¡Weeena! ¿Cómo andái, po? Así se saluda en Chile, el país que está al oeste de la Coordillera de los Andes. Espero que estés muy bien hoy. La vez pasada llegamos a la sede de la Copa América para hablar del futbol y la capoeira. Ahora ha llegado el momento de hablar de temas que apelan a la épica, a la resiliencia, al heroísmo. Todos tienen que ver con siniestros geológicos, en específico los terremotos. En esta serie de dos textos hablaremos de temas cuando el futbol tembló literalmente. Y por ello tenemos que ir a los años 60, para ver la historia de un mundial que estuvo a punto de no realizarse.
Recomendación musical 1
En el mundo de habla hispana, la gente suele voltear solamente a México, España, Colombia y Argentina, pero Chile tiene una producción musical muy fuerte a nivel Latinoamérica. Y esto tiene desde los años 30. Ya sea en música popular o en folclor, el país sudamericano se ha erigido como una potencia silenciosa al respecto. Durante los años 50 y 60, hubo un resurgimiento de la música folclórica en este país. Una de las máximas exponentes fue Violeta Parra. De ella es la canción Gracias a la vida, prácticamente una preciosa nota de suicidio, compuesta días antes de pegarse un balazo en la sien el 5 de febrero de 1967. Hay otras canciones suyas que se han erigido como himnos latinoamericanos, popularizando ritmos como la cueca. Escucha La jardinera, que fue compuesta en 1954.
Para este texto he invitado a mi tocayo Felipe Sebastián Muñoz. ¡Qué mejor invitado que alguien oriundo de Chile! Es egresado de la Escuela de Periodismo Carlos Septién, además de un diplomado en Psicología por parte de la Universidad Intercontinental. Desde 2012 ha estado narrando partidos para Sky Sports, y a la fecha ahí sigue deleitándonos con su cadencia y su estilo para enfocarse en el aspecto anímico de cada jugador. Puedes seguirlo en Twitter como @fpesebastian. ¡Bienvenido, tocayo!
Vamos al tema de hoy.
El mundial de 1962, el mundial más ríspido de la historia
El mundial de Chile prometía bastante. Había presencia de jugadores como Pelé en Brasil, Sivori en Italia. España traía a naturalizados desde Argentina (Alfredo di Stefano) y Hungría (Puskás Ferenc). La Unión Soviética traía a Lev Yashin que comenzaba a labrar su camino hacia la inmortalidad. Ahí estaban los tres primeros lugares de esa Eurocopa inaugural dos años antes, países que no existen más – Unión Soviética, Yugoslavia y Checoslovaquia.
En la práctica todo fue distinto. Pelé sufrió una fisura muscular y quedó fuera del torneo al segundo partido. di Stefano no logró recuperarse de una lesión en los partidos de preparación. Puskás no tuvo la injerencia de esa rapsodia húngara. Lev Yashin (Лев Яшин) falló donde no tenía que haber fallado. Prácticamente todos los países europeos (10 de 16 invitados) tuvieron una táctica defensiva a ultranza, lo que generó una situación bastante alarmante: de 132 goles en 35 partidos y un campeón de goleo con 13 anotaciones en Suecia, pasamos a 89 tantos en 32 encuentros y seis delanteros empatados en primer lugar con apenas cuatro anotaciones. Partidos como el Unión Soviética-Yugoslavia, Alemania Occidental-Italia y sobre todo el Italia-Chile (la batalla de Santiago) destacaron no por sus goles ni su juego táctico, sino por la violencia encarnizada. 13 jugadores fracturados solamente en la fase de grupos como Severino Reija, Feliciano Rivilla y Joan Segarra de España, y Eduard Dubinsky (Эдуард Дубинский) de la Unión Soviética; este último fue amputado en la pierna fracturada pero demasiado tarde porque desarrolló sarcoma y murió apenas con 34 años.
