Hola, querido amigo. ¿Cómo estás? Espero que estés bien el día de hoy. Seguimos hablando de futbol en Concacaf con historias que merecen conocerse. La vez pasada llegamos a Honduras para hablar del Real España, el único club activo de la realeza española en el extranjero. Ahora es momento de movernos hacia el noreste, hacia un conflicto silencioso entre dos países centroamericanos. Es Guatemala y Belice.
Recomendación musical 1
El ritmo popular en Belice se llama brokdown, que guarda parentescos con la música de las islas caribeñas. Al ser la única colonia británica en Centroamérica, Belice recibió las influencias de ritmos como el soca, el reggae y el calypso. Te traigo una canción escuchada en la década pasada: Man suk mi titi, de Danki.
Para este texto tendremos la presencia de Astrid Cerón. Internacionalista por el Tecnológico de Monterrey, especialista en Gobierno y Transformación Pública, y abogada por la Universidad Nacional Autónoma de México, especialista en Derecho Internacional Público y Derechos Humanos, con más de 10 años de experiencia en investigación social, asuntos regulatorios y públicos, diplomacia, protocolo y traducción para organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales y compañías globales. Actualmente es pasante en la Organización de Estados Americanos, consultora en Hill and Knowlton y consejera para Ashoka Latam, además de miembro activo de la Red de Estudios Globales Atlas-Polaris y Abogadas MX. Me enorgullece decir que es mi amiga. ¡Bienvenida, Astrid!
Vamos al tema de esta semana
Premios Nobel de la Paz: Reconocimiento al periodismo valiente
Los Premios Nobel (en sueco Nobelpriset, en noruego Nobelprisen) son galardones que se otorgan para reconocer descubrimientos o avances que impacten significativamente en el mundo. Se otorgan anualmente desde 1895 como última voluntad del industrial sueco Alfred Nobel, creador de la dinamita, ya que vivió con cierto sentimiento de culpabilidad por el uso bélico para el que se ha empleado esta sustancia.
Los Premios Nobel se entregan en seis categorías:
- Física
- Química
- Economía
- Medicina
- Literatura
- Paz
Los tres primeros son otorgados por la Real Academia Sueca de Ciencias, mientras que el Instituto Karolinska otorga el de Medicina y la Academia Sueca da los de literatura. El Nobel de la Paz se otorga en Noruega, por el Comité Noruego del Nobel (ya he hablado de ciertos laureados como Nelson Mandela y Lech Wałęsa). En los seis casos, se otorga una medalla de oro, un diploma y 8 millones de coronas suecas (más de 0,9 millones de dólares, menos de 0,8 millones de euros). Hace dos años escribí sobre un ganador del Premio Nobel de física que jugó futbol, Niels Bohr (más información aquí).
Para nuestra historia mencionaremos a los ganadores del Premio Nobel de la Paz. En esta ocasión fueron dos los galardonados, ambos con el periodismo como profesión. El primero fue el ruso Dmitry Muratov (Дмитрий Муратов), mientras que la segunda fue la filipina Maria Ressa. Muratov es cofundador del periódico independiente Novaya Gazeta (Новая Газета), que mantiene una libertad de prensa entre las condiciones más adversas bajo el gobierno de Putin (y el Kremlin lo felicitó, ¡vaya audacia!). Mientras tanto, Ressa ha resistido acosos y arrestos en su mayoría injustificados para denunciar la campaña antidrogas por parte del polémico régimen de Rodrigo Duterte y el uso indiscriminado de paparruchas en redes sociales para amedrentar opositores e influir en la percepción pública. Ningún periodista recibía el Nobel desde 1935, cuando al alemán Carl von Ossietzky fue reconocido por su labor al denunciar que el régimen de Hitler emprendía una campaña silenciosa de rearme después de su derrota en la I Guerra Mundial. Por cierto, ya he mencionado en mis historias a otros Premios Nobel de la Paz, como Lech Wałęsa (aquí) y Nelson Mandela (acá).
Es que en nuestra historia tenemos un conflicto en Centroamérica que sigue latente y está esperando a una decisión de la Corte Internacional en La Haya. Es un problema que viene desde el siglo XIX y para muchos representa una cuestión de orgullo nacional; a pesar de esto, el futbol funciona como un vehículo para lograr la paz.. Vamos a la frontera entre Guatemala y Belice.
Belice: origen de una negligencia
Todos sabemos que España durante el siglo XVI fue una potencia indiscutida colonialmente hablando. Tras un diálogo de repartición del mundo con los portugueses llamado Tratado de Tordesillas, España emprendió una campaña de conquista masiva. El resultado: gran parte del continente americano formó parte de la Corona Española.
