Merhaba! Nasılsın? Volvemos a saludar en turco porque es nuestra siguiente parada hurgando en las historias de Turquía. Espero que estés muy bien hoy. La vez pasada estuvimos hablando sobre el futbol dentro de la comunidad turca en Alemania. Ahora llegamos a la ciudad más poblada de Turquía y eje comercial, social y deportivo del país, Estambul.
Recomendación musical 1
Como verás en esta historia, hubo protestas en 2013 para oponerse a la construcción de un centro comercial en Gezi Park. No faltaron las coplas y cánticos para oponerse al accionar de la policía turca. Una de esas canciones es Biber gazı sık bakalım (Echémosle un vistazo al gas pimienta), con la que intentaban demostrar que ni el gas lacrimógeno los haría retroceder. Desgraciadamente, ignoro el nombre de la cantante.
Vamos al tema de hoy.
Turquía: nación con pasión
Si bien Ankara es la capital, Estambul (la antigua Constantinopla) es el epicentro cultural, histórico, económico y deportivo de Turquía. Partida por el estrecho del Bósforo (Boğaz), puedes pasar de Europa a Asia si cruzas uno de los tres puentes o tomas un ferry.
En Turquía los turcos van en serio, o no van. Apasionados como pocos, con una amabilidad exacerbada hacia los extranjeros, hombres y mujeres vestidos a la moda intercalados con mujeres ataviadas como musulmanas, con la familia extendida en el centro de la vida cotidiana, seductores. Pueden reírse entre ellos, pero basta una chispa para que se desaten las peleas entre amigos y se digan hasta de lo que se van a morir… todo para que se perdonen y la fiesta siga como si no pasara nada. Cuando celebran, celebran a lo grande. Tan sólo unas frases que digas en turco bastan para que te abran las puertas de su casa o su corazón, da igual. Prepárate para tomar cantidades industriales de té o un café preparado especialmente.
En Turquía, las sobremesas se extienden hasta altas horas de la noche, y aunque son musulmanes, su manera de vivir la religión no es tan ortodoxa y no es raro que corra el vino (llamado şarap), la cerveza (llamada bira) o el licor turco por excelencia, el rakı, conocido también como «la leche del león». No te asustes cuando la conversación fluya hacia preguntas personales, es su manera de interesarse por ti.
Una de esas preguntas es: «Hangi futbol külübü tutuyorsun?» (¿Qué equipo de futbol apoyas?). Así es, el deporte es un tema recurrente, y los turcos son propensos a ver sus ligas de futbol y basquetbol. El deporte de hecho es jerárquico por allá, y los tres clubes más grandes (llamados en turco üç büyükler) pertenecen a Estambul:
- Por un lado, está el Galatasaray, club de la parte europea que es visto como perteneciente a la élite otomana del Liceo de Galatasaray, y que cuenta con el único título europeo de un club turco. Sus colores son rojo y dorado. Según la encuesta de Areda Survey, tiene un apoyo del 36,4%.
- Por otra parte, tenemos al Fenerbahçe, el club de la parte asiática asociado con la solvencia económica y con aficionados mundialmente famosos, como el premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk, y al cantante Tarkan, sí, el de la canción del beso (que por cierto, se llama Şımarık). Sus colores son el amarillo y el negro. Su apoyo asciende hasta el 32,5%.
- Por último, menciono al Beşiktaş, también en Europa, y que es arropado por la clase trabajadora y anarquista, y con aficionados demasiado fieles y concentrados en el barrio del mismo nombre. Como colores tienen el blanco y negro. El apoyo es considerablemente menor, 16,1%.
En Turquía, el futbol es serio. En los años 80, la selección turca estaba sumergida en una crisis, pero paradójicamente los derbis entre los tres clubes eran el centro de atención, y no precisamente por su nivel. Los ultras del Cimbom, llamados ultrAslan (Galatasaray), los kanaryalar, o canarios, del Vamos Bien (Fenerbahçe) y la çarşı (Beşiktaş) no se podían ver ni en pintura y protagonizaron batallas campales con intervención de la policía y/o que el partido se suspendió a causa de eso. No era nada raro saber que hubo muertos. La violencia aún sigue, y ese es uno de los estereotipos del futbol turco. Como te decía, en Turquía las cosas se hacen a lo grande, o no se hacen.
