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¡Hola! ¿Cómo estás? Espero que estés muy bien, en este último texto para calentar motores para la Eurocopa que tendremos el privilegio de llevar en Editorial Puskás. Venimos precisamente de la última sede, Budapest, para hablar de cómo su presidente Orbán Viktor usa el futbol como una manera de ganar votos dentro de su población y los húngaros que viven en el extranjero. Para terminar, ha llegado el momento de recorrer toda Europa, como un homenaje a los caídos, a las ciudades que pudieron albergar partidos, pero que la UEFA rechazó en su momento por diversas razones.

Recomendación musical 1

He decidido usar música de compositores procedentes de países que no tuvieron la suerte de convencer al Comité Organizador de la Eurocopa UEFA. Lo curioso es que ambos pertenecen a un movimiento dentro de la música electrónica europea para llevarla a un nuevo nivel. El primer músico es griego, concretamente de la ciudad de Volos. Su nombre verdadero es Evángelos Odysséas Papathanassíou (Ευάγγελος Οδυσσέας Παπαθανασίου), nosotros tenemos el privilegio de conocerlo por su nombre de cariño, Vangelis (Βαγγέλης). Creador de soundtracks que se llevaron el Óscar como en la película Chariots of Fire, mezcla la música tradicional griega con el rock y se inspira en el universo para generar música que trasciende hasta nuestros tiempos, y suena igual de contemporáneo que cuando se publicó. A continuación te traigo otra canción de película… literalmente. Sí, la escuchamos en la cinta 1492, y la melodía es Conquest of Paradise.

Vamos al tema de hoy

Una Euro para todos

La Eurocopa, ese torneo precioso donde se ven las caras las mejores selecciones de la confederación más fuerte del mundo, estaría de plácemes en 2020. Se cumplirían 60 años de disputarse sin falta en un plazo cuatrienal el trofeo Henri Delaunay. Por ello, el entonces presidente de la UEFA, el otrora crack francés Michel Platini, se hizo la pregunta… ¿por qué dejar que un solo país tenga todo el pastel en sus estadios y no compartirlo en esta fiesta paneuropea? Anunció la decisión en una conferencia de prensa un día antes de la final de la Eurocopa 2012 entre España e Italia en el Estadio Olímpico de Kiev: la idea era los partidos se repartirán en 12 o 13 estadios por cada uno de los rincones de Europa. Seis meses después, la idea ya era un comunicado oficial

Ya tenía la coartada perfecta. Cuatro años atrás la economía europea seguía aún con los músculos entumidos después del derroche irresponsable del gobierno griego y un país no podría solo con todo. Luego, la UEFA ya tiene experiencia con torneos juveniles y femeniles. Con mucha frecuencia no son todas en una sede, sino en varias. Era el momento de llevar esta manera de hacer las cosas a una gran escala.

Lógicamente ya había tres propuestas que se quedaron con las ganas de albergar todos los partidos, como siempre había sido. La primera era las Islas Británicas, pero sin usar el típico centralismo inglés. Era una candidatura celta, con partidos a realizarse por Escocia, Gales e Irlanda. La segunda era una interesante región que se ha desarrollado después de tantos momentos de confusión, el Cáucaso, porque Azerbaiyán y Georgia querían mostrar que ya estaban listos para dar el salto de calidad, más porque Bakú es la ciudad que se ha apuntado para organizar los eventos, si bien su selección no da una en eliminatorias. No corrió con suerte para los Juegos Olímpicos de 2020, así que veía a la Eurocopa como un sabroso premio de consolación. La última es un país que siempre ha visto frustrada su ambición para estos eventos, Turquía. Platini calmó a los turcos prometiéndoles que tendrían tarde o temprano el preciado torneo. Otras propuestas que nunca fueron formales: Bélgica, Alemania, Países Bajos, una en el centro de Europa con Rumania y Bulgaria o Hungría, más la balcánica con Croacia, Bosnia-Herzegovina y Serbia.

El primer corte: el apoyo de los gobiernos locales

Al anunciar formalmente la idea de una competencia por toda Europa literalmente, en marzo de 2013 se anunciaron las reglas del juego para tener sus cuatro partidos.

