremos.

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