Bnei Sakhnin, representante árabe del y en el futbol de Israel

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שלום! מה שלומך? (Shalom! Ma shlomkha/shlomekh?) مراحب! كيف الصحة؟ (Maraaheb! Keef es-Sihha?) Saludo primero en hebreo y luego en la versión palestina del árabe. Aunque no lo creas, ambos idiomas son semíticos y son tan similares como el italiano y el español, aunque estén escritos con sistemas alifatos distintos. Espero que estés muy bien. La semana pasada terminamos nuestra larga estadía árabe por el continente africano al hablar del largo camino de Comoras a través del futbol. Como te dije en ese entonces, hoy comenzamos nuestra aventura por la parte asiática de la Liga Árabe, pero lo haremos desde el único miembro de la UEFA. Vamos a Israel

Recomendación musical 1

En Israel la música árabe tiene su espacio. Para introducir el texto he recurrido a Haim Moshe (חיים משה/حاييم موشيه). De padres yemeníes que emigraron tras la II Guerra Mundial, Haim no se limitó solamente a música judía, sino que se adentró a influencia mediterránea y esas canciones eran bastante solicitadas en los bnei-mitzvá con los que los judíos entran a la edad en la que deben hacerse responsables de sus actos. En sus años mozos estuvo con la banda Sonidos del Viñedo (צלילי הכרם, Tzliley Ha-Kerem) junto a otras leyendas como Daklon (דקלון) y Moshe Ben Mosh (משה בן מש); tocaban en clubes nocturnos y bodas. Pasadas por alto por las grandes disqueras israelíes, sus discos se vendían como pan caliente en estaciones de autobús. En 1983 se independizó y lanzó su disco Ahavay Hayay (אהבת חיי), o Amor de mi vida, con toda su herencia del Yemen. Una canción suya, Linda Linda (לינדה ג’איגולי/ليندا ليندا), era una canción en árabe. No pegó tanto en Israel, sino en Palestina y Siria, y se decía que en la guerra con el Líbano israelíes y árabes la escuchaban por igual y con singular alegría. Por algo él fue considerado como un símbolo de paz entre Israel y el Mundo Árabe. Aquí está la canción.

En esta ocasión nos hemos vestido de gala para darle la bienvenida a Mauricio Meschoulam. Su currículum es bastante extenso. Es internacionalista, maestro en Estudios Humanísticos con especialización en historia y doctor en Políticas Públicas y Administración con especialización en Terrorismo, Mediación y Paz. Trabaja como académico en el departamento de Estudios Internacionales en la Universidad Iberoamericana desde 1993. Es director del Centro de Investigaciones de la Paz México (CIPMEX). Es analista en diversos programas de televisión como Foro TV y W Radio. También es columnista en El Universal. Puedes seguirlo en Twitter como @maurimm. ¡Bienvenido, Mauricio!

Vamos al tema de hoy.

Futbol como identidad intranacional

La Copa del Mundo, la Eurocopa, la Copa América, la Copa Oro, la Copa Árabe, la Copa Asiática, la Copa Africana, las Ligas de Naciones… mucha gente prefiere ver el futbol cuando hay un parón por selecciones. Consideran que en buena parte de las ligas el trofeo se disputa a veces entre dos o tres equipos, y en ocasiones no hay una verdadera oposición hacia el club más poderoso. Por esa razón, vuelcan su atención a una cuestión de orgullo patriótico. Hay que dominar al otro país para demostrar quién manda; si hay rencillas históricas, hay que humillarlo con la derrota. Ya lo menciona el siempre mordaz escritor inglés George Orwell: «El futbol internacional es la continuación de la guerra por otros medios».

Es cierto que yo mismo pertenezco a esta corriente y ese fue mi acercamiento hacia el deporte como tal. No obstante, mucha gente incluso pierde de vista que el futbol refleja en cierta manera la sociedad dentro de un mismo país, para bien o para mal. Esto también se extiende a la representación de ciertos grupos que usan un equipo para difundir su identidad hacia los cuatro vientos. Pueden ser de un grupo migrante en un país que los acoge o también una minoría dentro de su propio hogar.

El Athletic Bilbao mostrando colores de la ikurriña, la bandera vasca

Ejemplos hay muchos y los hemos visto a detalle: los catalanes en España (Barcelona, más info aquí), los kurdos en Turquía (Amedspor, más info aquí), la minoría albanesa en Macedonia del Norte (Shkëndija Tetovo, más info aquí), la etnia kabylia en Argelia (JS Kabylie, más info aquí), equipos de migrantes del Mediterráneo en Australia (más info aquí), equipos de la diáspora armenia en todo el mundo (más info aquí), la presencia árabe en Latinoamérica (Palestino de Chile como ejemplo más vistoso, más info aquí), los chechenos en Rusia (Akhmat Grozny (Ахмат Грозный), más información aquí), la minoría silesia en Polonia (Ruch Chorzów, más info aquí) y hasta el componente francófono en Norteamérica (CF Montréal, más info aquí). La mayoría de ellos desarrolla rivalidades por el pasado azaroso con el poderío de la mayoría.