Había dos tipos de paquete: El paquete estándar, con tres juegos de fase de grupos y uno de octavos de final o cuartos de final y el paquete de la final, con el llamado “final four”, con partidos de semifinal y final. Un país podía nominar hasta dos ciudades para un paquete o ambos, pero al final solamente se escogería a una. Lo siguiente a tomar en cuenta era la capacidad de los estadios. Si querían tener las finales, la capacidad debía ser mayor a 70.000 espectadores. De otro modo, con al menos 50.000 aficionados bastaba, pero podía haber excepciones para estadios con 30.000 butacas. Si la propuesta era en una ciudad sin estadio, éste debía empezar a ser construido a más tardar en 2016. Para evitar desmanes entre aficiones, las ciudades deben tener dos aeropuertos. Este paso era el más importante. Para compensar la falta de oportunidades, Platini dispuso que se le daría prioridad a las sedes que no hubiesen albergado partido alguno

La fecha para que UEFA anunciara sus ciudades candidatas era a mediados de septiembre de 2013. Se confirmaron 40 ciudades en 32 países. Ahora todo quedaba en manos de lo que dijeran los ayuntamientos y gobiernos locales.

Se fueron cayendo las candidaturas. La primera en retirarse fue Helsinki, Finlandia porque la remodelación de su Estadio Olímpico (Olympiastadion) no cumpliría con los estándares de la UEFA. También se retiró Praga, porque no estaba lista para cumplir con las garantías de su nuevo estadio. Italia tenía dos ciudades, y finalmente descartó a San Siro, el templo de futbol de Milán. Mismo caso con España, que nominó a cuatro estadios, pero que descartó tres: el Wanda Metropolitano (Madrid), el Estadi Cornellà-El Prat (Barcelona) y el Nou Mestalla (Valencia).

Hasta ahora están paradas las obras del Nou Mestalla, en Valencia

Para abril, las cosas empezaron a tomar su cauce. En los caídos había países que ya habían sido sede, como St. Jakob-Park de Basilea (2008); el Estadio Nacional de Varsovia (Stadion Narodowy w Warszawie), Estadio de Silesia de Chorzów (Stadion Śląski) y el Complejo Nacional Deportivo Olímpico de Kiev (Національний спортивний комплекс «Олімпійський», Natsionalny sportyfny komplex “Olimpiysy”, 2012), y el Stade des Lumières en Lyon (2016). Portugal también se bajó, tanto con el Estádio do Dragão en Porto como con el Estádio da Luz en Lisboa. Lo mismo ocurrió con Zagreb; tuvo problemas financieros para su nuevo estadio.

Estadio de Silesia en Chorzów

Más ciudades que finalmente declinaron: el Hrazdan Marzadasht en Ereván (Հրազդան մարզադաշտ), el Estadio Poljud de Split, el Estadio Olímpico Spiros Louis de Atenas (Ολυμπιακό Στάδιο «Σπύρος Λούης»), el Astana Arena de Nursultan (Астана Арена), y también Belgrado. Si había oportunidad para Ucrania era con Donetsk y su Donbass Arena (Донбас Арена), pero se diluyeron con la guerra civil que dejó esta majestuosa catedral convertida en una zona de guerra.

Estadio Olímpico Spiros Louis de Atenas

El caso más dramático, sin embargo, fue el de Estambul. Turquía decidió apostar por el premio mayor: ¿por qué conformarse con tener solamente tres o cuatro partidos, si podía tener los 51? No le importó que su Estadio Olímpico Atatürk era amplia favorita para tener las semifinales y final. Renunció para concentrarse en la Eurocopa de 2024, tras perder tres veces seguidas (2008, 2012 y 2016). Era una apuesta demasiado arriesgada, y finalmente salió mal. Perdió esta vez contra Alemania, y de manera contundente. ¡Ni modo! ¡Así suceden las cosas!

