Cayó la campeona casi a las primeras de cambio. La selección helvética superó con creces y sin discusión al conjunto azzurro. De antemano, Italia parecía por debajo del nivel esperado, pero el encuentro de Berlín va más allá lo esperado. La selección helvética, cocinada a fuego lento en los últimos años, ha puesto en evidencia a la otrora potencia transalpina. No le hizo falta atosigar a Donnarumma ni acabar con una posesión por encima de Italia (aunque al descanso, con 1-0, rozaba el 60%) para dejar claro que salvo drástico giro de guion, el encuentro no se iba a decantar del lado suizo. De Wembley a Berlín han pasado tres años, pero parece que hayan sido muchos más. Y el conjunto de Murat Yakin, con Granit Xhaka y Remo Freuler en la sala de máquinas, uno mandando y otro apareciendo a su antojo, ha acabado por mostrarlo a ojos de todos.
No se deben de sacar conclusiones por 90′ de juego, pero visto lo ocurrido en Berlín, confirma que el cambio generacional está costando en la Azzurra. Solo cuatro titulares en el Olímpico berlinés estuvieron en el once ante Inglaterra aquel 11 de julio de 2021 en el que Italia consiguió su segunda Eurocopa: Donnarumma, Di Lorenzo, Barella y Chiesa. Pocos nombres más están consolidados al máximo nivel. Y esto enfoca más el problema en los jugadores que en el seleccionador (¿o acaso se dejó desconvocado a algún nombre mejor?). Los nuevos titulares de la Azzurra, a excepción de Bastoni y al ausente hoy Calafiori, no parecen estar a la altura de lo que la historia dice de la tetracampeona del mundo.
Hoy de Italia poco se puede rascar: Donnarumma, que se despide con otras dos grandes intervenciones (a Embolo y el libre directo de Rieder); Bastoni y lo buen central que es; y las buenas maneras de mediocentro de Nicolo Fagioli (el más peligroso de Italia con sus pases, pero que aparece para mal en las fotos de los goles). Ni siquiera el corajudo Chiesa con sus arrancadas en solitario, ni Barella, más intrascendente en una altura superior a Fagioli y también a Cristante, pareció ser el comandante de la medular que suele ser. Tampoco su propuesta inicial estuvo a la altura de lo que Suiza iba a plantear. En su 4-1-4-1, Italia ni buscaba muy arriba a Suiza, ni tampoco podía conservar el balón cuando los suizos lo perdían (que no es lo mismo a que lo recuperase Italia).
En cambio, Suiza sí provocaba la pérdida italiana. Y como ganar un duelo te da la confianza para ganar el siguiente, la sensación de superioridad se hacía cada vez mayor. Ya fuese en los reinicios italianos o a través de la presión tras pérdida. Respecto a lo primero, hay que destacar la alta demanda técnica que implicaban los marcajes a pares de la selección de Murat Yakin. Una exigencia que apenas fue salvada por la Azzurra. En cuanto a lo segundo, todo es más fácil si consigues viajar junto hasta campo rival. Y esto se lo permitía la nula presión de Italia en bloque alto, el buen pie en las primeras líneas de la Nati y la armonía en los movimientos de todo el conjunto.