Parece que tanto odio es insalvable, los turcos aman u odian con una pasión indescriptible; sin embargo, un episodio político en 2013 los obligó a unirse, y lograron darle ánimos a los estambulitas.
Erdoğan y su carrera de grandeza
Desde el 2002, el partido en el poder es el AKP, o Partido de la Justicia y el Desarrollo (Adalet ve Kalkınma Partisi). La primera tarea del AKP era sacar a Turquía de la crisis económica de 2001. Desde ese año, Turquía experimentó un crecimiento sostenido en el PIB de 4% como mínimo y paró el eterno problema de la inflación de la lira. Una de las maneras en las que Turquía empezó a recuperarse fue con un boom en el sector de la construcción y una mayor participación de la iniciativa privada, sin olvidar que empezaba a ganarse su lugar en el concierto mundial como jugador clave en la geopolítica del Medio Oriente y por una aproximación a la Unión Europea. No solamente llegó al poder Abdullah Gül como presidente, sino que también estaba Recep Tayyıp Erdoğan, antiguo alcalde de Estambul y ahora Primer Ministro.
La buena labor del AKP les valió ganar las elecciones de 2007 y 2012 con amplia ventaja. Como contraparte, el AKP comenzaba a pasar iniciativas que vulneraban la libertad de expresión, como una censura mayor sobre internet, un control mayor sobre los medios de comunicación, contenido islámicos en los programas escolares, restricciones nocturnas en la venta de alcohol y castigos penales a la blasfemia, por mencionar solamente algunos ejemplos. La modernización de Turquía a cargo de Mustafa Kemal Atatürk en la década de los años 20 se basó en el secularismo, y la política del AKP coquetea con el islam más tradicional.
Todo llegó a un punto muerto a partir de 2012, con otra victoria arrolladora del AKP. No era solamente hacer cada vez menos caso a cuestiones ambientales y amenazar con la islamización de recintos como Hagia Sophia. La economía ya daba signos de desaceleración. Luego, Turquía estaba interviniendo en el conflicto de Sira de manera cada vez más mordaz, aprovechando que tiene frontera con este país al sur. Y para colmo, todas esas iniciativas de construcción rara vez tomaban en cuenta a la población.
Gezi Park: el escenario de la discordia
El gobierno conjunto de Gül-Erdoğan tenía en la mira Gezi Park, uno de los últimos pulmones verdes en la zona europea de Estambul. En su afán de resucitar al viejo y glorioso Imperio Otomano, querían hacer pedestre la plaza Taksim (Taksim Meydanı) y quitar ese parque para construir las viejas barracas militares Halil Pasha (Halil Paşa Topçu Kışlası), destruidas en 1940. Algunos decían que podría ser un centro comercial, otros que estaba destinado en ser un museo y otras más decían que se incluiría también una mezquita. El encargado del proyecto era Kalyon Group, una constructora con nexos con el AKP nada despreciables.
Los estambulitas tenían presente que ya habían derribado más de dos millones de árboles para construir el puente Yavuz Sultan Selim (Yavuz Sultan Selim Köprüsü) y el Aeropuerto Internacional de Estambul (İstanbul Havalimanı). Desde diciembre de 2012 hicieron una petición en la página web change.org para detener la construcción. En enero de 2013 un juzgado negó la construcción por no servir a los intereses de la población. Cuatro meses después, esta decisión fue revertida; decían que eso fue presión del gobierno.
La gente ya tenía suficiente y activistas fueron a Gezi Park para ocuparlo con tiendas de campaña. La fecha era el 27 de mayo de 2013. Poco a poco empezó a llegar más gente y de pronto no hubo espacio en el parque, así que también se movieron 400 metros al sur para llenar la plaza Taksim. Los militares turcos intentaron sacar a los manifestantes por las buenas, y no lo lograron. Ante ello, la policía usó gases lacrimógenos y cañones de agua el 31 de mayo. Llegaron las detenciones: 60 arrestados y cientos de heridos.