El segundo corte: Sedes rechazadas

El 26 de abril de 2014 se publicó la lista preliminar de 19 ciudades que competirían por ser la sede. Dos ciudades iban por el paquete final, mientras que las 17 restantes tendrían el paquete estándar. Ahora venían los comités evaluadores de la UEFA que viajarían a cada ciudad para ver cuestiones como el estadio, las facilidades, el hospedaje, los medios de transporte y más criterios.

Fueron cinco meses arduos para ver reportes y deliberar una candidatura sobre otra. Finalmente, el 10 de septiembre de 2014 la UEFA decidió qué ciudades no pasaron esta prueba:

Minsk, Bielorrusia

La Euro 2020 representaba para Minsk una gran oportunidad de renovarse ante los ojos del futbol. No tenían problemas para su deporte nacional por antonomasia, el hockey sobre hielo, cuando recibieron el Campeonato del Mundo de la Especialidad. Pero esto era cosa seria.

Finalmente al salir el reporte final se demostró que era quizás la candidatura más débil. No solamente su estadio Dinamo, actualmente Traktor Stadion (Стадыён «Трактар») tendría la menor capacidad de todas (aumento de 16,5 mil a 30.000), sino las condiciones políticas de su presidente Alexander Lukashenko (Аляксандр Лукашэнка) eran bastante dudosas. La ocupación hotelera despertaba dudas serias, ni se diga el precio exorbitante para hacer uso de las instalaciones deportivas. Apenas era un proyecto, pero los planes distaban mucho de ser factibles. Por ello, Minsk fue descartada de entrada.

Estadio Traktor

Eso sí, no todo fue malo. Ante la negativa de Ámsterdam, Minsk fue la sede de los II Juegos Europeos. Algo es algo.

Sofía, Bulgaria

Para estándares de la Unión Europea, Bulgaria es el país más pobre. Ese era el hándicap negativo con el cual Sofía, y su estadio nacional Vasil Levski (Национален стадион „Васил Левски“, Natsionalen stadion “Vasil Levski”), tenían que competir. Su capacidad en ese momento no era tan mala, 43,5 mil, e incrementarla al mínimo aceptable, 50.000, no representaría gran dificultad. Su problema era las cuestiones legales, el uso de voluntarios, una débil propuesta de renovación del estadio. Y sí, lo más grave es que ni siquiera el gobierno de Sofía había dado un aval incondicional.

Jerusalén, Israel

El que hubieran albergado el sub-21 europeo en 2013 los envalentonó. Israel es un país que ha demostrado ser un faro en Medio Oriente con instituciones gubernamentales bastante sólidas y una tenacidad para sacar agua debajo de las piedras, y ser sede de la Euro podría ser un acierto, más cuando Israel es competitivo en deportes como básquetbol. El estadio Teddy (אצטדיון טדי, Atztadion Tedy) tal vez no era grande, pero tenía todo lo necesario. La principal cuestión para que la UEFA lo rechazara no era la falta de experiencia en eventos de ese calibre, sino la situación política de reconocimiento de Israel como estado independiente. Finalmente, Jerusalén quedó descartada por no tener detalles del estadio claramente estipulados con respecto a vallas de seguridad, instalaciones temporales y las demandas para la transmisión de partidos por televisión.

Skopie, Macedonia del Norte

Macedonia del Norte tiene una actitud bastante entusiasta para dejar de lado su pasado de ser el país ex yugoslavo menos desarrollado. Un país así de joven no deja escapar ninguna oportunidad para tener aunque fueran tres partidos básicos. Por ello, Skopie nominó a su estadio Phillip II (actualmente Arena Nacional Toše Proeski, Национална арена „Тоше Проески“, Natsionalna Arena “Toshe Proeski”) para esta Eurocopa. El objetivo es que esto fuera un parteaguas para que Europa empezara a voltear hacia espacios no tan conocidos de los Balcanes.

Aún así, para la UEFA esta voluntad no fue suficiente por sí sola. El estadio no tendría una remodelación para aumentar la capacidad, el aeropuerto de Skopie no se daría abasto para tantos aficionados de todas partes del mundo, no había camas suficientes en los hoteles de equipo y otros detalles más que hablaban de un país que no tenía la experiencia adecuada para algo así.