Eran los tiempos del virreinato de la Nueva España, el cual abarcaba gran parte de Norteamérica y Centroamérica. Al sur del llamado Río Hondo empezaba un territorio inexplorado, lleno de mayas hostiles y selvas caribeñas inaccesibles. Los españoles dejaron de lado ese pedazo de tierra porque vieron que no tenía metales preciosos, como oro y plata. En el siglo XVII, ese territorio denominado Belice era una tierra de nadie, así que recibía a corsarios y piratas. Allí, estos «baymen» descubrieron un auténtico tesoro: el palo de Campeche, usado como tinte y con una demanda sin parangón en Europa. Empezó la explotación masiva: los baymen trajeron a sus esclavos de Jamaica.
España puso el grito en el cielo. Sabían de lo que era capaz la corona británica para dominar el mundo y su armada ya había sido derrotada estrepitosamente por ellos. Pueblos en Belice también fueron aniquilados por el control de esa mina de oro. Para acabar con esa masacre, se firmó el tratado de Madrid en 1670, un pacto de no agresión entre británicos y españoles. No funcionó. Siguió el desorden otro siglo más. Así siguieron las cosas hasta 1783, donde se firmó otro tratado, ahora en París. Los ingleses detendrían los actos de piratería; a cambio, los españoles cedían zonas de Belice, Honduras, Nicaragua y Campeche.
Vamos al año 1821. La independencia masiva de colonias estaba llegando a su clímax. Por los tratados de Córdoba, el prometedor Imperio Mexicano incluía a sus territorios del virreinato; es decir, los mexicanos tendrían a toda Centroamérica, incluyendo a Guatemala y Belice. El gusto les duró menos de dos años: el 1° de julio de 1823, las provincias unidas de Centroamérica declararon unilateralmente su independencia en Guatemala.
La corona británica sintió amenazadas sus pretensiones en Centroamérica, más con la abolición de la esclavitud en Belice en 1833. Ahí es donde aparece un personaje llamado Frederick Chatfield, cónsul de Belice, y se le ocurrió llegar más al sur, hacia el río Sarstún. Las provincias de Centroamérica, encabezadas por el General Francisco Morazán, se negaron.
Por desgracia, esa unión centroamericana dejó de existir seis años después, naciendo así una Guatemala independiente. Según su primera constitución, el territorio involucraba el sur de Belice. Al año siguiente, los ingleses crearon un consejo ejecutivo. Belice redactó en 1854 una constitución que favorecía a ingleses y excluía a indígenas y negros. Y en 1859 Belice formó parte de la British Honduras Company.
Ese año, se firmó un tratado entre el Reino Unido y Guatemala. Los guatemaltecos accedían a que más de la mitad del territorio de Belice pasara a manos inglesas para tala de árboles y extracción de recursos minerales; a cambio, los británicos construirían una carretera de Guatemala a la ciudad de Punta Gorda en cuatro años con el fin de llegar al Caribe. Evidentemente esto último no sucedió. Ya no importaba: Belice ya era una colonia británica. Primero dependió de Jamaica. En 1871, Belice cambiaba de nombre a Honduras Británica, y en 1884 se «independizó» de los guatemaltecos.
De conflicto mundial a conflicto centroamericano
En 1939, Guatemala volvió a la carga por Belice: el congreso del país centroamericano desconoció unilateralmente el acuerdo con los británicos porque ellos incumplieron la parte económica que te mencioné, es decir, esa carretera. Al acabar la II Guerra Mundial, Londres le dijo a Guatemala: «Si tienes un problema con las fronteras, acuérdate del artículo 36 de la ONU: tienes que recurrir a la Corte Internacional de Justicia». El país estuvo de acuerdo, pero dijo que tenía que analizarse también todo lo que pasó tanto en la parte histórica como en la jurídica.
En 1961, Belice ganó autonomía interna con el fin de independizarse. De inmediato, Guatemala vio la oportunidad y se lanzó al ataque. Eso causó una disputa, que condujo a que en 1963 rompiera sus relaciones con el Reino Unido (algo que duraría 23 años). Belice se negó a acatar el tratado, alegando que ellos no lo habían firmado, sino los ingleses.
En 1968, una comisión de arbitraje de Estados Unidos pidió que se reconociera la independencia de Honduras Británica por ambos países. El Reino Unido la reconoció a los pocos días de que se creara este estado en 1981 (cambió de nombre a Belice en 1971). Guatemala no lo hizo sino hasta 1991. Si bien había relaciones diplomáticas entre Guatemala y Belice, ambos países decidieron mandar a militares a la frontera.
