Portugal y Uruguay seguramente no sean dos de las selecciones más atractivas de ver. Pero no por ello nadie duda de lo bien que compiten en estos escaparates. Por eso, su enfrentamiento, saldado con victoria para los portugueses con doblete de Bruno Fernandes, no fue el más atractivo de lo que va de Mundial, pero corroboró, sobre todo en el lado luso, que son dos países que saben competir en Mundiales. A los puntos, Portugal fue mejor y por ello se llevó la victoria, aunque Uruguay perfectamente podría haber marcado un gol que apretase las cosas al final. Con este resultado, Portugal ya tiene su billete para octavos, mientras que Uruguay mantiene opciones de clasificar aun siendo última de grupo.
Sin que ninguna de las dos sea una selección que se sienta cómoda llevando la inicitiva, de inicio, fue Uruguay quien cedió el balón y fue a buscar a Portugal arriba. En pos de ello, Diego Alonso cambió de estructura respecto al partido de Corea del Sur: Uruguay salió con 5 defensas, tres medios y dos delanteros (sistema al que suele recurrir usualmente). De este modo, emparejó la salida de Portugal y buscó esperar el error que le diese la posiblidad de robar y ser vertical. Sucedió que Portugal, sin afán de asumir riesgos en esta zona del campo (con Bernardo Silva bajando, pero sin incidir mucho en la gestión), se limitó a jugar en largo para evitar pérdidas. Y ello, sumado al desgaste físico, obligó a Uruguay a defender mucho más cerca de Sergio Rochet con el paso de los minutos.
En ataque posicional, Fernando Santos repitió la formula usada ante Ghana en el debut. 4-3-3 juntando a mucho jugador pequeño en el carril central. Las únicas novedades fueron Pepe por Danilo, Nuno Mendes (lesionado en el 40’) por Guerreiro y William Carvalho por Otávio (tocado). Con esta disposición, Portugal concentró mucho juego por dentro para llevar el balón afuera en ventaja y que Nuno Mendes y Joao Cancelo buscasen el centro con el área bien cargada. Uruguay tuvo muchos problemas para defender la zona entre líneas, sufriendo mucho cada vez que un portugués recibía ahí, y en líneas generales defendió muy hundida. En este sentido, hubo un duelo muy decantado a favor de los portugueses: Joao Félix contra Jose María Giménez. Las recepciones de Félix entre líneas hicieron mucho daño a su compañero de equipo, ya que es más ágil, le sacaba de zona y siempre lograba girarse y poner de cara a los suyos.
En este contexto, con Uruguay metida tan atrás, atacar la portería de Diogo Costa era una quimera. Darwin Núñez y Edinson Cavani estaban muy aislados y siempre recibían de espaldas a portería con los dos centrales de cara (y eso que el del Liverpool puso de su parte, reteniendo y dando oxígeno con conducciones en solitario). Sin embargo, la ocasión más clara llegaría de la mano de los uruguayos: una cabalgada de Rodrigo Bentancur, con recorte incluido, bien podría haber signficado el 0-1, pero Diogo Costa apareció en un momento clave para su selección.
El segundo tiempo empezó como había terminado el segundo: con el partido en ‘stand-by’. Ningún equipo acababa de dar un paso definitivo para ir a por la victoria. No obstante, el partido cambió en el minuto 60’, en una jugada que reflejó muchos de los problemas de Uruguay en el partido. Bruno Fernandes recibió en el pico del área, Godín no redujo suficiente y le dejó girarse, la línea defensiva no tiró bien el fuera de juego, y Cristiano “remató” solo dentro del área. Una cadena de errores que terminó por poner el partido de cara para los portugueses. A partir de ahí, Portugal hizo lo que se espera de ella: cedió el balón y defendió bajo para aprovechar espacios a la contra.
Pero el partido aún guardaba un capítulo más, escrito por los cambios de Uruguay. Diego Alonso introdujo a Pellistri y De Arrascaeta, rompiendo con la línea de cinco y juntando arriba a mucho jugador ofensivo arriba. Y las susitituciones tardaron poco en hacer efecto. Sobre todo Pellistri, que ofreció lo que se esperaba de él: desborde y centros en mucha cantidad. Minutos más tarde, Alonso quemó naves dando entrada a Luis Suárez y Maxi Gómez. Y cierto es que este tramo de partido, Uruguay, simplemente por una cuestión de volumen ofensivo y a lomos de una gran versión de Fede Valverde liderando la reacción, tuvo tres oportunidades claras para empatar. Pero Pepe (excelente nivel), Ruben Dias y Diogo Costa, supieron resistir y evitaron que Portugal saliese tocada en su peor momento del partido. Pasada la angustia, Bernardo Silva agarró el partido para desesperar a Uruguay, bajando las pulsaciones y jugando al gato y al ratón, y Bruno Fernandes lo acabó de cerrar con un gol de penal (y un par de ocasiones que podrían haber supuesto el ‘hat-trick’). La calidad diferencial es lo que tiene: no hay sistema que pueda contrarestarla.