Hace pocos días leía un artículo de Albert Morén en el que hablaba sobre la figura de Busquets desde el plano táctico, explicando el por qué de sus diferencias en el juego entre la Selección y el denostrado FC Barcelona. Como siempre, un texto brillante. Pero yo quería enfocarlo desde otra perspectiva, una que nació tras leer la magnífica portada de los compañeros de Sphera Sports donde se ve a Busquets y la palabra «Renacido», y es que en realidad Sergio nunca renació, pues siempre fue el mismo futbolista.
Sergio Busquets no sabe mentir. Su lenguaje corporal es de una inocencia inversamente proporcional a su dilatada experiencia en dos de los equipos más exitosos de siempre. No hay forma de que el de Badia pueda engañarnos, ya no a su equipo, sino al ojo crítico del aficionado. Es por eso que cuando su cuerpo pide ayuda, quien le observa no detecta en él un signo de inconformismo con el entorno, sino una decrepitud que todavía no existe. O por lo menos no en su mundo. Porque Busquets es un futbolista que necesita de un ecosistema muy particular, un ente en peligro de extinción al ser el único de su especie en el que ya ni su habitual entorno le respeta.
Si algo nos muestra su figura es que el fútbol no es tanto de futbolistas como de relaciones entre estos. Es decir, no se trata de juntar a Busquets con «Xavi e Iniesta», o no en su totalidad, sino que en realidad sería algo como «juntar a Busquets con Xavi e Iniesta y hacer que se encuentren». Que en vez de pasársela 10 veces, sean 40. Así nació y eclosionó (al mismo tiempo, así de bueno es Sergio) el fútbol de Busquets. Actuando como un intérprete de un lenguaje sublimado, ejerciendo de pared móvil y constante para Andrés o Messi, robando balones sin parar y convirtiendo cada pase en la mejor decisión del partido. Del Bosque tampoco mentía cuando en 2010, cuando Sergio tenía 22 años, el entrenador decía que «si pudiese transformarse en un futbolista, sería en Busquets», pues no solo jugarías al máximo nivel posible, sino que lo entenderías como nadie. Busi es un jugador que no solo juega, sino que te lo explica, haciendo mucho más sencillo este deporte ya que a través de sus pases, movimientos, fintas y controles está el sentido final del fútbol.
En Busquets hay un relato, como en cada jugador, pero su caso es más exagerado, mucho más manido y acentuado, como si no existieran términos grises. El suyo es un cuento de hazañas y fracasos, si n término medio. No podemos olvidar que Sergio tocó el cielo en 2010, cuando ya era el mediocentro titular del mejor equipo de siempre y de la selección más potente de los últimos 20 años. Campeón de todo con 22 años, su fútbol ya era una cumbre a estudiar. En las edades de los mediocentros (parafraseando un gran texto de Miguel Quintana) siempre hay una variable: sus cursos de maduración suelen ir en otra dirección a la de sus compañeros. Maduran más tarde. Es por eso que el caso Busquets era una rareza histórica y que a sus 23 años, Sergio ya tenía que luchar contra él mismo. En realidad, el jugador del FC Barcelona siempre ha sido un futbolista nostálgico, pues en él ha habido una parte que ya nunca podría mejorar, que hiciese lo que hiciese, siempre sería menos. Es lo que tiene llegar al máximo nivel en el mejor equipo de siempre. Lo que venga, aunque sea mentira, siempre será menos.
El Sergio Busquets del FC Barcelona y de la Selección Española son una misma figura. Lo que cambia no son tanto sus compañeros (Eric, Gavi, Alba, Pedri) sino la forma de relacionarse. Estando con compañeros parecidos (incluso teniendo cartas de más calidad), en el Barça jugar sin Messi supone un reto mayúsculo para Sergio. Porque el catalán ha basado su dominio en Messi, en una relación de beneficio mutuo. Los mejores partidos del argentino solían coincidir con los de Sergio y viceversa. Sin el 10, Koeman necesita ajustar desde la pizarra para que los socios de Busquets sean otros, y en vez de acercarle el talento, lo está alejando. Con Pedri fuera de combate, el Roberto/FdJ le ha dejado desnudo, quitándole socios y ofreciéndole demasiado espacio como para que pudiese funcionar. Lo que se le achaca a Busquets es que su físico ya no está preparado para este fútbol, cuando la realidad es que su físico siempre fue el mismo. El Sergio de 2011 hubiese jugado igual de mal en este FC Barcelona que el que tenemos ahora.
Mira las estadísticas. Estoy entre los tres jugadores que más kilómetros recorren en cada partido. Parece que no, pero corro mucho. En la final de la Champions, el primero del equipo fue Jordi, y el segundo fui yo. No soy rápido, así que si me muevo es porque estoy buscando posición. En la final, el que más kilómetros recorrió fue Pirlo, no te digo más.
Sergio Busquets en El País (2015)
Esta temporada el jugador del FC Barcelona que más presiones realiza es Sergio Busquets, con más de 27 de diferencia respecto al segundo clasificado. Y, además, es el que tiene mejor porcentaje de acierto con el 40%. ¿Por qué se dice que Busquets ya no llega? Realmente, el debate tendría que estar centrado en por qué siendo Busquets uno de los jugadores que más corre, que más presiona y el que más roba, la gente sigue diciendo justo lo contrario. Como si de repente se descubriese que Busquets es otro jugador, uno completamente distinto al que fue hace diez años. La realidad es que es mejor futbolista, bastante de hecho. Pero un gran vino lucirá siempre mejor con una buena comida que con unos ganchitos.
Cuando un jugador fue extremadamente bueno en su juventud, es casi imposible que en un futuro se le mida de forma justa. El primer impacto es siempre el más relevante. Siempre. Y ahí ha habido muy pocos futbolistas como Sergio Busquets. Sergio no sabe mentir. Su cuerpo siempre dice la verdad, y casi siempre dice más de su entorno que de él mismo. No hay mejor espejo para la salud futbolística del FC Barcelona que Sergio Busquets.