Saeed al-Owairan, el futbolista que pudo haber sido y no fue

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مرحبابك! كيف حالك؟ (Marhabambak! Kaif halak?) Este es el saludo en el acento saudí. Espero que estés muy bien hoy. La vez pasada vimos la historia de la Copa Confederaciones, un torneo hecho en Arabia Saudita. Ahora es momento de hablar del futbol saudiárabe como tal y te contaremos la historia del mejor futbolista de su historia.

Recomendación musical

¿Qué es lo más metal que hayas podido ver? ¿Que un ex marine de 82 años que trabajó con la misión para reparar el telescopio Hubble fue a America’s Got Talent y cantó Bodies de Drowning Pool? No (y sí pasó). ¿Que se escuche Metallica en la cuarta temporada de Stranger Things? Tampoco (aunque tienen buen gusto musical). ¿Que un grupo de death metal de Noruega vandalizó cuatro iglesias? Casi, pero no (y en mi opinión no había necesidad de hacerlo). Lo más metal es hacer una banda de metal en Arabia Saudita. al-Namrood (النمرود) se llama y de hecho ese es el nombre de un rey de Babilonia que se opuso al profeta islámico Ibrahim. Esto ya de por sí es un desafío a la teocracia saudí. ¿Por qué? Sus miembros tienen que permanecer en el anonimato; si se supiera su identidad, podrían ser condenados a muerte por herejía. Sus letras son lo más anti islámicas y anti establishment que puedas imaginar. Eso es lo más valiente que podrás ver. Y no suenan mal. Esta es su canción: Bar at tha ar nar muheja  (بات الثأر ناراً موهجة, La venganza se ha convertido en fuego ardiente). Aquí habla de cómo las leyes son para el débil, no para el poderoso. Advertencia: el video tiene luces de estroboscopio.

Para este texto he invitado a Farid Barquet Climent. Nació en la Ciudad de México en 1980. Abogado por el ITAM, profesor de Derecho laboral en la Facultad de Derecho de la UNAM, donde es Coordinador Académico del Seminario Internacional Futbol, Derecho y Sociedad. Es también escritor y periodista, autor de los libros de futbol, historia y literatura A perfil cambiado, publicado por ediciones Coyoacán en 2016 con prólogo de José Woldenberg, y Segunda amarilla, publicado por Siglo XXI Editores en 2019 con prólogo de Manuel Negrete. Próximamente verá la luz su tercer libro futbolero: Línea de tres. Colabora habitualmente en la web futboleo.net y en la página argentina Lástima a nadie, maestro. ¡Bienvenido al

Vamos al tema de hoy.

Arabia Saudita: desventajas de un gobierno teocrático

Mucho se ha dicho y escrito sobre las polémicas de derechos humanos de Qatar, y ese tema es la queja recurrente para darle la sede a este país. Poco o nada se ha hablado de esto en su país con el cual comparte frontera terrestre, Arabia Saudita. No hay propiamente un código penal que diga “está prohibido esto o aquello”, pero en la práctica se sigue una visión estricta de la sharia, o ley islámica. 

Y mientras el mundo llega a invertir a Arabia Saudita atraído por los petrodólares, la sociedad vive en un régimen centralizado en la casa reinante Saud (السعود). No hay una oposición política porque las voces disidentes son silenciadas. ¿Cuál es el mejor ejemplo? El asesinato del periodista Jamal al-Khashoggi (جمال خاشقجي‎), férreo crítico del monarca Salman bin Saud. Entró al consulado saudí en Estambul… y jamás volvió a salir. Fue asesinado ahí de manera premeditada. Y fue bastante sonado todo esto durante el 2018.

Deja tú las acusaciones contra mujeres y grupos LGBT, eso ya está más que documentado. No hay protestas, los latigazos son un castigo válido, Arabia Saudita es líder en ejecuciones, la tortura se da en la misma detención, pueden pasar seis meses en prisión preventiva porque se les da la gana. Algunos países se quejan tibiamente, otros prefieren hacerse de la vista gorda mientras el dinero siga fluyendo…

La situación en Arabia Saudita puede ser brutal y eso también se ve en las vidas incluso de sus mejores hombres. Uno de ellos tenía un futuro prometedor tras marcar uno de los goles más bellos en la historia de los mundiales, clubes en Europa se peleaban su talento, pero no salió y se perdió. Ese jugador es Saeed al-Owairan.