El tercer corte: Sedes eliminadas

Con 15 ciudades que pasaron ese corte, ahora seguían nueve intensos días de cabildeo y proselitismo para convencer al resto de países de que eran dignos para ser parte de esta celebración sexagenaria. Dos ciudades finalmente se quedarían fuera, justo al llegar a las puertas.

La dinámica era por medio de una serie de votaciones el 19 de septiembre de 2014 en Ginebra, Suiza. Primero se elegiría a la ciudad del paquete de las finales. Múnich se retiró de esa votación y así enfocarse en al menos el paquete estándar, dejando a Londres con esta valiosa encomienda. Luego, las siete sedes con estadios de más de 60 mil espectadores entrarían en liza para los partidos de cuartos de final. Las elegidas fueron Múnich, San Petersburgo, Roma y Bakú.

Tras ello seguían las ocho sedes restantes que tendrían sus partidos de fase de grupos más el de octavos de final. Para hacer más incluyente geográficamente hablando, Europa se dividió en seis regiones: noroeste, Escandinavia, este, centro-este, centro y el Mediterráneo. La zona escandinava escogió a Copenhague y la centro-oriental se decantó por Bucarest.

Eso ya sumaba siete ciudades confirmadas. Restaban ocho candidatos por seis lugares. En una votación no exenta de dramatismo, salieron las dos ciudades que no tendrían partidos:

Estocolmo, Suecia

En el barrio de Solna está el estadio más grande de Escandinavia, el Friends Arena. Este es el digno sucesor del viejo Råsunda. Cabe destacar que este suburbio es el único lugar en Europa que ha tenido las finales de las cuatro competencias más grandes de futbol: el mundial y la Euro, en sus ramas varonil y femenil. Otro dato es que por aquí pasa el meridiano 18 este. El Friends Arena tiene un techo retráctil que permite que haya actividad sin importar la caída copiosa de nieve. Estocolmo es la propuesta que recibió menos votos en esta última etapa. Bueno, en 2017 tuvo la final de la Europa League. Y este año será sede de una Eurocopa, pero esta vez de balonmano.

Cardiff, Gales

Poco importó un currículum envidiable: sede en dos mundiales de rugby y en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. El Millenium Stadium es un estadio bastante moderno que no tiene nada que envidiarles a otras catedrales de futbol en Inglaterra. Hace rato que Cardiff levanta la mano en organización de eventos deportivos. En nuestra opinión, al estar Londres y Glasgow elegidas, Cardiff sobraba y ese lugar podía ser destinado para otras sedes que en verdad lo necesitara. Se quedó a un voto de formar parte de este elenco paneuropeo. De todos modos, Gales no se quedó con las manos vacías; en 2017 recibió la final de la Champions League.

El corte final: Sede descalificada

Si hay algo que tiene la UEFA es su rigurosidad en cada aspecto de la organización. Aquí no hay diferencia de ciudades por su estatus o por sus aportaciones a las competencias deportivas. Es normal que algunas sedes muestren retrasos en sus remodelaciones o construcciones y el Comité Organizador les llama la atención. Tras ese regaño, redoblan esfuerzos y en el peor de los casos el estadio se termina a dos semanas de comenzar el evento. Se llevan a cabo los partidos, hay risas, los directivos de la UEFA terminan satisfechos y los organizadores locales respiran hondo por haber cumplido la misión.

Sin embargo, hay veces que alguien peca de abusar de esa confianza y la UEFA no tiene más remedio que retirarlo de la contienda. Eso le sucedió a esta ciudad que precisamente le negó a Cardiff el derecho de albergar partidos por solamente un voto.

Bruselas, Bélgica

Bruselas ya había sido sede de dos Eurocopas. La primera fue la final de 1972 y la segunda fue el partido inaugural en la edición de 2000 que compartió con Países Bajos. Además, Bruselas es la capital de la Unión Europea y aquí se dan cita las principales organizaciones internacionales. Su carácter estratégico y su multiculturalidad daban fe de una excelente decisión para tener cuando menos cuatro partidos. Esas dos ediciones se jugaron en ese estadio del Rey Balduino, comúnmente conocido como Heysel. Para la edición del 2020, Bruselas propuso un nuevo estadio, llamado Eurostadium. Creo que no hallarás otro nombre que refleje más esa característica diplomática de Bruselas.

