Jack Warner, corrupción trinitaria en la FIFA

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Hi! Waz di scene? Así se saluda en la manera de hablar inglés en Trinidad y Tobago, o Tringlish. Espero que estés muy bien hoy. La vez pasada analizamos la Copa Árabe que se está disputando en estos momentos en Qatar. Ha llegado el momento de cerrar nuestra pasada por Concacaf y lo haremos también por el Caribe, pero ya casi llegando a Sudamérica. Es momento de aterrizar en Trinidad y Tobago.

Recomendación musical 1

Cuando deambulaba por el Microsoft Encarta en la parte de instrumentos musicales del mundo, había una canción que me hacía bailar. Escuchaba esos 30 segundos y me invadía la alegría. Eran tambores de metal que se tocaban en Trinidad y Tobago, y con ellas suena el calypso. Costó trabajo encontrarla de nuevo, y YouTube acudió a mi rescate. Esta es la canción: Dollar Wine de la Red Stripe Ebony Steel Band

En esta ocasión he invitado a Lalo López. Cito sus palabras como introducción: «De día escribo reportajes para un diario de calado internacional. De noche, también. De madrugada me regocijo con los alardes de Luka Dončić en la duela, las historias de Hemingway y Alexievich en los libros, y los solos de Billy Joel sobre el piano. Ocasionalmente duermo y sueño que escribo un reportaje para el día posterior». Trabaja para el diario As en sus ediciones de España, México y Estados Unidos. Lo puedes ver dándole voz al futbol ConIFA, denunciando las malas prácticas de corrupción en el deporte, pero también es un ávido fanático de basquetbol y todo lo hace bajo un haz de prosa. Me enorgullece también decir que compartimos el amor por la misma camiseta en la Liga MX, los Diablos Rojos del Toluca. Me atrevo a decir que es la persona perfecta con la cual hay que hablar del tema de hoy. Puedes seguirlo en Twitter como @Fmercu9. ¡Bienvenido, Lalo!

Que la lectura, que agradecemos sobremanera, sea un preludio para que entender que es perfectamente compatible disfrutar del futbol y llamar a rendir cuentas a quienes lo gestionan.

Vamos al tema de hoy.

¿Doble moral? ¡Para nada! ¿Corrupción? ¡Mucho menos!

Jamás había habido tal honestidad brutal en las palabras del Comité Organizador de cualquier mundial. El Director Ejecutivo de este ente para Qatar 2022 Nasser al-Khater (ناصر الخاطر) acaba de decir en una entrevista para el canal CNN que los aficionados de todo el mundo son bienvenidos, siempre y cuando limiten las muestras de afecto en público. Esta declaración fue con un tono sutil hacia la comunidad LGBT. Es que todo sucedió apenas tres semanas después de que el jugador australiano Josh Cavallo aceptara públicamente que es gay. Después de todo, las relaciones homosexuales no son legales en el mundo árabe. Particularmente en Qatar se castigan con cinco años de prisión, pena agravada si los culpables pertenecen a la religión musulmana.

Nasser al-Khater

“A donde fueres, haz lo que vieres”. Dice el viejo refrán, que alumbra una razón tan grande como una casa. ¿Para qué ir a otro lugar si no te adaptarás a su vida? Qatar tiene su forma de ser modesta y conservadora. Se supone que es una manera de acercarse a culturas con un contexto diferente. El detalle estriba en que esto sucederá en un mundial de la Federación Internacional de Futbol Asociación, la cual ha emprendido una cruzada de intolerancia hacia la discriminación y la violencia en los estadios. Según el documento que se puede ver en la página de la FIFA, 40 naciones fueron sancionadas en la fecha FIFA de octubre. México es uno de los países afectados debido a “conducta discriminatoria de aficionados”, refiriéndose al grito que hasta hace poco circulaba libremente en las tribunas cuando el portero rival realizaba el saque de meta. Y aún así la FIFA no dice nada, como no dijo nada durante el mundial de Rusia.

Aquí no estamos para discutir si la homosexualidad es correcta o no. Lo que llama la atención es la doble moral o la vista gorda que ha tenido la FIFA para con las sedes de los dos mundiales más recientes. Es verdad que las ganancias son bastantes y Qatar lo sabe más que nadie. En un ejemplo de libro de texto de soft-power (¿quieres saber qué quiere decir esto? Tengo un texto que lo explica. Haz clic aquí), Qatar ha inyectado bastante dinero para albergar competencias deportivas y así mejorar su reputación a nivel mundial, táctica conocida como sportswashing, o “lavado por deportes”. Te mencionaré otro ejemplo más adelante.

