El mayor triunfo de Gian Piero Gasperini en Bérgamo radica en cómo está consiguiendo exprimir al máximo un plantel que, a priori, no debería competir por los puestos que pelea. Seguramente por la cabeza de muchos de los jugadores del Atalanta no había pasado la idea de ver cara a cara a los mejores equipos de Europa. Y el caso más paradigmático del conjunto de Lombardía es el de Alejandro ‘Papu’ Gómez.
El argentino ha sufrido una evolución en su juego que muy pocos podíamos intuir; se ha transformado en un jugador mucho más completo. De extremo gambeteador, con una capacidad altísima para rajar sistemas defensivos desde banda izquierda trazando diagonales para disparar o dar el último pase, a compartir la «doble mediapunta» con Ilicic. Aunque cada uno con su particular función: el argentino -muchas veces- bajando a recibir cerca del doble pivote (Freuler-De Roon) y el esloveno intimidando la frontal con su finísima zurda. En resumidas cuentas, ‘Papu’ conectaba e Ilicic y Duvan golpeaban.
Atalanta desarrolla una idea de juego reconocible. Defienden al hombre, es decir, con marcajes individuales y una presión alta. Dentro de este hábitat, el «Papu” ha ido sobresaliendo con el paso de las temporadas, adaptándose no sólo a lo que le ha pedido su técnico, sino también a lo que su desarrollo como futbolista ha ido precisando. Porque, aunque parezca obra y gracia de Gasperini, la realidad es que Gómez, desde sus inicios, ha ido teniendo cambios constantes en su posición.
Antes de dar el salto a Europa, él era el típico enganche puro que en Argentina florecía constantemente. Siempre actuando por detrás de un punta ffue como despuntó en sus primeros años. De hecho, tal y como él mismo comentó hace poco, fue Simeone el que lo convenció para pasar a la banda:
“En San Lorenzo, el «Cholo» me tiró a un costado y me dijo: Vos vas a ir a Europa y por tu físico no te van a poner detrás de un delantero, te van a poner como externo. Luego en el Catania él me puso de extremo en el 4-3-3 y hacía toda la banda porque defendíamos en 4-5-1”.
Alejandro Gómez
De esta forma, cuando Gasperini llegó a Bérgamo, detectó que el ‘Papu’ tenía condiciones para ser determinante en el carril central y fue él quien lo devolvió a zonas interiores. Con un esquema donde los extremos no existen, el argentino empezó a dominar el juego trazando mecanismos inversos a los habituales. De la diagonal fuera-dentro a partir de posiciones interiores y, desde ahí, caer a banda para apoyar a su carrilero. Un crecimiento que le dio galones y lo convirtió en una pieza imprescindible para el grandioso presente de La Dea.
La campaña pasada y esta, hasta que dejó de ser de la partida, su juego sufrió una nueva modificación táctica, provocando que ya no fuese ni extremo, ni segundo punta, ni enganche al uso. Ahora es un auténtico Playmaker que aparece en los tres carriles, en todas las alturas y donde la jugada demanda su calidad para que se mejore. Dentro de la estructura del equipo, los mecanismos son claramente ofensivos siempre que la pelota está en su poder. Carrileros pinchados en campo rival, una pareja de mediocentros de naturaleza llegadora y centrales que dividen marcas con su conducción. En este escenario, el argentino ha tenido que retrasar su posición para ayudar en otras fases del juego donde antes no intervenía. ¿Por qué? Pues porque la mediapunta estaba cubierta con la determinación de Josip Ilicic, y Duvan Zapata o Luis Muriel son capaces de juntar o estirar al equipo arriba. Y tanto a De Roon como a Freuler no se les puede limitar sin permitirles llegar constantemente a la frontal rival.
De ahí que el «Papu» haya pasado a ser una pieza mucho más involucrada en la construcción que en la finalización. Mucha presencia en los primeros pases, teniendo incidencia en la distribución y, durante largos tramos, siendo el organizador desde campo propio. Ante rivales en los que Atalanta ha tenido cuotas muy altas de posesión, el atacante se instalaba en la zona del mediocentro, lanzando a sus pivotes a la espalda de la medular rival y él es quien se encarga de recoger los pases de sus centrales para darle sentido a los ataques más posicionales.
No obstante, ‘Papu’ sigue siendo igual de incisivo y dañino cuando se asoma al balcón del área, con la diferencia de que ahora elige el momento exacto para hacerlo. Una evolución lógica porque, por edad, Gómez ya no puede repetir tantos esfuerzos explosivos como antes y su madurez le ha otorgado una mayor interpretación del juego.
Por lo tanto, y teniendo muy claro qué tipo de jugador es justo en este momento de su carrera… ¿Qué podemos esperar de él en Sevilla? Difícil pregunta. Es una incógnita adivinar qué función le va a dar Julen Lopetegui. A priori, en el 4-3-3, su mejor posición de partida sería el perfil izquierdo, tanto en el extremo, acelerando y retroalimentándose con el punta en los últimos 30 metros, como en el interior, asumiendo más responsabilidad en la salida desde campo propio, construyendo cerca de Fernando y siendo un punto de apoyo constante para progresar y asentarse en campo rival.
Si atendemos a cómo se entiende el sistema del club hispalense, la agresividad de Lucas Ocampos es algo de lo que no se puede prescindir, así que lo lógico sería ver a Gómez en el lugar que ocupan Oliver Torres, Ivan Rakitic o Joan Jordán. Con Rakitic, que reconoce a la perfección como compensar los movimientos de otras fichas (creció en el Barcelona haciendo esto con Messi), el «Papu» podría ser ese tercer centrocampista más creativo que tanto se anhela desde la marcha de Ever Banega, y el croata tendría que asumir más tiempo del que ahora pasa al lado de su pivote. En ese sector izquierdo, se puede crear una sociedad interesante entre el propio Ocampos (pisando pico del área), Acuña (dando amplitud) y Gómez (asociándose con el lateral y encontrando al extremo en profundidad). De hecho, Acuña está siendo el jugador que mayores prestaciones ofrece en el juego posicional. Ahí, podría encontrar un socio cercano, hacer de ese lado del campo el lugar fuerte donde se empiecen a tejer mecanismos interesantes. Aunque la idea de que ‘Papu’ construya en un lado y Ocampos finalice en el otro (derecho) es tentadora, algo similar a lo que vimos mucho tiempo en el Napoli con Insigne y Callejón (ahora Lozano).
Evidentemente, el ex Atalanta no es Ever Banega. Cuenta con características diferentes, pero su evolución le ha permitido ser ese elemento capaz de edificar los ataques posicionales y ofrecer una circulación con mayor velocidad, creatividad y dinámica.
Monchi lo hizo de nuevo, ha fichado a un jugador tan bueno como fetiche. Al menos, para los próximos dos cursos, considerando sus casi 33 años, puede darle un toque de inspiración y lucidez al conjunto del Sánchez Pizjuán. Fichaje emocionante para la Liga.