No obstante esto, en Chile se descubrieron a nuevos jugadores. Tenemos ahí a las gambetas endiabladas de Garrincha y los goles de Vavá, el altísimo nivel del guardameta checoslovaco Viliam Schrojf (que falló en la final), las promesas como el italiano Gianni Rivera y el inglés Bobby Charlton que después se volverían realidad. Aquí cayó el único gol olímpico de la historia, de parte del colombiano Marcos Coll a nadie menos que Lev Yashin. Fue un mundial opaco, pero que sentó una nueva etapa en los campeonatos mundiales.
Cuando corrió el primer balón del mundial en el Estadio Nacional de Santiago, todo mundo estaba contento de ver futbol, pero para los chilenos y la propia FIFA era el fin del sufrimiento. Muy pocos saben que este mundial estuvo a punto de morir; dos años antes Chile tuvo el peor sismo de la historia. Bienvenido a una historia de valentía, tesón y cojones. Bienvenido a la historia de un pueblo que se levantó y derrotó el pesimismo y el escepticismo de Europa.
Elección de Chile para el regreso del mundial a América
Después de dos campeonatos mundiales en Europa (Suiza y Suecia), ya era hora de que el futbol volteara a ver al continente americano. La FIFA no estaba dispuesta a otro boicot como el de 1938 (después hablaré de ese tema), y accedió a que Sudamérica tuviera un mundial. Por eso le pidió a Alemania Occidental que desistiera de organizarlo; ya tendría oportunidad después. Eso dejó como finalistas a Argentina y Chile.
¿Cómo competir frente a instalaciones de primer nivel que tenía ya Argentina? Esa fue la pregunta que se hicieron Juan Pinto Durán y Carlos Dittborn, cabezas de la delegación chilena, la cual estaba complementada con Ernesto Alvear y Manuel Bianchi, entre otros. Era hora de cabildear con el resto de los países miembros de la FIFA, y lo harían de manera personal dando un tour por todo el mundo, literalmente.
Llegó el crucial congreso de la FIFA en Lisboa, Portugal, el 10 de junio de 1956. Ahí se decidiría la próxima sede, Argentina o Chile. Raúl Colombo, el representante de los argentinos, dio un discurso de dos horas en español que concluyó con una frase que denotaba confianza: «Podemos hacer el mundial mañana mismo. Lo tenemos todo». Al día siguiente, era turno de los chilenos. Carlos Dittborn se acercó al estrado y dio una clase maestra de persuasión. Su discurso en inglés se centró en cuatro puntos: la participación continua en mundiales y congresos FIFA, un clima deportivo, tolerancia de raza y credo (eran tiempos de regímenes totalitarios) y estabilidad institucional y política en el país (hasta el momento). Remató de la manera más contundente: les recordó a todos el artículo 2 de los estatutos de la FIFA, que velaban por el desarrollo del futbol en los países subdesarrollados. ¡Maravillosa jugada!
A continuación llegaba la votación. 14 abstenciones, 10 votos para Argentina… ¡y 32 para Chile! Ya teníamos nueva sede para el mundial que regresaba a América.
Desde el principio hubo cierto escepticismo desde Europa hacia Chile, que estuvo trabajando con mucho celo y bastante callado. Hasta 1959 todo iba viento en popa en la organización. Se hablaba de un mundial disputado en ocho ciudades estratégicas a lo largo (no ancho) del territorio chileno:
- Santiago, la capital.
- Viña del Mar, famosa por su festival de música.
- Rancagua, lugar con legendarias batallas por la independencia.
- Antofagasta, con espectaculares cielos nocturnos en pleno desierto de Atacama.
- Talca, donde los huasos corren a placer.
- Concepción, a orillas del río más ancho de Chile (Biobío).
- Talcahuano, uno de los puertos más grandes del país.
- Valdivia, hogar de una industria cervecera gigante debido a la presencia de alemanes.
De todas maneras la duda seguía en el aire. ¿Podría con el paquete una nación sudamericana? En mayo de 1960 esas dudas tendrían mucho eco, y todo debido al planeta Tierra.
