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Dentro de una liga donde prevalece la monotonía, el Rayo Vallecano se está destapando como una de las grandes revelaciones del viejo continente. Y, lo más importante, es que lo está haciendo bajo un estilo capaz de embaucar al espectador. Una propuesta basada en el ritmo alto, fútbol de ida y vuelta, aderezado con altas dosis de pundonor. El equipo subió tras ser el sexto clasificado en la categoría de plata, es decir, con una hazaña mediante la que comenzó a ser revelación en el playoff que disputan el 3º, 4º, 5º y 6º.  Pocos meses después de un ascenso inesperado, de la mano de un técnico que cogió las riendas del club con solo un año y medio de experiencia en los banquillos (AEK Larnaca y CD Mirandés), Andoni Iraola tiene a los Franjirojos en zona europea, siendo el mejor equipo local de las cinco ligas punteras. Todo, en medio de un enfrentamiento incesante de la afición en contra de la directiva, cuando casi nadie daba un duro por una plantilla muy poco experimentada en la élite, con refuerzos que parecían escasos para salvar la categoría. Ascendió con cara de cenicienta, con jugadores que se acortaban el nombre por ir muy justitos de flow, pero ya nadie quiere viajar los fines de semana al sur de Madrid.

¿Cuál es la clave de su éxito? Una de ellas, la compartió precisamente la leyenda del Athletic Club, en una entrevista con El País: “Jugamos bastante en función del rival. Me encantaría jugar siempre de la misma manera, pero no somos tan buenos para hacerlo. En función de cómo nos presione el rival asumimos más o menos riesgos. No es lo mismo que te manden dos a la presión que te manden todo el equipo hombre a hombre. Si el contrario nos da facilidades para salir con el balón, preferimos salir por abajo. Porque en Primera, solo jugando directo, solo jugando a la contra, no te va a dar. Pero hay que evaluar bien hasta dónde puedes arriesgar…” Un equipo pragmático, camaleónico a más no poder, al que no se le caen los anillos por adaptarse a cada contexto en lugar de obcecarse por tratar de imponer un único plan. Y no por ello es un plantel poco reconocible, si no todo lo contrario.

A día de hoy, muy probablemente sea el bloque más solidario sin balón de toda La Liga, y el que más amenaza exterior aglutina. La preponderancia física está a la orden del día, sin ella sería imposible replicar semejante puesta en escena. No solo por lo rápido y disciplinado que es a la hora de defender, pasando de presionar la salida del rival a activar su 4-4-2 en bloque medio con suma facilidad, sino también por lo que sucede cuando el equipo ataca. La movilidad de los potenciales receptores no es negociable. Rara es la vez donde falta un desmarque de ruptura –más corto o más largo– a la zona libre, movimientos complementarios entre sí, con protagonistas que hablan el mismo leguaje futbolístico, pero que manejan zonas de influencia diferentes, por lo que apenas se van invadiendo el territorio.

No sorprenden tanto por qué hacen, sino por cómo lo hacen. Casi de memoria. El 4-2-3-1 de base es inamovible a la hora de atacar, pero los jugadores sí son capaces de reconocer donde está la ventaja y qué debe suceder para activarla. Y, tras pérdida, o tras robo, tampoco les hace sombra prácticamente nadie. Un equipo intenso, concentradísimo, con el cinismo por doquier. Cuando tú quieres decidir qué hacer, ellos ya han ejecutado la acción para neutralizarte. Mucha velocidad de piernas, pero también mental.

La fórmula es muy coral, pero al final lo colectivo acaba repercutiendo en lo individual, y viceversa. Desde Falcao hasta Dimitrievki, porque aunque Iraola haya reconocido que es partidario de rotar a sus porteros, el normacedonio no le está dando opción. Alejandro Catena es uno de esos líderes insustituibles en la zaga, sobrado de determinación a la hora de afrontar cada duelo, cuerpear y anticipar, dominante por arriba y buen lanzador en largo, por tosco que parezca. Junto a él, Esteban Saveljich completa una dupla de centrales con bastante envergadura y contundencia, aunque con un hándicap a la hora de girar y corregir a campo abierto. Ahí reside el principal punto flaco del Rayo Vallecano, lo cual explica que el equipo no siempre pueda presionar alto, hacia delante. Y también que se haga fuerte en casa, dentro de un terreno de juego con cinco metros menos de largo que las dimensiones estándar de La Liga y la grada muy cerca del rectángulo, lo cual hace que parezca aún más corto y estrecho.

En el carril izquierdo, el correcaminos Fran García representa la figura de revelación de revelaciones, uno de los mejores laterales de la competición –si no el mejor– y uno de los tipos que más hacen dudar sobre si los seres humanos nacemos todos los mismos pulmones, porque él parece gastar seis o siete. Si el Rayo acaba los partidos con más litros gasolina que el rival, lo de Fran García carece de una explicación racional, salvo que desayune bebidas energéticas en barril. Y más allá de lo físico, sus conducciones y centros laterales representan una amenaza constante. Por si fuera poco con su hiperactividad, Álvaro García es otro puñal partiendo como extremo izquierdo, a pierna cambiada para lucir su buen disparo de media distancia. Una pieza agresiva y fugaz; tanto, que nadie en La Liga ha superado su velocidad punta (35´2 km/h) este curso.

Por eso el Rayo Vallecano es muy de izquierdas, aunque perfectamente compensado con un Isi Palazón que es la excepción de la regla. En un equipo donde todo el mundo la quiere al espacio, Isi la pide al pie; para conducir con más técnica que velocidad, ni que decir tiene que a pierna cambiada también, esperando que le doble por fuera otro lateral de largo recorrido como Iván Balliu. Y, la otra exceptuación, un Óscar Trejo que, desde la mediapunta, puede parecer lento de movimientos al lado del resto, pero cuya agilidad mental, astucia y olfato de los espacios, le sobran para paliar lo primero y le convierten en el centro neurálgico de Vallecas.

El reto que tiene ahora Andoni es ser capaz de afrontar la cuesta de enero introduciendo a la segunda unidad, dado que su “XI” tipo se puede recitar de memoria, a excepción del acompañante de Comesaña en el doble pivote y de la rotación obligada en la punta de ataque. Obligada, porque la fecha de nacimiento de Radamel Falcao no engaña –o eso creemos mientras presenciamos su tercera juventud–, pero en ningún caso por ausencia de rendimiento y cifras. No obstante, cuando Randy Nteka –“9” de mayor envergadura, pero muy plástico y bastante técnico– ha ocupado el frente de ataque, el equipo no ha echado de menos en demasía al Tigre; más allá del estímulo que genera su presencia y lo que condiciona contar con un asesino del área. Una influencia directa en el marcador e indirecta por la forma en que atrae vigilancias de los centrales rivales. Así es como el Rayo está dando que hablar cada fin de semana, haciendo que los mandamases se replanteen que si se dice tanto eso de que La Liga es aburrida, quizá, en parte, sea porque el Rayo no juega los sábados y los domingos en prime time.

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Iñaki María Avial
Periodista · 1997 · España | Kaká me enseñó desde San Siro que en el fútbol la magia importa, Gerrard se fue a Estambul a confirmarme que la mentalidad prevalece. También soy `Chiellinista´. Delante de un micrófono, como dijo Michael Robinson, "estoy muy ocupado, pero no siento que esté trabajando".

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