El Real Madrid y los ‘flash-backs’ mágicos

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El idilio de amor entre el Real Madrid Club de Fútbol y la UEFA Champions League puede explicarse a través de las postales que el club blanco ha ido coleccionado a lo largo de la última década. El cabezazo de Sergio Ramos en Lisboa, el ‘hat-trick’ de Cristiano contra el Atlético, el vals de Benzema en el Calderón, la chilena de Bale en Kiev… Y desde hoy, la noche de Cortuois en el Stade de France. Son momentos que permanecerán para siempre grabados en la retina del ‘madridismo’, a los que recurriremos para dar a entender la grandeza de esta generación de futbolistas en la Copa de Europa. La decimocuarta será recordada por las remontadas imposibles, pero también por la exhibición mayúscula del portero belga en la final contra el Liverpool. Cortuois ya es otro ‘flash-back’ mágico que entra en los libros de historia del Real Madrid.

Como en todas las finales, existieron muchos partidos y momentos dentro de la misma. Pero el incio fue claramente del Liverpool, que no le importó que el encuentro se retrasase media hora por temas extradeportivos: salió a morder desde el minuto uno como si nada. Los de Klopp arrancaron asfixiando al Madrid con su presión y se hicieron pronto con el dominio. El conjunto ‘red’ emparejó hombre a hombre en los saques de puerta (con Arnold saltando sobre Carvajal y dejando mano a mano a Vinicius con Konaté) y se activo rapidísimo en los reinicios, con Henderson tapando a Kroos y realizando esfuerzos muy largos para obligar al Madrid a rifar el balón.

Ya en campo rival, los ingleses estuvieron muy fluidos, impusieron su contrapresión, y encontraron situaciones de remate claras. Especialmente gracias a Sadio Mané, sin duda la individualidad del primer tiempo en clave ‘red’. El senegalés fue una amenaza incontrolable para el Madrid en los primeros 20 minutos. Los blancos defendieron de forma muy pasiva, buscando no exponerse, pero dejaron grietas que Sadio aprovechó a partir de su tremenda actividad en el carril central. Mané recibió y se giró constantemente en los costados de Casemiro -muy expuesto en ese duelo particular- y el Liverpool se coló varias veces en la frontal blanca.

A esto, se sumó una gran versión de Thiago Alcántara, que sin estar al 100% jugó de forma sobresaliente en el mejor tramo ‘red’. El español manejó el timón e inyectó agresividad a la posesión con sus pases filtrados y cambios de juego hacia el sector derecho, donde el Liverpool volcó mucho volumen ofensivo. Allí, Jordan Henderson y Trent Alexander-Arnold se repartieron los espacios de maravilla, con el capitán compensando los movimientos hacia dentro de Salah (abriendo el campo y pisando mucho la cal) y Trent atacando la autopista que se generaba por dentro. En ese costado, además, las ayudas del extremo eran menos activas, con Vinicius mucho más descolgado en ataque que Fede, lo que incidió en que el Liverpool pudiera llevar más peligro por la banda derecha. Para que esto fuese posible, cabe destacar también la vigilancia de Ibrahima Konaté sobre Vinicius. El central francés demostró una personalidad impropia de un chico de 23 años que juega su primera final de Champions. No ya solo ganó todos los duelos al brasileño, sino que también se atrevió con conducciones para batir líneas. Sin su mejor socio cerca (Vinicius), Benzema no pudo brillar tanto y los blancos se quedaron cortos de amenaza al contragolpe. 

En el Real Madrid, además de Thibaut Cortuois -la principal razón por la que el equipo se mantuvo firme en el arranque-, destacó la resistencia de Dani Carvajal contra Luis Díaz, no ya solo en el primer tiempo sino durante toda la noche. El lateral español cerró la puerta al colombiano en el 1 vs 1 y firmó una actuación completísima a nivel defensivo (a la altura de sus semifinales), ganando prácticamente todos sus duelos. Por su costado, los blancos podían defender mejor a lo ancho y a lo largo, ya que contaban con las ayudas de Fede Valverde, que seguía a Robertson cuando cogía altura y auxiliaba a Carvajal en el 2 vs 1 contra Díaz. También por ahí, el mismo Valverde fue otro de los nombres a rescatar en los de Ancelotti. En un Madrid que aun interesándole jugar a ritmo bajo, en ciertos momentos se ahogó con su propia posesión, el uruguayo supuso un tanque de oxígeno para sus compañeros todo el tiempo que estuvo sobre el césped. Estiró con conducciones y rupturas, dio aire con cambios de orientación y ganó todo tipo de disputas (incluso el gol de Vinicius se gesta en una de las veces que el Madrid pudo ganar metros con él). Su final fue muy emocionante.

No en vano, por el costado derecho los blancos empezaron a desactivar la presión del Liverpool y fueron igualando fuerzas poco a poco, quitándole continuidad ofensiva a su rival y sumando más cuota de balón. A partir de Carvajal, que tomó más altura y tiró infinidad de desmarques para hundir a Robertson, pero sobre todo a través de la figura de Luka Modric. Tras la salida infernal del Pool, el croata cogió el toro por los cuernos y lideró. Con la ayuda de un buen Toni Kroos auxiliando en salida, Modric empezó a amainar la tormenta, hundiéndose para ser la primera opción de pase y generando progresiones por iniciativa propia. El croata, a sus 36 primaveras, volvió a demostrar que para él la edad es solamente un número.

Llegados a este punto, en una de las poquísimas desconexiones del Liverpool -y la primera vez que David Alaba asumió riesgos con balón-, el primer asalto terminó con el gol anulado a Karim Benzema. Tras un inicio en el que el Madrid había sido inferior, los blancos metían el miedo en el cuerpo a su rival y volvían a reiniciar la partida.

El guion de la noche no cambió demasiado hasta el gol de Vinicius. El Madrid salió tras el descanso más metido, empujado por la inercia del final del primer tiempo, pero lo que le dio el impulso definitivo, como tantas veces en esta edición de la Champions, fue el gol (cómo no, generado por una presión limpiada por Luka Modric). Curiosamente, en uno de los pocos despistes de Trent Alexander-Arnold, que a diferencia de lo que contará el relato, estuvo muy bien a nivel defensivo exceptuando esa jugada puntual en la que Vinicius le gana la espalda. A partir de ahí, con el Liverpool tocado por el gol, entraron en escena las dos mejores individualidades que tiene el Madrid en defensa en bloque bajo: Casemiro y Éder Militao. Protegidos por un imperial Cortuois, los dos brasileños aparecieron en el momento de la verdad, sumando muchísimas acciones defensivas buenas y negándole al Liverpool cualquier posibilidad de remate claro.

Ya con nada que perder y el equipo volcado para buscar el empate, Klopp recurrió al 4-2-4 que tanto rédito le ha dado en estas situaciones. Después de quitar a Luis Díaz para meter a Diogo Jota, que pasó de puntillas por el campo, el técnico alemán cambió a Thiago por Naby Keita y dio entrada a Firmino (por Henderson), el hombre que cambió el ánimo ‘red’ en el tramo final. El cameo del brasileño recordó al de sus mejores épocas. No ya solo porque entró muy entonado, sino porque le dio al equipo el dinamismo que le estaba faltando en los metros finales. Hacer la machada junto a Mané y Salah hubisese sido el colofón perfecto a uno de los mejores tridentes del último lustro, pero al Liverpool le faltó acierto y frescura para convertir sus últimos ataques en un asedio real.

Lo cierto es que en el tramo final los blancos defendieron el área con cierta comodidad (e incluso pudo sentenciar antes de la hora), y Thibaut Cortuois hizo el resto bajo palos. Al final, como ha hecho tantas veces en esta Champions, el Real Madrid exhibió una entereza mental que nadie tiene en esta competición.

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