Inicios de Saeed al-Owairan

Saeed al-Owairan (سعيد العويران) nació en Riyadh, la capital. Procedía de una familia dedicada al futbol, pero no tanto por sus padres, sino de manera horizontal. Él es primo de Khamis al-Owairan (خميس العويران), que terminaría en los clubes al-Hilal (الهلال) y al-Ittihad (الإتحاد). Mientras tanto, él a los 16 años se enroló en al-Shabab (الشباب), club con el cual fue ascendiendo a base de buenas actitudes.

En 1988 ganó la Copa de la Federación, el cual sería el primer título del club en 40 años; ojo, no estamos diciendo que ganó la liga. Eso llegaría después. Mientras al-Shabab daba el campanazo, todo mundo comenzaba a hablar de un joven de 1,84 m y que se escurría entre tantos defensas. Llegaban las ofertas de los clubes llamados grandes: al-Hilal, al-Ittihad, al-Ahli (الأهلي), al-Nassr (الناصر). Hacía caso omiso. Eso empezó a gustar a la gente, la lealtad.

En 1992 al-Shabab logró ganar el tricampeonato en Arabia Saudita, la Copa de Clubes del Golfo, la Copa del Príncipe Heredero y la Champions League Árabe. En esa temporada se consagró como máximo romperredes de la liga. Esta grande actuación le valió ser convocado para la Copa Rey Fahd. En la final contra Argentina dio una probada de lo que estaba haciendo al mundo. El marcador era 3-0 en contra y corría el minuto 65. En eso un balón perdido llegó a donde estaba él y pegó un obús que dejó parado a Goycoechea.

Ya instalado en la selección saudí, comenzó a contribuir con goles, como los cinco que le marcó a Macao y una diana a Kuwait. En ese legendario hexagonal a una vuelta en Doha pudo ayudar con un tanto más contra Irak. Aquí lograron terminar como mejor equipo de Asia, junto con Corea del Sur (para más información de la razón por la cual es recordada esta eliminatoria, haz clic aquí). Como premio, Saeed al-Owairan fue elegido como el mejor romperredes de 1993 por parte de la IFFHS con 18 goles, dos arriba del japonés Miura Kazuyoshi (三浦 知良) y cuatro por encima del mexicano Luis Roberto Alves Zague.

Un maradona árabe en Estados Unidos

Hay quienes afirman que el 29 de junio de 1994 Saeed al-Owairan hizo un maradona. Y tienen algo de razón. Más bien yo diría que tienen razón, pero sólo aparente. Porque a las similitudes evidentes subyace una importante diferencia.

A pesar de su compacta fugacidad, la jugada de todos los tiempos -como la bautizó recién nacida el narrador Víctor Hugo Morales- llegó a ser tal gracias a un instante, uno solo. Si desgranamos el slalom más memorable de Maradona, el del 22 de junio de 1986, aquel que ni la marina real británica habría podido detener, hay un punto de inflexión que cambió el curso de aquella historia y también de la historia del futbol. Ese instante es la duda de Terry Fenwick. «Cuando yo lo veo dudar a Fenwick le tiro la pelota adelante, cuando se la tiro adelante él me quiere meter la mano, pero yo venía a cien por hora. A mí no me paraba nadie», dice Maradona, entrevistado por su paisano Quique Wolff para ESPN.

La imagen televisiva lo muestra, pero su testimonio lo confirma: el balón no acapara por completo la mirada del genio, que en cambio tantea a su rival, huele su miedo, se vale de su indeterminación. Esa duda infinitesimal de Fenwick abre la rendija por la que su presa escapa con destino de gol.

De ver el gol del saudí al-Owairan en el mundial de Estados Unidos (el último de Maradona, en el que le «cortaron las piernas») se impone la comparación con el que anotó el argentino en México y de inmediato brotan las semejanzas: ambos se cuecen al sol de un mediodía de verano de Norteamérica, llevan el ‘10’ en su camiseta, reciben de espaldas al arco contrario y arrancan a la misma altura del campo, todavía en la mitad de cancha propia. Pero en la carrera de al-Owairan, a diferencia de la de Maradona, todo es voluntad. El árabe impulsa la pelota, pero no la lleva. al-Owairan no aprovecha ninguna duda -como la de Fenwick- porque no lo mueve la astucia sino un ímpetu que se alimenta, metro a metro, del hambre de ser. En aquel recorrido desgarbado, al-Owairan parece ir vislumbrando paulatinamente que por la catadura del certamen y por el dibujo de su trayecto está a punto de reeditar un histórico. En la medida en que la portería belga se le va haciendo grande crece en él la conciencia de sus posibilidades y se va encontrando a sí mismo conforme avanza, al igual que el futbol árabe terminó por encontrarse en aquel mundial.