El cinturón de fuego: moviendo al planeta
Para hablar de terremotos, tenemos que recordar que el planeta está en constante movimiento interno desde su creación. Desde que toda la tierra estaba unida en un continente llamado Pangea hace más de 335 millones de años cada pedazo se ha estado moviendo sin cesar hasta alcanzar la configuración que conocemos ahora. La tierra se seguirá moviendo y hay teorías en que todo volverá a unirse de nuevo
Naturalmente el movimiento no ha sido para nada suave. La tierra está viva y eso nos es recordado por erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra, formaciones de fallas y los sismos. Todos esos continentes están sobre porciones llamadas placas tectónicas. Cuando hay contacto hay desde terremotos hasta erupciones volcánicas, como la que da forma a Islandia (esa historia ya la vimos en su momento).
Es común tener noticias de que en países que tienen costa con el Oceáno Pacífico hay terremotos y erupciones volcánicas de gran calibre. Esto es porque a lo largo de 40.000 km varias placas tectónicas bajo Asia y América convergen en algo que se llama Cinturón de Fuego. Abarca 15 países, dentro de los cuales se encuentra Nueva Zelanda, Indonesia, Japón, Rusia (península de Kamchatka), Canadá, Estados Unidos, México y baja hasta Chile. Aquí se encuentra el 75% de los volcanes activos del mundo y fenómenos geológicos como la fosa de las Marianas, el punto más profundo del mundo.
¿Qué sucede en Chile? Es un país muy susceptible a la actividad sísmica y volcánica porque hasta aquí llega la Placa Sudamericana que entra en constante contacto por la subducción con las placas de Nazca y de la Antártida. Mención especial merece el roce con la placa de Nazca, porque esta última está enterrándose 7-8 cm cada año dentro de la placa Sudamericana, siendo la velocidad más rápida que en cualquier otra parte del mundo. Es por ello que han ocurrido terremotos bastante fuertes en Chile, como el que protagoniza nuestra historia.
El terror en Valdivia
Era el 22 de mayo de 1960. Todo transcurría normal en esta ciudad 847 km al sur de Santiago. Había ciertos rumores en la tierra, pero la gente no hacía gran caso. Un día antes había temblado fuerte en Concepción, que estaba a cinco horas y media al norte. La intensidad había sido de 8,1 grados en la Escala de Richter y acabó con el tercio de los edificios de esa ciudad y el 65% de las construcciones de Talcahuano. Fue tan fuerte que obligó a aplazar una huelga de los mineros de Lota. También cortó las comunicaciones de Santiago con el sur del país y el presidente Jorge Alessandri se vio obligado a cancelar las celebraciones del Día de la Marina. Por esa región de Concepción tembló dos veces más al día siguiente, una en la mañana (6:30, 7,1) y otra en la tarde (2:56 pm, 7,8). ¿Qué posibilidad había de que temblara de nuevo? ¡A veces las posibilidades son ínfimas, pero se cumplen.
3:11 de la tarde. Era un día soleado sin nubes, como buen otoño en el bosque del sur de Chile. Mientras Esteban Trueba deducía que Alba había mantenido una relación con el indeseable de Miguel en la Hacienda Las Tres Marías al otro lado del país, la tierra se estremeció y de pronto el infierno se desató. 35 km debajo de Lumaco, un poblado a 290 km al sur de Valdivia, había una ruptura tectónica que se extendía al norte y al sur. La tierra se movía tanto que la gente no podía mantenerse en pie. Los edificios caían uno a uno, las casas quedaban reducidas a escombros, el vecino río Calle-Calle se desbordaba y anegaba las calles, la gente quedaba petrificada por el terror, algunos morían por estar dentro de los edificios o por lanzarse de ellos. Se dice que en realidad fueron más de 36 terremotos con epicentros desperdigados por 1.350 km. La zona entre Talca y el archipiélago de Chiloé quedó destruida.
