Bayern Múnich 2-1 Lazio: salvaguardar el honor

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Hay mejores y peores formas de afrontar un partido de vuelta en el que sabes de antemano que todo está perdido. Por un lado, puedes salir sin tener en cuenta los porqués de la derrota de la ida y que se vuelvan a repetir los mismos problemas; y por otro, puedes anotar los errores que cometiste, corregirlos en su medida e intentar competir hasta que el resultado diga lo contrario. La Lazio de Simone Inzaghi, pese a volver a perder contra el Bayern de Múnich (2-1), se acercó más a lo segundo que a lo primero. El técnico italiano preparó el choque mental y tácticamente como cabía, y los romanos, mientras estuvieron dentro del partido, ofrecieron una versión completamente distinta a la del Olímpico. Remontar era casi imposible, pero los romanos, por lo menos, dijeron adiós a la Champions salvaguardando el honor de su camiseta. 

El resultado del partido de ida (1-4) no reflejó fielmente lo que se vio sobre el terreno de juego. El Bayern mereció ganar, sí, pero las diferencias entre los dos equipos no fueron tan abismales. La inexperiencia de la Lazio pesó demasiado, y el Bayern, que es un juez que no tiene piedad en este tipo de partidos, dejó la eliminatoria prácticamente sentenciada a los 45 minutos. En la vuelta, sin embargo, la Lazio se presentó en Alemania con un plan de partido distinto, que corregía las deficiencias que tuvo en la ida y que, de inicio, sorprendió a Hansi Flick.

De primeras, la Lazio quiso defender más arriba de lo que lo hizo en la ida y no dejar tanto tiempo y espacio como en Roma a la primera línea de construcción del Bayern. Inzaghi diseñó una presión medio-alta con la intención de llevar el balón a la banda y ahí ahogar la salida bávara, lo que consiguió un puñado de veces en el primer tiempo. De este modo, cambió su sempiterno 1-5-3-2 para presionar con un 1-4-1-4-1 que se convertía en 1-4-4-2. Lazzari y Correa tapaban a Lucas y Pavard, y el interior del lado de balón (Milinkovic-Savic o Luis Alberto) presionaba al central poseedor del Bayern. Además, el Tucu Correa, que actuaba como extremo izquierdo, presionaba muchas veces el lado ciego de Boateng para que los bávaros no giraran el juego hacia la derecha. Así, la Lazio consiguió su propósito, pues el Bayern no estuvo cómodo teniendo el balón y Flick tardó en reajustar. Pero en el minuto 32, un penalti inocente de Muriqi tiró por la borda todo lo conseguido hasta el momento.

Con balón, el plan de la Lazio también mejoró su versión de la ida. En el Olímpico, la salida de balón, una de las fases que el equipo de Inzaghi tiene más mecanizadas, fue un dolor de muelas para ellos mismos, pero en Múnich no fue así. La Lazio tuvo secuencias de pase más largas, no cometió apenas pérdidas en zonas peligrosas e hizo que la presión alta del Bayern no tuviera el efecto que habitualmente provoca. Eso sí, el único pero que se le puede poner a la primera media hora del equipo laziale es que no pudo trasladar su buen juego en ocasiones de gol. Lazzari no tuvo tanto impacto como en la ida (la titularidad de Lucas Hernández en detrimento de Alphonso Davies lo podía haber motivado) y el cambio de Muriqi por Ciro Immobile, que fue suplente por decisión técnica, evidentemente restó posibilidades a la Lazio en ataque.

Después del gol de penalti Lewandowski, el guión del partido cambió por completo. La Lazio no presionó con la misma intencionalidad, defendió más tiempo en campo propio y en ese escenario los muniqueses fueron superiores. Lucas Hernández empujó más a Lazzari en izquierda, Alaba y Kimmich asumieron más peso en la elaboración y tanto Gnabry como Sané pudieron aparecer por dentro a la espalda de Luis Alberto y Milinkovic-Savic. 

Al final, quizás el 6-2 global es demasiado cruel para los italianos. Ser la primera vez en tanto tiempo que pisaba unos octavos de final fue una mochila demasiado grande, y tener delante a un equipo de la jerarquía del Bayern, que a pesar de no cuajar una gran eliminatoria a nivel de juego, es uno de los favoritos para ganar esta edición, también afectó. No obstante, Inzaghi puede extraer una lectura positiva del partido de vuelta. La Lazio volvió a caer, sí, pero de una muy distinta a la ida.

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