Eso solamente hizo que se unieran varios colectivos que protestaban contra el régimen del AKP: estudiantes, armenios, kurdos, anarquistas, la comunidad LGBT, feministas, simpatizantes de las reformas de Atatürk, médicos, periodistas, sindicalistas, escritores… Las protestas de Occupy Taksim empezaban a tener repercusión dentro de Turquía y se iban dando a conocer en el mundo a través de las redes sociales, principalmente Twitter. Las fuerzas del orden redoblaron sus esfuerzos para reprimir. Justo cuando parecía que ya no podrían más, el futbol entró a escena.
Unión improbable de los viejos enemigos
Los ultras de Estambul por lo general están bajo la mira de la policía por los constantes desmanes en los derbis. De alguna u otra manera han aprendido a defenderse, ya sea con varias tácticas de barricadas, o con antídotos para el gas lacrimógeno. Intuyen también que el gobierno irá por ellos si cae Taksim, y eso podría traducirse en el fin de la cultura ultra en Estambul.
Así pues, la ultrAslan, la Vamos Bien y la Çarşı llegan juntos a defender a los manifestantes. Era una tregua obligada, donde ya no importaba si vestías de rojo/dorado, de amarillo/negro o blanco/negro. Los mismos ultras empezaron a darles tácticas a los manifestantes para defenderse a ultranza y montar una auténtica guerrilla. Se inspiraron en las protestas de la plaza Tahrir (ميدان التحرير, Midan at-Tahrir), en las protestas de El Cairo en 2011, cuando los ultras unidos de al-Ahly (الأهلي) y Zamalek (الزمالك) reforzaron a la población que terminó tumbando del poder a Hosni Mubarak (حسني مبارك) en Egipto (después hablaré con más detalle).
Ha nacido así İstanbul United, la unión de la afición de los üç büyükler. Durante cinco días se vieron cosas insólitas e inspiradoras: aficionados del Galatasaray rescatando a aficionados del Fenerbahçe de las garras de la policía, aficionados del Beşiktaş protegiendo a la afición y donando bufandas de los tres clubes… Todos juntos marchaban con esta frase: «Tayyıp, İstanbul United’i biliyor musun?» (Tayyıp, ¿conoces al İstanbul United?). En cierta manera, la afición del Beşiktaş era local porque el barrio del mismo nombre se encuentra a menos de tres kilómetros de la plaza Taksim. En las calles de Estambul había nacido una quimera, con patas de león, cuerpo de águila y cabeza de canario. Tienen hasta un escudo donde fusionaban a los tres grandes.
Con imágenes así, las protestas fueron escalando hacia otras ciudades. En Ankara, sede del gobierno turco, la gente protestó con el pretexto de las restricciones a la venta de alcohol. Asimismo, otras ciudades donde hubo actividad fue Eskişehir, Bursa, Antalya, Trebisonda e İzmir. Se calcula que hasta 3,5 millones de turcos participaron, cerca del 4% de la población en Turquía.
Toda esta historia fue llevada a la pantalla grande en el documental İstanbul United a cargo de los directores turco Farid Eslam y alemán Olli Waldhauer. Aquí figuran entrevistas a miembros de las aficiones, escenas de Occupy Taksim y un vistazo a cómo Estambul cambió durante las protestas. Se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Estambul con buenas críticas, con un público que lo mismo rió, que lloró y abucheó.
Las protestas de Gezi Park trajeron dos consecuencias visibles hasta el día de hoy
Consecuencia 1: Ensañamiento contra los aficionados
Los 11 muertos y 6.000 heridos presionaron, y finalmente no se destruyó Gezi Park. Fue una pequeña victoria para la ciudadanía de Estambul que de pronto logró ver que podía hacerse escuchar.
Para Erdoğan, las consecuencias fueron inmediatas. Las relaciones con la Unión Europea empezaron a enfriarse después de años de cercanía; desde Bruselas condenaron la acción de Ankara. Empañaron la realización de los Juegos Mediterráneos, en la ciudad de Mersin, al sur de Turquía. Es que los juegos comenzaron el 20 de junio de 2013. Y finalmente influyó para que Estambul perdiera la votación contra Tokio para albergar los Juegos Olímpicos en 2020.
De todas maneras, Erdoğan fue electo presidente de Turquía en 2014 y desde ahí buscó revancha. Aunado a los intentos de prohibir Twitter y YouTube, empezó a mostrar una cara más autoritaria, la cual se exacerbó con el intento fallido de golpe de estado en 2016. Los aficionados al futbol padecieron esta intervención del régimen. Al ser identificados como los responsables de que Gezi Park fracasara, se instauraron cada vez más leyes y controles con el pretexto de eliminar la violencia y controles excesivos.
A diferencia de la mayoría de los países, donde puedes comprar tu boleto, en Turquía debes obtener una tarjeta de crédito o débito prepagada llamada Passolig con número, fotografía y lugar asignado en el estadio. Tras un trámite tardado y no tan barato, debes dar tus datos, como número de pasaporte o ID, una foto y tu número de teléfono, entre otros. Esta tarjeta solamente sirve para los partidos de local del equipo que vas a apoyar y no puedes comprar para partidos de visitante. Estos boletos también incluyen la entrada a competencias europeas. Durante una temporada, los aficionados boicotearon este sistema porque era pretexto para que el gobierno recabara tus datos, y porque solamente beneficiaba al banco Aktif, el banco privado más grande de Turquía. Además, no terminaba con el mercado negro de acceso a estadios. Aún así, el aficionado no podía vivir sin futbol y regresaron a los estadios.
Por último, el estado quiso emprender juicios contra las aficiones de futbol, en especial la del Beşiktaş. Los cargos eran interminables: intento de Golpe de Estado, traición, terrorismo, resistencia a la autoridad y participación en movimientos no autorizados. A pesar de que el sistema de justicia no es de fiar de acuerdo con reportes de Amnistía Internacional, el Estado ha perdido el caso.
Consecuencia 2: Gloria de nuevos clubes en Estambul
A Erdoğan le encanta el futbol. Él mismo jugaba muy bien al futbol en un club semiprofesional y era apodado «Beckenbauer Tayyıp». Estuvo a punto de fichar por el Fenerbahçe, el club de sus amores, pero su padre se lo impidió para que estudiara y encontrara un trabajo de bien. De todas maneras, el futbol siguió presente en su vida, y también ahí encontró una manera de venganza.
Galatasaray, Fenerbahçe y Beşiktaş han sido considerados como clubes que miran hacia una identidad cosmopolita de Estambul y siempre se distancian de cuanto gobierno se encuentre al frente. A medios de los años 90, surgió una corriente política llamada neo-otomanismo, con una añoranza hacia los tiempos del Imperio Otomano. Sobra decir que Erdoğan pertenece a esta posición política, y ha encontrado dos clubes de Estambul donde puede ejercer su poder: el Kasımpaşa y el İstanbul Başakşehir.
Kasımpaşa
En el caso del primer club, toma su nombre del barrio popular donde creció Erdoğan y vendía periódicos para sustentar a su familia. Conforme su poder político crecía, las arcas del Kasımpaşa se engrosaban; era una manera de ayudar a su viejo hogar. El objetivo era que dejara de ser un club yo-yo para que se consolidara en la Süper lig y aspirara a competencias europeas, cómo no.
Con finanzas envidiables, y lejos de la presión de los Tres Grandes, los Apaçiler pueden fichar a jugadores como el sueco Andreas Isaksson, el argentino Ezequiel Scalone, el suizo-turco Eren Derdiyok, el egipcio Trézéguet y el neerlandés Ryan Babel. No es raro verlo aspirar a puestos europeos, pero le falta dar ese do de pecho. Sus alegrías y sus llantos se dan en el estadio que lleva el nombre del Presidente, a orillas de la colina que comunica con el distrito de Pera.
İstanbul Başakşehir
Este club es el heredero de un club nacido en 1990 bajo en nombre de İstanbul Büyükşehir Belediye Spor Kulübü (Club Deportivo Municipal Metropolitano de Estambul), o İstanbul BB. Era un club de tantos en Estambul que se la pasaba atorado en segunda división. El distrito donde se localiza el club era conocido como Azatlık, cuya principal función era proporcionarle pólvora al ejército otomano, y luego fue una granja de un héroe de la revolución turca en 1908. De ahí el nombre de Başak, espiga de trigo. La administración de Erdoğan se puso como meta desarrollar este distrito como un símbolo del desarrollo de la clase media islamista y conectada al poder.