Sin embargo, la candidatura de Bruselas para la Eurocopa 2020 podría ser un manual de cómo echar a perder una buena propuesta por culpa de la política. Hasta en las mejores familias ocurre eso. El Eurostadium tendría una capacidad de 50.000 espectadores, aunque podrían ser 60.000 si las cosas salían bien.

Estadio Rey Balduino

La UEFA advirtió que el estadio tendría que estar terminado para finales de 2019, así tendrían tiempo suficiente para adecuar la infraestructura, rubro en el que Bruselas prácticamente se pintaba solo. Pero Bruselas tiene un grave problema: es una ciudad con pugnas entre Valonia, francófona, y Flandes, de habla neerlandesa. Y eso empeora cuando sabemos que el principal impulsor de Bruselas como sede de Euro fue el concejal Alain Courtois, francófono, hombre clave en que Bélgica recibiera la Eurocopa del 2000 y en la candidatura fallida para el mundial del 2018. También estaba a cargo el ministro de finanzas de Bruselas, Guy Vanhengel, de Flandes.

Proyecto del Eurostadium

Este estadio sería la nueva casa del Anderlecht y de la selección belga. Y por ello el ayuntamiento de Bruselas le dio la licitación de la construcción al consorcio Ghelamco/BAM. De inmediato tuvo mucha oposición, destacando el ministro de ambiente de Flandes, Joke Schauvliege. La inversión pública de 432 millones de euros era un escándalo. También el rival del Anderlecht, el Brujas, se quejó de que el conjunto capitalino resultaría el verdadero beneficiado. Tanto fue el escándalo que los Paars-Witten salieron de la puja en 2017. Y ya no hablamos de la falta de permisos ambientales y de construcción.

El tiempo fue pasando y la construcción se siguió aplazando. Finalmente el 7 de diciembre de 2017, la UEFA le retiró la sede a Bruselas y sus partidos pasaron a Londres. Y como último clavo al ataúd, Schauvliege canceló el proyecto al mes siguiente.

Bruselas pasó de un proyecto de estadio vanguardista a quedarse sin nuevo estadio.

Corte extra: Sedes canceladas por COVID-19

Hasta febrero de 2020, la Eurocopa iba viento en popa y la organización de 12 ciudades estaba encantada con esta oportunidad. Pero de pronto llegó la pandemia causada por el virus SarS-CoVID-19 y el futbol se vio obligado a tomar una pausa, como casi todo en este mundo. Las condiciones de confinamiento y la transmisión de la pandemia obligaron a la UEFA a posponer la competencia durante un año.

Una de las cosas que la sociedad no aprendió de pandemias como la gripe española casi hace 100 años es que el COVID-19 podía tener una segunda o hasta una tercera ola de contagios ante la falta de una cura conocida. Y de diciembre a febrero hubo alertas en la UEFA ante el avance de nuevas cepas del virus, como la británica y la india. No importaba que el aforo se redujera a un 30% de capacidad; si había peligro de que arreciara de nuevo la enfermedad, tendrían que tomar medidas como reducir el número de sedes o hacerlo en un formato burbuja a una sola sede en la medida más drástica. Ciudades como Londres y San Petersburgo alzaron la mano para tener todos los partidos.

El presidente de la UEFA, el esloveno Aleksandr Čeferin, no estaba dispuesto a perder la competencia paneuropea que llevaba nueve años cocinándose, y estaba determinado a que hubiese público sí o sí. Así pues, dispuso un comité de emergencia para dilucidar el siguiente paso a tomar. La idea era mantener a la mayor cantidad de sedes. El aforo mínimo era 25%, y el mejor escenario era un estadio lleno. Condiciones demasiado ambiciosas, pero estipuladas al fin de cuentas. Ciudades tradicionalmente presentes en el organigrama de la UEFA como Múnich y Roma corrían peligro. Al final, dos ciudades no lo lograron.

