Un déjà vu es un tipo de paramnesia del reconocimiento de alguna experiencia que se siente como si se hubiera vivido previamente. Básicamente se trata de un suceso que se siente que ya ha sido vivido pero en realidad no. Gareth Bale nunca había vivido un partido ante Turquía en Bakú donde completara una exhibición, pero la mente tanto de él como de todos los espectadores se retrasaron a cinco años atrás, cuando también en una Eurocopa, Gareth fue de exhibición en exhibición hasta llevar a su país a las semifinales. Sin saber cómo acabará esta edición, el jugador perteneciente al Real Madrid ya ha escrito otra bella página, tanto en la historia de su país como en la suya propia.
Turquía salió dispuesta a jugar un partido más bidireccional que el que tuvo frente a Italia, pero repitió errores que le volvieron a costar la derrota. En defensa posicional, los costados de Okay Yokuslu son una avenida para que el rival reciba, pues interiores saltan en presión pero sin cerrar línea de pase. Además, los laterales se están viendo muy superados en duelos individuales (sorprendente el bajo rendimiento de Zeki Çelik tras su gran final de temporada en el Lille campeón de Francia) y los centrales tienen fallos de posicionamiento. Gales se aprovechó de esto contando con un sistema ofensivo muy complementario, que logró dañar con continuidad al rival.
Kieffer Moore, como ya demostró frente a Suiza, se trata de un perfil muy interesante para descargar juego directo y dejar de cara a compañeros, Daniel James se pasa la totalidad del partido buscando las cosquillas a su par mediante cambios de ritmo y Aaron Ramsey rompiendo en vertical y llegando desde atrás fue incontrolable para el rival. De todas formas y como el título del análisis muestra, el protagonismo radicó en Gareth Bale. Participando en los tres carriles, compensando su pérdida de explosividad con una gran capacidad para conectar con compañeros, con visión y precisión para activar rupturas en lado débil, completó una exhibición y fue totalmente incontrolable para Turquía.
Los de Senol Gunes lograron sobrevivir al asedio galés de la primera media hora y luego dejaron algunos minutos de valor, sus mejores en el torneo, hasta que por cosas del destino llegó el gol de Ramsey. En esos buenos minutos, la estructura con Yokuslu descendiendo entre centrales, interiores participando en la base de la jugada, laterales profundos y extremos en zonas intermedias dejó jugadas interesantes. Cengiz Ünder participando por dentro transmitió amenaza, y Hakan Çalhanoglu, por más que le den unas tareas de gestión que no le deberían corresponder, dejó detalles que explican porque es el mejor jugador del país.
En la segunda parte y ante la agonía del resultado, Turquía colapsó por completo y atacó mucho más por jugadas individuales que por juego colectivo, encontrando sus mejores ocasiones a balón parado. Además, por más que Gunes dio entrada a Demiral para cortar la sangría de los centrales ante Moore, Gales siempre logró sumar salidas con el delantero del Cardiff City dejando de cara a sus compañeros y Gareth Bale administrando y lanzando transiciones. Su asistencia final en el segundo gol, el colofón a un partido propio de aquel que durante años se sentó en la mesa de los mejores. Su irregularidad en los últimos años no esconde el fútbol que sigue poseyendo el niño nacido en Cardiff y que fue el protagonista absoluto de la mayor gesta de la historia del país.