Casi tres lustros después de su hombrada contra Inglaterra, en los albores del milenio, Maradona habría de relatar en la página 131 de su autobiografía Yo soy el Diego (y en 2016 en la página 171 de su libro de memorias de aquella Copa México 86 Mi mundial, mi verdad) que cuando emprendió carrera hasta vérselas frente a frente con Peter Shilton se acordó de su hermano Hugo “Turco” Maradona, quien luego de un partido en 1981 contra Inglaterra en Wembley, en el que Diego hizo una jugada muy parecida que no terminó en gol, le aconsejó cómo definir, y por eso el Diez definió como definió en México: «Esta vez definí como mi hermano quería…», escribió. Se me antoja pensar que así como Maradona, en trance excepcional, se dio tiempo, átomos de segundo, para acordarse del Turco, al-Owairan fue llenándose de Maradona mientras surcaba el pasto del Robert Kennedy de Washington como si se desplazara por la arena de Riyad.

¿Qué rodeó a esa maradona que deslumbró el estadio Memorial John F. Kennedy de la capital norteamericana? Un equipo que tenía la oportunidad de colarse a octavos. Desde el desierto había los típicos problemas de organización en el futbol saudí: escasa paciencia con sus DTs. Candinho quedó fuera por negarse a cumplir los caprichos de la familia real, Leo Beenhakker tenía métodos europeos demasiado duros para la mentalidad árabe. Por ello ahora los tenía a su disposición el argentino Jorge Solari. Tras una derrota inmerecida con los neerlandeses y una victoria justa contra los marroquíes (más información aquí), llegaba a un crucial encuentro contra Bélgica ya clasificada.

Ese bello gol les valió bajar de su nube a los belgas (casi vilipendiados en octavos por los alemanes), pero fue insuficiente para representar un peligro ante Suecia y se marchaban con un 3-1 a cuestas. ¡Ya para qué! En un mundial con bellas anotaciones y momentos a primera vista eclipsados por la indiferencia del pueblo estadounidense, la diana de al-Owairan ocupa ahora el sexto lugar de la clasificación de los goles más preciosos de la historia de los mundiales.

Sin salida de Arabia Saudita

Lo que hizo Arabia Saudita no era para menos. ¡Qué más daba caer contra Suecia, la semifinalista del mundial! Saeed al-Owairan recibió cuando regalo quería, como el dinero que engrosaba su cartera, un coche de lujo y el Premio al Mejor Futbolista del Año en Asia para 1994. 

La fama ya la tenía en su país. Fue imagen de marcas como Coca-Cola, Ford y Toyota. Hasta apareció en el manga de Captain Tsubasa (キャプテン翼), conocido aquí como Supercampeones. Como Mark Owairan, era el capitán de la selección sub-20 de Arabia Saudita que luchaba por clasificar al mundial juvenil. En el partido con Oliver Atom, Steve Hyuga y compañía, caían derrotados 4-1. No pasaba nada; terminarían clasificándose al acabar terceros.

Un talento de ese calibre no debía dejarse pasar. En particular venían ofertas de la liga francesa, conocida por sacar talento de países que aparentemente no tenían mucho que ver. Pudo haber salido fácilmente a competencias europeas; tarde o temprano eso ocurriría si trabajaba con el mismo tesón.

Eso nunca se pudo concretar. El arma de doble filo de un futbol dominado de pe a pa por el príncipe Faisal al-Saud (فيصل السعود) es que ningún jugador que estuviera en la selección podía abandonar la liga. Entonces, bloqueó cada oferta extranjera ya sea por medio de dinero o por rechazos plenos. 

Se tuvo que quedar en al-Shabab. Esto claramente hizo mella en el ánimo de Saeed al-Owairan. Empezaba a desarrollar rencor.

