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No existen verdaderas razones de peso para poder concretar el por qué sucede, ni tan siquiera su propio protagonista podría darnos explicaciones que convencieran a todo el mundo. Como si de cualquier segunda parte de un ‘gran film’ se tratara, los proyectos de Antonio Conte alcanzan la cúspide durante su primera temporada y empiezan a agrietarse cuanto toca afrontar el segundo curso.

Exigencia mental máxima, mucha carga física, tensión constante por los métodos algo dictatoriales del técnico o, incluso, un nivel algo por encima de la realidad durante los primeros meses. Estos serían algunos factores a los que nos podríamos agarrar para intentar descubrir qué les pasa a sus conjuntos cuando da comienzo la siguiente etapa.

Le ocurrió en Turín (sobre todo el tercer año), Londres, y ahora, en Milán. El Inter está mostrando síntomas de equipo desgastado, menos intenso, con menor capacidad para hacer daño a sus rivales y, en definitiva, siendo algo menos coral. La catástrofe en Champions corrobora esto. Porque a pesar de estar inmerso en la lucha por el Scudetto, quedar fuera de cualquier competición europea ha sido un auténtico descalabro para la entidad y sobre todo para la credibilidad del técnico. Los neurazzurri no están encontrando la estabilidad en su juego, la identidad que implantó de forma tan rápida Conte se ha ido diluyendo y estamos observando a un Inter que se está sustentado en momentos de inspiración individual o arreones repletos más de corazón que de juego cuando los marcadores son adversos.

Se acudió al mercado con movimientos estratégicos para firmar a piezas que encajaran con el modelo desde el día uno. Aleksandr Kolarov para actuar como central zurdo, una posición que necesita de un jugador con cerebro y buen pie para organizar la salida, o como carrilero en un momento dado. En el carril diestro se buscó a dos jugadores de alma diferente pero que entienden la posición a la perfección. Achraf más ofensivo y con aptitudes para ser dañino atacando el lado débil y producir en campo rival y Darmian, perfil más defensivo para disponer de una versión algo más pragmática en ese lugar según requiera la situación. Con Arturo Vidal se fichó a uno de esos centrocampistas llamados a reencontrarse con Conte. Despliegue, presión, llegada y experiencia. Y, por último, la vuelta de Perisic. Que a pesar de no estar del todo cómodo como carrilero, el croata es sinónimo de trabajo y agitación en la cal.

Se encaraba la temporada con una palestra de nuevas caras que enriquecían claramente a una ya de por sí muy buena plantilla. El hecho es que no todos están siendo tan fundamentales en la rotación ni en la idea principal. Con el 3-4-1-2 / 3-5-2 inamovible del DT, el conjunto sigue siendo totalmente reconocible en cuanto a disposición táctica. Se reconoce fácilmente cómo se va a colocar este Inter y se sabe cuáles son los movimientos predilectos con y sin balón. Los problemas surgen porque existen dudas en el funcionamiento. Lo que antes era una presión alta y sostenida, ahora se alterna con un bloque más medio y sin tantos alardes físicos. Se están moviendo dependiendo del espacio y no del rival; por momentos, Conte ha cambiado su forma de defender y, por ende, de atacar… y aquí, surgen los principales aspectos por los cuales la máquina está dejando de funcionar. 

Los mecanismos y sinergias creadas hace unos meses ya no fluyen de forma natural porque muchos jugadores que vivían cómodos dentro de ese estilo de ritmo alto e ir a por el adversario, están viendo como siendo más contemplativos pierden gran parte de sus virtudes. Barella, Gagliardini o Arturo Vidal necesitan que el equipo sea menos reactivo y haya recuperaciones constantes para poder desplegarse, correr hacia delante y que sus contactos no sean en estático. Sin paredes rápidas y movilidad interior, todo es menos efectivo. A Marcelo Brozovic también le ha afectado el hecho de que las referencias por delante de él se estén moviendo con menor agresividad. Sin tantas líneas de pase, hay mucha más horizontalidad en las posesiones y está costando avanzar en bloque e instalarse arriba con facilidad. De hecho, en los primeros compases de curso, el técnico venía prescindiendo del mediocentro croata para jugar con un doble pivote mucho más físico y de menor calidad en la construcción por el simple hecho de que el Inter estaba virando hacia un equipo que rehuía de organizar una salida limpia saltando constantemente su medular. Con Vidal o Gagliardini, abandonando la zona ancha, los neroazzurri se parten y tienden a hacerse tremendamente largos. 