Y esto nos lleva a preguntarnos en primer lugar lo siguiente: “¿Cómo llegamos a un mundial en Qatar?”. Todo se redujo a ese Congreso de la FIFA en 2010 que les otorgó las sedes a Rusia y a Qatar. Años después estallaría el escándalo de corrupción conocido como FIFAGate que salpicó a directivos alrededor del mundo. Entre los cientos de acusaciones que finalmente la Fiscalía de Nueva York hizo, se encontró una cantidad escandalosa de dinero en sobornos con el fin de ganar votos para realizar el mundial en dichos países. Se cargó a los organigramas de la Concacaf y la Conmebol. Uno de los más afectados era el presidente de la primera, un trinitario que fincó un poder tremendo al gobernar con mano de hierro el futbol caribeño. Su nombre es Jack Warner.

(Crédito: PHILIPPE DESMAZES/AFP/Getty Images)

Inicios de Jack Warner

Jack Austin Warner nació en Río Claro, un pueblo al sur de la isla de Trinidad un 26 de enero de 1943. Perteneció a una familia de seis hermanos, criados casi en solitario por su madre Stella, mujer trabajadora que tenía una fe en Dios inquebrantable. Su papá era un alcohólico empedernido y por norma casi no aportaba a la casa.

Su vida empezó prácticamente asistiendo a la escuela católica romana St. Theresa’s. Ahí estuvo hasta que toda la familia se mudó a Longdenville en 1953 y comenzó a estudiar en la primaria local. A punta de trabajo duro empezó a escalar porque la empresa Trinidad Clay Products le dio una beca para asistir a los prestigiosos colegios de St. Phillip’s y St. James, escuela que se terminaría llamando Presentation College, todo eso era en Chaguanas.

De ahí siguió la educación superior. Mientras tanto, Trinidad y Tobago ganaba independencia del Reino Unido, aunque seguía estando en la Commonwealth. Primero que nada llegó al Teachers Training College, y luego siguió la universidad más prestigiosa del Caribe, la Universidad de las Indias Occidentales (UWI). En 1967 obtuvo su título en Historia, mientras que más adelante le tocó licenciarse en Relaciones Internacionales. 

Poco después empezaría su carrera académica, primero en el North Eastern College, mientras que en 1973 fue profesor universitario de sociología en la UWI. Mientras tanto, florecía otra carrera todavía más fuerte, la de administrativo del futbol.

Escalando silenciosamente por la Concacaf

Para este apartado, ten en cuenta que todo este escalamiento llegó durante su carrera como profesor de historia en el Instituto Politécnico, puesto que comenzó a tener en 1972.

Como te mencionamos, Trinidad y Tobago ganó su independencia en 1962, y hasta esa fecha pudo ser admitida como miembro pleno en la Concacaf. Como colonia británica, el futbol llegó a Trinidad y Tobago bastante pronto, y la federación local vio la luz en 1908. Eso sí, en 1944 se había afiliado a la FIFA. Como miembro recién, era complicado poner una primera mesa directiva, y Trinidad y Tobago sufrió bastante en ese sentido. En 1973 voltearon a ver a Jack Warner, que tenía un currículum bastante envidiable: Secretario General de la Central Football Association de 1966 a 1971, año donde se cambió a la St. George Football Association. Hombre perfecto para ser de nuevo Secretario General, pero ahora de la Trinidad and Tobago Football Federation.

El primer contacto con los manejos turbios del futbol en el Caribe se dio apenas unos meses en los que había llegado como Secretario General de Trinidad y Tobago. Se trataba del Campeonato de la Concacaf Haití 1973, que a la vez funcionaba como clasificatorio para el mundial de Alemania. Trinidad y Tobago llegaba como otra potencia emergente de la Concacaf y con buenas oportunidades de ganar el campeonato y por ende el boleto para el mundial. Tenía que enfrentarse a cinco equipos, siendo las amenazas más fuertes Haití y México. En el segundo partido le tocó enfrentarse a los haitianos. Los trinitarios se fueron al abordaje y Haití no podía con el vendaval. Marcó cinco goles, todos ellos anulados por fuera de juego. Al final, el marcador terminó 2-1, resultado que influyó en la clasificación. El cuerpo arbitral fue vetado de por vida. Los jugadores estaban cabreados y se esperaba que por lo menos su Secretario General abriera la boca para quejarse… eso nunca sucedió. ¿Corrupción desde Haití? Podría asumirse que sí. ¿Había razón para enojarse? Por supuesto; una semana después destrozaron a los mexicanos 4-0. Aquí hay más información al respecto.