El bloque central de Suiza volvió a ser increíblemente fiable. Ese bloque compuesto por Schär, Akanji, Rodríguez, Xhaka y Freuler permite a Suiza asentarse en los partidos y no ser superados salvo en contadas ocasiones. Por otro lado, Murat Yakin decidió que, cuando la Nati tuviese el balón, sus carrileros -ambos jugadores del Bologna- no serían carrileros al uso. En la izquierda, Aebischer, como viendo siendo habitual en toda la Euro, volvió a interiorizar su posición en la construcción. Siendo de facto el tercer medio, permitiendo a Xhaka bajar un escalón cuando lo considerase oportuno y a Freuler desaparecer del radar. En la derecha, sin el sancionado Widmer, el habitual carrilero derecho, Yakin dio el chance a un atacante como Dan Ndoye. Y si bien defendía en la línea de cinco, Ndoye ganaba tanta altura como para parecer más extremo que lateral en cuanto Suiza tenía la pelota. El que interiorizaba más su posición era Rieder, el supuesto interior derecho que fue más enganche y pisaba más veces zonas interiores que Vargas, el interior izquierdo, quien caía más veces a la banda aprovechando que Aebischer le limpiaba el pase por delante. Pero más allá de la estructura en ataque (3-3-4, 3-2-5 o 4-2-4 en función de las alturas de Xhaka y Aebischer), Suiza dominó la primera parte porque cuidó mejor su tiempo con balón y lo buscó recuperar con más ahinco. Y, encima, se fue ganando por la mínima. Ventaja que dobló nada más empezar la segunda parte.
Volver de vestuarios con un 2-0 es un golpe duro. Tan duro esta vez que Italia no pudo levantarse. Lo intentó sumando altura a la hora de robar, pasando a una doble punta con Retegui-Scamacca a la hora de juego, ganando energía con los cambios en las bandas (Cambiaso y Zaccagni por la izquierda) y en el doble pivote (Pellegrini y al final Fratessi), pero sin pocas ideas o talento individual. Apenas pudo más que circular de lado a lado la pelota, pero de forma cansina (sin velocidad de circulación, ni utilizando el cambio de orientación), ni atreviéndose a meter el pase por dentro a espaldas de medios (aquel que permita liberar más al posterior receptor en banda o el mismo desequilibrio por dentro ante el salto de centrales).
Tampoco conquistaron más de una decena de veces los pasillos laterales del área (donde los centros se vuelven más peligrosos y consigues además hundir a los medios en el área, lo que permite que la frontal quede más huérfana). Sus ocasiones más claras, de hecho, llegaron mediante un par de balones bombeados. Normalmente, son balones muy frontales para causar daño a una zaga que ve llegar la pelota, pero entre un mal despeje de Schär (el palo evitó que el susto fuese desgracia), y una aparición de Zaccagni con dejada a Scamacca que remató ¿en fuera de juego? también al palo podían haber variado el guion del partido en los últimos minutos. No fue así y, en un aviso para Inglaterra o Eslovaquia y con justicia, Suiza derrotó a la campeona.
Los goles:
- 1-0 (37′) Freuler. Larga circulación de Suiza, que vuelva hacia atrás. Con Aebischer por dentro fijando al mediocentro Fagioli y con Xhaka atrayendo en el círculo central a Cristante, Akanji recibe del capitán y aprovecha el hueco dejado entre Cristante y Chiesa para que reciba Embolo a espaldas de medios. El pase fuerte lo controla y toca de cabeza el punta mientras le salta Mancini. Rieder, el otro punta, aparece trazando la diagonal anticipándose a Bastoni y abriendo al «extremo» Vargas. Mientras en ese costado izquierdo están Vargas y Rieder contra Bastoni y lateral derecho, en el área espera Embolo situado entre Mancini y lateral izquierdo. El gran espacio entre centrales no lo va a tapar ningún medio italiano (Fagioli), sino Freuler que aparece para controlar con derecha y pegarle antes de que bote con izquierda. Mancini roza, Donnarumma toca, pero no despejan.
- 2-0 (46′) Vargas. Saque de centro para Italia, Fagioli busca a casi todos sus compañeros en largo, pero su pase queda corto. Xhaka corta, conduce, adelanta para Vargas y se suma al ataque. Vargas ve cómo le dobla Aebischer por fuera y aunque su pase queda largo, provoca que la línea defensiva de Italia se hunda algo más de lo normal. Ahora Aebischer, el capitan Xhaka y Vargas hacen una triangulación de libro para que el atacante del Augsburg dispare con la diestra a donde ni Donnarumma puede llegar. Golazo por la escuadra y clasificación a cuartos.