En salida de balón, uno de los fundamentos principales del entrenador, también se ha ido perdiendo ese nivel para saltar presiones a partir de los triángulos que formaban en los costados. Achraf y Perisic son menos finos en posicional que lo que eran Candreva y Young el año pasado. Por lo tanto los centrales exteriores no tienen las mismas posibilidades para hilvanar ese circuito de pases con sus carrileros porque ahora estos son prácticamente dos extremos más que necesitan que el sistema los ponga a correr y no estar tan involucrados en ayudar en los primeros pases en campo propio. 

Conte no es ajeno a tales circunstancias y está entendiendo que la solución para seguir siendo fiables en la organización desde atrás es el atraer la presión rival. Menos revoluciones y más paciencia para encontrar el espacio a espalda de la medular del contrario. De este modo, los interiores descienden juntándose con Brozovic y forman una línea de 3 + 3 junto a los centrales, permitiendo a los carrileros pincharse arriba y de este modo explotar el pase filtrado a Lukaku o el cambio de orientación hacia uno de los costados. 

Otro de los principales quebraderos de cabeza es el encontrar la fórmula para multiplicar las variables ofensivas. Al Inter ya le han estudiado muy bien y se sabe cómo y cuándo va a atacar. La forma en la que se busca generar ocasiones se ha hecho algo previsible y existe una necesidad de encontrar nuevas vías para aumentar la creatividad en campo rival. De ahí que se esté agitando el árbol en diversas ocasiones pasando del 3-5-2 prototípico a un 3-4-1-2 con una nueva altura generando una zona para la figura del trequartista. Este rol parecía diseñado para Christian Eriksen, pero el danés ha sido una absoluta decepción, hasta tal punto que ha dejado de entrar hasta en las convocatorias. El ex del Tottenham no se ha adaptado a las exigencias de su técnico y no ha podido ser ese eslabón entre medular y puntas que le diera un nuevo prisma imaginativo en los últimos metros. 

Ante tal panorama, el recurso más utilizado para que el Inter no tuviera ese vacío entre líneas que la nueva propuesta dejaba, ha sido la presencia de Alexis Sánchez. Han sido pocas las ocasiones en las que el chileno ha actuado como enganche porque el propio Conte reconoció que con él ahí más la doble punta y los carrileros tan arriba, el dibujo perdía equilibrio. Los tramos en los que se ha utilizado esta combinación, la dosis de velocidad, inventiva y profundidad se ha visto incrementada. No obstante, la realidad es que a pesar de que Alexis ha ido ganando con el paso del tiempo mayor compresión del juego y es capaz de bajar unos metros, asociarse y posteriormente conectar con los delanteros, su naturaleza es más la de un atacante puro que la del centrocampista de ¾ que busca el entrenador. 

Así pues, la estructura con balón en los ataques sigue siendo el juego directo hacia Lukaku, y que este descargue de cara a los interiores, abra a los costados o busque el giro y a partir de ahí conduzca. Un método que sigue siendo efectivo porque, a pesar de que los rivales buscan defender con mayor concentración al belga y que no pueda activarse como sabe hacerlo, Romelu tiene tanto talento individual que sigue dando frutos. Pero no deja de ser una fórmula que está muy explotada. Su pareja con Lautaro sigue siendo lo más armónico del equipo. A pesar de verse muy poco alimentados, siguen generando por puro entendimiento entre ambos. Cuando el ex del Manchester United recibe, el argentino sabe perfectamente hacia dónde moverse, bien acercándose a la jugada o bien rompiendo en profundidad esperando que su compañero lo encuentre. Las cifras al igual que las sensaciones siguen siendo de mucho nivel entre este binomio. Aunque más allá de ellos, sólo hay desborde y dinamismo en la última línea cuando los carrileros no encuentran oposición en sus carreras y se les puede activar al espacio. Cuando existe un buen planteamiento defensivo rival anulando a Lukaku o cerrando con superioridad las bandas, comienza el atasco con balón y se retoman esas dudas de cómo rellenar ese vacío y ser mucho mas imprevisibles. 

Por muy intransigente que parezca en sus métodos, Antonio Conte es tan detallista y consecuente con lo que va ocurriendo que acabará dándole la forma más beneficiosa al modelo. ¿Encontrará Conte los caminos exactos y generando de nuevo las sociedades perfectas para que el Inter de Milán ofrezca el salto de nivel esperado? El objetivo está trazado: recuperar el Scudetto que no levantan desde 2010.

Por: Pakillo Mariscal

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Francisco Mariscal
Periodista deportivo y Analista táctico. Entusiasta de encontrar los porqués del juego. Cualquier estilo es válido e igual de interesante, pero dame siempre a un enganche y dos extremos.

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