Francia era claramente la favorita para alzarse con esta Eurocopa. Le habían añadido al bloque que ganó la Copa del Mundo hace apenas tres años la figura de Karim Benzema. Además, eran un equipo que se manejaba en el alambre como nadie. Capaces de resistir cualquier golpe y de aniquilar cada momento de duda del rival asestando estocadas mortales. Y, sin embargo, a las primeras de cambio, Suiza les echó de la competición. Fútbol, dinámica de lo impensado.
Modificó Deschamps su apuesta habitual, apostando por tres centrales y la presencia de Adrien Rabiot como carrilero izquierdo, pero no le pudo salir peor. Suiza, a partir de la pizarra de Vladimir Petkovic, iba a contar con numerosas ventajas en el transcurso del partido. Por izquierda repitieron ese mecanismo visto ante Turquía en la última jornada de la fase de grupos, con Xhaka lateralizando, Ricardo Rodríguez ganando altura por fuera como si fuera un lateral y Zuber apareciendo por dentro. Francia tenía inferioridades posicionales en varias zonas del campo, y las pagaron caro. Benzema y Mbappé quedaban ante los tres centrales rivales y dejaban suelto a Akanji como hombre libre que estuvo muy bien filtrando, Pogba nunca llegaba a tiempo al salto sobre Xhaka dándole segundos para pensar y ejecutar, y la dupla Shaqiri/Embolo creaba superioridades a los costados de Kanté, haciendo dudar a Lenglet de si saltar o no.
«El cambio de esquema sentó fatal a Francia. Regalaron el primer tiempo»
Suiza estaba mucho más cómoda en el partido, y encontraría su recompensa en una acción donde Seferovic superó con demasiada facilidad a Lenglet en el área. Con balón, los de Deschamps se estrellaban ante las buenas actuaciones defensivas de Elvedi y Akanji, contando con muchísimas dificultades para avanzar y obligando al entrenador a un cambio de esquema aún en el primer tiempo. Kimpembe se colocó como lateral izquierdo, Rabiot de interior y Griezmann enganche detrás de Benzema y Mbappé.
Corrigió del todo Deschamps en el descanso, quitando a Lenglet para dar entrada a Kingsley Coman y pasar a un 4-4-2 con Griezmann en derecha. Sin tiempo todavía para probar la nueva variante, Steven Zuber se inventó una conducción maradoniana en la que acabó derribado por Pavard en el área. Suiza tenía en su mano el 2-0. Lo que pasaría en los siguientes minutos iba a ser todo lo contrario.
Ricardo Rodríguez falló el penalti y el factor psicológico entró en juego. Suiza, vio como la oportunidad de ampliar su ventaja se desvanecía; Francia, se creció ante el escenario. En el análisis del primer partido ante Alemania, comentábamos que Francia siempre acababa golpeando más fuerte. Los dos goles consecutivos en los cuatro minutos posteriores al penalti fallado por Suiza, confirman esa teoría. Francia no sobrevive al abismo, Francia domina el abismo.
Con el impacto emocional de la remontada todavía vigente, los galos encadenaron jugadas prácticamente imposibles de replicar por ninguna otra selección en el mundo, con Benzema y Griezmann participando en apoyo, Pogba lanzando y Kanté ganando todos los balones divididos dándoles continuidad. La actuación de Nico Elvedi, imponente ante la tormenta que se le venía encima y saliendo ganador de los duelos ante Kylian Mbappé, de tintes emocionantes. Suiza resistía hasta que un disparo lejano de Pogba ponía el 3-1 en el marcador. ¿Game Over?
Eso es lo que pensó el mundo entero, menos la selección suiza. Petkovic cargó el campo de jugadores ofensivos, Xhaka empezó a poner balones largos como si fuese el mismísimo Xabi Alonso, y a Francia le entraron las dudas. Hay una baja respecto a la selección campeona del mundo que es muy sensible y no se ha comentado tanto, la de Samuel Umtiti, que estuvo inmenso en esa cita mundialista. Kimpembe, como demostró ante Suiza, es todo inseguridad cuando se requiere de templanza.
«Granit Xhaka completó el partido de su vida. La asistencia en el 3-3, el colofón a una actuación inmensa»
Seferovic encendió la llama y Gavranovic culminó la obra con un momento, el del 3-3, que sirve como perfecto ejemplo gráfico de lo que la mente del futbolista imagina a favor y paraliza en contra. Francia se vio obligada a jugar una prórroga que bajo ningún concepto quería jugar. Sin Griezmann en el campo, Benzema y Coman cayendo por lesión, y Mbappé dominado ante Elvedi, los de Deschamps casi que firmaron los penaltis.
Ahí, a Kylian Mbappé le tocó ser el villano, interpretando el papel de estrella que falla en la tanda que ya tantos interpretaron antes. Si a alguien le quedaba alguna duda de la magia de este deporte, uno tan grande y doloroso, este partido las finiquita todas. Un deporte que sigue escribiendo sucesos como si su única razón existencial fuese precisamente esa, contar historias.