Afición del Celtic con una bandera irlandesa

Hemos llegado a Israel porque política y socialmente es un caso atípico que da pie a una conformación social bastante singular. Geográficamente está localizado en Asia, concretamente en Medio Oriente, pero compite deportivamente en Europa por la repulsa de sus vecinos. Entonces tenemos una liga con equipos de izquierdas llamados Hapoel (הפועל), y de derecha, conocidos como Maccabi (מכבי), y los derbis dentro de las ciudades y entre los equipos más ganadores se presentan de rutina. También hay expresión para los equipos judíos más recalcitrantes. El club que nos atrae sigue la tónica adoptada desde febrero. Es un equipo árabe en Israel, y se llama Bnei Sakhnin. Esta es su historia

Árabes en Israel: ¿me quedo o me voy?

Hablar de árabes en Israel es forzosamente hablar de una serie de temas históricos. En su libro Palestinian Identity: The Construction of Modern Consciousness, el académico palestino-estadounidense Rashid Khalidi (رشيد خليدي) explica que entender la identidad palestina no es posible a partir de los criterios occidentales como, por ejemplo, estado-nación, sino mucho más a partir del sitio a donde perteneces: dónde naciste, de dónde es tu clan, dónde se encuentra tu tribu. No es tanto que se tenga una identidad del pueblo palestino como tal, sino que es una identidad primero musulmana y luego perteneciente a un grupo étnico lingüístico mayor.

Tenemos que partir de la base de que antes de 1948 no había propiamente una división entre los que hoy se conocen como palestinos, y los que hoy se conocen como árabes israelíes. Esta región del planeta estaba bajo dominio otomano, y después pasó a mandato británico con el tratado de Sèvres. El conflicto como tal comenzó en 1917 con la declaración de Balfour, cuando el gobierno británico vio con buenos ojos el establecimiento de un hogar nacional judío en ese territorio. Siguieron las revueltas de 1920 de palestinos contra judíos, y otras más en 1936, ésta última realmente en contra de quién gobernaba. 

Todo este caos detonó en 1947, cuando se aprueba el plan de partición por parte de la ONU, el cual propició una separación entre judíos palestinos y árabes palestinos. Esta decisión no fue bien acogida por esta última comunidad. Encabezados por el muftí de Jerusalén, tienen un objetivo simple: que Israel no prospere, que no sea un estado viable. Y se desató la guerra al año siguiente. Muchos de ellos no se quedaron en Cisjordania, la porción que les correspondía, y huyeron hacia países donde sí serían acogidos, como Jordania, Líbano y Siria. Los judíos también forzaron la migración. 

Hubo árabes palestinos que no huyeron y participaron activamente en negociaciones y entendimiento. Consideraron que las posesiones que mantenían los ataban a esta tierra y tenían que quedarse. Esos son los que se conocen como árabes israelíes. Preservarán varias diferencias con los árabes palestinos: mientras los segundos viven hacinados en campos de refugiados, mientras que los primeros tendrán una adaptación a la nueva sociedad judía relativamente accidentada.

¿Cuántos árabes viven actualmente?

Según los datos del reciente censo de la Oficina Central de Estadísticas de Israel (2019), actualmente viven 1,89 millones de árabes en Israel, lo que representa un 20,9% de la población total. Es sin duda alguna la minoría más grande. Además de hebreo, hablan también árabe, en sus dialectos levantino y beduino. Dentro de la religión, practican en su mayoría el islam (84%), pero también hay cristianos. Vale la pena también mencionar a los drusos, el 8%.

La población árabe de Israel se concentra marcadamente en cinco regiones: Galilea (en el norte), el Triángulo, una región en disputa con Siria llamada Altos del Golán, el Este de Jerusalén y el norte del Neguev. El gobierno de Israel cuenta 134 pueblos árabes, siendo el más poblado Nazaret. Si nos vamos a ciudades, destaca principalmente Haifa (חיפה/حيفا), una ciudad al norte donde judíos y árabes conviven de manera tranquila. También está Jaffa (יפו/يافا), que estaba contemplada dentro del plan de partición de la ONU como una isla con barrios judíos y árabes. Ahora Jaffa ha sido engullida por Tel Aviv.

Aquí hay que hacer una distinción: es verdad que usar el término árabes israelíes es el más usado coloquialmente, pero da pie a echarlos a una bolsa que también tiene a argelinos, marroquíes, iraquíes, yemeníes, etc. Un término así corre el riesgo de trivializar y obviar las diferencias lingüísticas. Lo correcto es referirnos a ellos como palestinos israelíes, pues aquí ya se especifica la ubicación geográfica.

Árabes en Israel, ¿ciudadanos de segunda categoría?

En teoría, los árabes tienen los mismos derechos básicos que los judíos (no hay una constitución en Israel). En la práctica, los árabes sufren una discriminación sistemática y racismo dentro de la sociedad. Algunos de ellos dicen que en realidad el estado los limita hacia un estatus de segunda categoría. Esto se da por ejemplo en algo tan simple como la exención al servicio militar en Israel, de duración de cinco años para hombres y de tres para mujeres. La cuestión es que esto es visto como un paso necesario hacia la edad adulta dentro de la sociedad. 

En cuanto a sociedad, las poblaciones árabes de Israel presentan niveles de pobreza y tasas de criminalidad considerablemente más altos, en especial en el norte de Israel y en el corredor que va desde Haifa hasta Tel Aviv. Muchos de estos poblados tienen una conexión con la tradición cristiana, ya que aquí se encuentra Tiberíades, la legendaria Galilea, Cafarnaúm. Hay una excelente película que habla al respecto, Caphernaum (کفرناحوم), de la directora de cine libanesa Nadine Labaki (نادين لبكي). Fue la ganadora del premio del jurado en el Festival de Cannes en 2018 que habla de esta cruda vida a través de los ojos de niños árabes israelíes. Es la película del Medio Oriente con mayor recaudación.

Los primeros ministros que han gobernado Israel se caracterizan por mantener ese statu quo de sumisión para con la comunidad árabe de Israel, salvo excepciones que atenuaban este discurso, como Shimon Peres (שמעון פרס), que logró el premio Nobel de la Paz al negociar con Yasser Arafat (ياسر عرفات) el alto al fuego con Palestina a través de los Acuerdos de Oslo. Sin embargo, la situación fue escandalosa bajo Benyamin Netanyahu (בנימין נתניהו), quien gobernó en 1996-1999 y en 2009-2021. Pertenece a un sector de población recalcitrante en lo judío. No solamente fue un detractor de esos acuerdos de Oslo y reavivó el deseo de reforzar esas posiciones militares. Tenía declaraciones hostiles y rayanas en el racismo. Azuzaba a que los judíos debían votar primero para que no ganaran los árabes (20% del electorado). Decía que Israel solamente era de los judíos; por eso, le quitó la oficialidad del idioma árabe para dejar únicamente al hebreo.

Es por ello que la cuestión es si en realidad pertenecen a la identidad israelí. Es bastante compleja y ante la cual no hay una respuesta muy simple. También hay una separación en términos psicosociales con la población árabe de Palestina. Entonces, tenemos a una población a la que le cuesta trabajo sentirse bienvenida en su país, pero que también es distinta de sus vecinos con los que comparte idioma y hasta religión.

De todos modos, los árabes israelíes tienen su propia representatividad en forma de partidos políticos, canales de televisión, una gastronomía y también se manifiestan en el deporte. Es aquí donde entra el Bnei Sakhnin.

Bnei Sakhnin: tomando la estafeta del futbol árabe en Israel

Sakhnin (סכנין/سخنين) no es ni siquiera la menor entre las ciudades importantes de Israel. Ocupa apenas la quinta posición entre los 134 pueblos árabes registrados en cuanto a población (20.000 habitantes), pero tiene la mayor cantidad de musulmanes sufíes. Ahí surgió el Bnei Sakhnin (בני סכנין/أبناء سخنين) en 1982. Pronto empezó a labrarse su camino en la cuarta división en el grupo de Galilea. Lo hizo de forma tan señorial que en 1986 consiguió la victoria más holgada de su historia. un 14-0 a Hapoel Sajur (הפועל סג’ור). En 1990 logró por fin ascender a la Liga Bet (ליגה ב’), la tercera categoría.

En esa división estaba otro equipo de Sakhnin, Hapoel. Se dieron cuenta de que juntos podían hacer maravillas y quedó como Hapoel Bnei Sakhnin (הפועל בני סכנין). Eventualmente la gente dejaría de referirse a ellos con el nombre adquirido. El presidente responsable de esta decisión fue Mazen Ghnaim (מאזן גנים/مازن غنايم), quien se convertiría en alcalde de Sakhnin en 2008. El Bnei Sakhnin siguió la tendencia ganadora, pero no por eso dejaron de sentirse orgullosos cuando Hapoel Tayibe (הפועל טייבה) ascendió a la Liga Leumit (ליגה לאומית), convirtiéndose así en el primer club árabe en disputar el máximo circuito de Israel. Hasta antes de eso, los árabes se contentaban con apoyar al Maccabi Haifa (מכבי חיפה), el único que más o menos los podía representar. Claramente no era lo mismo.

Un recorte del periódico de 1997 con un partido de Hapoel Tayibe contra Hapoel Petah-Tikva

Inspirado en este suceso, el Bnei Sakhnin llegó al año siguiente a la Liga Artzit (ליגה ארצית), la segunda división de Israel. Ahí descubrió azorado que los esperaba el mítico Hapoel Tayibe después de esa aventura efímera. No fue sencilla su estadía ahí. En 1999 terminaron en octavo lugar dentro de la zona de descenso, pero desde la liga Leumit llegó la salvación, cuando Hapoel Jaffa (הפועל יפו) tuvo que ser relegado debido a que su presupuesto no fue aprobado por la Federación de Israel.

Para el futbol árabe llegó la oportunidad de redención en 2003. Desde la ahora llamada liga Leumit ascienden dos equipos a la Ligat ha’Al (ליגת העל) y esos lugares fueron precisamente para dos equipos árabes: el Maccabi Ahi Nazareth (מכבי אחי נצרת/مكابي اخاء الناصرة) como campeón y el Bnei Sakhnin como segundo lugar. El ascenso fue por demás dramático, cuando el Bnei Sakhnin le ganó a Hapoel Jerusalén (הפועל ירושלים) en la última jornada para arrebatarle el boleto.

El mítico año 2004: campeonato de copa, participación en Europa y humillación al rival más odiado

Nadie daba ni un shekel por Bnei Sakhnin. Le daban más posibilidad de sobrevivir a los nazaretíes. Hapoel Tayibe siguió cayendo y cayendo hasta que ese mismo año desapareció por problemas económicos. Todos decían que el Bnei Sakhnin tendría ese mismo destino. Habían perdido a su DT Momi Zafran (מומי זפרן) apenas logró el ascenso. Encima no podían usar su estadio porque no cumplía con las especificaciones de la Liga. Tuvieron que apoyarse en el Maccabi Haifa, quien gustosamente les prestó su estadio.

Es por eso que confiaron en Eyal Lahman (אייל לחמן), que dirigió al Maccabi Herzliya (מכבי הרצליה) con relativo éxito en la Liga Leumit. Él también se jaló a nombres prometedores, pero algo tapados, como Raffi Cohen (רפי כהן) del Maccabi Haifa, Sagi Strauss (שגיא שטראוס) del Maccabi Petah Tikva (מכבי פתח תקווה) y también llegó Lior Asulin (ליאור אסולין), que lo había entrenado en su equipo. Con estas incorporaciones, el Bnei Sakhnin decía presente y en la primera jornada lograron un empate meritorio a un gol contra Hapoel Tel Aviv (הפועל תל אביב).

En la liga estaban navegando con lo justo para escapar de la zona de descenso, todo un mérito si tomamos en cuenta que no jugaban en casa… y a veces sin público; las autoridades tenían en la mira a sus hinchas árabes. Pero todo empezó a mejorar en competencias puntuales, como la Copa Toto (גביע הטוטו), en la cual participan los equipos de las primeras dos divisiones. De 24 equipos en total, pudo meterse a cuartos de final gracias a quedar como uno de los dos mejores segundos lugares. Luego logró sacar al Ashdod (אשדוד), pero en semifinales no pudo con el Maccabi Haifa. De todos modos, aún no lo tomaban en serio. La Copa Toto es una copa de menor importancia que la liga o la copa, así que con frecuencia todos los equipos aprovechan para rotar plantillas.

Llegamos a marzo. Mientras en la liga le estaba dando el combustible al Bnei Sakhnin para mantenerse en una posición cómoda (octavo lugar para la jornada 22), todos los equipos de las primeras dos ligas se preparaban para la Copa de Israel (גביע המדינה), abierta para todas las divisiones. Esta vez era una edición especial porque se conmemoraban los 50 años de la Declaración de Independencia. Beni Sakhnin comenzó desde la octava ronda y eliminó primero a Hapoel Herzliya de segunda. Dos semanas después tuvo que recurrir a los penales para sacar a Hapoel Nazareth Illit (הפועל נצרת עילית), también de segunda. Pero el batacazo vino en cuartos, cuando dieron cuenta del todopoderoso Maccabi Tel Aviv, también en penales. No nos engañemos: Bnei Sakhnin mereció la victoria, pero encajaron el empate en tiempo de compensación.

Era la primera vez que el Bnei Sakhnin pisaba las semifinales de la Copa de Israel y la posibilidad de ganarla estaba más que latente. Por eso empezaron a descuidar la liga. Se aventaron dos meses terribles con una racha de 10 partidos en fila sin conocer la victoria y comenzaban a estar en peligro de perder la categoría. Afortunadamente ganaron en el momento justo. En la jornada 30 se impusieron a domicilio 3-1 a expensas de Hapoel Petah Tikva, con lo que se ponían a seis puntos del Maccabi Netanya (מכבי נתניה) a falta de tres partidos. También tenían la noticia de que el colista Maccabi Ahi Nazareth recibía una deducción de tres puntos menos por incumplir la regla de presupuesto, por lo que daban un paso importante para la salvación. Esa fue la motivación para ir al majestuoso estadio de Ramat Gan (רמת-גן) y vencer en las semifinales a Ashdod. Estaban en la final.

En la penúltima jornada perdieron contra el Maccabi Petah Tikva 2-1, pero el Maccabi Netanya no aprovechó y cayó contra el Maccabi Tel Aviv, con lo que el Bnei Sakhnin aseguraba matemáticamente la permanencia. Se convertía en el primer equipo árabe en durar más de una temporada: recibía así la estafeta de Hapoel Tayibe como representante legítimo del futbol árabe en Israel. Ahora sí, podían dedicarse a lo que en ese momento importaba.

Ramat Gan recibía la atípica final de la 50a Copa de Israel. Por un lado, estaba Hapoel Haifa (הפועל חיפה), que también estaba que no creía en nadie. Desde segunda se había cargado al Maccabi Petah Tikva, al Beitar Jerusalén, al Maccabi Netanya y a Hapoel Tel Aviv (הפועל תל אביב), y estaba en posibilidades reales de ascender en un campeonato más que abierto. Quería emular a Hapoel Ramat Gan (הפועל רמת-גן), que el año anterior fue el primer equipo de segunda categoría en conquistar la copa. Por el otro lado aguardaba el Bnei Sakhnin. A Ramat Gan llegaron árabes de todas partes, desde Galilea hasta el desierto del Neguev. No iban a perderse de la oportunidad de hacer historia. 

Crédito: Uriel Sinai/Getty Images

Todo empezó a ponerse color de hormiga cuando Hapoel Haifa marcó gol al 45’. Ese era un duro golpe después de un lindo primer tiempo. Afortunadamente se enchufaron y con un sensacional Lior Asulin terminaron ganando 4-1. Eran así el primer club árabe en ganar la copa de Israel. Esta victoria era igual que el triunfo del Zaragoza en la Copa del Rey o ese legendario Wimbledon campeón de la FA Cup. Mejor aún, también clasificaban así a la Copa UEFA, convirtiéndose en el primer club árabe en participar en una competencia europea.

Crédito: Lior Mizrahi (Getty Images)

Casi en todo Israel estaban felices por ellos: los árabes sentían que habían irrumpido, los otros ciudadanos también estaban orgullosos por la victoria salida de un guion de Hollywood. Los únicos que realmente estaban furibundos eran los ultras del Beitar Jerusalén (בית»ר ירושלים). El equipo amarillo con una menorá negra está tradicionalmente ligado al partido Likud (הליכוד) de extrema derecha y sus hinchas abrazan la identidad judía a rajatabla, tanto que rechazan la contratación de jugadores musulmanes. Odian a muerte al Bnei Sakhnin por ser un club de izquierda… y árabe. Las batallas entre ambos grupos de animación eran cruentas cuando había partido. El que hayan ganado la Copa era peor que un insulto. Y pagaron una página del periódico de mayor tirada en Israel, Yediot Aharonot (ידיעות אחרונות). Publicaron un obituario que decía: “הכדורגל הישראלי מת” (“El futbol israelí ha muerto”).

Sebastián «El Loco» Abreu con la camiseta del Beitar Jerusalén

En la Copa UEFA comenzaron bastante bien cuando eliminaron al Partizani de Tirana, campeón de copa de Albania con un global de 6-1, pero todo se puso de pronto cuesta arriba. En la antesala de fase de grupos les tocaba medirse contra el Newcastle. Venía de quedar quinto y acababa de traerse del Barcelona a Patrick Kluivert. A eso se le sumaban nombres como Alan Shearer, el galés Craig Bellamy y el guardameta irlandés Shay Given. En St. James Park se llevaron una derrota 2-0 que por lo menos daba una ligera esperanza para remontar en Ramat Gan. Todo quedó en meros sueños guajiros. El binomio Shearer-Kluivert fue demasiado para ellos y resultaron goleados 1-5.

Lógicamente eso produjo burlas desde el Beitar Jerusalén. Eso no se iba a quedar así. Tras el parón de la fecha FIFA, el Bnei Sakhnin los goleó 4-1, algo que agradecieron en todo Israel. Los árabes les callaron la boca: llegaron para quedarse en la liga ha’Al, se llevaron la Copa y todavía los humillaron. No había muerto el futbol israelí, ellos ya no eran vigentes.

Futbolistas árabes israelíes: entre el orgullo y la traición

En los deportes, los árabes han encontrado un espacio para hacerse respetar. El triunfo del Bnei Sakhnin en la competencia más antigua de Israel fue un ejemplo de que ellos podían aspirar a lo más alto, podían con todas esas vejaciones y podían ser competir a la par de un judío. Esta victoria también se dio mientras estaban las batallas de la Segunda Intifada, por lo que era una bocanada de aire fresco para su reputación. Eran el portavoz de esta minoría y todo mundo los debía escuchar.

El triunfo de Bnei Sakhnin en la Copa fue un justo premio para su capitán Abbas Suan (עבאס סואן/عباس صوان), nacido en Sakhnin y en el equipo desde 1994. Su gran líder dio tremendas actuaciones y eso le valió ser convocado para la selección de Israel. Llegó precisamente en la mejor generación del futbol israelí, con nombres como el guardameta Dudu Aouate (דודו אוואט), el defensa Tal Ben Haim (טל בן-חיים), el mediocampista Yaniv Katan (יניב קטן), el veterano líbero Alon Harazi (אלון חרזי) y el mejor delantero que ha usado la camiseta israelí, Yossi Benayoun (יוסי בניון). 

Junto con otro árabe, Walid Badir (ואליד באדיר/وليد بدير), dieron de qué hablar en las eliminatorias a Alemania 2006. El único gol en selección de Abbas Suan le valió un empate de último minuto ante Irlanda, y por ello fue un héroe para muchos. En ese proceso eliminatorio Irlanda no perdió, y eso que en su grupo estaban Francia, Suiza e Irlanda. Solamente el criterio de diferencia de goles los apartó del repechaje. Ninguna generación estuvo tan cerca de meterse a un mundial en la era Europa (recordemos que su único mundial fue como representante de Asia, más información aquí).

De todos modos, ser un árabe jugando en un representativo de Israel tiene sus desventajas por dos razones. Por un lado, los judíos recalcitrantes no pueden concebir un equipo israelí que no sea totalmente judío, va contra su visión del mundo y su identidad. Por otra parte, ellos mismos los provocan cuando ellos no cantan Hatikva (התקווה), el himno nacional. Y, por si fuera poco, Suan y otros jugadores árabes no tienen empacho alguno en sentirse también israelíes, lo cual puede ser interpretado como una traición de los árabes más radicales, en especial por la gente pro Palestina. Los árabes en la selección de Israel están en un dilema: permanecer neutrales en sus opiniones en política (deseo de los judíos) o ser el portavoz de las injusticias (anhelo de los árabes).

¿Qué jugadores árabes israelíes tenemos? El más histórico ha sido Zahi Armali (זאהי ארמלי/زاهي أرملي), leyenda del Maccabi Haifa. También destacó Rifaat Turk (רפעת טורק/رفعت ترك) en Hapoel Tel Aviv. Con paso en Bélgica y Grecia está Salim Tuama (סלים טועמה/سليم طعمه). Actualmente hay varios que pujan: Joël Abu Hanna (ג’ואל אבו חנא/جوئيل أبو حنا, Legia Varsovia), Taleb Tawatha (טאלב טוואטחה/طالب طواطحه, en Eintracht Frankfurt y Ludogorets (Лудогорец)) Beram Kayal (בירם כיאל/يرم كيال, cinco años en el Brighton & Hove Albion) y en especial Munas Dabbur (מואנס דאבור/مؤنس دبور, Hoffenheim). En el futbol femenil también hay representantes como Marian Awad (מריאן עווד/ماريان عوض, Villarreal B) y Nora Abu Shanab (נורה אבו שנב/نورة أبو شنب).

Munas Dabbur en el Red Bull Salzburg de la liga austriaca

Bnei Sakhnin como eje pivotal de las relaciones entre Israel y Qatar

Qatar ha sido bastante pragmático en su diplomacia. Como puede mediar conflictos, también puede financiar a uno u otro bando según le convenga en cada situación. Ese ha sido el razonamiento detrás de su relación con Israel. Fue el segundo país de la Península Arábiga en acercarse a este país no bienvenido dentro de la Liga Árabe detrás de Omán. Sakhnin de hecho fue la puerta de entrada para una mayor cooperación.

Te habíamos dicho que el estadio de Sakhnin no cumplía con los requisitos que imponía la Federación de Futbol de Israel. Apenas tenía aforo para 2.000 personas. Tras mucho pensarlo, decidieron remodelarlo en lugar de construir uno nuevo. Se aumentaría la capacidad a 7.000 espectadores y tendría estacionamientos, un campo para entrenar, gimnasios, vestidores y otras amenidades necesarias. El costo sería de 18 millones de shekalim. El municipio de Sakhnin acudió a la Oficina del Primer Ministro para solicitar este presupuesto. En conjunto con donaciones de árabes alrededor de Israel se consiguió la ampliación a 4.500, lo cual era aún insuficiente.

Ahmad Tibi (אחמד טיבי/أحمد الطيبي), miembro árabe de la Kneset (הכנסת), se acercó con el Secretario General del Comité Nacional Olímpico de Qatar, el jeque Saud Abdulrahman Al Thani (سعود بن عبدالرحمن آل ثاني). Tibi apeló a la necesidad de un espacio que fuera un lugar para la práctica deportiva de los palestinos en Israel, y Qatar podía participar en esto para hermanar a toda la población árabe sin importar en dónde se encontraran. ¡Trato hecho! Qatar aportó 10 millones de dólares para completar esa remodelación y aumentarle una villa deportiva. En agradecimiento, ahora es el estadio Doha (אצטדיון דוחא/ستاد دوحة).

Desgraciadamente todo fue demasiado bueno para ser verdad. En ese pragmatismo, Qatar nunca se olvidó de su doble papel. Por un lado, modera entre Israel y los países árabes, pero por otro lado empezó a financiar a todos los grupos extremistas a lo largo de toda la Liga Árabe, como Egipto, Siria, Túnez y Libia. Ellos fondearon a la organización Hamás (حماس) que gobierna de facto en la Franja de Gaza. Tras la Operación Plomo Fundido en 2009, Netanyahu enfureció con Doha y suspendió las relaciones comerciales, las únicas que había. Al menos les dejó concluir la última ampliación seis meses después.

Actualidad de los árabes en Israel: ganancias y paradojas

Las elecciones parlamentarias del año pasado en Israel supusieron una sorpresa. Benyamin Netanyahu perdió después de 12 años y ahora el Primer Ministro es Naftali Bennett (נפתלי בנט), de orientación mucho más hacia la derecha. A primera vista se pensaría que esto sería de nuevo en detrimento de la minoría árabe; después de todo, en 2013 Bennet se ufanó de haber matado árabes en la guerra. En realidad, jamás habían estado en mejor posición política. Esto se debe a que ahora los árabes forman parte de la coalición gobernante. El sistema político israelí es bastante fragmentado, muy similar al sistema italiano, por lo que los partidos mayoritarios necesitan a veces de dos o hasta tres escaños para hacer la diferencia. Entonces la alianza entre la Lista Árabe Unida (mejor conocida como Ra’am (רע»מ)) y Balad (בל»ד‎/بلد) les ha dado los cuatro asientos vitales para mantener el poder. Bennett se vio obligado a negociar con su líder, Mansour Abbas (מנסור עבאס/منصور عباس), quien dio su apoyo a cambio de temas de agenda, como mayor presupuesto y servicios para los árabes: electricidad, salud pública, recolección de basura, ayuda económica… Estamos hablando en resumidas de dos millones de votos que son fundamentales. Por cierto, nuestro Mazen Ghnaim es ahora uno de los políticos árabes en la Kneset, el parlamento israelí.

Naftali Bennett (centro) con Mansour Abbas (derecha)

Pasemos ahora al ámbito internacional. Barack Obama intentó como estrategia consentir al régimen iraní al negociar el acuerdo nuclear con Mahmoud Ahmadinejad (محمود احمدی‌نژاد) y posteriormente Hassan Rouhani (حسن روحانی). Esto propició un distanciamiento con los rivales en Medio Oriente, Israel… y Arabia Saudita. Poco a poco tuvieron que lidiar con ese enemigo en común y se dieron cuenta de que la tecnología israelí con dinero árabe eran una combinación poderosa. Bajo Donald Trump este cambio ya era irreversible con los llamados Acuerdos de Abraham: Israel comenzó a establecer relaciones diplomáticas con Bahréin y Emiratos Árabes Unidos. Con Egipto se volvieron más cálidas. Marruecos también aceptó a cambio del reconocimiento sobre el Sahara Occidental (más información aquí). Ya están en camino la normalización con Sudán. Poco a poco se está dejando de lado ese discurso pro Palestina.

Y es que erróneamente se generaliza al Mundo Árabe como un ente único. Atrás quedaron los tiempos de Gamal Abdel Nasser (جمال عبد الناصر) y el panarabismo (más información aquí). Cada país tiene sus propios intereses y con frecuencia compiten entre sí o a veces forman alianzas a conveniencia. Nos centraremos precisamente en Emiratos Árabes Unidos, rival de Qatar en muchos aspectos. El reciente acuerdo de normalización de relaciones del 2020 entre ambos países fue apenas el culmen de esto. En el futbol se dio paradójicamente en la venta del 50% de acciones del Beitar Jerusalén al jeque amirí Hamad bin Khalifa al-Nahyan (حامد بن خليفة آل نهيان). Esto por supuesto desencadenó la furia de los ultras más radicales, conocidos como La Familia, pero en otros sectores lo veían como un esfuerzo para dejar esa imagen racista. En respuesta, Dia Saba (דיא סבע/ضياء سبع) llegó a al-Nasr (النصر), club de la Pro League ubicado en Dubái, haciendo historia como el primer jugador israelí en jugar en una liga árabe. Él mismo es árabe israelí, cómo no, y ha jugado bajo las órdenes del DT Ramón «Pelado» Díaz.

El Estadio Doha en Sakhnin es parte del legado que Qatar ha querido dar a la minoría árabe en Israel. Este club ha intentado una y otra vez ser el puente donde puedan convivir judíos y árabes, donde puedan cooperar mano a mano judíos, musulmanes, cristianos y drusos. Lo han logrado con relativo éxito. Son un equipo candidato y cuando descienden, regresan al año siguiente. Ya les pasó eso dos veces. En esta temporada comenzaron bien al acabar la fase regular en cuarto lugar, pero se cayeron en el grupo de campeonato y terminaron sextos, desaprovechando la oportunidad de meterse a la Conference League. De todas maneras, Bnei Sakhnin ofrece una voz y un voto a los árabes sin necesidad de depender de la Kneset o que alguien se apiade de ellos y les realice un documental. 

