HISTORIAL
¿CÓMO CLASIFICÓ?
ANÁLISIS
No podía ser más incoherente que, entre los 38 millones de habitantes que la sitúan como el país de Centro-Norteamérica con el tercer mayor censo de población y una de las naciones que más inmigración acoge –más de la mitad de la columna vertebral de la selección nació o desciende de padres extranjeros–, no saliesen buenas generaciones futbolísticas. Solo había que contribuir a su desarrollo, con el gran hándicap de que el clima era un impedimento por las abundantes lluvias, frío y nieve en muchas regiones. Pero de momento en Canadá, sin lugar a equívoco, el futbol ha llegado para quedarse, a pesar de que allí el “deporte rey” sea el hockey sobre hielo, el baloncesto y el fútbol americano o canadiense –similares entre sí–. Tanto es así, que la Canadian Premier League, su liga profesional de fútbol que se fundó en 2019, consta de solo ocho equipos que no descienden, y en 2017 solo existía uno de ellos, el FC Edmonton.
¿Significa eso que el fútbol profesional no existía allí antes? En absoluto, la selección canadiense ya ganó la Copa Oro del 2000, se clasificó al Mundial de México 1986- aunque, en su primer y única Copa del Mundo, perdió todos los partidos de la fase de grupos sin marcar un solo gol– y fue semifinalista en la categoría femenina en 2003, además de albergar el Mundial de 2015. El asunto con el fútbol canadiense es que participaba en el sistema de competición estadounidense a nivel de clubes, algo que también sucede en baloncesto. Concretamente, tres de 27 equipos de la Major League Soccer (MLS) estadounidense tienen su sede en Canadá: Toronto FC, Vancouver Whitecaps y CF Montreal, antes conocido como Montreal Impact; proyectos que emigraron al sistema de competición estadounidense en 2007, 2011 y 2012, respectivamente. Y los cálculos temporales no engañan, sino que, más bien, corroboran que gracias a ese salto, la selección está empezando a competir de tú a tú frente a México y Estados Unidos por la hegemonía de CONCACAF. Hasta el punto, Canadá fue la que se clasificó con mejores números en toda la confederación. No es casualidad que esto suceda ahora. Y tampoco que en la absoluta no haya ningún futbolista que juegue en la Canadian Soccer League y sí una decena de la MLS. Aunque llegarán pronto y, probablemente, con ello aumente más todavía la competitividad futbolística del país.
A nivel estilístico, Canadá se puede definir como una selección que luce más si puede contraatacar o transitar en partidos de ida y vuelta; pero que, ante todo, es camaleónica, imprevisible e incómoda. Porque juega a un ritmo muy alto, claramente superior al resto de las centro-norteamericanas –de ahí parte de su éxito en el clasificatorio–, y porque más allá de su preponderancia física, es complicada de analizar al detalle antes de los partidos. Tiene tal adaptabilidad al rival y polivalencia en los jugadores que componen su medular, que hasta que no se posiciona sobre el campo, no se descubre cuál será la disposición táctica y rol de cada una de sus fichas. Especialmente, Alphonso Davies, Tajon Buchanan o Junior Hoilett, que pueden ser delanteros, mediapuntas o carrileros.
Es por ello que, ofensivamente, suele dibujar un 3-4-2-1 o similar –con cierta asimetría en ocasiones–, pero, a la hora de defender, varía mucho más su comportamiento y se mimetiza en función de qué proponga el adversario. Dentro de esta versatilidad en su pizarra defensiva, tiene la consigna de activarse con mucha energía tras pérdida –para recuperar la pelota en campo rival y no tener que correr hacia atrás pese a tener físico para ello– y también de defender mucho hacia delante, poniendo marcajes al hombre por dentro cuando va a presionar alto los saques de puerta. Ahí, trata de que el rival salga jugando por fuera o lo haga en largo, donde la contundencia de Miller o Steven Vitoria, sus centrales, suele imponerse. Cuando no va tan arriba a asfixiar a su rival y prioriza aguardar en un bloque medio, no lo hace de forma pasiva, no regala tiempo y espacio para que el poseedor y los posibles receptores del balón puedan pensar y/o ejecutar.
Puede hacerlo con tres, cuatro o cinco defensas; se adapta para buscar tener superioridad numérica en esa última línea frente a los delanteros rivales. Y, de este modo, garantiza un buen sistema de coberturas entre centrales que salen lejos a perseguir a sus parejas de baile, no dejándoles girar entre líneas y buscando anticipar. Sus defensores son muy pegajosos, por eso recupera muchos balones que le permiten tener tanta amenaza corriendo tras robo y vivir mucho tiempo sin que sus centrales tengan que defender dentro del área, donde son menos dominantes. Está tan inculcada la idea de defender hacia delante que hasta su portero Borjan está muy atento y no duda en salir también a anticipar cuando el adversario lanza un balón a la espalda de los centrales. Las faltas tácticas para impedir que el rival pueda correr son otro gran aliado.
Evidentemente, el plan de partido responde a una capacidad atlética envidiable; sea para el choque cuerpo a cuerpo, por la explosividad de sus carrileros y atacantes (Adekugbe, Laryea, Buchanan, Davies, Jonathan David y varios más) o por la repetición de esfuerzos que suman sin que esto les impida llegar fundidos al tramo final. Pero no todo es exuberancia. También está toda esa mencionada pizarra defensiva, la idea de juntar primeros pases atrás a modo de señuelo para que el rival se estire y después verticalizar sus ataques, o también la presencia de mediocampistas que marcan diferencias recibiendo al pie y no al espacio: Osorio y Hoilett tienen la sensibilidad técnica para mejorar ataques recibiendo en 3/4 de campo, activar compañeros y cierta lectura para posicionarse entre líneas y girar las defensas rivales.