La magnitud final fue de 9,5 grados escala Richter con duración de 10 minutos. ¡Fue el sismo más fuerte de la historia de la humanidad! ¿Qué tan fuerte? Fue tan fuerte que la energía liberada representó el 22,2% de todos los sismos del siglo XX. Fue tan fuerte que la placa Nazca se subdujo en la Sudamericana 40 cm, más de cuatro veces lo normal. Fue tan fuerte que el eje de la Tierra se movió 3 cm. Fue tan fuerte que toda la Tierra vibró literalmente. Fue tan fuerte que el día se acortó unos milisegundos. Fue tan fuerte que el territorio chileno creció el equivalente de 1.500 campos de futbol.
Apenas era el inicio del terror. Tras el magno terremoto, era el turno del mar. Y lo hizo a lo grande. Todos los puertos que estaban entre Concepción y Chiloé fueron golpeados dos veces por olas de hasta 10 m. El maremoto se cobró víctimas en lugares tan distantes como Japón (Sanriku (三陸), 61 muertos), Hawái (Hilo, 131 muertos), Nueva Zelanda y California. Islas Pitcairn y la península de Kamchatka llegaron a tener olas de hasta 12 m, pero por la baja población no hubo muchos daños que lamentar.
Eso no era todo. Mientras todo el mundo estaba con condolencias al pueblo chileno por el peor terremoto de la historia, el terror no había parado en Valdivia. Esta ciudad había sido golpeada por un sismo bastante fuerte en 1575 (intensidad calculada: 8,5 grados Richter) cuando los españoles apenas conocían la bravía de los mapuches. En ese terremoto un lago llamado Riñihue tenía su desagüe bloqueado, y el dique cedió cuatro meses después, inundando una región bastante extensa por medio del río San Pedro. Con un sismo 10 veces más potente (recordemos que la escala Richter es logarítmica), cerros habían caído y Riñihue estaba de nuevo tapado, en un evento llamado Riñihuazo. De no hacer nada, el caudal de San Pedro sería de 3000 m3/s, cuando lo normal era 400 m3/s. El riesgo que Valdivia y Corral terminaran por ser destruidas en tan sólo cinco horas por otra inundación era inminente.
No había tiempo que perder. El ejército de Chile y obreros de diferentes compañías intentaron bajar el nivel del tapón de 24 m a 15 m para que así el lago se fuera vaciando poco a poco. El problema fue que la maquinaria se atascaba en el lodo. ¿Qué hacer? Inesperadamente llegaron cientos de obreros de todas partes del país que con una simple pala trabajaron horas y horas; para el 23 de mayo el lago se había desahogado. Esta hazaña del Riñihue fue posible porque para salvar 100.000 vidas todo mundo se unió: el gobierno, las iniciativas privada y pública, el ejército y voluntarios. Aún duró dos meses más la labor, pero el peligro pasó.
Por último, este terremoto también provocó que hiciera erupción el volcán Puyehue dos días después. Este volcán lanzó a la atmósfera una columna de humo y cenizas de seis kilómetros de profundidad. Esta erupción perduró durante semanas y obligó a la reprogramación y desvío de vuelos comerciales.
En total hubo 50.000 víctimas en Chile y más de dos millones de afectados.
Carlos Dittborn, el héroe callado
De pronto todo ese dinero público que iba para el mundial tendría que ser destinado para reconstruir un país literalmente sepultado por el peor terremoto de la historia. Desde la sociedad surgían las voces que clamaban por que Chile desistiera de este mundial y se lo dieran a Argentina.
El economista Carlos Dittborn era una persona bastante entusiasta y su proactividad lo había llevado a tener la presidencia del Banco Nacional del Trabajo, Universidad Católica, la Federación de Futbol de Chile y la Confederación Sudamericana de Futbol, pero el sismo era demasiado para su optimismo. Con todo su pesar se reunió con el presidente de Chile Jorge Alessandri para devolverle todo el dinero prestado para realizar la copa mundial y destinarlo a levantar a Chile. Desde esa reunión, el habitante del Palacio de la Moneda exclamó contundentemente: «El mundial, señores, se hace en Chile, sí o sí».