La espiral descendente

A los pocos meses, decidió irse a vacacionar dos semanas a Casablanca, Marruecos. No se dignó ni siquiera a pedir permiso (no lo culpamos, habríamos hecho lo mismo). A su vuelta se enteró de que había recibido una cuantiosa multa. Esto era apenas un preludio de lo que venía.

Abril de 1996. Saeed al-Owairan pasaba unos días de descanso en El Cairo, la ciudad más poblada del Medio Oriente, cuando decidió ir a un club nocturno. Por supuesto habría alcohol y claro, eso atrajo a mujeres de nacionalidad rusa. ¡Debía estar en el paraíso! ¡Demasiado bueno para ser cierto! Se difundieron las imágenes.

Claramente la Policía Moral de Arabia Saudita lo detuvo. ¿Cuál era el problema? Que por ese mes estaba el Ramadán, mes sagrado para el Islam. ¿Cuál era el castigo? Un año de suspensión del futbol. Eso quería decir, se perdía la Copa Asiática Emiratos Árabes Unidos 1996. ¿Era para tanto? Para las autoridades saudíes, sí. En una teocracia gobernada por la casa reinante Saud, las estrellas deben ser el ejemplo y deben comportarse. Él falló a su imagen.

Alguna vez un medio francés lo entrevistó. Saeed no habla inglés y tuvo que ser por medio de un intérprete. Él relató que estuvo en un centro de detención, pero fue malinterpretado y dijeron que estuvo encarcelado por seis meses. El resto de medios de comunicación puso su exageración: que ocho meses, que un año… En realidad estuvo apenas semanas ahí siendo interrogado, pero prisión, que se diga prisión, no sucedió. Recibía visitas de sus familiares y amigos y tenía cierta libertad.

Francia, ya no era lo mismo

En lo que sí estamos de acuerdo es que esa suspensión fue realmente un mazazo para su carrera. Lo verdaderamente pesado de su tiempo fuera del futbol es la impotencia que sentía. Sabía que él podía estar jugando esa Copa Asiática con sus compañeros. ¡Peor aún cuando Arabia Saudita salió campeón!

Tras ese año de suspensión, Saeed al-Owairan regresó a jugar con al-Shabab. ¡Qué otra opción había! Con 30 años ya no era tan sencillo recuperar la forma, por mucho que le dieran la oportunidad de ejercitarse en ese centro de detención. Todavía había toque, pero ya no era lo mismo, en especial la forma física.

Por fin, después de más de dos años de sequía, el DT portugués Nelo Vingada lo incluyó en la lista para la ahora Copa Confederaciones 1997. Disputó los tres partidos de la fase de grupos. Y en los partidos de preparación ahí estuvo (incluso metió un tanto en un amistoso ante Trinidad y Tobago).

En un puesto tan voluble como el del director técnico de Arabia Saudita, Carlos Alberto Parreira era el valiente que tenía a su cargo este equipo. Él veía con gran impresión lo duro que trabajaba Saeed al-Owairan para estar a punto. Consideraba que al-Owairan era muy duro consigo mismo: decía que estaba gordo. Para él, claro que estaba fuera de forma, pero para nada era sobrepeso. Le dio el 10 y lo dejó en su rol como mediocampista.

Para su mala fortuna, la selección de Arabia Saudita no era lo mismo que cuatro años atrás. Dinamarca los derrotó por la mínima y al-Owairan fue sustituido al minuto 79’. Vino ese duelo fatídico con los franceses en Saint-Denis. Se escapaba Bixente Lizarazu por la banda cuando Mohamed al-Khilawi (محمد الخلاوي) le hizo una falta brutal que ameritó roja directa. Con uno menos y casi sin posibilidades de atacar, Parreira tuvo que sacrificar a al-Owairan al minuto 33’ para contener a Francia. No resultó. Perdieron 4-0 y quedaron eliminados. Esa derrota le costó el puesto a Parrera.