Vamos unos años más tarde, a 1978, meses antes de llevarse a cabo el mundial en Argentina. Con el beneplácito de Sir Stanley Rous, ex presidente de la FIFA, se había conformado la Unión de Futbol del Caribe (CFU); fue una serendipia tras un intento fallido de establecer una franquicia caribeña en el futbol de Estados Unidos. ¿La sede? Puerto España, Trinidad y Tobago. ¿Por qué? Porque el de la idea del equipo caribeño fue de un trinitario, Patrick Raymond. Y luego tenemos el estatus de país independiente y alta infraestructura: Trinidad y Tobago es uno de los países más prósperos del Caribe. Todo esto influyó para que Jack Warner de nuevo fuera Secretario General, ahora de la CFU. No tardó mucho para que ascendiera a Presidente de la CFU. De hecho, fueron cinco años. Al mismo tiempo escaló a la Vicepresidencia de la Concacaf y se convirtió en Vicepresidente Ejecutivo de la FIFA. 

Pasaba el tiempo y Warner empezó a soñar con más, ahora mandar en toda la Confederación. Restaba un obstáculo más para llegar al pico de la confederación y ese era el mexicano Joaquín Soria Terrazas. Él ya estaba enquistado en la presidencia desde 1968, y para él las asociaciones del Caribe apenas eran islas, pocas de ellas con voz y voto. Con su mano de hierro hacía y deshacía la Concacaf, dictaba las ganancias, los torneos, a dónde se iba el campeonato de la Concacaf, etc. Era una especie de Dios en la zona. No quiere decir que no creciera o se estancara el futbol en la zona; todo lo contrario. Bajo su mando, la Concacaf empezó a crecer en miembros. No era algo fortuito; al contrario, todo este crecimiento era en el Caribe y era totalmente achacado a Jack Warner. Y es aquí donde entra Chuck Blazer, creador de la liga de futbol de Estados Unidos. En 1989 Blazer y Warner se conocieron y con un café idearon el plan: había que derrocar a Soria Terrazas.

¿Cómo lo lograrían? Warner usaría a todos sus contactos en el Caribe. Soria Terrazas no lo vio venir. En nombre del desarrollo del futbol caribeño, Warner había estado convenciéndolo de que las asociaciones empezaran a tomar voz y voto. Esto era peligroso, porque el voto de cada federación que integra Concacaf es el mismo, da igual si tu población supera los 80 millones de habitantes o si no llena ni el Estadio Azteca. Y el Caribe tiene el mayor número de miembros de la Concacaf.

Esto se sumó a otro momento clave: el escándalo de los cachirules en México, que había falsificado la edad de jugadores participantes para un campeonato juvenil. No solamente la intervención de Guillermo Cañedo no hizo nada, sino que empeoró. México quedaba vetado dos años de cualquier torneo de la FIFA. Por si fuera poco, Soria Terrazas empezaba a adolecer de diabetes. Si de entrada el golpe había sido tremendo, esto fue el acabose para el gobierno de Soria Terrazas. Los mexicanos quedaban en un estado de parias dentro de la Concacaf por corruptos, y para la siguiente mesa directiva en la Concacaf no eran opción. Es así como en 1990 Jack Warner llegó a la presidencia, mientras que Blazer se quedaba como Secretario General. El rey ha muerto. ¡Viva el rey! Ese mismo año renunció a su plaza de profesor.

Consolidación: Bloque caribeño

Con este nuevo poder, el Caribe por fin tenía algo que decir y se podían sacudir años en los que eran mirados por encima del hombro. Para asegurarse que Warner los tendría en cintura, cada año invitaba a todos los presidentes de las federaciones caribeñas a un crucero con todos los gastos pagos a Disneylandia en Orlando. Y claro, en cada competencia se veía su mano: uniformes, zapatos, nuevos balones, maletas, redes y demás equipo. Ninguna selección tenía que preocuparse por el hotel. Warner invitaba. Trinidad y Tobago ponía la casa, ellos ponían el futbol. Por primera vez el Caribe podía sentarse a la mesa y tener un torneo organizado decentemente. O al menos eso creían.

