Después de dos horas siendo casi un espectador de privilegio, tu partido «comienza» en el 115′. Mientras tus compañeros corren, pasan, chutan, se desmarcan, agarran, despejan o conducen, tú apenas puedes estar atento y comprobar cómo los tiritos eslovenos no son mucha cosa. Pero contra todo pronóstico, el favorito, que es tu equipo, no ha desenmarañado el planteamiento de Matjaž Kek. Incluso, has tenido que aparecer en un mano a mano con Šeško. Pero ¿¡por suerte?! ha acabado la prórroga con 0-0. Ahora te quiero ver, amigo Costa.
En un duelo metafórico, enfrente de ti, está un señor portero que guarda una mala relación con una importante tanda de penaltis, pero que no deja de haber sido 5 veces el Zamora de la Liga española. Jan Oblak no necesita muchas presentaciones si formas parte del selecto mundo de los porteros. Y, encima, viene de detenerle un penalti en el 105′ al mito viviente de tu equipo. Mientras agachas la cabeza y miras los guantes, caminas hacia la portería rumiando lo que estás a punto de vivir. Piensas en cada día bajo los palos. En tu camino hasta este momento. Piensas en el europeo sub-17 que se decidió también en una tanda. Tampoco es que seas un especialista, pero tus estadísticas no son tan malas en la élite. Lo que está a punto de pasar, de todos modos, no te lo esperas. Si acaso algún ser querido que reza por ti desde Oporto, pero es más deseo que convicción. Pero ocurre. Van pasando y van cayendo. Uno tras otro. Iličić. Balkovec. Verbić. Paf, paf, paf. Tus compañeros corren hacia ti en una noche de Frankfurt que nunca olvidarás. Tu y los tuyos seguís en Alemania. Eres héroe.
Estas tres paradas de Diogo Costa sí sirven para conocer el vencedor del duelo, pero no explican un 0-0 en 120 minutos entre Portugal y Eslovenia. El plan de Eslovenia es rudimentario: colocar muy abajo tanto a la línea defensiva como al doble pivote esloveno para partir en dos mitades a los portugueses. Roberto Martínez, que busca robar arriba, mantiene a Palhinha entre centrales ante el insistente juego directo esloveno. El mediocentro del Fulham ayudar a los cuatro zagueros en sus duelos contra la pareja de puntas y los dos centrocampistas de banda. Las pocas veces que provoquen el fallo portugués o que Mlakar, Šporar o Šeško consigan tener ventaja en una segunda acción, llegarán a tiempo las correcciones de cada miembro de la zaga lusa o el combinado blanco fallará en la precisión/fuerza de la acción previa al remate.
Esto provoca que Portugal se haga con el balón desde el principio: 61% en el primer tiempo, 67% en el segundo. El trío de centrocampistas se escalona (Palhinha, Vitinha, Bruno) y mantiene siempre dos referencias abiertas en banda (Cancelo y/o Bernardo, en derecha, y Leão por la izquierda). En cambio, el lateral izquierdo Mendes se sitúa de central izquierdo en línea de 3 con balón. Stojanović, muy pendiente del lateral izquierdo, transforma a simple vista el 4-4-2 en un 4-3-3, dejando más hueco en ese sector izquierdo del medio portugués, pero entre Karničnik, el gran papel de Drkušić (ganador también en casi todas las acciones frente a Cristiano) y las ayudas de la pareja de medios Elšnik-Čerin, Portugal ha de tirar de calidad individual y potencia de Rafael Leão para generar por izquierda. Por la derecha lusa, tampoco Balkovec-Mlakar y el central Bijol tienen excesivos problemas ante esa pareja muy abierta y arriba que forman Cancelo y Bernardo, que a veces ocupan el mismo carril y otras se intercambian fuera-dentro.
Pero el dominio es portugués, gracias en parte al gran papel de Vitinha (aunque más asociado a la construcción de la jugada que al último pase) y de la lectura para saltar a la presión y sumar recuperaciones de Palhinha. Le falta juego interior y aquí se echa de menos un mejor papel de Bernardo Silva y, sobre todo, de Bruno Fernandes. Al final todo es por fuera y ante el centro lateral, Eslovenia no vive demasiado incómoda. Esto se hace más notable cuando Palhinha, Vitinha, Cancelo o Bernardo bajan a la altura de la primera línea (cuatro) para intentar que la circulación vaya más rápido de lado a lado y que los medios y laterales salten y liberen hueco a sus espaldas. Pero Eslovenia llega al descanso con energía para bascular de lado a lado, mientras tapa los pases por dentro, y sin recibir más ocasiones claras que un libre directo de Cristiano (que se desespera ante otros intentos de remate con la testa en buenos centros de Bernardo, Cancelo o Bruno) y un golpeo en la frontal de Palhinha, en la enésima acción personal de Leão.
La segunda parte siguió por los mismos registros, aunque con tres matices en el bando de Roberto Martínez. Portugal se abstuvo de ser partida en dos en cada reinicio esloveno y se preparó mejor para las segundas acciones. También quiso absternerse de progresar por dentro y seis miembros del equipo portugués dibujaron una U enorme: de izquierda a derecha: Leão (Conceição), Mendes, Pepe, Palhinha, Ruben Dias y Bernardo Silva. Solo tres «medios» y el punta esperaban por dentro, para ser meros conectores o aprovechar los desmarques a los huecos provocados por las recepciones o conducciones de los jugadores externos. Así, con Palhinha haciendo las veces de central, el interior derecho (Vitinha y luego Bruno, cuando entre Jota por el medio del PSG) bajaba a la espalda de puntas como mediocentro, siendo Cancelo el interior derecho más habitual. Y si Leão empezó a perder protagonismo con el paso de los minutos (Conceição entraría por el milanista en el 75′), sería Cancelo quien, con sus movimientos de dentro a fuera, sus conducciones y sus regates alcanzaría por momentos un protagonismo y un estado de acierto al que solo le faltó coronar con un pase de gol.
Pero Oblak seguía sin aparecer, salvo cuando Jota le robó la cartera a Karničnik en el 90′ y puso a correr a Ronaldo a la espalda de Drkušić. Eslovenia no inquietaba a Diogo Costa (apenas pudo correr en una contra culminada por Šeško, pero tampoco sufría. Siempre había una camiseta blanca para terminar de despejar, taponar o entorpecer el último intento. Y con el paso de los minutos, el ritmo de juego de los ibéricos se hizo más lento. Lo suficiente como para que Eslovenia firme una prórroga que discurre por los mismos derroteros. Diogo Jota, que hace méritos para sentar a Bruno, es capaz de forzar un penalti que Oblak le detendrá a un desesperado Cristiano. Pero Eslovenia resiste los embites. Da igual los cambios posicionales de Francisco (extremo derecho), Bernardo (interior izquierdo) y Jota (extremo). Entonces, llega el turno de Diogo Costa. Primero, salvando a Pepe (hasta los mejores cometen errores), y al equipo entero, para estirar la pierna en un mano a mano en el que Šeško quizás se precipita al tirar desde fuera del área con todo a su favor. Y luego en una tanda de penaltis inolvidable para unos y otros. Honor para la resistencia eslovena, pero Diogo Costa fue el protagonista de la noche.