Segunda cita de la Copa del Mundo 2022, ninguna sorpresa por el momento. La Inglaterra de Gareth Southgate se impuso por 6-2 a una tibia selección iraní que apenas compareció sobre el Khalifa International Stadium. Los ingleses, que cantaron por segunda vez en toda su historia el “God Save the King” en una participación mundialista, inauguraron su mes en Qatar con una goleada sobre un combinado, el de Queiroz, con unos pobres argumentos competitivos que fueron superados desde el primero hasta el último minuto del encuentro.
De inicio, Inglaterra partió de un 4-2-3-1 con los laterales bajos en fase de inicio y construcción, el el doble pivote participando a espaldas o en los costados del único delantero rival, y los extremos iniciando fuera para meterse dentro cuando un compañero ocupaba pasillo exterior. En todo caso, a nivel de estructura, los europeos basaron todo su juego en la movilidad de sus atacantes, siendo dinámicos a la hora de ocupar espacios también por fuera (extremo fuera, lateral dentro y pivote en la base) y encontrando por dentro argumentos para la filtración. En este sentido, Raheem Sterling fue un quebradero de cabeza constante para la estructura defensiva de Irán.
En el cuadro iraní, Carlos Queiroz apostó por el clásico 5-4-1 en bloque bajo, sin presionar a la primera línea rival pero mostrándose intenso en los duelos y generosos en la repetición de esfuerzos. En campo propio, la intención por marcar a rivales cercanos a la zona de balón empezó dificultando el juego de Inglaterra, cuyas únicas ocasiones aparecían por pasillos exteriores con centros al área. Con balón, no lograron progresar ni a partir del juego directo ni buscando salir desde atrás. Trasladar el balón a tres cuartos y ejercer una presión alta y contundente en cada salto hicieron que Irán se presentara como una selección aparentemente competitiva, aunque las buenas circulaciones de Inglaterra en su fase de inicio tiraron por bajo todo el planteamiento rival.
Pese a la lesión del guardameta iraní Alireza Beiranvand, el partido arrancó con cierta intensidad en acosos y duelos, sobre todo por la parte iraní. Cada vez que un jugador inglés trataba de limpiarse el acoso rival en conducción, la oposición más cercana cortaba la progresión con una entrada. Aun así, y aunque la dinámica prosiguió durante todo el encuentro, Inglaterra logró encontrarse pronto con su fútbol: en 15′ ya contaban con dos ocasiones manifiestas de gol, todas ellas de centro. Y es que Irán se mostró muy endeble en la defensa del área: fallos de concentración en la marca, mucho sufrimiento a balón parado y nulos en el juego aéreo. Durante la primera parte, Harry Maguire tuvo varias ocasiones para anotar gracias a su poderío aéreo.
Sería, en todo caso, Jude Bellingham quien abriría el marcador. El inglés de 19 años, con una actuación memorable en su estreno en una Copa del Mundo, anotaba de cabeza el 1-0 y ponía por delante a los suyos. A partir de ahí, Inglaterra jugaría sola: pronto marcarían Saka, desde la frontal, y Sterling (con el propio Bellingham involucrado). El resto de la primera parte se disputó con un ritmo bajo, circulando mucho balón Inglaterra en campo propio y sin ser verticales en campo rival. Para fortuna del espectador, los de Southgate le devolvieron el ritmo al partido en la segunda parte. Saka pondría el 4-0 en el 61′ tras una diagonal desde el pico del área; y a los pocos minutos anotaría el tanto del honor Mehdi Taremi. El quinto para los ingleses lo pondría Marcus Rashford en el 71′, un minuto después de entrar al encuentro, y cerca del final sería Grealish quien convertiría el sexto tras un buen balón a la espalda, aprovechando la ruptura de Wilson y su pase de la muerte al jugador del Manchester City. En los albores del final, un penalti de Stones sobre Pouraliganji resultaría el segundo tanto de los iraníes.