Como presidente de la CFU, primero, y de Concacaf, después, Warner operó para llevar al futbol internacional a Trinidad y Tobago. Desde 1978 hasta 2009, el país había albergado 20 campeonatos de carácter oficial de la CFU y de Concacaf. Eso, claro, sin contar el Mundial Sub 17 de 2001, el evento futbolístico más importante que haya recalado en el Caribe. «Cada uno de esos torneos fue una oportunidad para ganar dinero», escribió Bensinger. «El personal de la CFU de Warner había aprendido a duplicar o incluso triplicar los costos reales de los eventos en el momento de presentar los presupuestos y la agencia de viajes de Warner se encargaba de todos los arreglos de traslados», describe el reportero sobre el modus-operandi del dirigente. El mismo esquema aplicaba para la compra de derechos de televisión de las Copas del Mundo de la FIFA. Jack Warner, juez y parte (también era vicepresidente de la Federación), obtiene los derechos exclusivos para Trinidad y Tobago sin licitación a través de la firma JD International, de la que es propietario junto a Daryan, solo para revenderlos a la cfu, ente cuyo presidente era, precisamente, Jack Warner. Thomas Kistner, prestigiado periodista alemán, explica a profundidad el tinglado en FIFA Mafia.

Con esto, Warner se aseguraba un bloque de votos útil no solamente en la Concacaf, sino en la FIFA entera. Bastaba con su palabra para que alguna iniciativa en la FIFA pasara o quedara solamente en discusiones de las salas plenarias. Ahí es donde se empezó a fraguar a quién se favorecería en los diversos campeonatos mundiales. Era una moneda nada despreciable en el concierto mundial, porque de pronto el Caribe podía estar a la altura de potencias como Brasil, Alemania, Italia e Inglaterra.

Por supuesto, también se blindaba de cualquier intento de reconquista mexicana. Ellos tenían la voz cantante en cada negociación para que México buscara nuevos aires para su desarrollo. Hablamos precisamente del acercamiento al futbol sudamericano, ya sea a nivel de clubes (Copa Libertadores) o de selecciones (Copa América). Era suficiente con que subsanaran los gustos lujuriosos de Chuck Blazer en clubes privados de la Ciudad de México y/o con que depositaran más dinero a las arcas de las oficinas de la Concacaf en el piso 17 de la Torre Trump en Nueva York. 

Las cosas casi se salen de control cuando el mandamás del futbol argentino, Julio Grondona, quiso llevarse a Conmebol no solamente a México, sino a Estados Unidos. Todos en Sudamérica estaban de acuerdo y hasta Grondona convenció a Blatter para que lo permitiera. Casi todos los dueños de equipos mexicanos también querían ese cambio, aún a sabiendas de que a veces no acudirían al mundial y las ganancias no llegarían. Esto no sentó bien ni a Warner ni a Blazer. Si se iban México y Estados Unidos, Sudamérica le quitaría dos boletos a Concacaf, se le iba la principal fuente financiera, los contratos televisivos y las oficinas de la Concacaf debían irse al Caribe. Tenían que actuar rápido. Básicamente le dijeron a Blatter que esos 38 votos restantes de la Concacaf dejarían de respaldarlo. Y la contraofensiva fue feroz: México poco a poco fue marginado del futbol sudamericano hasta desaparecer.

Ese bloque caribeño iba en serio a nivel confederación, y quien salió dañado fueron los Juegos Centroamericanos y del Caribe Mayagüez 2010. No es un secreto que el futbol en Puerto Rico tiene un crecimiento estancado por decir un eufemismo, y este torneo era una gran oportunidad para que los boricuas al menos dieran señales de vida. Se habían preparado a conciencia para que el estadio Aguada estuviera presentable, pero para la Concacaf no era suficiente. El comité organizador tenía encima el retiro de Cuba, desangelando estos juegos. Y encima venía la estocada de Warner. A 10 días de que se iniciara el torneo, Warner retiró el apoyo al torneo de futbol, pero no por la página de la Concacaf, sino de la de la Federación Costarricense de Futbol. Intentaron tener una reunión con Warner en Puerto España, pero los dejaron esperando. El Comité Organizador finalmente dijo que los harían le gustara a la Concacaf o no, moviendo los partidos al estadio Juan Ramón Loubriel de San Juan. ¿Ah sí? Warner fue lapidario: equipo caribeño que participara en Mayagüez, equipo que sería sancionado. Y por eso no hubo futbol en esos Juegos Centroamericanos.