Un árabe israelí también está haciendo sus pininos desde el banquillo. Alon Harazi ahora es el auxiliar del DT de la selección israelí Alon Hazan (אלון חזן). La suspensión de Rusia les ha abierto las puertas para ascender a la División A de la Nations League. Se llevaron los cuatro puntos de seis posibles en sus visitas a Tirana y a Reikiavik y todo apunta a que pueden aprovechar esa oportunidad de oro en su casa, el Estadio Bloomfield (אצטדיון בלומפילד) de Tel Aviv. En un contexto donde un musulmán es capitán de la selección (Bibras Natkho (Пыйпэрыс Натхъо/ביברס נאתכו)), los árabes pueden ser un activo bastante efectivo si les dan la oportunidad de crecer.

Muchas gracias por tu ayuda, Mauricio. Nos acabas de dar una auténtica masterclass de árabes en Israel. Agradezco también el tiempo que te tomaste para explicar este tema con lujo de detalles en una videollamada. ¡Eres bienvenido cuando quieras!

Fuentes

Khalidi, Rashid. Palestinian Identity: The Construction of Modern Consciousness. Nueva York (1987). Columbian University Press
Morris, Benny. 1948: A History of the First Arab-Israeli War. New Haven, MA (2008). Yale University Press
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Bleicher, Yaniv. Temporada 2003/04 de la Liga Premier de Israel. RSSSF. Constante actualización
Bleicher, Yaniv. Temporada 2003/04 de las Copas de Israel. RSSSF. Constante actualización
Sherwood, Andrew. Brighton’s two Israeli footballers – one Jewish, one Arab, talk friendship, peace and football. The Jewish News. 1° de febrero de 2018
Zaken, David. Arab-Israeli soccer players offer symbol of coexistence. AL-Monitor. 13 de mayo de 2021
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Reuters. Soccer-Dubai club Al-Nasr sign Israel midfielder Saba in historic deal. 29 de septiembre de 2020

Como vimos, no todos los países reconocen a Israel como país, en especial los de mayoría musulmana. Ellos lo hacen en solidaridad con Palestina. Este país ha sido bastante golpeado y como pueden intentan practicar el futbol. Miembro de la FIFA desde 1998, poco a poco encuentran cabida en este mundo y han podido construir la paz. Esto es lo que veremos la siguiente semana.

Recomendación musical 2

El ensamble Faran (פיראן) es un trío formado en 2009 que busca un trayecto espiritual. Le pusieron ese nombre en honor de Wadi Faran (وادي فيران), un valle en pleno Sinaí egipcio donde fluye agua pura y cristalina. Su estilo es mezclar todas las tradiciones musicales del este y de África. Así, Roy Smila (רוי סמילה) toca el kamanche, Refael Ben Zichry (רפאל בן זכרי) usa las percusiones (daf y udu) y Gad Tidhar (גד תדהר) interpreta el ‘ud. Esta es una canción suya, Dune.

Recapitulemos

El futbol puede funcionar como una expresión de identidad en un contexto intranacional. En Israel se da una configuración bastante sui generis con equipos de izquierda, derecha, ultra judíos y árabes. Los árabes en Israel (20% de la población) son los que han quedado después de la guerra de 1948 tras el plan de partición de la ONU. Se contabilizan 134 pueblos árabes, como Nazaret, pero también viven en ciudades como Haifa y Yaffa. Han sufrido discriminación, racismo y en sus asentamientos hay mayores niveles de pobreza y criminalidad. El mandato del primer ministro Netanyahu los puso en una posición bastante desventajosa. De todas maneras, también se expresan en el futbol. Tradicionalmente apoyaban al Maccabi Haifa, pero todo cambió cuando en 2003 ascendió el Bnei Sakhnin. Al año siguiente pudieron mantener la categoría. También ganaron la Copa de Israel, con lo que no solamente se volvieron el primer equipo árabe en hacer ese hito, sino también fueron el primer combinado árabe en una competencia europea, al clasificar a la Copa UEFA. Y también derrotaron 4-1 al Beitar Jerusalén, equipo de ideología derecha pro-judía y acérrimo rival. Su estadio es el Estadio Doha construido con inversión también de Qatar. Jugadores árabes destacados tenemos a Armali y Suad, quien formó parte de una de las mejores generaciones del futbol israelí. Ahora con Bennett los árabes forman parte de la coalición ganadora e Israel se ha acercado a más países árabes. Por ejemplo, el acuerdo con Emiratos Árabes Unidos ha llevado a la compra del 50% del Beitar Jerusalén y un jugador israelí Dia Saba, ahora juega en un campeonato árabe. Ahora en la selección juegan Abu Hanna, Tawatha, Kayal y en especial Dabbur.

Nos vemos la siguiente semana. שלום שלום! (Shalom shalom!) / مع سلامة! (Ma’ salama)

Sebastián Alarcón
Sebastián Alarcón
Soy Sebastián Alarcón, tengo 31 años. Aspiro a ser polímata. Junto futbol con geopolítica, sociedad, cultura, idiomas e historia y le agrego música para explicar el mundo. Escribo de futbol de la FIFA y fuera de ella. Si sientes la décima parte de lo que siento al escribir, mi misión está completa.

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