Aleksandr Čeferin

Dublín, Irlanda

Para el momento en el que la UEFA llamó a una reunión de emergencia, Irlanda pasaba por el fin de su tercera cuarentena, gracias a la variante británica que tantos estragos ha causado en países. El Aviva Stadium estaba listo para recibir los partidos del grupo E más el de octavos de final. Su capacidad de 51.700 espectadores, el tradicional craic irlandés y un historial de partidos como la final de la Europa League 2011 y diversos encuentros de rugby y futbol gaélico avalaban a Dublín. Pero la tercera ola impedía que Irlanda pudiera cumplir los compromisos de darle la bienvenida a suecos, eslovacos y polacos para sus partidos. El Taoiseach de Irlanda, Micheál Martin, dijo que los requisitos que estipulaba la UEFA eran poco realistas y que era un sinsentido abrir al público los estadios. Así pues, el 23 de abril de 2021 la UEFA le retiró a Dublín la sede; sus partidos de fase de grupos irán a San Petersburgo, mientras que su encuentro de octavos ahora se disputará en Wembley.

Bilbao, España

España jugó con fuego cuando se decantó por Bilbao en lugar de ciudades más favorables al centralismo como Madrid o Valencia. Bilbao es la ciudad más poblada del País Vasco, región que hasta antes de la pandemia crecía sostenidamente en el aspecto económico gracias a su actividad industrial. Aún quedan las cicatrices de las pugnas del centralismo y el realismo contra el nacionalismo euskaldún con movimientos como Bildu y el oportunista Podemos o con grupos borrokas como ETA. Hay un dato contundente: la selección española no juega en Bilbao desde 1967, esto es, desde tiempos de Franco. Bilbao era una elección estratégica para avanzar hacia un entendimiento entre España y el País Vasco, cuya selección recientemente ha expresado su interés de afiliarse a la UEFA. Lógicamente los abertzales opusieron una férrea resistencia a llevar la Eurocopa a Bilbao, máxime cuando la Furia Roja tenía amplias posibilidades de ser sede. No importaba que el Nuevo San Mamés era ya un estadio con una remodelación más que exitosa y bastante amigable con el paisaje bilbotarra.

Llegó la pandemia y Bilbao la pasó mal. El País Vasco no iba en una tercera, sino en una cuarta ola. La vacunación no avanzaba tan rápido como en otras comunidades autónomas, y encima una semana antes de la reunión extraordinaria de la UEFA la lehendakaritza de Bilbao y el gobierno vasco publicaron los lineamientos para que hubiese público en recintos deportivos. Para que haya al menos 25% de público, se tienen que cumplir los tres requisitos: tasa de incidencia menos a 40 contagiados por 100.000 habitantes, 60% de la población vacunada o menos del 2% de ocupación de cuidados intensivos. Requisitos prácticamente imposibles de cumplir para junio de 2021.

Íñigo Urkullu, el lehendakari del País Vasco, decía que siempre defendía la Euro en Bilbao, pero en la práctica impuso las recomendaciones como un pretexto para deshacerse de la Euro y en especial no despertar escozor por todo lo que rezara España para contentar a ese sector de la población que aún mira con recelo a Madrid. El presidente de la Real Federación Española de Futbol, Luis Rubiales, no estaba dispuesto a dejar que la Euro se fuera de España. Incluso reclamó que Múnich no cumplió con el requisito de la cuarentena y aún así se mantuvo la sede.

Rubiales tuvo que recurrir a negociaciones extraordinarias con Estocolmo y Cardiff, las ciudades que se habían quedado a la orilla. Abogó por dejar la Eurocopa en España porque ya se tenía todo organizado, solamente había que mudar la sede. Sevilla ha sido una ciudad que ya ha sido testigo de finales de Copa del Rey, y las cosas con la pandemia no andaban tan negras en Andalucía. Eso sí, no sería ni en el Sánchez Pizjuán ni en el Benito Villamarín, sino en la nueva joya de la corona de la RFEF, el estadio de La Cartuja, que aprobó la revisión de la UEFA fácilmente. Finalmente, el 23 de abril, la UEFA movió los partidos de Bilbao a Sevilla. En el gobierno bilbaíno cundió el crujir de dientes y la indignación… buscan demandar a la UEFA por el trato; sin embargo, el daño está hecho y habrá futbol en la ciudad hispalense.