Bonanza: Introduciendo el profesionalismo en el Caribe

No quiere decir que todo era malo. Mientras todo eso pasaba, Trinidad y Tobago empezaba a traer el profesionalismo al futbol caribeño, y por supuesto la puerta de entrada eran ellos. Para esto hay que irnos a 1995 cuando Trinidad y Tobago quería volver a pisar la élite en Concacaf y esto quería decir llegar al Hexagonal. Veía que Centroamérica y Norteamérica tenían ligas con paga; en el Caribe se jugaba por amor al arte. Warner fue tajante: o profesionalismo o muerte.

La liga comenzaría con un estatus semiprofesional para llegar al profesionalismo después de tres años. Todos los equipos tendrían que tener un estadio para jugar de local, paga mínima de 2.000 dólares trinitarios por jugador y al menos una plantilla de 16 futbolistas. En 1999 nacería así la TT Pro League con ocho equipos. Fue la primera liga profesional del Caribe. Warner también tuvo su tajada. Él se convirtió en el dueño del Joe Public. Esto apenas era una pieza en el rompecabezas de bienes raíces que Warner había armado al norte de la isla de Trinidad. Emerald Apartments & Plaza y la Kantac Plaza. Joe Public estaba situado en un pueblo llamado Tunapuna y finalmente se alzaría dos veces con el campeonato trinitario.

Este esfuerzo daría resultados. Los clubes trinitarios prácticamente no tenían rival en el Campeonato de Clubes de la CFU. Entre 1998 y 2006 obtuvieron siete títulos. Luego, esa liga fue semillero para que clubes en Escocia, Inglaterra y Estados Unidos se empezaran a fijar con ellos y que pudieran emular al trinitario más mediático futbolísticamente hablando, Dwight Yorke, que la rompía literalmente con los Red Devils. Ellos integraron esa selección que terminaría clasificándose al mundial de Alemania en un repechaje hasta el Medio Oriente (después hablaremos de eso). Curiosamente, la base de operaciones de los Soca Warriors para entrenamientos y demás fue Kantac Plaza, en Arouca.

Cima: Tropelías de corrupción

A Jack Warner, excéntrico por naturaleza, le gustaba la buena vida. No puede decirse que fuera austero. Gustaba de volar a Nueva York solo para cenar en alguno de los restaurantes de Upper West Side, vivía en una mansión en Puerto España y tenía al menos una decena más de propiedades, la mayoría en Miami. Nada mal para alguien para un ex profesor de secundaria, hijo de un padre alcohólico y una madre que hacía esfuerzos sobrehumanos para llegar a fin de mes como trabajadora doméstica. Cuenta Ken Bensinger, periodista de Buzzfeed, en su aclamado libro Tarjeta Roja, que Warner, en junio de 2003, “saboteó” la gala de inauguración del Dignity Health Sports Park, el estadio que funge como hogar del LA Galaxy, solo porque los organizadores del evento no le hicieron llegar una limusina en cuanto aterrizó en el aeropuerto angelino. Y es que Warner estaba acostumbrado a ellas. Le gustaba la buena vida.

Tal opulencia, no obstante, tenía orígenes espurios. Los tejemanejes de Warner quizá hayan comenzado mucho antes, pero su primer escándalo como funcionario del fútbol internacional ocurrió en 1989. 19 de noviembre de 1989, para ser exactos. Trinidad y Tobago recibió a Estados Unidos en el Estadio Nacional. El ganador del duelo clasificaría al Mundial de Italia ’90. El Team USA no se presentaba en la justa desde 1950. Los Soca Warriors jamás habían asistido. Un partido que convulsionó a la nación de Warner. Y a sus bolsillos. En un estadio para 20.000 personas hubo alrededor de 40.000, según una investigación del gobierno trinitario. Miles se quedaron fuera del recinto, incluso con boleto pagado. Warner, quien ejercía como secretario de la Asociación de Futbol de Trinidad y Tobago, declaró que sólo se habían vendido 28.500 entradas. Sin embargo, reseña Bensinger, ninguno de los aficionados que se quedaron a las puertas del recinto fueron acreedores a un reembolso. Poco después, prosigue el periodista, Warner admitió la sobreventa. Pese a ello, nunca rindió cuentas.

