Comparte esta historia:

Facebook
LinkedIn
Twitter
Pinterest
Email
WhatsApp

La temporada 2020/2021 del Liverpool de Jürgen Klopp se desintegra en mil pedazos al ver la actual, sin embargo, también debe ser objeto de evaluación y comparativa ante una evidencia tan notable con una figura que, en su ausencia, condenó al equipo a una amargura con tonos épicos y finales alocados. Jordan Pickford, accidentalmente tras chocar con Van Dijk y provocar la grave lesión del central aquel 18 de octubre de 2020, fue dueño y autor de un espejismo que, si cabe, remarcó la pieza sobre la que se edifica el proyecto ‘Red’, pese a nuevos e ilusionantes protagonistas que acaparan los focos con mayor frecuencia. 

Klopp, poco después de conocer el alcance de la fractura del neerlandés, hizo uso de una curiosa analogía mencionando lo siguiente: “Lo esperaremos como lo espera una buena esposa cuando el marido está en la cárcel”. Al fin y al cabo era eso, y nadie mejor que él para entender lo que aquello significaba para con su plan. Pasados unos meses, el agónico gol de Alisson en el minuto 95 ante el West Brom, en mayo de 2021, sellaba, prácticamente y cerca del abismo, la clasificación del Liverpool para la siguiente UEFA Champions League. Alegría, euforia y calma tras la intensa tormenta. Hasta ese punto llegó la horrenda temporada de un colectivo irreconocible, fustigado por las lesiones y las circunstancias.

Siempre se ha dicho que “uno sabe como entra a una lesión, pero no como sale y su rendimiento tras ella”, pero Virgil prostituye la regla y se convierte en la excepción que la confirma. Impresiona plantearse la posibilidad de que su rendimiento sea mayor tras la operación. Sabemos que lo mejor que le puede ocurrir a un jugador, aparte de ser capaz de alcanzar un gran nivel, es ser consciente de ello. El neerlandés lo hace. Muchos hablan de una especie de ‘aura’ a su alrededor, como si de algún poder ostentara para dominar duelos y terreno de juego, pero si no se trata de eso, no se aleja demasiado. Van Dijk, ante cualquiera de esos ingenuos que tratan de desafiarle, como hizo Clint Eastwood en Gran Torino, les pronuncia, bajo una mirada penetrante, la siguiente frase: “¿Te has dado cuenta que, de vez en cuando, te puedes encontrar con alguien con quien no deberías meterte? Ese soy yo”. 

Ahora, en boca de todos está la fulgurante campaña 2021–2022 que están llevando a cabo los ‘Reds’ (lógico), con el inestimable protagonismo de ciertas piezas que todo lo facilitan. Quizás, tras levantar la Champions League en 2019 y la Premier League en 2020, el proyecto no alcanzó ese punto de maduración y excelencia del que dispone ahora. Todo encaja y conforma un ‘puzzle’ que, pese a las circunstancias, es conocedor de que nunca es suficiente. Todos y cada uno de los jugadores encarnan esa personalidad, como si de una ideología se tratara. La presencia de Klopp se refleja de forma más nítida que nunca en el terreno de juego, siendo Luis Díaz el ejemplo más reciente de lo mencionado y Van Dijk quien se encarga de hacer profesar el mensaje.

Tras un venerable físico e imponente zaguero, quizás incluso hasta el mejor, hay un Virgil Van Dijk que lo permite y avala todo. Sin él, la fragilidad se apodera de una defensa necesitada de un líder que marque las pulsaciones. Joel Matip, Ibrahima Konaté o Joe Gomez, incluso Alexander-Arnold, han mostrado su mejor nivel junto al neerlandés, pudiendo ser más agresivos, arriesgados o atrevidos al defender hacia adelante con mayor frecuencia al ser conocedores del seguro existente tras ellos (0,05 veces regateado x90 minutos, con un 78,6% de duelos aéreos ganados y 0,03 errores que desembocan en disparo rival x90 minutos en la campaña 21/22).

La temporada pasada vimos muchas combinaciones de centrales, incluso una formada por Fabinho y Henderson (o Kabak + Phillips, Fabinho + Williams, Kabak + Williams, etc.), y es que su ausencia obliga a reestructurar un bloque desubicando a sus mejores piezas de donde más y mejor brillan. Y eso es perfectamente extrapolable a la incuestionable complicidad con Trent Alexander-Arnold, Thiago, Mo Salah o Sadio Mané, pues acostumbra a ser el autor de aquellos primeros pases que desactivan líneas de presión y giran bloques (3 cambios de juego x90 minutos en la 21/22).

Por poner en contexto lo esmentado entre el funcionamiento del equipo, con la presencia del neerlandés y con su ausencia, gracias a los datos de fbref.com, nos encontramos con que la temporada pasada, en Premier League, el Liverpool acumuló 12 (31,6%) porterías a cero, mientras que esta lleva 20 (60,6%). También, bloqueó 504 disparos rivales, cuando en la presente lleva 405, traduciéndose esto en la cantidad de veces que le llegan a ¾ o zonas peligrosas de remate. En términos ofensivos, la cifra de goles x90 minutos fue de 1,71 (1,91 esperados), mientras que la actual es de 2,58 (2,38 esperados). En la 20/21 dejó 2,47 acciones de creación de gol x90 minutos, totalmente dispar a las 4.27 de la presente. En lo que a errores que desembocan en disparo del rival se refiere, el conjunto terminó la pasada campaña con 21, cuando esta lleva solamente 6. Y podríamos seguir, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver, y es que tanto defensiva como ofensivamente, con Van Dijk en el verde, los de Klopp son más seguros, más efectivos, mucho mejores individualmente, con mayor capacidad creativa y con una mejor ejecución de sus acciones. 

Por todo ello, y lo que ya conocemos, existe el deber, a día de hoy, de recordar por qué el conjunto de Jürgen Klopp está de vuelta, o más importante aún, por qué y de qué manera se mantiene en una cúspide de la que no hay la más remota sensación que vaya a bajar. Protagonistas, gestas, dinámicas, escenarios, pero en todos permanece intacta la figura de Virgil, quien conforma todo lo que uno puede dibujar en un jerarca, y lo que ocurre cuando no está, es el más claro y desdibujado contraste entre dos realidades opuestas.

Picture of Kako Alonso
Kako Alonso
Estudiante de Periodismo • 2001 • España. Trato de entender el fútbol, para después poder explicarlo.

También lee: