Cartago en las Pampas: la campaña de Túnez en Argentina 1978

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عسلامة! لاباس؟ (Aslema! Labes?) Este es el saludo del árabe hablado en Túnez. Espero que estés muy bien hoy. La vez pasada salimos de territorio argelino cuando hablamos de la expresión del independentismo de Kabylia a través del futbol. Ahora vamos al país vecino, pero al mismo tiempo retrocederemos en el tiempo, no unos cuantos años, sino siglos, para contar dos relatos trenzados de manera fortuita a través del tiempo. Así es. Si amas la historia de los romanos, esto es para ti.

Recomendación musical 1

Los amantes de los videojuegos de estrategia tienen en alta estima la serie Civilization, donde puedes llevar a una cultura ancestral o moderna a dominar todo el orbe. Imagina poder emprender campañas con los griegos en contra de los aztecas, los rusos, los norteamericanos o los rusos. Además de incluir una Inteligencia Artificial que funcionaba como sinodal estricto, incluía ingeniosas maneras para someter a tu enemigo fuera de los campos de batalla, por medio de triquiñuelas diplomáticas, como el espionaje, o la misma religión. El paquete de expansión Gods & Kings para la quinta entrega podía incluir ciudades-estado con orientación teocrática. Ahí aparecían los cartagineses, mientras que la lideresa era Dido, la primera reina de este reino con sede en la Túnez actual. Esta es la canción para los tiempos de guerra. Disfruta la historia por medio de esta canción.

Vamos al tema de hoy.

Introducción: Ganas de revancha de Cartago

Renovarse o morir. Ese era el mantra que tenían los cartagineses, que no podían permitir perder la hegemonía que tardó siete siglos en fraguar. Les había costado bastante superar en sendas escaramuzas a los griegos y los etruscos para dominar todo el Mar Mediterráneo y sobre todo las codiciadas islas de Sicilia y Córcega. Ahora les tocaba padecer un nuevo contratiempo a manos de un nuevo contendiente, Roma. Desde las siete colinas comenzaba su expansión a través de la península itálica.

¡Qué lejos estaban los tratados entre Roma y Cartago! La pugna por Hispania tarde o temprano tendría que enfrentar a estas dos potencias. Cayó primero la guerra, enfriada por acuerdos de paz… en el papel. Es irónico usar esa frase cuando se inventó al otro lado del mundo y en el siglo I a.C.

Pero no hay tiempo para salirnos por la tangente. Tenemos que regresar al siglo III a.C. Los romanos apenas se estaban desperezando del grillete de la agricultura, y a su favor contaban con una determinación inoxidable y un patriotismo que no se veía por esas fechas. Con esto en mente, no es descabellado ver por qué conspiraron para sacar a Tarquinio El Soberbio. Y finalmente se apuntaron un gran acierto al copiar clavo por clavo una nave de los descendientes de los fenicios.

De ahí surgió la sorpresiva derrota en la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.). El orgulloso pueblo que había nacido prácticamente sobre el oleaje del mar había sido subyugado un pueblo que apenas esbozaba su futuro como pilar de la civilización occidental tal como la conocemos. Ellos, que habían fundado ciudades como Barcelona, Ibiza y Cartagena (también Qart Hadash, o Ciudad pequeña), habían perdido Córcega, Cerdeña y Sicilia, y en el comercio estaban siendo relegados a un segundo plano.

Esto no se iba a quedar así. Viendo la humillación a la que estaban sometidos los cartagineses, un hombre decidió tomar cartas en el asunto. Su nombre era Amílcar Barca (𐤇𐤌𐤋𐤒𐤓𐤕𐤟𐤁𐤓𐤒, Ḥomilqart Baraq). Tenían que regresar a lo básico y por ello empezaron a someter a los pueblos que habitaban en la península ibérica, como los turdetanos, los lusitanos, los carpetanos y los vetones. Cuando ya estaba casi todo por ser consumado, Amílcar tropezó desde su caballo, cayó al río y murió ahogado. Su legado perviviría. Al quite entraba Asdrúbal El Bello (𐤏𐤆𐤓‬𐤁‬𐤏𐤋). También estaba atento el vástago de los Barca que apenas superaba la veintena de años de edad, Aníbal (𐤇𐤍𐤁𐤏𐤋).

Contexto del futbol de Túnez en los años 70

Renovarse o morir. Este era el mantra del futbol tunecino a mediados de la década de los años 70. Habían tenido golpes sobre la mesa en los primeros años de futbol africano independiente. Se metieron a los Juegos Olímpicos de Roma 1960. Ellos fueron los campeones de la Primera Copa Árabe de la historia en 1963 (más información aquí). En 1965 llegaron a la final de la Copa Africana de Naciones, pero cayeron en un juego agotador ante Ghana en la final. ¿Con la cara al sol? En efecto, porque los ghaneses eran la mejor selección del continente; por desgracia, sacrificaron ese buen momento para liderar un boicot en honor a África y al respeto que el resto del mundo debía mostrar (más información acá).

Eso quedaba en el paso. Habían pasado ya 10 años. Fuera de una breve alegría al ganar en modo señorial la Copa Palestina en 1973, Túnez se estaba quedando rezagada. Marruecos se había encaramado a su mundial en 1970, Zaire había hecho lo propio cuatro años después. El futbol egipcio a nivel de clubes pujaba por reconocimiento a nivel regional, Argelia hacía su parte. Había un potencial enorme, pero sin posibilidad de inscribirse al menos a unas eliminatorias para la Copa Africana de Naciones, era complicado apuntalar un talento.

Parte de esto tenía que ver con una inestabilidad en la dirección técnica. El banquillo era una rotación entre tunecinos y yugoslavos. Al final, Nagy André solamente estaría tres encuentros, cuando terminó por marcharse. En eso voltearon otra vez a la incipiente liga tunecina. El equipo más popular era el ES Sahel y al mando estaba Abdelmajid Chetali (عبد المجيد الشتالي), miembro de esos pasos embrionarios del futbol tunecino. Confiaron en él, ya que egresó de la Deutsche Sporthochschule en Colonia, con lo cual con esas ideas frescas alemanas podría ser capaz de llevar a Túnez a un buen lugar en África y, por qué no, al mundial. Todo estaba listo.

Abdelmajid Chetali

Segundo aire de Cartago: Sagunto es el banderazo de salida

Asdrúbal El Bello siguió con el buen paso de su padre. Tenía un buen ojo para seguir expandiendo los dominios que tenían a Cartago Nova como cabeza. También era un gran administrador que supo llevar la economía cartaginesa a buen puerto. Lo malo es que esas victorias fueron su perdición. Los decadentes senadores cartagineses no soportaban verlo ganar y ganar, y tomaron la acuñación de monedas con su efigie como pretexto. Un esclavo celta fue sobornado, hasta la fecha no se sabe quién. La idea era matarlo con una espada. Lo logró.

Además de la fundación de Cartago Nova (actualmente Cartagena), Asdrúbal El Bello firmó un tratado de paz. La frontera con los romanos sería el Río Ebro. Ellos tomaban el norte, mientras que los cartagineses se quedaban con el sur. Y es este punto el que marca la entrada de Aníbal, el hijo de Amílcar. Su valía había quedado demostrada como general y como diplomático de los cartagineses.

Aníbal tenía una tarea gigantesca. Primero que nada, debía pacificar todas las costas cartaginesas hasta el Ebro, y para ello dispuso de un nutrido ejército. Había un obstáculo, la ciudad de Sagunto. Si bien estaba bajo control cartaginés, Sagunto era aliada de Roma y tenía una de las fortificaciones más sofisticadas de la época. Así pues, opuso demasiada resistencia, y eso que los romanos estaban más ocupados del otro lado del Mediterráneo apaciguando las revueltas de los ilirios. Pasaron ocho meses hasta que finalmente Sagunto cayó. Aníbal les ofreció a los habitantes el perdón si abandonaban la ciudad, pero ellos prefirieron suicidarse en masa antes que rendirse.

Ese sitio de Sagunto terminó por decirles a los romanos que debían tomar en serio la amenaza cartaginesa, y así iniciaba la Segunda Guerra Púnica. Y aún más importante, Aníbal terminó de convencer al senado cartaginés, que hasta ese entonces no le proporcionaba el apoyo requerido. Cartago estaba de vuelta en la pelea.

Segundo aire de Túnez: gana el boleto a Argentina

Chetali empezó a detectar talento en ciernes. Es así que llamó a jugadores como Mokhtar Dhouieb (مختار ذويب), Néjib Ghommidh (نجيب غميض), Abderraouf Ben Aziza (عبد الرؤوف بن عزيزة) y Tarak Dhiab (طارق ذياب). La empresa no sería nada sencilla. De los 14 boletos disponibles para tierras argentinas, solamente uno sería para el continente africano. Con una ola de descolonización por todo el mundo, el mundial de Argentina sería el más difícil para calificar estadísticamente hablando. ¿Cómo eran las eliminatorias? Todos los equipos deberían someterse a tres rondas previas a fin de obtener un grupo final de tres selecciones. La mejor de todas representaría al continente. Y encima tenían las eliminatorias a la Copa Africana de Naciones, a la cual Túnez aspiraba regresar después de un ayuno de 13 años.

Primero que nada, Túnez debía luchar contra Marruecos. Dos empates tensos saldados con el mismo marcador (1-1) derivaron en una tanda de penales, que terminó dándole el pase al son de un 4-2. Luego, seguía el vecino Argelia. Prometía ser un duelo de poder a poder. A posteriori, esto no fue así. Una victoria cómoda de 2-0 permitió manejar la eliminatoria con un empate en Argel a un tanto.

Antes de seguir la campaña, iniciaba la clasificación a la Copa Africana de Naciones Ghana 1978. El debut no podía ser con oponente más duro que Egipto, viejo lobo de mar en el futbol africano. ¿Opondrían resistencia los tunecinos? Se llevaron un empate a dos tantos de El Cairo para rematar con una sensacional victoria 3-2 en Túnez.

Reanudando la campaña hacia el mundial, Túnez tuvo que venir de atrás (0-1) para vencer a Guinea (3-2 global) y así había llegado al grupo final, donde lo esperaban Nigeria y de nuevo Egipto. En esta etapa un error podía costar caro, y los fans tunecinos vieron con aflicción cómo no se pudieron imponer ante los nigerianos en cas (0-0).

Debido a la ya comentada derrota egipcia y al trámite temprano de los nigerianos, Túnez tuvo que dirimir el paso final para la Copa Africana de Naciones ante Guinea en octubre. Como ya conocían a este viejo enemigo, Túnez pudo aplicar un mejor juego para derrotar a los guineanos 3-0. La derrota 3-2 fue apenas un golpe mínimo, que no ocultó que ¡Túnez regresaba a una Copa Africana después de 13 años!

Mientras tanto, Túnez se enteró que nigerianos y egipcios chocaron y cada quien se fue a casa con un golpe: victoria nigeriana 4-0 en Lagos y victoria egipcia 3-1 en El Cairo. Ahora bien, estos resultados le daban un segundo aire a Túnez. El problema es que tenían ahora visitas más que complicadas a estadios donde la presión estaría a todo lo que daba.

Afortunadamente, los tunecinos se habían envalentonado con ese regreso. Así pues, se plantaron con valentía en un estadio de Lagos donde se habían agolpado 180 mil espectadores y de ahí sacaron una victoria valiosísima por la mínima. Con este resultado, el boleto prácticamente se había decidido entre norafricanos.

Como en Sagunto, Túnez debía pasar por Egipto si quería el ansiado regreso completo. Ya estaba lista la cita en Nigeria, faltaba el pase argentino. Esta vez en el Estadio Nasser de El Cario se reunieron 185 mil egipcios que querían terminar el ayuno de casi 44 años sin mundial. Por supuesto que Egipto fue a por todas, y esta vez Túnez tuvo que oponer resistencia. Para como fue el trámite del partido, ese 3-2 en contra fue bien recibido por los tunecinos. Ahora todo se reducía a salvar la diferencia en el Estadio de Túnez. Y así fue. Las Águilas de Cartago desencadenaron un vendaval que noqueó a Egipto. Para el minuto 75 ya ganaban 4-0. El gol de la honra de Egipto no representó problema alguno, y Túnez certificaba su pasaporte al mundial como representante africano.

¿Qué deparó el destino para los tunecinos? En África la suerte les hizo una mueca agridulce. La buena noticia es que evitaban al anfitrión, la mala es que debían jugar en el grupo B contra Marruecos, en ese entonces la mejor selección africana. El pelotón quedaba completo con Congo, más la sorpresa de las eliminatorias, Uganda.

¿Y para Argentina? Inaugurado apenas en Buenos Aires en 1970, el Centro Cultural General San Martín no solamente albergó la serie de ajedrez entre Bobby Fischer y Tigran Petrosian, sino también aquí se llevó a cabo el sorteo del mundial. Por cuestiones políticas, no hubo mucho qué decidir. Lo importante es que Túnez también llegaba al grupo B. La diferencia es que aquí sí jugaban contra el campeón, Alemania Federal. También se verían las caras contra Polonia, flamante tercer lugar. Y debutarían con el siempre problemático México. ALEA IACTA EST.

Batalla de Cannas: la victoria militar del milenio

Era 2 de agosto del año 214 a.C., según datos de historiadores. Cannas, en la actual región de Apulia, Italia, se preparaba para albergar la mayor batalla de todo el milenio. De un lado estaban las nacientes fuerzas romanas. Tras una pésima táctica de desgaste del dictador Quinto Fabio Máximo, el senado prefirió darle de nuevo el poder a dos cónsules, Cayo Terencio Varrón y Lucio Emilio Paulo. Entre ellos, el número de sus hombres ascendía a 91.400, entre 75.000 soldados de infantería, 2.400 de caballería más 4.000 de caballería aliada. Y a eso le sumamos los campamentos fortificados (2.600 de infantería ligera y 7.000 de pesada). Todo esto sumaba ocho legiones. Jamás en la historia de Roma se había visto un número igual.

Por otra parte, el ejército cartaginés venía en estado de gracia. Aníbal comenzaba a demostrar un genio táctico que comandantes como von Bismarck, Eisenhower y Napoleón admirarían después. Comprendió que no podían atacar a Roma por el mar, sería algo muy obvio. La idea fue mejor atacar por tierra. Partirían desde Hispania, cruzarían los Pirineos, Galia y llegarían a Roma desde el norte. Así es, tendrían que atravesar los Alpes. Al lomo de elefantes de batalla, los cartagineses sorprendieron a propios y a extraños al lograr lo que parecía imposible: cruzar esa cordillera en invierno para pisar la península en primavera. Pagó un precio muy alto: no solamente perdió a casi 70.000 hombres y se quedó al final con tres preciados elefantes, él mismo perdió su ojo derecho. La recompensa sería mayúscula: acumularía victorias en el Lago Trasimeno y Trebia, que sembraron el pánico en Roma.

Es así como llegaba el ejército cartaginés. Sus números eran ciertamente menores, entre 40 mil y 50 mil hombres. Entre ellos se encontraban 8.000 libios, 5.000 getulos, 16.000 galos, 8.000 hispanos (celtíberos, íberos y lusitanos). La caballería tenía 4.000 númidas, 2.000 hispanos, 4.000 galos y 450 libios-fenicios. Y hay que destacar los refuerzos de 2.000 honderos de las Islas Baleares y 6.000 jabalineros de todas las nacionalidades posibles.