Warner y los boletos. Un nuevo capítulo llegó en 2006. Para entonces, Trinidad y Tobago ya había logrado su primera clasificación a una Copa del Mundo. Warner, como presidente de la Asociación, recibió directamente de FIFA la asignación de entradas para los cotejos de los Soca Warriors en Alemania 2006. Para eludir de las reglas del Comité de Ética de la Federación, Warner utilizó una empresa propia, llamada Simpaul, para comprar los derechos exclusivos de la venta de los boletos en Trinidad y Tobago, a los que añadió a paquetes de viajes todo-pagado que ascendían a más de $300.000 dólares. Los paquetes caían en manos de corredores de bolsa, quienes inflaban aún más el precio. FIFA contrató a la firma auditora Ernst & Young, que corroboró la trama y calculó las ganancias de Warner por la reventa en 1 millón de dólares. Según Bensinger, Warner aseguró a FIFA que no tenía ninguna conexión con la compañía. Eso, en estricto sentido, era cierto, como también lo era que Daryan, hijo mayor del mandamás de Concacaf, recién había sido nombrado como el director ejecutivo de Simpaul. Ya ni mencionamos que intentó coercer a toda la selección de donar una parte a la TTFF de todas las ganancias que los trinitarios tuvieron en el mundial de Alemania (tres partidos de fase de grupos más amistosos). El caso escaló hasta arbitraje internacional.

En 2007, muestra Kistner, JD revendió un paquete de derechos de televisión de torneos FIFA en 20 millones de dólares. De hecho, uno de los ejes transversales de las investigaciones judiciales que alumbraron al FIFAGate fueron las opacas operaciones con los derechos de transmisión: una gigantesca trama, inmensamente lucrativa, que se extendió por décadas y que sirvió para que sociedades como International Sport and Leisure (ISL), Torneos y Competencias, Full Play y la misma JD International amasaran millonarios réditos en comisiones, sin pagar un solo centavo en impuestos. En el caso de Warner, Chuck Blazer tenía la encomienda de limpiar las huellas. De acuerdo a Andrew Jennings, autor de Omertá, la FIFA de Sepp Blatter y titular del histórico programa de BBC Panorama emitido el 29 de noviembre de 2010, FIFA’s Dirty Secrets, la principal función de Blazer era desviar las utilidades de los negocios de Warner, a nombre de Concacaf, a cuentas secretas en Islas Caimán y Bahamas. Jennings estima que el regordete ex secretario general de la Confederación ocultó por lo menos 20 millones de dólares en paraísos fiscales. “Follow the money”, sugirió Garganta Profunda a Carl Bernstein y Bob Woodward para llegar hasta las raíces de Watergate. Idéntico camino siguieron el FBI y el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

La caída: Salpicado por el FIFAGate

“Follow the money”. Y eso fue lo que sucedió. El FIFAGate inició, en realidad, en mayo de 2011, cuando el imperio Warner comenzó a derrumbarse. El día 10 de aquel mes, David Triesman, expresidente de la FA (Federación Inglesa), acusó a Warner y a otros oficiales de FIFA ante un comité del parlamento británico de haber pedido un soborno a cambio de votos a favor de la candidatura de Inglaterra para adquirir la concesión de la sede del Mundial FIFA 2018. 2,5 millones de libras que se destinarían, en teoría, a la construcción de una academia en Trinidad y Tobago. Dos semanas más tarde, la BBC exhibió un correo electrónico de Warner dirigido a la FA en el que el directivo solicitaba “fondos” para comprar derechos de transmisión de los Mundiales para revenderos a las televisoras haitianas. Warner justificó la petición como un “gesto humanitario”. En caso de acceder, Warner les garantizaría su apoyo y el de Concacaf para su propuesta. Quienes sí cayeron en la trampa, desveló Jennings, fue la Federación Australiana, que no dudó en brindarle un cheque por 462.000 dólares para el centro de educación.

La explosiva revelación se añadió a un coctel de incriminaciones. La realidad había alcanzado a Jack Warner. “Jack, El Destripador”, le apodó Kistner. Para entonces, el Comité de Ética de FIFA ya había investigado los sobornos que el trinitario había gestionado en el marco de la elección presidencial de FIFA en 2011 a favor del catarí Mohammed bin Hamman (محمد بن همّام), entonces presidente de la AFC y único opositor a Joseph Blatter en la carrera. Finalmente, el 29 de mayo, Warner y bin Hamman fueron suspendidos como miembros activos de FIFA. Warner renunció al resto de sus cargos un mes después, incluida la presidencia de Concacaf. No obstante, mantuvo su puesto como Ministro de Comunicación y de Seguridad Nacional en el gobierno de Trinidad y Tobago hasta abril de 2013, cuando todo terminó por caer. Antes de ello, Warner lanzó una bomba. En una declaración trufada del más inédito cinismo, reveló que Blatter le había ofertado los derechos de transmisión de cinco Mundiales por el simbólico de precio de un dólar a cambio de su absoluta fidelidad.

