Pocos pueden entender que el derbi madrileño de la segunda vuelta de LaLiga acabase en empate. Entre el número de ocasiones por parte de los blancos después de la reanudación y los pocos efectivos que guarecían su propio campo cuando los rojiblancos galopaban, el 1-1 debía de romperse tarde o temprano. Pero ni el Atlético encontró los tres palos de Courtois, ni el Real pudo rebasar al héroe Oblak. A pesar de que ambos equipos volvieron a recordar la importancia de llegar hasta línea de fondo, no llegó el remate decisivo que diese la victoria a Neptuno o Cibeles.

Durante casi todo el encuentro, el Madrid impuso un dominio territorial. El guion fue blanco salvo en el cuarto de hora que va del gol al descanso, y quizás en el último tramo de encuentro, con la entrada de Correa o Koke, e incluso Sørloth, añadida a la marcha de Lino o Giuliano. Pero no solo ahí el Atlético pudo creer en la victoria en casa de su vecino, porque el Madrid dejó durante una hora la puerta abierta. No obstante, el momento de zozobra colchonero tras el 1-1 no es para sobrevivirlo todos los días. Aunque tengas un héroe esloveno bajo palos…
La cuestión es que hasta llegar a ese punto en el que los extremos madridistas (Rodrygo y Vinicius) empezaron a actuar de extremos, al Real Madrid de Carlo Ancelotti se le atragantó el bloque medio-bajo de Diego Simeone. Sí, hasta campo rival, no había problemas. El Atlético no buscaba tan alto al Real porque el retroceso de seis o hasta siete jugadores (defensas, Valverde-Ceballos y Bellingham) por delante de todas las filas rojiblancas, no le parecía rentable de acosar a Simeone en campo rival. El Madrid, resbalón de Lucas aparte, minimizó desde el principio el riesgo de pérdida y transición.
Atasco en la Castellana
Sin embargo, asegurados los primeros pases y ya en campo rival, surgía el problema que durante la primera parte el Madrid no supo o pudo resolver. Primero, porque, el Atlético de Madrid tenía tiempo para colocarse en un bloque medio que rayó el 6+4 en ocasiones. Estrecho y corto, todo favorecía las ayudas y coberturas que prestaban los extremos a sus laterales (Lino a Galán; Giuliano a Llorente) y los centrales parecían colosos en la defensa del área. Además, para que los dos medios no estuviesen desprotegidos por dentro, Griezmann y hasta Julián Álvarez tapaban sus costados.
Segundo, porque el Madrid tampoco se atrevió a desproteger su espalda. Dibujaba un arco muy grande, en forma de U, para asegurar las basculaciones de izquierda a derecha, pero sin punto de apoyo por dentro, entre líneas o a espaldas de zagueros, ni una acción colectiva de suma calidad para romper el entramado colchonero, pocas opciones de sorprender existieron. Por mucho que los atacantes se moviesen por todos los pasillos, apenas un soberbio Ceballos y Vinicius, ofrecieron un nivel individual tan fino en campo rival cómo el Atleti demandaba. Pero siempre recibían con muchas piernas por delante.
Así, Oblak no aparecía. Pero Courtois tampoco y el Real Madrid pasaba más tiempo con balón. Es verdad que los merengues apenas robaron en la presión alta con marcaje individual (Bellingham hacía de centrocampista por la izquierda a la hora de defender en el 4-4-2, y Vinicius en punta con Mbappé), pero tampoco el Atlético aprovechó el 4×4 existente con la última línea con juego directo. Curiosamente, los colchoneros sí eludieron la presión en su primera zona, con triangulaciones y giros para cambiar de banda, aunque se priorizó la derecha, pero cuando eso ocurría, tampoco el Atlético era capaz de meterle mano, a menudo por falta de precisión, otras por acierto defensivo de los elementos defensivos merengues.
Sin olvidar de que cuando te enfrentas a Mbappé, Bellingham, Rodrygo y Vinicius (que casi siempre se quedaron algo más descolgados), más te vale que busques superioridad en caso de pérdida. Solución de Simeone: estructura para atacar en 4+2+4 .
El 0-1 agita todo
La cuestión es que a la media hora llegó el penalti (curiosamente en una de las primeras veces que la profundidad se busca y se encuentra en la banda izquierda). El gol de Julián Álvarez despierta al Real Madrid. Quizás le enloquece. Ahora sí coloca a tres o cuatro jugadores a espaldas de medios, pero más veces por dentro. Rodrygo más abierto en la derecha, quizás, pero con Mbappé, Vinicius y Bellingham intercambiándose alturas y pasillos.
El problema de tanto cambio de las posiciones en los hombres de ataque es que, en ocasiones, Bellingham por la izquierda y Rodrygo por la derecha no estaban en su sitio. Y por mucho que Valverde sujetara las subidas de Lucas Vázquez y Fran García no subiera tanto como su homólogo, el Atlético -sobre todo por la derecha- pudo profundizar a menudo. Y como los rojiblancos estaban con el subidón de ponerse por delante, empezaron a acertar cada triangulación, pared o desmarque. Como el Madrid tiene más jugadores delante que antes y encima estás crecido, hay mucho espacio, no todos retroceden y tu galopas en cuanto hilvanas varios pases. Y hasta el descanso, podía entenderse el 0-2….
Pero lo que llegó antes fue el empate. En el descanso, Simeone había reestructurado el centro del campo en 1+2 en los reinicios: Griezmann de interior izquierdo para ver si Barrios quedaba solo (Valverde con el francés) o Tchouaméni se alejaba del área por el francés. Ancelotti repitió a los extremos que se abriesen y que, con el apoyo de los laterales, se jugasen el 1×1. Y si algo pueden hacer la pareja de brasileños y el propio Mbappé, es eso. Todos subieron el nivel mostrado, sumando jugadas y remates, de esas que elevan el xG y alteran el caos del juego.
«Hemos tenido control total, marcando y llegando varias veces. Ha sido muy buen partido en la segunda mitad. La primera ha sido totalmente distinta, mucho más lento y menos agresivo. Creo que salimos del partido con buenas sensaciones. La situación del penalti obviamente ha afectado al equipo, pero incluso antes ya estábamos jugando lento y sin aprovechar la amplitud del campo. En la segunda parte hemos aprovechado mejor esto porque Vinicius y Rodrygo han jugado mejor por fuera y han creado mucho peligro».
Carlo Ancelotti

«Cuando entraron Sorloth y Correa empezamos a tener más estructura defensiva. El partido de ida y vuelta no era bueno para nosotros. Se percibía que ellos atacaban mejor, atacaban mejor por la izquierda, por la derecha. Los cambios nos dieron la opción de competir y llegar con opciones a ganar el encuentro»
Diego Simeone
Simeone lo calmó. Primero con Koke y De Paul entre medias de Barrios y Llorente (4-4-2 aún); para pasar al 5-4-1 con Correa y Griezmann en los costados. Como dijo el técnico argentino, la sensación fue que ambos pudieron «llevarse más», porque si el Atlético atacaba, lo solía hacer ante seis jugadores solo. Pero los remates a puerta fueron del Real Madrid, que hizo recordar por qué Oblak ganó el Trofeo Zamora cinco veces. Quien ganó en el Bernabéu, eso sí, fue el tercero en discordía, aquel al que Simeone parece ver de favorito por la Liga. Pero con 45 puntos por disputar, uno no sabe quién llegará el primero a la línea de fondo.