Roma quiso repetir la formación en Trebia y apiñonó a toda la infantería en el centro, colocando la ligera al frente y al fondo la pesada. Como superaban en número a los cartagineses, creyeron que triunfarían fácilmente sin estirar el bloque. También mandaron la caballería a los flancos: a la izquierda la romana y a la derecha la aliada. Aníbal hizo una pequeña variante. Dejó el punto débil en el centro, que era la infantería celta, más la hispana como refuerzo. A ambos lados venía la infantería libia. Del lado izquierdo estaba la caballería española y gala, la más pesada, y a la derecha iban los númidas, expertos en escaramuza. Aníbal estaría en medio.

Cuando comenzó la batalla, las líneas de infantería ligera se neutralizaron y, para cuando llegaron las de infantería pesada, se retiraron. Mientras todo eso pasaba, las caballerías cartaginesas lograron pasar por encima de las romanas, llevándose de paso a Paulo. Así las cosas, ellos llegaron a atacar por la retaguardia a los aliados, en igualdad con los númidas, causando que se retiraran. Con esa retirada, empezó la persecución de ese regimiento… pero solamente fueron los númidas. El resto regresó para atacar por la retaguardia de la infantería romana. Ese movimiento decidió la madre de las batallas de ese milenio; la cacareada superioridad numérica de los romanos jamás existió.

Para cuando llegó la noche, los romanos habían padecido 50.000 bajas y 10.000 fueron hechos prisioneros. Hay historiadores que hablan de hasta 70.000 muertes romanas, por apenas 6.000 cartagineses. No hubo ni un sólo habitante romano sin algún pariente perecido en esa batalla. Pocos lograron escapar. Fue la mayor derrota de Roma en toda la historia. Es tan sensacional que hasta la fecha se sigue estudiando esta batalla en academias militares y Cannas es un calificativo que significa “aplastante”. Está dentro de las 50 más sangrientas de toda la historia.

El partido de Rosario: la primera victoria para un conjunto africano (y árabe)

Era viernes 2 de junio. La cancha del Gigante de Rosario se aprestaba a recibir un juego entre tunecinos y mexicanos. El entrenador Chetali no había podido pegar el ojo por la expectación de debutar en el mundial y tener a sus espaldas la responsabilidad de representar a África y a todo el mundo árabe. Previamente, Alemania y Polonia habían pactado un empate a cero goles en la inauguración del mundial.

México llegaba con el ánimo por todo lo alto… quizá más de lo debido. ¿Y cómo no, si habían ganado contundentemente los cinco partidos del hexagonal final en el Azteca? ¿Y cómo no, si venían de llegar a la final en el primer mundial juvenil de la FIFA, precisamente en Túnez? ¿Y cómo no, si un año atrás había podido rascarles un empate a dos a los alemanes… en el Azteca? ¿Y cómo no, si en ese equipo pintaba un joven delantero llamado Hugo Sánchez que después tendría tardes de gloria con el Real Madrid? ¿Y cómo no si la televisión se encargaba de despertar esperanzas exageradas en el verdadero alcance, exacerbadas por un 2-0 en España? Los mexicanos repetían este mantra: «Le ganamos a Túnez, perdemos con Alemania y empatamos con Polonia… y después, que sea lo que Dios quiera».

¿Los mexicanos veían por encima del hombro a Túnez? Desde luego. Fuera de los tunecinos, pocos apostaban por ellos. La participación en la Copa Africana de Naciones en Ghana había sido buena a secas. Se habían metido a semifinales, cayendo con los anfitriones por la mínima. En el partido por el tercer lugar iban ganando a Nigeria en un partido escandaloso por las descaradas ayudas arbitrales. Cuando los nigerianos empataron al ‘42, los tunecinos decidieron abandonar el partido. Por esa osadía, Túnez no solamente perdió el partido, fueron vetados de la siguiente edición… pero ¡qué más daba! Ya habría tiempo para preocuparse por ello. Tampoco los resultados en amistosos de preparación daban mucha esperanza (2-2 contra Hungría, 0-2 vs. Francia y 0-4 vs. Países Bajos).

¿Quiénes serían los 22 elegidos por el entrenador Chetali?

Número Nombre Posición Equipo
1 Sadok Sassi (الصادق ساسي) “Attouga” (عتوقة) Portero Club Africain (النادي الإفريقي)
2 Mokhtar Dhouieb Defensa CS Sfax (النادي الرياضي الصفاقسي)
3 Ali Kaabi (علي الكعبي) Defensa CO Transports (النادي الأولمبي للنقل)
4 Khaled Gasmi (خالد القاسمي) Mediocampista CA Bizertin (النادي الرياضي البنزرتي)
5 Mohsen Labidi (محسن العبيدي) Defensa Stade Tunisien (الملعب التونسي)
6 Néjib Ghommidh Mediocampista Club Africain
7 Temime Lahzami (تميم الحزامي) Delantero al-Ittihad (الإتحاد) (Arabia Saudita)
8 Mohamed Ben Rehaiem (محمد بن رحيّم) o Hammadi Agrebi (حمادي العقربي) Mediocampista CS Sfax
9 Mohamed Ali Akid (محمد علي عقيد) Delantero CS Sfax
10 Tarak Dhiab Mediocampista Espérance ST
11 Abderraouf Ben Aziza (عبد الرؤوف بن عزيزة) Delantero ES Sahel
12 Khemaïs Labidi (ميس العبيدي) Mediocampista JS Kairouan (الشبيبة الرياضية القيروانية)
13 Néjib Limam (نجيب ليمام) Delantero Stade Tunisien
14 Slah Karoui (صلاح قروي) Delantero ES Sahel
15 Mohamed Ali Ben Moussa (محمد علي موسى) Delantero Club Africain
16 Othman Chehabi (عثمان الشهيبي) Delantero JS Kairouan
17 Ridha El Louze (رضا اللوز) Defensa Sfax Railway Sports (نادي سكك الحديد الصفاقسي)
18 Kamel Chebli (كمال الشبلي) Defensa Club Africain
19 Mokhtar Hasni (مختار حسني) Delantero La Louviére (Bélgica)
20 Amor Jebali (عمر الجبالي) Defensa AS Marsa (المستقبل الرياضي بالمرسى)
21 Lamine Ben Aziza (لامين بن عزيزة) Portero ES Sahel
22 Mokhtar Naili (مختار النايلي) Portero Club Africain

Ya no había tiempo para ponerse nervioso. Era hora del partido y así salieron los equipos:

México (4-3-3): Pilar Reyes; Martínez, Tena, Ramos y Vázquez Ayala; Mendizábal, de la Torre y Cuéllar; Isiordia, Rangel y Sánchez.

Túnez (4-3-3): Naili; Dhouib, Kaabi, Jebali y Labidi; Ghommidh, Lahzami y Agrebi; Ali Akid, Diab y Ben Aziza

Empezaba el partido. Lo primero que los aficionados apreciaron es que el equipo mexicano estaba desorganizado. Los que suben se quedaban en el ataque, mientras que los que defendían ni se molestaban en adentrarse en la otra mitad del campo. No volaban los extremos, no aciertan un solo pase los mediocampistas, y esa desconexión dejaba en solitario a Rangel, marcado de cerca por Labidi y Jebali. Decía después del partido Chetali que ellos habían seguido atentamente cada partido de México, no así los mexicanos, y sabían que podrían hacer daño por contragolpes. Es por ello que una mano de Jebali ante un centro de de la Torre desconcertó a todos. Penal, que cobraría Vázquez Ayala de manera suave a la izquierda. Con esa anotación, acababa la primera mitad.

Ese 1-0 era un castigo injusto para el buen juego que estaban mostrando los valientes tunecinos. Habían mostrado el mejor trámite, pero no se veía reflejado en el marcador. Recibir un golpe así justo en ese momento puede representar un mazazo psicológico del que pocos equipos pueden recuperarse. Chetali lo sabía. Lo que se le ocurrió hacer en el descanso fue muy simple: entró al vestidor, dejó la bandera tunecina en el suelo, y salió de ahí sin decir una palabra. ¿Funcionaría ese gesto sutil?

Segundo tiempo. La táctica que habían ensayado daría resultados gracias a Lahzami, que atraía la marca pegajosa de Vázquez Ayala. Tenían que esperar a que los mexicanos terminaran sus desordenadas ofensivas para contraatacar a toda velocidad, y esos espacios que encontraban los laterales facilitarían la tarea. Como con Aníbal, la caballería atacaría la retaguardia desde los flancos y ellos darían los golpes.

Al ‘55, Dhouib roba el balón que Mendizábal no logró nunca centrar, y así llega Agrebi. La velocidad es demasiado para la zaga cansada mexicana, centra para Kaabi, que cierra la pinza con un control con todo el tiempo del mundo y un tiro raso y cruzado. Se empata el encuentro.

No creas que México se quedó así. Una insolencia así debía ser castigada y se volcaron al ataque en pos de la ventaja. Había dos problemas. El primero era la falta de contundencia en el toque final, con dos fallas groseras de Rangel y de la Torre. El segundo es que pocos sabían que el vestidor mexicano empezaba a romperse, y todo por cuestiones de patrocinio para el calzado. Y tras esas dos fallas, llegó la falla final de Tena al ‘80. No marcaba y no cubría la zona para los centros que lanzaba Ben Aziza. Por eso Ghommidh llegó solo para anotar ante la salida de Pilar Reyes. Túnez acababa de anotar el 1-2.

Y aún había más. Dhouib todavía tenía piernas para desquiciar a toda la defensiva. Por ello. al ‘86 Ghommidh lanza en profundidad a Dhouib. Va solo en un contragolpe mortal. Nadie lo alcanza, llega al área para fusilar a Pilar Reyes y decretar el 1-3 definitivo.

Se había consumado una victoria por demás sorpresiva. Túnez le daba su primera victoria en un mundial al continente africano y al mundo árabe. Nadie en la antigua Cartago pudo dormir. Hasta la fecha se sigue recordando ese sensacional partido de contragolpes mortales, sea en las trivias de futbol africano, sea en los programas deportivos tunecinos. Acababan de sonrojar al campeón de la Concacaf y de pronto Túnez comenzó a creer que podían asestar un golpe más.

Escipión asesta el golpe

Esa tremenda victoria pudo haber representado la vía libre para que Aníbal avanzara prácticamente sin oposición para conquistar Roma, pero decidió no hacerlo. Podríamos pecar de simplistas al decir que desaprovechó la oportunidad. Si bien los aliados helenos del sur dejaron las relaciones ásperas con los romanos (en especial Siracusa y Macedonia), él aspiraba a convencer al sistema de alianzas del centro de la Península Itálica para que se unieran a ellos, pero no lo logró. Y como no tenía muchas fuerzas para asediar una ciudad directamente, optó por negociar un tratado de paz con Roma. El Senado se negó, y tomó decisiones drásticas para redoblar sus esfuerzos en reagruparse militarmente.

De los pocos hombres que lograron escapar a salvo de esa aplastante derrota fue Publio Escipión. Al igual que Aníbal, era un joven estratega lleno de talento. Tenía un carisma y genio inigualables, así que lo nombraron general de una mitad del ejército, que decidió tomar Hispania. Se recuperaron de una derrota en el Betis Superior, pero no sería definitiva y dos años después (209 a.C.) armaron la contraofensiva, marchando por toda la península.

Primero dieron el golpe en la mesa capturando Cartago Nova, la capital y mayor centro de los cartagineses. Más tarde, en la batalla de Baecula, Escipión derrotó a Asdrúbal Barca. Alcanzó a huir hacia la península itálica para ir en auxilio de Aníbal, que estaba padeciendo ahora sí las tácticas fabianas de la otra mitad del nuevo ejército. Esta decisión solamente fue postergar el sufrimiento. Si antes los ejércitos no llegaban, Hispania ahora dominada por los romanos comprometía en serio al ejército cartaginés. La batalla del Metauro representó un duro golpe. Aníbal no solamente se tuvo que retirar de Italia, sino que además perdió a su hermano. Finalmente, Roma sacó a Cartago de Hispania para siempre tras la batalla de Ilipa en el 204 a.C.

Polonia asesta el golpe

Los 500.000 tunecinos que vivían en Francia se hicieron escuchar. ¿Cómo era posible que no transmitieran los partidos de su amada selección en Argentina? Estuvieron protestando, y con justa razón. Cuando se supo la victoria sobre México, no hubo más remedio que ceder a sus peticiones.

No sería sencillo. Polonia todavía seguía con un gran nivel después de ese tercer lugar ganado con justicia, y era una manera de darles esperanza a un pueblo golpeado por un gobierno títere de los soviéticos. Ahí estaba jugando Grzegorz Lato, recién goleador en la edición de Alemania. Jugaba también el elegante capitán Deyna, y comenzaba a mostrarse Zbigniew Boniek. Eran independientes en el papel, no en la práctica. Su única manera era que el balón siguiera rodando a su favor. Sabían que los alemanes habían goleado 6-0 a los mexicanos prácticamente sin despeinarse. ¿Podría Túnez alzarse con la victoria y enfilarse a una hipotética clasificación? 

Polonia (4-3-3): Tomaszewski; Maculewicz, Szymanowski, Gorgoń, Żmuda; Nawałka, Kasperczak, Deyna; Lato, Szarmach y Lubański.

Túnez (4-5-1): Naili; Dhouib, Kaabi, Jebali y Gasmii; Ghommidh, Lahzami, Agrebi, Diab y Laabidi; Ali Akid.

El plan de Chetali estaba rindiendo resultados. El mediocampo de Polonia era clave para que estuvieran atacando y sirviendo de balones a los siempre peligrosos atacantes, entonces apostó por poblar esa zona, subiendo para ello a Laabidi, con lo que los extremos podían subir con mayor confianza y poder presentar un equipo. La estrategia estaba funcionando bien, pero Ali Akid no estuvo fino ese día. Y con un equipo de Polonia no puedes darte el lujo de perdonar.

Al ‘43 Polonia se fue conectando con su juego de pase y Lato y Kasperczak armaron una bella penetración. Este último mandó un pase bombeado. Se supone que Kaabi despejaría el balón y el peligro quedaría ahí, pero abanicó y ahí estaba Lato para aprovechar esa distracción y marcar el 1-0.

Para el segundo tiempo, Túnez no bajó los brazos y Lahzami estuvo a punto de mandarse un golazo, pero su remate dio precisamente en el larguero y en el rebote estuvo atento Tomaszewski para quedarse con el esférico. Túnez lo intentó aún con la entrada de un joven delantero llamado Zbigniew Boniek.

No hubo chance para más y Polonia terminó llevándose la victoria. Era un resultado esperado para los tunecinos, y aun así llegaban con vida al último encuentro. La pregunta sería si lograrían la hombrada de eliminar a los vigentes campeones del mundo.

La batalla de Zama, el adiós de Aníbal

La incursión en Roma estaba siendo más problemática y poco a poco comenzaban a perder fuerzas, entonces el Senado cartaginés le solicitó a Aníbal regresar lo más pronto posible. Había que defender Cartago a toda costa, y más porque tenía a un enemigo metido en casa.

Así es. Roma tenía la ventaja de una diplomacia robusta, que les había valido ganarse el apoyo de pueblos a lo largo y ancho del Mar Mediterráneo. Por eso obtuvo el apoyo de Numidia, y así quedaría todo listo para una pelea final en Zama, a pocos kilómetros de la capital de Cartago. No solamente los númidas estarían gozosos en asestarles un golpe a sus vecinos. Quienes también se frotaban las manos eran los veteranos de la guerra de Cannas. Esa derrota había sido tan humillante que fueron desterrados a Sicilia en un estado de personas no gratas. Gracias a sus sonoras victorias en Hispania, Escipión había sido nombrado cónsul, y estaba listo para dar la estocada final a los pendencieros cartagineses. Era el año 202 a.C.

Para ello, dispuso un plan tan ambicioso que tuvo que ser defendido ante el Senado para que le dieran el apoyo necesario. Sabía que Aníbal tendría la superioridad numérica y encima estaría con su arma favorita, los elefantes de guerra, pero se enteró que estaban recién capturados y se pondrían nerviosos. Entonces, tan pronto comenzara la guerra, tendrían que usar cualquier artefacto brillante para deslumbrarlos, más un ruido estremecedor de músicos para espantarlos. Es así como fueron presa fácil de los hastati. Eso desconcentró a la caballería cartaginesa, lo cual le dio oportunidad manifiesta a la contraparte italiana para perseguirlos.

La siguiente fase era el cuerpo a cuerpo entre los príncipes, los hastati y los triarii frente a los mercenarios, los ciudadanos y las huestes de Aníbal. En ese momento parecía que Aníbal recuperaba esa ventaja por la superioridad numérica, producto de la contribución de los veteranos que habían combatido en Italia. De pronto, las caballerías de los romanos regresaron de su persecución y atacaron la retaguardia, propinándole una severa y definitiva derrota a los cartagineses. Aníbal tuvo que huir a Cartago.

Cartago tuvo que firmar un armisticio totalmente desventajoso. Perdía todas las posesiones fuera de África, le daba la independencia a Numidia y debía pagar un cuantioso tributo a los romanos. Además de eso, reducía su flota marítima al mínimo y debía pedir permiso a Roma para cualquier ejercicio militar. Cartago se despedía así de su etiqueta de potencia. Y Escipión se ganaba para la posteridad el agnomen de Africanus por esa genial victoria.

Partido contra el campeón, el adiós de Túnez

El estadio Chateau Carreras era la casa extraoficial de los alemanes. Después del empate insípido ante los polacos habían tomado aire con esa goliza a los mexicanos, que marcó el debut por todo lo alto de Karl-Heinz Rummenige, con un doblete. ¿Podrían confirmar ese regreso de los campeones para la pelea por el trofeo de la FIFA? De todos modos, esos resultados le daban la ventaja de un empate como moneda de cambio para la siguiente ronda, pero debía ver en el espejo retrovisor, porque quedar en segundo o primero te mandaba a un grupo que tal vez sería tu perdición. Túnez necesitaba ganar para seguir con esa campaña soñada, y la cita sería el 10 de junio. Curioso, venía ese partido en la ciudad con el nombre de un asentamiento cartaginés, Córdoba. Fuera el significado “buena ciudad” o “ciudad de Juba”, despertaba recuerdos de grandeza para ellos.

Alemania Occidental (4-3-3): Maier; Vogts, Dietz, Rüssmann, Kaltz; Bonhof, Flohe, Hansi Müller; Rummenigge, Dieter Müller y Fischer.

Túnez (4-5-1): Naili; Dhouib, Kaabi, Jebali y Gasmii; Ghommidh, Lahzami, Agrebi, Diab y Laabidi; Ali Akid.

Chetali volvió a optar por ese esquema defensivo con enfoque en el mediocampo. Gasmi tenía la facultad de adelantarse ya sea para dotar de opciones en el ataque o cerrar los circuitos que desembocaban en Rummenigge. Claro, la idea era seguir enviando balones a su vez a Ali Akid, vía Agrebi o Lahzami, pero no sería sencillo cuando Bonhof y Hansi Müller estaban más que atentos para alejar el peligro.

Entonces, tuvimos a los alemanes, que podían, pero no querían, mientras que Túnez quería, pero no podía. Alemania volvía a mostrar unas dudas alarmantes. Mientras tanto, en Rosario, Polonia se llevaba una victoria cómoda por 3-1. Esperaban terminar en primer lugar y casi bastaba con un golecito, pero los cartagineses se dejaban la piel en la casa del Talleres de Córdoba. Esa displicencia se pagaría cara, pues terminaría en una liguilla con Austria, Italia y los Países Bajos. No ganaría en el resto de la competencia y su corona quedaría abollada en un duelo fratricida contra los austriacos. 

Pero regresemos al presente. Túnez lo intentó una y otra vez, pero no hubo tiempo para más y Túnez quedaba eliminado. Eso sí, África se volvía a ganar el respeto de todo el mundo con la actuación de las Águilas de Cartago. Habían puesto en jaque a Alemania y cayeron injustamente derrotados con Polonia. No podían pedir más. Tomaron una serie de vuelos Córdoba-Buenos Aires-París (Charles de Gaulle)-Túnez. Al llegar al aeropuerto internacional de Túnez-Cartago, vieron con gran beneplácito que la población se había volcado en recibir a sus héroes. Ahí, el presidente Habib Bourguiba (الحبيب بورقيبة) les dijo que ellos habían realizado la tarea de 50 embajadores: dar a conocer a Túnez ante el mundo. ¡Vaya honor! Las Águilas de Cartago se ganaban el agnomen de Africani, a su manera. (Para más info de participaciones árabes en mundiales, haz clic aquí).

Destrucción final de Cartago… ¿y Túnez?

Pasaron 50 años y Cartago se pudo levantar de nuevo para guerrear. No debían ya ningún dinero de las reparaciones de ese armisticio. Ya estaban hartos de las incursiones de los númidas, entonces tuvieron que contraatacar con su ejército. Claramente esto contravenía el tratado con Roma, y así iniciaba la tercera guerra púnica. En realidad, Cartago ya no era rival para los romanos. Para que quedara claro quién mandaba, éstos impusieron un sitio en Cartago, que se cobró la vida de 450.000 almas. Fueron 17 días en los que no quedó ninguna piedra erigida. Y para asegurarse de que no pudieran recuperarse, cubrieron todos sus campos agrícolas de sal. Ahí quedaba la candorosa civilización cartaginesa, que pasó a ser la provincia romana de África y un constante productor de granos.