No tardó en que se recrudecieran las tensiones. En febrero del año 2000, patrullas beliceñas mataron a un guatemalteco que estaba en una reserva forestal en territorio de Belice. Y los militares de ambos países se enfrentaron dos meses después en el distrito de Toledo, en territorio guatemalteco.
Ahí entendieron que la solución iba más allá de los gobiernos de ambos países, y entonces se dirigieron a la Organización de Estados Americanos (OEA). Guatemala reclama casi 11 mil kilómetros cuadrados del sur de Belice. Su vecino, mientras tanto, no solamente no está dispuesta a perder más de la mitad de su territorio, sino gran parte de sus ingresos por turismo: ahí se encuentra una de las reservas coralinas más grandes del mundo.
En 2001, la OEA tomó en sus manos el caso y en agosto de 2001 se creó la Zona de Adyacencia, que abarca un kilómetro a cada lado de la línea trazada en ese tratado de 1859 entre guatemaltecos y británicos.
En 2002, la OEA emitió una recomendación que tendría que ser aceptada tanto por guatemaltecos, como por beliceños. Esas recomendaciones involucraban las fronteras físicas y marítimas de ambos países. Estas últimas no fueron ratificadas porque ambos países dijeron que tendrían poco paso para el Caribe en el Golfo de Honduras. La OEA también anunció en 2005 la creación de un fondo para la cooperación y arbitraje entre Guatemala y Belice… el cual fue un fracaso. Así, el último recurso fue recurrir a la Corte Internacional de Justicia.
El 6 de diciembre de 2008 se firmó el Acuerdo Especial para Someter el Reclamo Territorial, Insular y Marítimo de Guatemala. Este referendo se llevaría a cabo simultáneamente en Guatemala y Belice el 6 de octubre de 2013. No se logró ese día, porque el gobierno guatemalteco alegó que su contraparte beliceña cambió las condiciones para llevarlo a cabo cuatro meses antes del plazo establecido.
Se fue postergando y postergando. Mientras, hubo tiempo para que hubiera otro encontronazo militar entre ambos países en 2016. No había de otra: había que realizar el referendo. Se preguntaba si el reclamo tendría que ser sometido a la Corte Internacional de Justicia. En caso de que ganara el no, se realizaría otra vez hasta que ganara el sí, porque ambos países vieron que esa era la única solución.
Finalmente se realizó la consulta popular, aunque no simultáneamente. Primero fue Guatemala, el 15 de abril de 2018. La Unión Europea apoyó económicamente dicho referendo. El resultado favoreció al sí casi unánimemente (96%). Belice lo realizaría un año después, el 10 de abril de 2019. Tuvo que posponerse cuatro semanas debido a un amparo del Partido Popular Unido, el principal partido de oposición en Belice. Por fin, se llevó a cabo el 8 de mayo. Aquí, el sí ganó con el 55% de los votos.
Situación actual del conflicto
Aunque es un asunto que compete a la OEA por presentarse netamente en el continente, no es un conflicto del cual se hable mucho. Una de las misiones que tuvo Luis Almagro, el Secretario General de esta organización, fue buscar dirimir toda disputa territorial que estuviera pendiente entre los estados americanos para priorizar otro tipo de asuntos, como incentivar la democracia en países con situaciones políticas bastante delicadas, en particular Nicaragua, Venezuela y Cuba.
La agenda de trabajo del Secretario Almagro tiene más que ver con la cooperación en materia territorial y de desarrollo, con un enfoque de división de los bloques contra o a favor de la democracia en el entendido de la OEA y sus agentes políticos.
El año pasado, las delegaciones de Guatemala y Belice se reunieron con Almagro. En un acto más bien protocolario, agradecieron al Secretario Almagro la creación de un fondo para promover la cooperación técnica, el arbitraje, las negociaciones, en el marco de cualquier tema judicial.
En otras palabras, la OEA sigue en su papel de solución diplomática, tratando de dilatar la canalización hacia la Corte Internacional de Justicia. Este último objetivo está persiguiendo Guatemala, y parece que ya se adelantó. En el último día del plazo (8 de diciembre de 2020), Guatemala presentó formalmente el reclamo territorial ante el tribunal de La Haya.
¿Cómo lograr la paz entre ambos países cuando tienes un conflicto que data desde el siglo XIX y que está prácticamente en un punto muerto? Te presento al futbol.