Hasta 2006 logró ascender a la Süper lig y se la pasó cómodamente a media tabla (con un subcampeonato de copa en 2010-11), hasta que descendió en 2012, pero regresó de inmediato, ya como campeón, y fue adquirido. Y aquí es donde entra a escena Erdoğan directamente.
Para esto hay que irnos unos años atrás, justo en 2006. Nuestro personaje es Göksel Gümüşdağ, en ese entonces presidente del Trabzonspor. En 2011 se volvería vicepresidente de la Federación Turca de Futbol. Por esas fechas, el İstanbul BB empezó a distanciarse de la municipalidad de Estambul hasta que en 2014 fue adquirido por Gümüşdağ. La relación con el entonces Primer Ministro es que desde el 2006 está casado con Müge, sobrina de Emine, la esposa de Erdoğan. Y además, Gümüşdağ está ligado de una u otra forma al AKP. Le cambió el nombre a İstanbul Başakşehir.
Ese club no llegó sólo, también estrenó un nuevo estadio en Başakşehir inaugurado ese mismo mes con un partido lleno de viejas glorias del futbol turco. Erdoğan se puso los botines y vistió una camiseta con el número 12. En ese partido metió un hat-trick para dejar las cosas empatadas a tres tantos. Ese partido se realizó a tan sólo dos semanas de las elecciones presidenciales que ganó holgadamente. Por cierto, el número 12 está retirado y el estadio ahora se llama Fatih Terim, en honor al legendario entrenador del Galatasaray y de la selección turca… y que no tiene ninguna relación con el club.
En cuanto nació el İstanbul Başakşehir, cambió sus colores a naranja, blanco y azul, los mismos que el AKP. El cambio también llegó con los resultados, un cuarto lugar que le dio acceso a la Europa League. Luego, más que un club, es una empresa privada, y la planificación era más fácil. Y es que ahora tenían el dinero para actuar como tiburón en el mercado de piernas local, atraídos por un club que pagaba los salarios a tiempo, sin la presión de los tres grandes, pero localizado de todas maneras en Estambul.
Con ese éxito, llegaron también los patrocinadores. la aerolínea Turkish Airlines, el banco Ziraat Katılım, la mueblería Bürotime, la empresa internacional Spor Toto y la proveedora de agua embotellada Mila Doğal Kaynak Suyu, entre otras. Pero el patrocinador más importante llegó en 2015, con la llegada del consorcio médico privado Medipol. Su dueño es el médico Fahrettin Koca, fundador de la universidad Medipol, actual ministro de salud… y también miembro distinguido del AKP.
Con la chequera abierta, el İstanbul Başakşehir ya tuvo la mesa puesta para hacer fichajes de peso. Así llegaron el francés Gaël Clichy, el brasileño Robinho, Ara Turan, el togolés Emmanuel Adebayor, el noruego Alexander Sørloth, el senegalés Demba Ba, İrfan Can Kahveci y el bosnio Edin Višća. También logró un buen sistema de detección de talento en Turquía, siendo su producto más exitoso Cengiz Ünder, ahora en el Leicester City.
Su lugar más bajo ha sido un cuarto lugar. Jamás se despega de la punta, y este año logró por fin ganar la Süper lig, lo que le permitió disputar por primera vez la fase de grupos de la Champions League.
Se pensaría que este éxito se ha traducido en una presencia nutrida de aficionados. La realidad es opuesta. El aficionado turco común no deja de ver al İstanbul Başakşehir como un simple proyecto político de Erdoğan y la afición está fuertemente enraizada en los tres grandes, aún con rencor desde las protestas de Gezi Park. Ni siquiera las juventudes del AKP logran entusiasmarse con este club. De acuerdo con cifras de Transfermarkt, el estadio Fatih Terim es el quinto con menor capacidad en Turquía, detrás del Çaykur Rizespor, el Denizlispor, el Kasımpaşa y el Alanyaspor, y en promedio asistieron 2.892 aficionados por encuentro durante la temporada pasada, la menor asistencia y el menor porcentaje de ocupación (16,9%) de toda la liga.