Poco tiempo después Carlos Dittborn dio una entrevista al diario El Mercurio para comunicar su optimismo recién renacido. En esa nota Dittborn dijo: «Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo». Ese fue el leitmotiv de toda la sociedad chilena no solamente para renacer, sino para organizar el mundial. Toda la familia mundial del futbol acudió a la ayuda de Chile. Varias federaciones donaron dinero, la FIFA misma aportó 20.000 dólares.
El programa no tuvo más remedio que ser modificado. El terremoto había destruido las ciudades de Talca, Talcahuano, Concepción y Valdivia, por lo que quedaban descartadas en automático. Todos los estadios ahora debían estar autofinanciados por las dificultades económicas del comité organizador, y así Antofagasta y Valparaíso tuvieron que decir adiós. El estadio de Viña del Mar alcanzó a ser remodelado. La cuprífera estadounidense Braden Copper Co. permitió que se usara su estadio en Rancagua.
Y desde el desierto de Atacama al norte otra ciudad levantó la mano: San Marcos de Arica, apenas a 16 km de la frontera con Perú. El ayuntamiento logró levantar el estadio racionando el agua tres días a la semana para que el césped pudiera crecer. La otra razón para que Arica fuera sede era que el Comité Organizador confiaba en que Perú podría clasificar, pero Colombia dio la sorpresa en Sudamérica; de todas maneras, los colombianos correspondieron a este debut con el mencionado gol olímpico.
Con los estadios de Santiago, Viña del Mar, Rancagua y Arica ya era posible realizar la Copa del Mundo. Cada estadio podía albergar un grupo y cuando menos un partido de cuartos de final. Así pues, el grupo I se jugaría en Arica, el II (con el anfitrión) estaría en Santiago, el III se disputaría en Viña del Mar, y finalmente el IV tendría lugar en Rancagua. Fue la edición del mundial con menos estadios. Cierto es que en Uruguay 1930 había apenas tres estadios, pero todos se localizaban en Montevideo. En esta ocasión cada estadio estaba en una ciudad. Con esta confianza, 56 países se inscribieron para poder ganar uno de los 14 boletos disponibles; Chile y Brasil ya estaban dentro, el primero por sede, y el segundo por haber ganado el mundial de Suecia.
Por desgracia, Carlos Dittborn no llegaría a ver su obra maestra. Víctima de una pancreatitis aguda, falleció con 41 años de edad a solamente 32 días de la patada inicial. Le sobrevivieron su esposa Juanita y siete hijos: Pablo, Carlos, Sergio, Fernando, Enrique, Alicia y Tomás; este último nació meses después de que el padre murió. Todo el seleccionado chileno lució una banda negra como luto y se guardó un minuto de silencio en la inauguración. En reconocimiento a su labor, la FIFA asumió los costos de la educación de los hijos de Carlos Dittborn. El estadio de Arica lleva su nombre también, en agradecimiento por haber ayudado al desarrollo del olvidado norte.
Quien tampoco llegó al mundial fue el abogado Juan Pinto Durán. 14 meses después de ese triunfo en el Congreso de la FIFA en Lisboa, iba por la Carretera Panamericana en su coche y se detuvo. Abrió la puerta y salió. Tuvo tan mala suerte que otro auto que pasaba por ahí no pudo frenar y lo arrolló. Sus restos yacen en el Cementerio General de Santiago. Su legado quedó inmortalizado cuando se bautizó con su nombre al centro de entrenamiento de la selección chilena, inaugurado en 1959 para ayudar en su preparación para su campeonato mundial.