El Arenal: oasis futbolero para la paz centroamericana
El Arenal es el nombre, no de una localidad, sino de dos. Tenemos El Arenal guatemalteco, en el departamento de Petén, y tenemos El Arenal beliceño, en el distrito de Cayo. A medio camino entre ambos arenales se encuentra un campo de futbol, justo en la Zona de Adyacencia que separa a Guatemala y Belice.
El campo de El Arenal es el único en el mundo con una portería en cada país. En el primer tiempo puedes meter un gol en territorio guatemalteco, mientras que en el segundo tiempo, puedes gritar gol en Belice. Parece un campo normal, excepto que a los pocos metros hay un control fronterizo beliceño para recordar su carácter peculiar.
95 familias del Arenal chapín y 190 familias del Arenal beliceño viven en condiciones que apenas permiten la subsistencia y trabajan arduamente en el sector de construcción o sembrando en sus campos. Para desestresarse, casi cada domingo se juega un partido de futbol entre guatemaltecos y beliceños.
Para jugar en este campo, no necesitas un pasaporte. Solamente necesitas un balón, un grupo de amigos, ganas de divertirte y ganas de derrotar a tu oponente. A diferencia de los gobiernos, casi no hay problemas entre guatemaltecos y beliceños y los partidos son agradables. Eso sí, se dice que los primeros tienden a jugar con patadas, lo que hace que Belice les tenga miedo y no quieran jugar con la misma frecuencia.
Normalmente gana Guatemala. ¿Qué pasa cuando pierden? Los guatemaltecos se enojan y quitan la portería de la mitad de su territorio para que no se pueda jugar, algo parecido a lo que pasa en el futbol de los barrios donde jugábamos de niños. De todos modos, cuando sucede eso, basta que los beliceños esperen unos pocos días para ir por la portería y así haya siempre posibilidad de jugar un buen partido al siguiente domingo.
Para los habitantes de ambos Arenales, la resolución del conflicto entre gobiernos no es necesaria, porque ya lo han hecho a punta del balón. Y esto se notó cuando la tormenta tropical Earl devastó la zona. Peteneros y cayenses se ayudaron sin distinción de idioma ni gobierno.
La OEA ha visto con interés esta situación y ha ideado la Cultura por la Paz: organiza cursos de pintura en el Arenal guatemalteco, mientras que en el Arenal beliceño hay lecciones de música y de inglés, idioma oficial de ese país. Esta iniciativa está dirigida para niños. De todas maneras, los habitantes de ambos Arenales no necesitan un pasaporte para cruzar por ambos lados de la frontera. Eso sí, si desean trabajar en el otro lado, se necesita de un permiso especial, el cual no es difícil obtener. En educación, los habitantes del lado guatemalteco prefieren estudiar en el lado beliceño porque tener una educación bilingüe les daría una ventaja bastante considerable.
¿Resolución definitiva?
La decisión está en manos de la Corte Internacional. Expertos en la materia dicen que quien lleva la ventaja es Belice. Recordemos que su sistema de gobierno es una monarquía parlamentaria y la reina Isabel II sigue siendo su cabeza de estado, como buen país de la Commonwealth. Entonces, es un tema que involucra a Gran Bretaña, con las ventajas que esto representa, como un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y, repetimos de nuevo, el acuerdo se suscribió entre Londres y Guatemala; Belice no existía como estado soberano en el siglo XIX, y ese factor juega en favor a la ex colonia británica
En los últimos años, ha resultado contraproducente y con efectos adversos delimitar y asignar nuevos territorios dentro del Sistema Interamericano. Con mayor razón no se ve esta resolución en América Latina. En caso de que la Corte Internacional de Justicia le dé la razón a Guatemala, esto sería un caso paradigmático. Al final de cuentas, no es un tema que atraiga demasiado interés en La Haya, y en caso de que eso sucediera, entrarían otros factores trasnacionales a considerar en la ecuación, como migración, trata de personas y narcotráfico en la frontera (decomiso de toneladas de cocaína en los últimos tres años). Una cosa es delimitar fronteras, y otra es asignar territorios. Por lo tanto, La Haya no resolverá la devolución de los 11.000 km² a Guatemala. En el remotísimo caso de que Guatemala sea la ganadora, será más bien una delimitación de la frontera para poner punto final a la discusión de más de 150 años.
El fallo podría tardar bastantes años. La OEA está muy al margen de cualquier conflicto. Para este ente internacional, el que el fondo de cooperación y arbitraje no haya funcionado como se esperaba, no es responsabilidad suya porque en su opinión, los países tienen sus reclamos internos, y reclamos como el que hemos mencionado ahora no suelen aparecer en la orden del día de las reuniones plenarias, mucho menos las extraordinarias. Ni siquiera en la cumbre de CELAC hubo mención al respecto. Y en el Sistema Interamericano de los Derechos Humanos están más atentos a lo que suceda con la dictadura de Ortega en Nicaragua. Entonces, si llegara a haber alguna decisión, no se traería a la luz el quid del asunto, el famoso acuerdo entre Gran Bretaña y Guatemala.
Solo el tiempo dirá qué sucederá, pero en lo que se resuelve la situación, los habitantes de El Arenal siguen jugando sus partidos y demostrando que el futbol es un lenguaje diplomático donde no hay importancia del idioma hablado, sea español, inglés, criollo o lengua indígena.
Fuentes
BBC News Mundo. Premio Nobel de la Paz 2021 para los periodistas María Ressa y Dmitry Muratov. 8 de octubre de 2021
National Geographic. La historia de los Premios Nobel. 9 de noviembre de 2017
México Desconocido. Cuando México cedió el territorio de Belice a los ingleses. Fecha desconocida
Deutsche Welle. Guatemala presenta reclamo territorial sobre Belice ante La Haya. 9 de diciembre de 2020.
Shoman, Assad. La resolución de conflictos territoriales. El caso del Proceso de Conciliación Belice-Guatemala (2000-2020). Anuario de Estudios Centroamericanos. Universidad de Costa Rica. Vol. 46/2020
Organización de Estados Americanos. Acuerdo sobre un marco de negociación y medidas de fomento de la confianza entre Guatemala y Belice. 7 de septiembre de 2005
Vera, Asier. Una portería en cada país: así es el campo en el que se libra la batalla fronteriza entre Guatemala y Belice. El Mundo. 16 de marzo de 2017
Escobar, Rigoberto. Cancha de futbol une a vecinos de Belice y Petén. Prensa Libre. 20 de septiembre de 2016
Sumner, Brian Taylor. Territorial Disputes at the International Court of Justice. Duke Law Journal. 2004
Nos quedamos de nuevo entre Belice y Guatemala, pero nos extenderemos hasta Honduras y Nicaragua. Es que en la costa caribeña del norte de Centroamérica hay una etnia de la cual poco se sabe, pero es muy presente. Se les conoce como los garífunas y en las sociedades de estos países pisan fuerte, en especial en futbol. ¿Sabías que en el último mundial al cual asistió Honduras, Brasil 2014, había nueve miembros de esa etnia? Es lo que veremos la siguiente semana.
Recomendación musical 2
Dentro del dominio público de los guatemaltecos, sobresale la canción de Luna de Xelajú. Esta pieza del folclor chapín fue creada por Francisco Paco Pérez, un compositor de Quetzaltenango. Por cierto, Xelajú es el nombre en k’iche’ para esta ciudad al este del país. Él estaba enamorado de Eugenia Cohen Alcahé, una joven de origen judía que era parte de la alta sociedad quetzalteca. Alguna vez Eugenia tuvo que hacer un viaje a México, dejando solo a Paco Pérez. Entre esta morriña por su ausencia, tomó un papel y escribió la canción. Se presentó en un concurso de canto en la ciudad de Guatemala en 1944; quedó en tercer lugar, pero trascendió tanto que ahora suena en toda Guatemala, sea en la tradicional marimba, sea interpretada dentro del repertorio de cantantes extranjeros. Un ejemplo es la versión en la voz primorosa del mexicano Pepe Aguilar.
Recapitulemos
Guatemala y Belice tienen un conflicto territorial que data desde el siglo XIX. En 1859, el Reino Unido firmó un tratado con Guatemala con el cual se reconoció a Belice como colonia británica, a cambio de construir una carretera. Los ingleses no cumplieron con su parte. Guatemala reconoció a Belice sólo hasta 1991. Tras un incidente violento, se recurrió a la OEA, que dictó una Zona de Adyacencia. Precisamente esa Zona atraviesa un pueblo llamado El Arenal. Ahí existe el único campo de futbol en el mundo dividido entre dos países. Guatemaltecos y beliceños juegan sin problema alguno. A lo mucho, los guatemaltecos quitan la portería de su territorio cuando pierden. En 2018 y 2019 se celebró un referendo en Guatemala y Belice para que el conflicto sea resuelto por la Corte Internacional de Justicia.
Nos vemos la siguiente. ¡Hasta luego!