Es muy simbólico que el İstanbul Başakşehir haya obtenido su liga en el año de la pandemia por CoVID-19. Dicen en tono de broma que, al no tener ningún equipo afición, eso era un escenario al cual el Başakşehir está acostumbrado y jugaba con ventaja. En condiciones normales, la afición visitante sobrepasa a la local, lo que frustra al propio Erdoğan. Es el mismo problema que se le ha presentado con otros experimentos fallidos suyos, como el Kayserispor (en la Anatolia conservadora y bastión electoral), el Osmanlıspor (ahora Ankaraspor y perdido en segunda), o el propio Kasımpaşa.
El İstanbul Başakşehir podrá haberse convertido en el sexto club en ganar la liga turca, junto con el Trabzonspor y el Bursaspor. De todas maneras, sin afición es muy complicado que pueda competir con los üç büyükler, que se niegan a inclinarse ante Erdoğan. Aún más: el AKP perdió el control de Estambul y Ankara en las elecciones locales del año pasado, con todo y repetición incluida. Esto es grave, porque el mismo Erdoğan dijo alguna vez: «Quien controle Estambul, controla Turquía». La razón es el hartazgo por el autoritarismo, la recesión económica, el desempleo en los jóvenes, la expresión de los kurdos, la islamización de Hagia Sophia, la crisis de refugiados sirios y el acercamiento a Rusia, Irán y China. Tal parece que el İstanbul United le ha ganado la temporada 2019 y planea defender el título en 2023.
Fuentes
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Cuando hay derbis en Turquía, los aficionados sacan toda la pasión y las energías para cantar, apoyar, gritar y seguir a su equipo de futbol. A la hora en que la selección turca juega, todo mundo deja sus colores y se funden en el rojo y blanco. Unidos son más fuertes y lo pueden constatar las selecciones más fuertes. Aunque Grecia es el enemigo por excelencia, en 2005 Suiza fue el país odiado. En el repechaje para calificar al mundial de Alemania, la selección helvética sufrió en carne propia la furia de la gente turca en el estadio Şükrü Saracoğlu, casa del Fenerbahce, desde su himno ensordecido por silbatinas hasta una cámara húngara. Al final, terminó calificando al mundial. No es el único incidente, y te los traigo en nuestra siguiente parada.
Recomendación musical 2
Para hacer este texto, tuve que ver un documental llamado Ayaktakımı de Naz Gündoğdu y Friedemann Pitschak. Estrenado en 2015, entrevistan a aficionados de los tres grandes, además de clubes como el Göztepe, el Karşıyaka y el Adem para conocer de primera mano la importancia de los aficionados en el futbol turco… y a veces hasta el basquetbol. Es bastante recomendado y lo puedes ver aquí. Esta fue la canción con la que cerró. Ayakta kal çarşı marşı a cargo de RAAD y participación de Bora Gramm.
Recapitulemos
Los tres clubes más grandes en Turquía son el Galatasaray, el Fenerbahçe y el Beşiktaş, y los ultras de los tres equipos tienen historial bastante violento a la hora de disputarse los derbis. Sin embargo, en mayo de 2013 sus aficiones se unieron para proteger a la población de Estambul en el movimiento conocido como Occupy Taksim y las protestas para defender a Gezi Park de que se destruyera por una iniciativa del entonces Primer Ministro Recep Tayyıp Erdoğan. Esto quedó retratado en el documental İstanbul United. Como consecuencias de esto, podemos citar las siguientes: endurecimiento de las medidas contra los aficionados, la instauración del Passolig, juicios contra los ultras y el apoyo de Erdoğan hacia clubes como el Kasımpaşa y el İstanbul Başakşehir. Este último club tiene nexos con el partido AKP y ganó la liga la temporada pasada, pero tiene el promedio de afición más bajo de todos en Turquía, y este partido perdió las elecciones locales el año pasado en Estambul y Ankara.
Nos vemos la siguiente. Güle güle!