Al quite tuvo que entrar el alemán Otto Pfister. Pasaba que él había llevado a Arabia Saudita al mundial de Francia, pero lo sacaron por estar pidiendo que los príncipes no se entrometieran en sus decisiones. Para lo que quedaba en ese mundial, lo llamaron. Sinceramente le dieron la razón. Él decidió jugarse con su base, en la cual Saeed al-Owairan claramente no entraba. Curiosamente en un juego emotivo Arabia Saudita y Sudáfrica empataron a dos tantos.

al-Owairan en la actualidad

al-Owairan no volvió a la selección en condiciones normales. Se contentó con disputar unas temporadas más con al-Shabab. Le dio tiempo de ganar una Recopa de Asia en 2001 al club chino Dalian Shide. En 2002 terminaría despidiéndose de futbol. Su último partido con la escuadra nacional fue en un partido amistoso ante Estonia, que terminó en derrota 2-0.

Actualmente, Saeed al-Owairan es comentarista en el futbol de su país. Su figura brilla en la historia de Arabia Saudita: marcó 24 goles en 75 encuentros con la selección. En al-Shabab todavía es más prolífico su legado: 238 goles en 588 apariciones. En especial con Arabia Saudita hay personas que lo rebasan en producción goleadora, pero quizá no haya nadie con más talento que él, como lo demostró en ese mediodía a 40°C en Washington DC.

En Arabia Saudita, la palabra del rey o la familia real es la ley, y bajo esa ley al-Owairan no pudo salir de su país para seguir encandilando al mundo después de ese maradona patentado en el Medio Oriente. El futbol está lleno de preguntas sin respuesta y de escenarios hipotéticos. En este es claro: ¿qué habría pasado si el gobierno saudiárabe hubiera tomado otra decisión? ¿Estaríamos viendo un crack en una época tan competida como los años 90? Al final, como dice el proverbio árabe

إننا تضرب في حديد بارد

(Estamos golpeando un hierro frío)

Fuentes

Assiri, Yahya Ibrahim. Saudi Arabia. Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. 16 de noviembre de 2021
Zavala, Juan. EP#22: Al-Owairan: Ídolo Rebelde. El Otro Fútbol (Youtube). 17 de septiembre de 2022
BS, Omar. Hilo sobre Saeed al-Owairan. Twitter. 6 de diciembre de 2021
Fernández, Arnaldo. El legendario Saeed Al-Owairan, autor del recordado gol maradoniano en USA 94, apuesta por un triunfo de Arabia Saudita ante México en el Mundial Qatar 2022. La Opinión. 21 de septiembre de 2022
Kodro Magazine. Saeed Al Owairan, el talento saudí enjaulado. Fecha desconocida
Clarey, Christopher. Arrested After Shining in ’94 World Cup, Owairan Battles Back : A Hopeful Return for Saudi Star. New York Times. 4 de mayo de 1998

Arabia Saudita realmente debutó en escala mundial con ese mundial, pero años antes ya se había transformado en una potencia asiática. Su mayor rival hasta el momento es Irán. El Arabia Saudita vs. Irán es uno de los clásicos más calientes no solamente de Asia, sino de todo el mundo, y su origen es político, histórico y religioso. Esta rivalidad la veremos la siguiente semana.

Recapitulemos

Saeed al-Owairan nació en Riad. Se unió a al-Shabab y jamás salió de ese equipo. Sus movimientos y sus actuaciones lo llevaron a la selección saudí. Además de una magnífica anotación contra Argentina en la Copa Rey Fahd 1992, él es famoso por marcar un soberbio gol contra Bélgica en el mundial Estados Unidos 1994. Emulando a Maradona, es el sexto gol más bello de la historia de los mundiales. Pudo haber jugado en una liga extranjera, pero el régimen saudí no lo dejó salir. Como represalia, se rebeló yéndose a vacacionar a Marruecos sin permiso y luego fue captado en un club nocturno en El Cairo con mujeres rusas. Fue castigado con semanas en un centro de detención y una suspensión de un año del futbol. No fue lo mismo en Francia 1998 y solamente disputó dos encuentros. Saeed al-Owairan está considerado como el futbolista más talentoso de Arabia Saudita.

Nos vemos la siguiente. مع سلامة! (Ma3 salama!)

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Sebastián Alarcón
Soy Sebastián Alarcón, tengo 31 años. Aspiro a ser polímata. Junto futbol con geopolítica, sociedad, cultura, idiomas e historia y le agrego música para explicar el mundo. Escribo de futbol de la FIFA y fuera de ella. Si sientes la décima parte de lo que siento al escribir, mi misión está completa.

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