RB Leipzig 0-2 Liverpool: volver a sentir

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El Liverpool de Jürgen Klopp necesitaba volver a sentirse así. Porque el reinado del técnico alemán en Anfield se ha cimentado, entre muchas otras cosas, por el dominio que sus jugadores hacían sobre los momentos debido a una confianza increíble en ellos mismos. Y es que el Liverpool de Klopp, que venía de unos partidos donde ya empezaba muerto, siempre era el equipo al que había que matar varias veces. Es un grupo capaz de ganar una Champions League tras perder una final la temporada pasada remontando un 3-0 en el camino, o de ir hacia la conquista de la ansiada Premier tras quedarse a las puertas con 97 puntos.

En Budapest, los Reds aprovecharon el aire que siempre da abandonar las competiciones nacionales y sacar a pasear la gloriosa historia del club por Europa. Supo jugar con los tramos del partido, se impuso aprovechando los errores del rival y se mantuvo en pie cuando estaba balanceando. Quién sabe si puede servir como botón de reinicio en la temporada.

Hablando del partido en sí, se puede resumir como un duelo en ambos lados entre salidas elaboradas contra presión alta rival. La diferencia es que en un bando jugó Trent Alexander-Arnold a un nivel brutal y, en el otro, un Dayot Upamecano en uno de los peores días de su carrera. Klopp presionaba con Salah y Mané sobre los centrales exteriores del RB Leipzig y Firmino bloqueando línea de pase a Kampl, dejando al defensor francés en libertad pero sin líneas de pase claras. El resultado fueron continuos errores del galo que ofrecían ocasiones al Liverpool. 

Los de Julian Nagelsmann sólo avanzaban de manera limpia gracias a Dani Olmo, que estuvo muy fino en sus contactos con el balón y dando opciones a los suyos. Las intenciones eran juntarse por un lado, provocar la basculación del rival y sorprender con Angeliño llegando en carrera. El problema para los alemanes radicó en que el jugador español se mostró desacertado en sus contactos en los últimos metros, dificultando la generación de remates.

Sin balón, el RB Leipzig apostó por un plan agresivo en presión. Olmo y Nkunku sobre los centrales (Henderson y Kabak), Haidara y Sabitzer repartiéndose las marcas de Wijnaldum y Thiago, mientras que los carrileros se emparejaban con laterales. Es en este momento donde entra en la ecuación el nombre de Trent Alexander-Arnold, quien detectó un problema del rival y lo exprimió. Hundiendo su posición y provocando un salto muy grande de Angeliño, lograba tiempo y espacio para filtrar ante las apariciones de compañeros a espaldas de acoso. Tanto él como Jordan Henderson, con sus pases largos en diagonal, fueron quienes permitieron girar la presión rival.

Para marcar sus goles, el Liverpool se aprovechó de dos errores individuales —Sabitzer en el 1-0 y Mukiele en el 2-0—. Así castigó la inexperiencia de un RB Leipzig que, por más que el año pasado hiciera semifinales, sigue siendo un proyecto muy joven, al igual que su entrenador. Los alemanes necesitan de noches como esta en la capital húngara para aprender lo que cuestan los errores en Champions. 

Se fue Nagelsmann a por el gol retrasando las posiciones tanto de Sabitzer, como de Olmo y Nkunku, dando entrada a Poulsen y a un Hwang Hee-Chan que se mostró amenazante con rupturas a la espalda de Henderson. En esos minutos finales con el empuje local, cabe destacar dos noticias positiva en el Liverpool: la seguridad transmitida por Alisson, además de dejar paradas claves para superar su bache de nivel, y el buen rendimiento de Kabak en tan solo su segundo partido con el equipo. El central estuvo sólido en duelos aéreos y saliendo de zona.

Los Reds usaron la Champions League como zona de escape de todos sus problemas. Fue un lugar para reencontrarse con su esencia y disfrutar de 90 minutos que pueden cambiar el rumbo de la temporada. Y no hay como volver al donde se fue feliz cuando uno está mal.

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Hugo Marugan
Fútbol. Para disfrutarlo, para aprender y para contarlo.

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