Estadio de La Cartuja, en Sevilla

Ciudades que no tuvieron apoyo, ciudades que reprobaron el examen de la UEFA, ciudades que no tuvieron la astucia necesaria para convencer al resto de países, ciudades abusivas de la buena fe gracias a peleas políticas y ciudades impedidas por una pandemia… esta edición de la Eurocopa ha resultado más accidentada de lo esperado, pero finalmente se ha llegado a un punto donde la organización ya está encaminada. Normalmente no se le hace un homenaje a las sedes fallidas; aquí en Editorial Puskás todo mundo cuenta, en especial si fueron eslabones de una cadena que quiere llegar a un extremo satisfactorio.

Fuentes

UEFA. UEFA EURO 2020 Evaluation Report. Septiembre de 2014
BBC Sports. Euro 2024: Germany beats Turkey to host tournament. 27 de septiembre de 2018
Booth, Dominic. England come from nowhere to snatch Euro 2020 matches from Cardiff and Stockholm. 7 de diciembre de 2017
Kunti, Samindra. Brussels Eurostadium project demolished before a brick is laid. Inside World Football. 31 de enero de 2018
Fallon, John. Euro 2020: Why has Dublin lost hosting rights? What happens if I have tickets? Irish Times. 23 de abril de 2021
Azzoni, Tales. UEFA da de baja a Bilbao como sede de la Euro 2020. Los Angeles Times. 21 de abril de 2021

Como otra manera de darle voz a Irlanda, resentida con la UEFA, he decidido incluirla en este recorrido por Zemljopis NK. No entra en la guía de la Eurocopa, pero no importa. La historia que veremos  es precisamente sobre la bonanza del futbol irlandés, de finales de los 80 a mediados de 1996 a cargo de una vieja leyenda de Inglaterra, Jack Charlton. Todo esto bajo un contexto de terrorismo e independencia a cargo del Ejército Republicano Irlandés. Violencia, superación de rencores, dos clasificaciones a mundiales y victorias sensacionales… todo esto lo veremos la siguiente semana.

Recomendación musical 2

El otro gran músico electrónico que quiero mencionar es el francés Jean-Michel Jarre. Nacido en Lyon, ha conjuntado música electrónica con trance y hasta new age, siendo el pionero en ritmos que tardaron hasta 20 años en cobrar forma. Se ha cansado de ofrecer conciertos multitudinarios, como en el bicentenario de la Revolución Francesa: 2,5 millones de almas, ¡récord mundial Guiness! Es embajador de buena voluntad de la UNESCO. Ha participado en varias bandas sonoras con temas como Oxygène y Rendez-vous, que fue el tema del mundial de Francia 1998. Aquí lo vemos con un tema que suena más futurista para el 2021. Chronology N° 4.

Recapitulemos

Para la edición de la Euro 2020, Michel Platini ideó una competencia por 13 ciudades de Europa y así celebrar 60 años del trofeo Henri Delaunay. En un principio se apuntaron 40 ciudades de 32 países; para la UEFA 19 ciudades se postularon exitosamente. La lista fue recortándose con el paso del tiempo por diversas razones:

  • Ciudades que no pasaron la evaluación inicial: Jerusalén, Minsk, Sofía y Skopie.
  • Ciudades que quedaron al final de la votación: Cardiff y Estocolmo.
  • Ciudad que no cumplió con el plazo para construir el estadio: Bruselas.
  • Ciudades impedidas por la pandemia de COVID-19: Bilbao y Dublín.

Nos vemos la siguiente semana. ¡Hasta luego!

Sebastián Alarcón
Sebastián Alarcón
Soy Sebastián Alarcón, tengo 31 años. Aspiro a ser polímata. Junto futbol con geopolítica, sociedad, cultura, idiomas e historia y le agrego música para explicar el mundo. Escribo de futbol de la FIFA y fuera de ella. Si sientes la décima parte de lo que siento al escribir, mi misión está completa.

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