Florian Wirtz miró hacia arriba y volvió a ver, una vez más, la arena del reloj apurando sus últimos granos. Tic Tac. El aire, cargado de tensión, indicaba que el árbitro estaba a punto de llevarse el silbato a la boca. El marcador reflejaba una derrota y amenazaba con llevarse por los aires los sueños de entrar con letras de oro en la historia, superando el récord de imbatibilidad más largo en la historia del fútbol europeo. Otra vez, aunque a mucho menor grado, el Neverkusen. No había nada a que agarrarse. Tic Tac. La estrella alemana, sin nada más que la fe, giró la cabeza hacia su banquillo. Sabía lo que se iba a encontrar. Su entrenador le devolvió la mirada y asintió. Tic Tac.
Es difícil, tras siglo y medio, que el fútbol nos siga sorprendiendo y produciendo equipos históricos. Pero eso es el Bayer Leverkusen. Los dirigidos por Xabi Alonso, imbatidos todo el año, a dos partidos de un triplete, han marcado el 23´5% de sus goles esta temporada en los minutos posteriores al 80. 32 tantos en total. En los últimos 13 partidos, cuando el cansancio acecha y la exigencia crece, ese número se ha disparado hasta los 14. Y con la sensación de que, de haber necesitado más, no habrían tenido problema en producirlos.
En ocho ocasiones han terminado salvando un partido que perdían entrando en el último minuto. Esto no es casualidad. Cuando algo ocurre tantas veces se tiene que dejar atrás el componente azaroso. Todo viene de un trabajado metodológico y psicológico que les permite jugar en esos instantes como si el balón no quemara y con la convicción de que el gol acabará llegando. Ellos se lo creen y, ahora también, los rivales empiezan a ser conscientes de lo que se les viene encima. Es como cuando se visita el Bernabéu en un miércoles primaveral y sientes que el mundo se te cae a los pies. Todo el mundo sabe lo que acabará pasando. Pero no son capaces de detenerlo.
Aquí vamos a tratar de explicarlo.
Revisando todos los tantos que el equipo alemán ha venido anotando en las postrimerías de sus partidos, se pueden encontrar algunos patrones comunes. A falta de saberlo, no sería de extrañar que Xabi Alonso y su staff hayan dedicado varias horas de estudio a los Golden State Warriors dirigidos por Steve Kerr, que en los últimos años han conquistado hasta en cuatro ocasiones el título de la NBA. Hay muchas similitudes entre ambos conjuntos, pero especialmente su gusto por lo que se conoce en terminología baloncestística como el extra pass. Es decir, buscar una ventaja en ataque a través del pase hasta encontrar al jugador mejor colocado para que él sea quien asuma la responsabilidad de tirar. Cuando todo llama a la precipitación, al arquetipo de colgar balones a la olla y que sea lo que el destino quiera, el Leverkusen, con hielo en la sangre, se esfuerza por seguir jugando y haciendo rodar el balón hasta encontrar un pie descubierto sobre el que poder centrar al área en ventaja.
Si los Warriors siempre logran encontrar a Stephen Curry, el mejor tirador de la historia, en posición franca para el triple, pese a que todo el mundo sepa de antemano que él será el destinatario de ese balón, en el Leverkusen siempre logran llevar el balón hacia los dos mejores golpeos que tienen en la plantilla: Álex Grimaldo y Florian Wirtz. Y siempre a la misma zona, el sector izquierdo del campo. Grimaldo prefiere recibir cerca de línea de fondo y buscar un centro tenso, que corta el aire, hacia el corazón del área. Donde el portero duda si salir o no. Así fue por ejemplo en el 2-2 ante el Qarabag en el encuentro de vuelta (14 de marzo).
Sin embargo, la acción más redundante es aquella en la que el Bayer logra encontrar a Wirtz, libre de marca, en el pico izquierdo del área y el ´10´ busca un centro con la derecha que se va cerrando, progresivamente, buscando el segundo palo. Así ocurrió por ejemplo en el 1-1 ante el Hoffenheim (30 de marzo), un centro de Wirtz que encuentra a Tah en el segundo palo y que el central prolonga hasta el corazón del área, donde conectó con Andrich para empatar el partido. Ante el Stuttgart, en cuartos de copa alemana (6 de febrero), misma acción: centro de Wirtz desde la izquierda que encuentra a Tah atacando el segundo palo, un envío que se iba cerrando con muchísimo peligro. Esta vez el central no prolongó, sino que remató él mismo a puerta para poner el 3-2 en el marcador en el minuto 90. En el 3-2 ante el Qarabag (14 de marzo), cambió el autor de la asistencia, en esta ocasión Exe Palacios, pero no el mecanismo. Posesión larga, mueven de lado a lado, encuentran al argentino solo en pico del área izquierdo y centro cerrado al segundo palo que Schick remató para el 3-2.
Además de todo lo previo, esa posesión que permite encontrar al hombre libre, también debe recalcarse el enorme trabajo del Bayer Leverkusen cargando el área. No temen sobrepoblarla, a riesgo de desnudar la transición defensiva, si con ello tienen más opciones potenciales de remate. Hunden al rival y tienen poderío aéreo (Tah, Schick, Boniface, Andrich, Tapsoba, Kossounou…) para buscar el gol de primeras o para forzar la prolongación hacia una llegada desde segunda línea, aprovechando una frontal que se ha quedado vacía como fruto de la atracción previa.
En los goles donde no hay juego corrido, sino que se produjeron a balón parado, también se puede encontrar un patrón similar: un centro muy cerrado desde el perfil izquierdo, claramente el más favorable del Bayer para centrar, y un remate que aparece en esa zona donde el portero no se atreve a salir y los centrales no son capaces de despejar. Hincapié en el 2-3 en Leipzig (20 de enero) rematando un centro de Grimaldo, Stanisic en el 1-1 en Dortmund (21 de abril) aprovechando un servicio de Wirtz y Andrich en el 2-2 ante el Stuttgart (27 de abril) aprovechando una prolongación del propio central ecuatoriano tras un centro, otro más, de Wirtz.
Por último, se puede encontrar otra categoría, fruto de las eliminatorias europeas, en partidos donde el Leverkusen iba perdiendo, pero con un marcador que le clasificaba. Eso derivaba en que su rival se destapaba hacia el ataque y dejaba espacios para la contra. Un peaje que el Bayer ha sabido castigar a través de su lado derecho, el de la aceleración, con rápidas conducciones que acababan en el área. Así lo hizo Jeremie Frimpong en Londres, empatando el partido ante el West Ham (18 de abril) o Stanisic recientemente ante la Roma (9 de mayo). El croata, por cierto, con un recorte sublime, demostrando pausa donde el contexto más empuja al frenesí. La tranquilidad de quien ya ha estado ahí y se ha salido con la suya.
Con tan solo cuatro partidos restantes en esta temporada para la historia, dos de ellos finales, el Bayer Leverkusen se encuentra, como cantaba Bob Dylan, tocando las puertas del cielo. Un equipo que ha tiranizado cada fase del juego hasta hacerla suya.
Wirtz, tras servir otra asistencia más, otra proeza, con una felicidad que lo engullía todo, se permitió el lujo de volver a mirar a su jefe, un Xabi Alonso que, con una sonrisa que le ocupaba toda la cara, le guiñó el ojo. Lo habían vuelto a hacer. Tic tac.