En cualquier caso, los ataques pausados ante rivales que esperen, no son uno de los puntos fuertes de Canadá, más allá de que Davies o Buchanan tengan el cambio de ritmo para desequilibrar en situaciones de uno contra uno, especialmente por fuera. Es por eso que la figura de Stephen Eustaquio cobra especial relevancia. Quizá pase más desapercibido por no ser tan conocido a nivel de clubes hasta recalar en el FC Porto hace menos de un año o por no replicar allí las brillantes actuaciones que sí acostumbra a dejar con su selección. Pero es el metrónomo del equipo, el insustituible. Es quien pone el criterio con pelota en mediocampo, el que pausa o acelera en función del momento de partido; es su jugador con mejor pie para activar a los jugadores más alejados, filtrar balones por dentro o marcar diferencias al cobrar acciones de táctica fija.
Y, por si fuera poco, tiene un punto de agresividad interesante a la hora de defender, aunque el especialista para abarcar campo y ganar duelos es su socio Mark-Anthony Kaye, yendo algo al límite en ocasiones, pero siendo efectivo, al fin y al cabo. Otras alternativas son las de Piette, que viene ganando protagonismo, o la de un Atiba Hutchinson que, a sus 39 años, es el futbolista más veterano del Mundial y el único que nació antes de México 86´. A cambio, Eustaquio dispone de bastante libertad posicional para acercarse mucho a la pelota, porque cuantas más veces pase esta por sus pies, mejor será la circulación canadiense. Él es el tapado de una selección incógnita, que comenzó el clasificatorio obligada a jugar tres fases –mientras vio como México, EE.UU. y Costa Rica disputaron solo el Octagonal Final–, y que, tras ser revelación en el camino al Mundial, promete dar guerra en un grupo complicado.
XI TIPO
FIGURA: ALPHONSO DAVIES
La historia de Alphonso Davies es un ejemplo de superación. Hijo de padres liberianos, `Phonzie nació en un campo de refugiados situado en Buduburam (Ghana). La situación en su país natal hizo que la familia se jugase la vida cuando él era muy pequeño hasta conseguir emigrar en busca de un futuro alejado de la corrupción y la barbarie. Un país acostumbrado a sacar grandes talentos en el mundo del fútbol, pero donde la mayoría son estafados a manos de representantes sin escrúpulos. Canadá le dio una nueva oportunidad y ahora ha confesado que se siente en deuda con la nación. Por ello, se convirtió en embajador de la BTB Academy, que busca fomentar la inclusión y el desarrollo social y futbolístico de jóvenes que viven las mismas circunstancias por las que pasó él. Sobre el césped, desempeña un papel muy diferente al del Bayern, donde es un lateral izquierdo ofensivo y con recorrido. Aquí, puede ser carrilero, volante de banda en 4-4-2, delantero centro y, sobre todo, un mediapunta. Es algo que llama la atención porque no es especialmente asociativo y técnico en espacios reducidos, pero sí sabe paliarlo con su agilidad corporal, juego fluido con movilidad, pocos toques en cada intervención y la determinación con la que ataca los espacios en una selección eminentemente vertical, que le convierte en un gran llegador.
PROMESA: TAJON BUCHANAN
A sus 23 años, el polivalente jugador del Club Brugge belga es uno de los jóvenes desconocidos con mejor pinta de todo Qatar 2022. Guarda un parecido físico razonable con Leroy Sané y, futbolísticamente, también encontramos algunas similitudes. Lastrado por las lesiones en este inicio de temporada, lo cual le ha impedido tener continuidad, pero muy asentado en el equipo de John Herdman y con la capacidad para jugar como atacante o carrilero en ambas bandas, aunque acostumbra a partir más desde la derecha. A nivel de clubes ha llegado a ser, incluso, lateral izquierdo en esta Champions, tratándose de un extremo de formación. Eso, posibilitado por su buen manejo de las dos piernas y los dos perfiles, lo cual le hace especialmente dañino cuando encara a su par. Tiene un punto de imprevisibilidad interesante. Pero, ante todo, una relación muy potente entre su zancada, agilidad, cambio de ritmo demoledor y conducción con el cuero controlado. Esto le convierte también en un gran revulsivo para partidos cerrados o en un calvario para contraatacar. Atrevimiento y determinación en el último tercio no le falta. No debería tardar en irrumpir con fuerza en una de las ligas más potentes de Europa.
ENTRENADOR: JOHN HERDMAN
El caso del estratega canadiense es curioso, dado que nunca ha dirigido a ningún club profesional y esta es su primera experiencia al frente de una selección masculina absoluta. ¿Cómo llegó entonces a ser el entrenador nacional de Canadá? Gracias a sus méritos en el ámbito femenino, donde comenzó dirigiendo a la absoluta de Nueva Zelanda entre del 2006 al 2011 y se curtió en el propio fútbol femenino canadiense entre el 2011 y el 2018, cuando pasó a desempeñar su actual cargo. Con el cuadro oceánico logró dirigir dos fases finales mundialistas, rompiendo la sequía de 15 años sin pisar la gran cita, aunque sin demasiado éxito en sendas fases de grupos, ya que cayó con cero y un punto en las ediciones del 2007 y el 2011, respectivamente. Mejor se le dio el Mundial del 2015 ya con Canadá, liderando su grupo y alcanzando los cuartos de final, algo que no sucedía desde el 2003.