El 18 de abril de 2013, un reporte redactado por el Comité de Integridad de Concacaf concluyó que Warner había cometido fraude contra la Confederación y FIFA. El dossier, de 144 páginas, muestra correos electrónicos y desglosa a detalle las transacciones entre Warner y Blazer: las triangulaciones para lavar sus ganancias, la reventa de derechos de transmisión, los conflictos de interés (empresas de Warner que recibían contratos de Concacaf), la utilización de infraestructura de la Confederación para sus negocios personales. Todas las faltas constituían una violación de los estatutos y códigos de ética de Concacaf y FIFA. Tras el informe, Warner abandonó sus posiciones en el gobierno de las islas y su escaño en el parlamento. Huelga decir que su Joe Public también terminó su vida debido a esto. Eso sí, su ausencia del escenario político duró tan solo tres meses: el 29 de julio volvió a su curul a través de una nueva formación política fundada por él: el Partido Independiente Liberal (ILP). No mucho después, el colmo. Daryan y Daryll, los hijos de Jack, se declaración culpables en cortes estadounidenses por cargos de corrupción en julio y octubre de 2013. El Daily Telegraph puso el último clavo en el ataúd del clan Warner: el diario británico mostró un pago de 2 millones de dólares que una compañía catarí giró hacia la familia poco antes de la votación para elegir la sede del Mundial de 2022.

La ola de arrestos del 27 de mayo de 2015 se extendió desde Zúrich hasta Puerto España. La orden de búsqueda y captura emitida por el FBI y la Interpol tuvo efectos en Trinidad y Tobago y Warner apareció a la mañana posterior en una corte local. El juez le impuso una fianza de $395.000 dólares, le confiscó el pasaporte y le conminó a presentarse ante una jefatura de policía dos veces a la semana. Aquella mañana, el FBI y la Interpol arrestaron a nueve oficiales de FIFA y cinco ejecutivos de marketing deportivo ligados a empresas de telecomunicaciones, acusados de fraude, lavado de dinero y delincuencia organizada. Loretta Lynch, entonces fiscal general de Estados Unidos, declaró en conferencia de prensa que los involucrados, incluido Warner «crearon un esquema rampante, sistémico y profundamente enraizado para adquirir millones de dólares en sobornos y extorsión». «Se suponía que debían procurar las reglas, mantener el futbol honesto y proteger la integridad del juego. En cambio, corrompieron el negocio para servir a sus intereses y enriquecerse», abonó.

Warner siempre se declaró como un filántropo del futbol, víctima de una confabulación motivada, arguyó, por la envidia y el racismo. «Mandela y Gandhi también fueron a la cárcel», presumió con aires mesiánicos. «Ostento más poder en la FIFA que el mismo presidente. Debo ser la envidia de los demás», soltó, citado por Bensinger, ante los reporteros después de la suspensión de FIFA. «Les diré algo: en los próximos días verán un tsunami que afectará a la FIFA y al mundo entero». Tenía razón.

Queda constatado que el fútbol es más que una pelota y 22 jugadores sobre un campo de juego. Incluso, más que las implicaciones sociales y políticas del juego en determinada sociedad. El futbol también es poder, corrupción, conflicto de interés, fraude, delincuencia organizada. Jack Warner, por más de 30 años, se benefició de la idea vetusta de que el deporte (y, en especial, el fútbol) es una burbuja separada de los escrutinios de la justicia. Es el mismo argumento que suelen proferir la mayoría de los periodistas deportivos cuando deben tratar un ‘tema delicado’, como le llaman, en eufemismo. Pasan de puntillas, sin mancharse los pies, ni las manos, para simplemente espetar: «Futbol y política no deberían mezclarse». Y tan tan. Y mientras eso, otros, más cautos, más vivales, más cínicos, se enriquecen ante las narices de quien debería llamarlos a rendir cuentas, mientras usan como pretexto el falso altruismo que les confiere el dedicarse al ‘beautiful game’. 

Concacaf escaló rápidamente gracias a la labor tras bambalinas de Jack Warner, directivo de Trinidad y Tobago. A punta de corrupción concretó ese crecimiento.

