Tariq Lamptey: el lateral que optó por decidir

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“No dudes en tu decisión” quizá sea uno de los peores consejos que he escuchado durante toda mi vida dentro de un campo de fútbol. Emitido por quien cree decidir, recibido por el que realmente decide. El fútbol que se asemeja más al algoritmo de una máquina imperfecta que al hermoso proceso que conlleva la creación de una obra de arte no es fútbol.

Ni siquiera sabría decir si es deporte. Sí es, con total seguridad, un completo aburrimiento. De ello no cabe dudas. Porque en el fútbol se decide, se falla y se aprende. Se duda, y de esos interrogantes se extraen experiencias que completan y forman al jugador. Ante mil contextos distintos, una sola decisión impuesta no sirve. En cambio, ante un mismo contexto, mil decisiones aprendidas de la propia experiencia forman al talentoso.

Quizá una de las figuras más damnificadas en el fútbol actual sea la del lateral. No ya por el mito de “si eres malo, al lateral. Allá molestas menos”, sino por lo que se le viene pidiendo a este perfil en el fútbol actual. Poco dinamismo, poca imprevisibilidad. Movimientos guionizados, tanto en espacio (muchos son fijados a altura media y pegados a la línea de banda, como un banderín plantado en medio del campo o un ascensor atascado en el mismo piso), como en movimientos (control y pase, no nos compliquemos). Quizá sea por todo esto que el perfil de Tariq Lamptey, el protagonista de este artículo, es tan especial e interesante.

Tariq Lamptey cumple de principio a fin con el arquetipo de lateral ofensivo, con una esencia eminentemente vertical, en un momento histórico en que los hombres de banda son casi siempre posicionales, rehenes de un supuesto juego colectivo, coartados de casi todas sus habilidades con balón. Lamptey pertenece a ese selecto grupo de laterales que generan una amplitud real, pues la amplitud no deja de ser una ilusión sin profundidad, algo que el inglés genera con una facilidad imperial. Su desparpajo en último tercio, en todo caso, es uno de los grandes puntos fuertes del joven lateral.

De hecho, con balón, Lamptey es un jugador que desde banda casi siempre tiende a buscar el 1v1 contra su par. Quizá pueda mejorar su criterio en cuanto a cuándo tomar qué decisiones, algo en lo que Graham Potter -gracias a Dios- no parece estar interviniendo de forma directa y coactiva; pero su capacidad de desborde desde fuera bien se acerca a las virtudes de un extremo a pie natural. Quizá también a las de uno a pierna cambiada. No tanto por sus condiciones atléticas, pues no tiende a buscar el cambio de ritmo hacia fuera en este tipo de situaciones, sino por su ruptura en diagonal hacia el área en contradirección a la clásica postura corporal en momentos defensivos desde fuera. En este sentido, quedando enfocado al desborde en último tercio, suele buscar la dirección del pico del área más que buscar pisar la línea de fondo.

A nivel físico, Lamptey no deja de ser un jugador esbelto y extremadamente menudo de estatura (1.64 metros), pero con unas condiciones atléticas extraordinarias. Su capacidad de aceleración, explosividad y velocidad en carrera son de los registros más destacados de la Premier League, ya no solo en su posición o zonas de influencia, sino en todo el campo en general. Aun así, con balón, Lamptey es -todavía- un jugador algo ansioso y precipitado, que desde el primer contacto ya piensa en la verticalidad y la profundidad con cambio de dirección desde fuera hacia dentro, lo cual tiende a perjudicarle a la hora de ejecutar los primeros controles a cualquier altura del campo (sobre todo bajo presión).

A nivel asociativo, encontrando receptores en zonas intermedias o colgando centros laterales no es extremadamente fiable, aunque sí son registros que busca con regularidad y en los que se percibe un claro progreso con el paso de los meses. Porque, a pesar de sus grandes condiciones y su enorme proyección como lateral a pie natural, Lamptey tiene todavía por delante un claro margen de mejora. En este sentido, quizá vivir distintas experiencias sobre el campo muy lejanas a las actuales podría ayudarle a convertirse en un jugador de una esfera totalmente diferente (rol de lateral-interior, lateral a pierna cambiada, extremo en intermedias…).

El jugador se forma y evoluciona a partir de su experiencia, de escenarios que lo desestabilizan y le obligan a salir de zona de confort. La teoría burda y sin contexto sirve de poco o nada. El fútbol es del jugador, no del entrenador. Hoy, ayer y mañana.

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Manu Escuder
Periodista, analista y scout. Formando y formándome. También escribo en Revista Panenka.

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