Para los chilenos, el mundial de 1962 fue una muestra de lo que pueden lograr si ponen su empeño, su corazón y su fe. Mientras otros países simplemente hubieran desistido, Chile sacó fuerzas de flaqueza y el resultado salta por sí solo a la vista de la historia del futbol mundial. Muchos prefieren recordar esa edición del mundial por la cantidad de faltas y pocos goles, olvidando con memoria selectiva a Italia 1990 o en menor medida Sudáfrica 2010; mientras tanto, preferimos darle un homenaje a la resiliencia chilena, que pudo mostrarle al resto del planeta el característico ceacheí. Tenemos que hacer nuestras las palabras que dijo Carlos Dittborn:
Muchas gracias por pasarte por aquí, tocayo. Gracias por hablarnos de tu hermoso país. Eres bienvenido cuando quieras.
Fuentes
Márquez C., Ramón, y Díaz, Pedro. Los Mundiales: Chile 1962, un mundial opaco. La Jornada. 9 de junio de 1994
El Mercurio. Nuestro mundial. 1962: 50 años de historia. 2012
Flores, J., Alcalde, S., Canales, M. y Chwastyk, M. El palpitante Cinturón de Fuego. National Geographic España. 19 de mayo de 2021
González, María. El mayor terremoto de la historia: así ha cambiado Chile desde que temblara a magnitud 9,5. Xataka. 22 de mayo de 2015
Iriarte Bustos, Pablo. A 60 años del Riñihuazo, memoria del río San Pedro libre. Radio U Chile. 27 de julio de 2020
Ciudad del Deporte. 3 de noviembre 1957: a un lustro de Chile 62, muere Juan Pinto Durán. 3 de noviembre de 2017
En nuestra siguiente parada tendremos que ir a Arica, pero cruzaremos la frontera hacia Perú. Normalmente Chile y Perú tienen una rivalidad bastante fuerte desde la Guerra del Pacífico en 1879 para saber no solamente quién inventó el pisco, sino también para ver quién es mejor en el futbol. Sin embargo, ambos comparten dolor por terremotos mortales. En el caso peruano, un día antes de su regreso a un mundial en 1970 sufrieron el peor sismo de su historia. Una generación dorada tuvo que tomar valor y a partir de ello dio una de sus mejores papeles. Esa historia te la traigo la siguiente vez.
Recomendación musical 2
Cuando se acerca cada mundial, siempre se espera el lanzamiento del tema del mundial. ¡Quién no ha vibrado con Un’estate italiana de Gianna Nannani y Edoardo Bennato! Personas como Vangelis, Ennio Morricone, Ricky Martin, Shakira y Pitbull han participado en plasmar la pasión de cada cuatro años a través del mundial. Todo este concepto nació precisamente en Chile 1962. Había una banda de jazz y rock ‘n roll fundada en 1959 en Santiago llamada Los Ramblers, pertenecientes a esa Nueva Ola de la música chilena. Se presentaron en el festival de Viña del Mar en 1962 y a su director Jorge Rojas se le ocurrió componer una canción para el campeonato de la FIFA. Así surgió El rock del mundial, que vendió 80.000 copias en 1962 y llegó a los dos millones hasta los inicios del siglo XXI. La revista Billboard la considera dentro del top 10 de los temas del mundial. Hasta la fecha sigue escuchándose en la sociedad chilena. La primera siempre es la primera. Escúchala y mientras tanto, ve imágenes del partido del tercer lugar y baila.
Recapitulemos
El mundial de Chile 1962 pudo no haberse realizado. Chile ganó el derecho a ser sede en el Congreso de Lisboa en 1956 tras vencer en la votación a Argentina. Había ciertas reservas frente a si podría lograr organizar el campeonato mundial. En 1960 Chile tuvo el peor terremoto de la historia; 9,5 grados escala Richter por 10 minutos, con epicentro cerca de Valdivia. Destruyó ciudades como Concepción, Talca, Talcahuano y la misma Valdivia. Eso provocó también tsunamis por todo el Océano Pacífico y Valdivia estuvo a punto de sucumbir por el Riñihuazo, pero voluntarios lo evitaron. Ante el pesimismo, Chile finalmente organizó el campeonato mundial contra todo pronóstico.
Nos vemos la siguiente. ¡Chau, po!