Un directivo que devolvió el respeto a islas desperdigadas en el Mar Caribe, o un directivo corrupto que usó un continente como moneda de cambio para lograr sus ambiciones. Ambas definiciones son correctas. La historia de Jack Warner es el fracaso, no solo de los controles institucionales de FIFA y la estructura global del futbol internacional, sino del periodismo deportivo. Este texto está hecho para rescatar algo de las ruinas. Un acto de culpa y auto-compensación por haber volteado hacia otro lado. Esperemos que para este mundial de Qatar y las decisiones que convertir esta competencia en un torneo bianual no cometamos ese error.

Muchas gracias por pasarte por aquí, Lalo. Es un placer haber hecho mancuerna contigo. Eres bienvenido cuando quieras

Fuentes

Bensinger, Ken. Tarjeta Roja. (2018). Editorial Planeta. 
Kistner, Thomas. FIFA Mafia (2015). Roca Editorial.
Jennings, Andrew. Omertá. La FIFA de Sepp Blater, familia del crimen organizado (2014). Transparency Books
Carlin, John. FIFA: ONG y nido de ladrones. El País. 1 de junio de 2015.
Neate, Rupert; Gibson, Owen. Jack Warner: former Fifa kingpin spends night in jail after corruption arrest. The Guardian. 28 de mayo de 2015.
Comité de Integridad de Concacaf. Reporte de Investigación. 18 de abril de 2013
El Confidencial. ¿Público gay en el Mundial de Qatar? Sí, si los fans «respetan» y no hay muestras de afecto. 1° de diciembre de 2021
Herrero, Gemma. Cerrar los ojos y llenarse los bolsillos. AS. 4 de diciembre de 2021
Suárez, Ignacio. Aquí nos tocó vivir (1ra. entrega). Récord. 14 de julio de 2021
Suárez, Ignacio. Aquí nos tocó vivir (2a. entrega). Récord. 21 de julio de 2021
Tracey, Oral. Jack Warner, prince or pariah? The Cleaner. 13 de abril de 2020
Ramos, Rafa. Cuando Conmebol invitó a México como afiliado. ESPN. 18 de octubre de 2021
Jack Warner- The Great Persona. Jack Warner-The Great Personality’s Early Life. 16 de marzo de 2013

Como te dije, con este texto terminamos nuestra estadía por el futbol de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe. Ya te habíamos dado un adelanto con el previo de la Copa Árabe, pero durante un año estaremos hablando de futbol árabe con miras al mundial de Qatar. No es un giro brusco. Aquí en Latinoamérica hay clubes que guardan esta cultura, como el Árabe Unido de Panamá y el Palestino de Chile. Veremos estas historias en nuestra siguiente parada.

Recomendación musical 2

¿Sabes por qué la selección trinitaria es conocida como los Soca Warriors? Porque el soca es el ritmo por antonomasia en Trinidad y Tobago. Esta isla ha recibido una migración cuantiosa del subcontinente indio, entonces el calypso con cierto componente con olor a curry nos da como resultado esto. Esto es lo que suena actualmente. Son Kerwin du Bois y Shenseea que cantan Can You Feel It?

Recapitulemos

Jack Warner es un profesor de historia que terminó como directivo del futbol. Desde Trinidad y Tobago aprovechó un momento de debilidad del mexicano Joaquín Soria para quedarse en 1991 con el puesto de presidente de la Concacaf. A base de sobornos formó un bloque caribeño que era determinante en la FIFA, limitó el poderío de México y Estados Unidos para cambiarse de confederación y saboteó el futbol en los Juegos Centroamericanos y el Caribe Mayagüez 2010. También era de sobra conocida su táctica de inflar los precios para quedarse con dinero. Esto incluía sobrevender boletos o triangular los derechos de transmisión de partidos de futbol. Todo se fue abajo con el escándalo de FIFA Gate y ahora Warner está vetado de por vida de cualquier actividad relacionada con el futbol.

Nos vemos la siguiente. Bye bye!

Picture of Sebastián Alarcón
Sebastián Alarcón
Soy Sebastián Alarcón, tengo 31 años. Aspiro a ser polímata. Junto futbol con geopolítica, sociedad, cultura, idiomas e historia y le agrego música para explicar el mundo. Escribo de futbol de la FIFA y fuera de ella. Si sientes la décima parte de lo que siento al escribir, mi misión está completa.

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