Desgraciadamente, el futbol tunecino obtuvo la misma suerte durante veinte años. Espoleada por su descalificación para la siguiente Copa Africana de Naciones, tropezaron en su partido ante los nigerianos en su lucha por llegar al mundial de España. ¡Túnez no pudo regresar a su Hispania, con todo y que estaban varios veteranos de Argentina! Fuera de una escueta Copa Africana y los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, no hubo gran cosa que relatar del futbol tunecino, que se sumió en un letargo. El único que los pudo despertar fue uno de los verdugos polacos, Henryk Kasperczak. Él encaminó una nueva generación de cartagineses que regresaría al mundial en 1998 y que se llevarían la Copa Africana en 2004.

Por cierto, se cree que la Tercera Guerra Púnica fue un conflicto de poca monta, apenas tres años, pero, en realidad, el sitio de Cartago fue tan letal que no quedó ningún diplomático en pie; a su vez, los romanos no vieron la necesidad de firmar un armisticio con tremendo escarmiento. Hasta el año 1985, en plena decadencia del futbol tunecino, se dieron cuenta de ese pequeño vacío y los alcaldes de las ciudades de Roma y Túnez firmaron ese tratado de paz. Claramente ya no había animadversión y ambos países se respetaban. La guerra púnica terminaba después de 2.131 años, siendo así la más larga de la historia.

La historia del futbol se desvive en elogios por la generación del futbol tunecino de 1978. No es poca cosa la primera victoria para el futbol africano, también amalgamó un juego agradable y lleno de valentía. A su vez, la historia universal se desvive en elogios por Aníbal. No fue solamente la aplastante victoria en Cannas, también logró la descomunal hazaña de atravesar los Alpes en invierno. Chetali y las 22 águilas de Cartago se inspiraron en la frase del genio estratega cartaginés:

AVT VIAM INVENIAM AVT FACIAM

Encontraré un camino, o lo haré yo mismo. 

Fuentes

Ferreiro, Miguel Ángel. La batalla de Cannas. El Reto Histórico. 23 de abril de 2021.
Historia Universal. La batalla de Cannas. Fecha desconocida
Barceló, Pedro. Las guerras púnicas. Editorial Síntesis. 2009
Dahmani, Hedi. Mundial 1978. Tunisie-Mexique : 3-1. Afrique Magazine. Julio de 2016
Tunisie.fr. Le jour où la Tunisie est entrée dans l’histoire de la Coupe du monde en Argentine. 6 de abril de 2021
El Mapa de Sebas. Las Guerras Púnicas [Roma vs Cartago] en 13 minutos. 13 de junio de 2021

Sin despegarnos de Túnez, volvemos a coquetear con la historia, pero lo haremos en un ángulo no tan placentero. En Túnez nació un terrorista que participó en el atentado de las Torres Gemelas. Su nombre es Nizar Trabelsi. Una década antes había estado en el futbol, con un paso sin pena ni gloria por el futbol alemán. ¿Cómo se dio esta radicalización? Es lo que veremos en nuestra siguiente parada.

Recomendación musical 2

Aunque no lo creas, la onda del rock psicodélico también pegó en Túnez, y se convirtió en una meca de la música underground. Es así como llega el grupo Les 4Dés, con fundación en la capital Túnez. Este sencillo fue lanzado en enero de 1978, y se podía conseguir en universidades. La canción es Heyem (هايم) (Exilio), siendo la letra un llamado de auxilio para no sentirse solo.

Recapitulemos

La Segunda Guerra Púnica fue un conflicto entre cartagineses y romanos que terminaría decidiendo el curso de la historia mundial. Comandado por Aníbal, lograron victorias sonadas como atravesar los Alpes en invierno. En el año 216 a.C. los cartagineses derrotaron de manera terrible a los romanos en la batalla de Cannas, con la mayor cantidad de bajas del ejército romano en un solo día. Para mala fortuna de los cartagineses, no se tradujo en una conquista de Roma. Eventualmente, Escipión arrebató Hispania y después derrotó a Aníbal en la batalla de Zama en 202 a.C.

Dos milenios después, Túnez logró clasificar al mundial de Argentina 1978 y regresó a una Copa Africana después de 13 años. Comandados por el director técnico Chetali, eliminaron a Marruecos, Argelia, Egipto, Nigeria y Guinea para este efecto. En tierras mundialistas, tuvieron un papel destacado, obteniendo la primera victoria de un conjunto africano. Desgraciadamente, no se tradujo en un histórico pase a la siguiente ronda. Su derrota ante Polonia y un empate a cero con Alemania Occidental los dejó fuera del camino.

Nos vemos la siguiente. آ توت! (A tout!)

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Sebastián Alarcón
Soy Sebastián Alarcón, tengo 31 años. Aspiro a ser polímata. Junto futbol con geopolítica, sociedad, cultura, idiomas e historia y le agrego música para explicar el mundo. Escribo de futbol de la FIFA y fuera de ella. Si sientes la décima parte de lo que siento al escribir, mi misión está completa.

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