El Chelsea de Thomas Tuchel es un equipazo. El técnico alemán ha hecho del conjunto londinense una máquina que no solo es capaz de atraerte, superarte y empujarte hasta tu portería, sino que después tiene la virtud de ahogarte y no dejarte salir de tu propio campo. Más allá de nombres, el Chelsea es un equipo que funciona como un reloj construyendo el juego, pero que también acumula una infinidad de registros para avasallar en campo contrario. Una tuneladora que le tocó sufrir al Manchester United en el segundo día de Michael Carrick a los mandos del equipo de Old Trafford.
La primera parte del choque estuvo marcada por un dominio notorio del Chelsea contra un United que vivió a expensas de que una jugada puntual cambiase la tónica del partido. Sin balón, Michael Carrick dispuso un 4-3-3 con el que de primeras intentó presionar cada reinicio del Chelsea, pero que tuvo muchos problemas para impedir que el rival no progresara con facilidad. Para tapar el 3+2 con el que construye habitualmente el equipo de Tuchel, la intención del técnico interino fue que Rashford y Sancho saltaran sobre Chalobah y Rüdiger, mientras que Bruno y Fred, cada uno en su lado, taparan al pivote de sector fuerte cuando el Chelsea llevara la pelota fuera. Pero el Chelsea, a través de una buena circulación de lado a lado y de un circuito de pases memorizado, encontró la manera de superar cada intento de ir hacia arriba del United. Los londinenses, con Chalobah y Rüdiger muy hundidos para provocar saltos largos, giraron la presión atrayendo en derecha y progresando con las conducciones de Rüdiger en izquierda. En ese sentido, se antojó clave la superioridad que brindó Édouard Mendy en salida de balón, siendo un hombre más y contribuyendo a que el rival no lograra cubrir todo el ancho del campo.
A poco que el Chelsea fue encadenando salidas, el Manchester United fue incapaz de seguir presionando como intentó hacer durante el primer cuarto de hora y se vio obligado a defender como buenamente pudo. Fue entonces cuando a través de las permutas de pasillos y alturas entre mediapuntas y carrileros, el Chelsea encontró un atajo para progresar y generar aproximaciones a la portería defendida por David de Gea, que fue el mejor de su equipo en el primer tiempo. Por derecha, Reece James y Hakim Ziyech llevaron loco a Alex Telles, que a veces saltó al inglés cuando este pisaba carril central dejando al marroquí libre a su espalda. Y algo parecido sucedió en izquierda, con Marcos Alonso y Hudson-Odoi jugando con sus atracciones para ganar la espalda de Wan-Bissaka, con el español metiéndose dentro y fijando a McTominay, el inglés recibiendo abierto y Rüdiger apareciendo en conducción desde atrás. Tan grande fue el desbarajuste en ese sector que Carrick tuvo que ajustar metiendo a McTominay casi en línea defensiva, vigilando al jugador de intermedias, para que su equipo no tuviera inferioridad en esa zona del campo.
Y si el plan sin la pelota no había salido como a Carrick le hubiese gustado, el plan con balón tampoco fue una excepción. Al ser superados con facilidad por la buena salida ‘blue’, los diablos rojos no mostraron ningún patrón para asentarse en campo rival, ni ninguna ruta para poder transitar desde su campo. Con Bruno Fernandes haciendo de cuarto mediocampista -Carrick dejó a Cristiano Ronaldo en el banquillo por decisión técnica-, el Manchester United no fue capaz de que el balón llegara en condiciones a Rashford y Sancho, que se pasaron aislados todo el primer tiempo. En esto también hay que darle el mérito a la buena presión del Chelsea, orientando la salida hacia el eslabón débil del United (Wan-Bissaka), con Werner orientando a Lindelöf, Hudson-Odoi saltando sobre el lateral inglés, Ziyech tapando a Matic, Jorginho yendo sobre McTominay y Rüdiger siguiendo a Bruno Fernandes. De este modo, el Manchester United no solo no pudo salir de su campo con el balón controlado, sino que cada saque de puerta de de Gea se convirtió en un regalo para el Chelsea. Asimismo, hay que remarcar lo bien que estuvieron los tres integrantes de línea de tres del Chelsea ganando duelos y defendiendo hacia adelante para permitirle al Chelsea vivir en campo contrario continuamente, especialmente un Thiago Silva que firmó una gran actuación en todos los sentidos.
El inicio de la segunda parte se vio afectado por un evento que cambió el estado emocional del partido. Jorginho, que estaba siendo de los mejores del Chelsea, cometió un error imperdonable al querer controlar un balón llovido bajo presión, y Jadon Sancho no erró. El 0-1 supuso un ‘shock’ en cierta medida lógico para el Chelsea, pues verse por detrás en el marcador habiendo sido tan superior es algo que no se asume de la noche a la mañana. No obstante, ya con Cristiano Ronaldo sobre el campo, Wan-Bissaka le devolvió el favor a Jorginho cometiendo un penalti que bien podría usarse como resumen de su partido, y el italobrasileño tuvo la oportunidad de redimirse de su error previo.
Después del 1-1, con el Chelsea recuperado anímicamente, la dirección de campo de Thomas Tuchel le dio al equipo el empujón necesario para tumbar a un Manchester United cuyos cambios no tuvieron el impacto deseado. Alonso y Hudson-Odoi, sin tanta presencia como en el primer tiempo, en parte por el ajuste realizado por Carrick, fueron sustituidos por Christian Pulisic y Mason Mount respectivamente. Lo llamativo fue que ambos pasaron a jugar a perfil natural, con James y Ziyech mudándose a la banda izquierda, para así buscar más juego exterior ante la acumulación de jugadores que tenía el United en su área. Con Romelu Lukaku en el campo, la intención de ganar línea de fondo y buscar el centro lateral se acentuó, pero lo cierto fue que no fue hasta el último minuto de partido que el Chelsea no tuvo una ocasión realmente clara producto de ello. Al final, Rüdiger desperdició la gran oportunidad para ser el héroe de la tarde.