Marruecos 0-0 (3-0 penaltis) España: Quedarse a medias

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Todo gran equipo debe aspirar a tener respuestas para todo. A que cuando el rival tapa sus puntos fuertes, se mantenga la serenidad y se busquen otras formas de conseguir lo que se pretende. En este sentido, España se quedó a medias contra Marruecos. Los marroquíes saltaron al césped del Education City Stadium con una consigna clara: negar los espacios interiores y desgastar a España desde su trabajo sin balón. Ante ello, los dirigidos por Luis Enrique se vieron incapacitados para llevar a cabo su plan A y apenas tuvieron margen de maniobra. A medida que el tiempo avanzaba, Marruecos no concedía y se lo iba creyendo, hasta que tocó la gloria en los penaltis. Bono se vistió de héroe en la tanda y Marruecos jugará los primeros cuartos de final de un Mundial de su historia.

A sabiendas de que España es una selección que domina a través de su centro del campo, Walid Regragui planteó su particular y compacto 4-1-4-1, blindando el carril central y defendiendo en muy poco terreno -distancias cortísimas entre líneas- para no ceder ningún espacio por dentro. Defendiendo en bloque medio, Marruecos no especuló y de inicio fue muy agresiva sobre España, que empezó construyendo en 4-3-3 con laterales bajos, extremos en la cal e interiores entre líneas. En estos primeros minutos, el trabajo defensivo de Marruecos fue buenísimo, coordinando los movimientos de sus líneas para que España nunca encontrase a Busquets, Pedri o Gavi de cara. Para ello, los interiores (Ounahi y Amallah) saltaban a los centrales negando el pase con interiores; En-Nesyri disuadía a Busquets; y los extremos (Ziyech y Boufal) saltaban a Marcos Llorente y Jordi Alba. Por detrás, Sofyan Amrabat, el MVP de la noche, ajustaba su posición en función del colectivo y los centrales achicaban a Asensio. España empezó el partido sintiéndose muy incómoda. 

No habia pasado mucho tiempo y Pedri ya bajó a la base izquierda a dirigir, empujando a Jordi Alba arriba y a Dani Olmo por dentro. Minutos más tarde, Gavi haría lo mismo en derecha, con Ferran abierto y Marcos Llorente en carril intermedio. Pero España no dio con la tecla. La posesión era estéril y Marruecos seguía cortando todo intento de progresión interior. Ahora bien, con el paso del tiempo, aprovechando el desgaste de los jugadores marroquíes, España tuvo más tiempo para pensar en campo rival y, por ende, poder sacar ventaja del espacio a la espalda de la defensa. Marruecos defendía muy compacta, pero dejaba espacio suficiente entre portero y línea defensiva que podía ser aprovechado con movimientos en ruptura. Marco Asensio y Jordi Alba lo intentaron puntualmente, y de ahí llegaron los únicos acercamientos, pero faltó claridad y volumen. No aprovecharlo dolió el doble porque más tarde Marruecos ajustó las vigilancias y defendió mucho más cerca de la portería de Bono. Dicho esto, el contexto de partido era peligroso en clave España, porque su circulación no desordenaba y cualquier pérdida le dejaba en desventaja ante los delanteros marroquíes. Además, los norteafricanos contaban con un inspiradísimo Sofiane Boufal, que cada vez que recibía y encaraba a Marcos Llorente inclinaba el campo a favor de su selección. Boufal fue una fuente de fútbol cada vez que Marruecos salió en transición, dando tiempo a su equipo tiempo para atacar de cara y llegar con ventaja al último tercio.

Luis Enrique invirtió de perfil a Pedri y Gavi en el 40’, y empezó el segundo tiempo de la misma manera. En izquierda, Alba en la base, Olmo abierto y Gavi por dentro; y en derecha, Pedri en la base, Ferran abierto y Llorente entre líneas. Con esta disposición, surgieron unos buenos minutos de España, avanzando mediante el circuito de izquierda y encontrando a Gavi entre líneas. No obstante, Marruecos lo tuvo muy claro en todo el partido y cada vez que España conseguía una mínima ventaja interrumpían con falta. Buscando alternativas, en el 60’ Luis Enrique realizó los primeros cambios: Gavi por Carlos Soler y Marco Asensio por Morata. Así, Pedri volvió a la izquierda y Soler ocupó la base en derecha (algo inusual, esto último, porque no explota las virtudes del jugador del PSG). Lejos de mejorar, España se volvió plana y más previsible con balón, dando pie con cada pérdida a una transición de Marruecos. Por otra parte, Regragui quitó a Boufal por Abde, pero no fue el de Osasuna el mayor peligro marroquí en esas situaciones. Los responsables fueron Hakimi, Ounahi y Ziyech, los tres hombres de banda derecha, a partir de los cuales Marruecos puedo salir de presión y transitar una y otra vez. Pese a que Rodri seguía manteniendo a España firme atrás, anulando a En-Nesyri, Marruecos se lo iba empezando a creer. 

Con Marruecos relativamente cómoda y España estancada, la decisión que más impacto tuvo fue el cambio de Ferran por Nico Williams. Con Nico en el campo, España ganó amenaza en 1v1 (cosa que con Ferran no tenía) y pudo hundir a Marruecos desde su desborde y centro. Fue entonces cuando llegaron los minutos de más acercamientos de España en el segundo tiempo, volcando mucho juego por derecha y aprovechando la lesión de Mazraoui, con Nico encarando a Attiyat Allah y yéndose cada vez. Ahora bien, ese fue el único recurso de España y los 90′ murieron ahí. Roman Saïss y El Yamiq protegieron bien el área y el partido se iba a la prórroga. 

Ya en el tiempo extra, cada segundo jugaba a favor de Marruecos. Entraron Ansu Fati y Alejandro Balde, buscando dar aire por izquierda ante un Achraf Hakimi que se estaba comiendo cada duelo individual, pero no hubo forma de romper la tendencia. Solamente la agresividad de Nico Williams, desde el desborde o la ruptura, era opción para inquietar a Marruecos. Finalmente, pese a que con el partido roto cada equipo tuvo una ocasión clarísima, todo se iba a decidir en los penaltis. Una tanda que no hizo más que reflejar el estado anímico de ambas selecciones. Polos opuestos. España, tibia por no haber hecho los deberes a tiempo, y Marruecos, decidida en frente de una oportunidad histórica. Bono, con tres penaltis parados, y Achraf Hakimi, anotando el último a lo ‘panenka’, fueron los héroes del equipo marroquí.

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