968 pases completos de 1058 intentos suenan a muchos pases completados, la verdad. Aunque si vienen enmarcados en derrota y sin haber generado mucho, palabras como «dominio» y «control» son sustituidas por «impotencia» y «esterilidad». En un final de grupo imposible de anticipar, Japón derrotó a España para campeonar el grupo E. Resultado que deja, por segundo Mundial consecutivo en la primera fase, eliminada a Alemania, y con un buen susto en el cuerpo al combinado que empezó goleando a Costa Rica y que termina entre dudas.
Empero, de entre todos los problemas que tuvieron los de Luis Enrique para generar peligro teniendo en cuenta su aplastante dominio del balón (82% de posesión), es justo reservar el primer párrafo para el combinado nipón y para su técnico. Porque Hajime Moriyasu lo volvió a hacer. Su doble cambio al descanso (0-1), Mitoma y Dōan, revolucionaron el encuentro en tres minutos con un gol de primero y asistencia del segundo.
Japón vivió en bloque medio casi toda la primera parte, pues muy pocas veces se vio obligada a vivir en la frontal de su área. Con Maeda oscureciendo a Busquets y Morita saltando a su presión cuando buscaban al mediocentro catalán y este estaba de espaldas. Lo mismo ocurría con Kamada y Kubo yendo a la presión ante laterales o a centrales cuando estos avanzaban demasiado. Aunque al principio del partido, España sí encontró la manera de atacar la espalda de medios, gracias al atino de Pau Torres en los envíos a los cuadrados y al mecanismo entre los triángulos lateral/interior/extremo. Aquel en el que el interior baja a recibir a la altura del mediocentro, el extremo se adentra y el lateral coge altura.
Cuando ocurría eso, el «extremo» japonés (Kamada y Kubo) salta a la presión, y el del lado débil tapa al interior español del otro costado. Pero en los primeros minutos, Kamada no cerró bien junto a Kamada, y mediante pases de Pedri y Pau sí pudieron encontrar a Gavi en el lado débil, haciendo saltar esa primera muralla azul, y permitiendo a Nico situaciones de centro. No obstante, Japón cerró rápido esa fuga. Los interiores (y Morata), a partir de entonces, iban y volvían a espaldas de los medios, pero sin que hubiera demasiadas progresiones claras. Solo encontraban espacios cuando Japón decidía presionar de forma ma´s agresiva, con Tanaka y Maeda liderando las presiones con marcajes individuales, desencadenadas ante pases hacia atrás o cuando centrales demoraban demasiado el envío.
Pero más allá del peligro que se intuía en las presiones, solo en el 8′ pudo Japón robar y probar un disparo, a cargo de Itō, tras un mal control de Sergio Busquets. Y para el descanso y desde hacía mucho tiempo (11′), Japón iba perdiendo gracias al cabezazo de Morata. El tercer tanto en tres partidos del delantero del Atlético de Madrid se fraguó en una basculación de derecha a izquierda, partiendo de Nico Williams y llegando hasta Dani Olmo. El centro hacia dentro que buscó Olmo, rebotó por el camino en Pedri, que «asistió» sin querer a Gavi. El interior, entonces, buscó la pared con extremo (algo que repitieron algunas veces más) para hallar la espalda de Nagatomo. Su centro lo despejó bien situado Morita, con el desatino de hallar a Nico Williams de nuevo. Nico retrasó entonces a Azpilicueta y, mientras Morata buscaba la espalda de los tres centrales, puso el centro al segundo palo.
El 0-1 pareció templar los ánimos por hallar la portería rival y, más allá de otro disparo de Morata (con Pedri y Gavi teniendo espacio tras salir de la presión alta japonesa), España fue más agresiva para recuperar la pelota que cuando la tenía. Quería la pelota, pero no arriesgarla, no perderla. Y eso puede jugarte malas pasadas cuando enfrente existe un rival necesitado. Y Japón lo estaba, pues la victoria entonces de Alemania le dejaba más cerca de irse que de quedarse en Catar. Hajime Moriyasu lo sabía e hizo un doble cambio al descanso. Mitoma por Nagatomo y Dōan por un Take Kubo que aunque partía por la derecha, la mayoría de sus contactos fueron por la siniestra que con Nagatomo, Morita y Kamada era el lado preferido de Japón a la hora de reiniciar o transitar. Y con el inicio de la reanudación, el dominio de España se evaporó.
Los centrales españoles se hacen con la pelota tras un despeje en la frontal y retroceden con pases de seguridad hasta Unai Simón. Mientras puntas japoneses llegan a la presión hasta el guardameta. La presión individual a cada receptor español provoca que el Simón-Rodri-Carvajal cerca del área, se repita en orden inverso. Entonces, el portero -que en su primera acción de esa jugada controla de forma incorrecta pues pisa la pelota, sin abrir línea de pase, estando tapado el pase acorde a su orientación por la infatigable carrera de Maeda-, controla de forma correcta en esta ocasión y abre a la izquierda. Pero el pase hacia lateral (extremo solo, siendo esta una opción más segura), es la orden para que Itō (en intermedias) vaya el lateral. El control de Balde da opción al carrilero derecho a robar. Y Dōan, puede que en su segundo contacto, la duerme dulce, pero la revienta fuerte. 1-1. En plena vorágine, Japón lanza un balón largo. Ahora quien controla de fábula es Ito, que recorta a Olmo y encuentra entre líneas, en la frontal, a Kamada. Conecta con Dōan, que logra sacar un pase raso fuerte al segundo palo. Parece que se pasa de largo, pero Mitoma se lanza igualmente. Rodri protesta que se ha perdido por línea de fondo, levanta la mano, se frena y reaccionar tarde. Kamada sigue el balón, levanta la pierna, sigue y marca. El VAR dirá que es gol. El segundo en tres minutos.
La previsibilidad de la circulación de España, en momentos duros a nivel emocional, se volvió alarmante a partir de entonces. La letargia en la que se había sumido durante la primera parte y los nervios por una potencial eliminación que no entraban en la mente de la plantilla, pareció cortocircuitar la claridad de la Roja. Y lo visto en la primera parte con balón, empeoró. volvió a caer en los problemas de la posesión plana ante los bloques bajos. Faltó ritmo de juego, hubo nula alternancia entre juego corto y largo (siempre en corto), inmovilismo de los jugadores (siempre pidiéndola al pie), aprovechar los momentos para cargar área en lado débil con primera y segunda línea, cambiar rutina de giros izquierda-derecha…
Luis Enrique tampoco revolucionó la película con los cambios: Alba por Balde, Asensio en punta por Morata, Ferran por Nico, Ansu por Gavi -Olmo, interior-, más el de Carvajal en el descanso por lesión de Azpilicueta. Japón se fue encerrando y bajando el bloque, acumulando defensas al borde del área como andén en Tokyo se tratase (entraron Asano, Tomiyasu por Kamada y Endo por Tanaka. Y Japón se clasificó, quedó primera de grupo y eliminó, de paso, a la tetracampeona del Mundo Alemania. La otra que conoce cómo se las gastan los japoneses. Otra vez, Japón dio la campanada en este Mundial.