Club León, equipo de época en el fútbol mexicano

Comparte esta historia:

Facebook
LinkedIn
Twitter
Pinterest
Email
WhatsApp

En México se suelen reconocer a los grandes equipos en función de la cantidad de títulos que logran conseguir. No es coincidencia que los más aclamados de la década hayan logrado bordarse al menos una estrella durante su época de esplendor. Pese a esto, el Clausura 2019 presenció la irrupción de un club que no tardó en demostrar que las reglas del juego podían cambiar. Lo que sucede dentro del verde debe recibir una ponderación mucho mayor, y ellos lo tienen claro. Hablamos de un cuadro con sello de autor. Hablamos del León de Ignacio Ambriz.

El fútbol mexicano se rige por un ritmo de juego sumamente bajo, probablemente de los más cansinos del continente. Pocos equipos en México provocan escenarios vertiginosos y desequilibrantes.

Seguramente León representa la antítesis de lo anterior (junto con el Monterrey de Antonio Mohamed, por momentos). El jugar a un ritmo superior al promedio fue el aliciente que separó al equipo de Ignacio Ambriz del resto. No sólo compitieron, sino dominaron. La Fiera representa un cúmulo de virtudes que no se encuentran todos los días en Liga MX.

León expresa su valor a través del juego. Hablamos de un equipo absurdamente trabajado, y que cuenta con jugadores que complementan las intenciones de juego. Encontramos futbolistas técnicos para pasar, habilidosos para regatear, potentes para pivotear, e inteligentes para brindar desmarques; pero, sobre todo, mentalmente preparados para comprender cómo, cuándo y dónde actuar. Pese a los problemas para carburar de las primeras jornadas, Ambriz ha logrado agrandar el techo de su equipo.

“Cuando tienes una muy buena salida de balón, lo ‘otro’ fluye de manera natural”.

Citar a Pep Guardiola nos ayuda a entender qué busca León y cómo logra ser tan competitivo. Ambriz ha movido su pizarra en estas últimas jornadas, logrando añadir variantes a una salida de balón que, por consiguiente, permite progresar de manera mucho más fluida. Y sí, los laterales de la Fiera no pierden protagonismo. Más allá de lo diferencial que es Fernando Navarro ocupando espacios de interior o mediapunta, Yairo Moreno tampoco desentona. El internacional colombiano se cierra a una altura inferior a la de Fernando Navarro. Ofrece apoyos por dentro y libera el carril izquierdo para un trazo en diagonal que active al extremo de dicho sector.

De igual forma, el dinamismo de Luis Montes no deja de ser opción. El centrocampista del León se lateraliza volteando el tablero a su favor, desordena marcas y organiza el ataque de los suyos.

León busca hilar sus primeros pases en propio campo, intentando atraer al rival. Si este “muerde el anzuelo”, los Esmeraldas consiguen espacios para atacar en transición. Una vez más, este equipo exhibe lo trabajado que está. La ocupación de carriles es la óptima, el poseedor no tarda en encontrar con quién descargar. Activar a los regateadores en banda (Ángel Mena, David Ramírez o Joel Campbell) es la intención que predomina, propiciando duelos individuales que terminen en ocasiones de gol.

Si el rival no concede espacios, León los genera por su cuenta. Los movimientos sin balón de sus jugadores generan atracciones y despejan el camino. Como se aprecia en la imagen, David Ramírez aprovecha la impulsividad de Alan Mozo para atraerle, mientras que la caída en banda de Emmanuel Gigliotti saca de zona y hace dudar a Johan Vásquez. En un segundo, Luis Montes detecta el intervalo entre centrales y se coloca como la mejor opción para avanzar de cara al arco del rival.

Hablando de Luis Montes, no podemos pasar por alto al playmaker del León. A sus 34 años sigue siendo el activo más valioso del equipo. Está lejos de ser aquel futbolista que conocimos hace ocho años. En pleno 2020, más allá de lo condicionante que es a partir de su técnica individual, ha logrado añadir un toque de inventiva a su perfil de mediocampista. Su IQ es diferencial, a tal punto de solucionar los problemas de su equipo y potenciar a las demás piezas. Juega y hace jugar.

Pese a sus virtudes, León ha presentado los síntomas de enfrentarse a equipos reactivos. Algunos rivales han logrado plantarles cara con un bloque bajo y una presión media. Rayados, Xolos y Mazatlán han sido la prueba de ello. Ante dicho escenario, y tomando en cuenta la intención de ser el protagonista del juego, la Fiera está obligada a minimizar las pérdidas de balón. Este equipo aún batalla para defender lejos de propio campo, situándose en una posición vulnerable ante los contragolpes del rival.

León no es un cuadro perfecto. Difícilmente lo llegará a ser. Sin embargo, no hay equipo que esté cerca de lograr el nivel de competitividad y dominio que Ignacio Ambriz firmó en menos de dos años. Que un entrenador mexicano haya logrado dar un salto cualitativo y estilístico tan marcado en tan poco tiempo es para destacar. El nivel de convicción entre cuerpo técnico y jugadores es insustituible.

Rumbo a la recta final del torneo, León buscará coronar el arduo trabajo de dos años que, con o sin “la octava”,  lo coloca como un equipo de época dentro del fútbol mexicano.

Picture of Paco Villasana
Paco Villasana
De los que priorizan las formas por encima de los resultados, en el fútbol y en la vida misma. Escribo del juego porque tengo la responsabilidad de explicar el porqué de las cosas, sobre todo en un país que lo necesita. Busco aprender de los mejores y generar un cambio. Mucho fútbol mexicano, aunque acorte la vida.

También lee: