Real Madrid 3-1 Atalanta: una pared para pasar a cuartos

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En el fútbol, dejar a un compañero de cara y en condiciones para progresar es una de las acciones que más daño hace al rival, por simple que parezca. Un gesto que desde el sofá todos podríamos hacer. Un toque que esconde una inteligencia táctica, sumada a una ejecución que entiende de timings e inercias de carreras, brutal. Ya ves tú. Acercarme al que tiene la pelota y devolverle la pared o jugar con un tercero que me llega. Karim Benzema aúna todas las características mencionadas, y el partido ante Atalanta se escapa de calificativos. 

El Real Madrid certifica su pase a los cuartos de final de Champions League tras derrotar al conjunto bergamasco por 3-1 en Valdebebas (4-1 global). El conjunto dirigido por Zidane, como vs Elche, volvía a alinear a tres centrales, con Sergio Ramos comandando desde el centro de la zaga, pero la diferencia respecto a la ida no iba a ser solo esa. Karim Benzema iba a ser la ficha que decantara la balanza para los blancos. El francés dejó una exhibición de fútbol. 

El partido inició como la ida, como todos nos esperaríamos y como Benzema se esperaba: la Atalanta presionando arriba, hombre a hombre e impidiendo de manera constante los avances blancos. Pero sin crear mucho peligro en transición, pues los blancos generalmente no perdían el balón en las zonas que quería Gasperini (último tercio o carril central tras anticipación de central), ya que muchas veces el esférico salía del terreno de juego o pillaba al Real Madrid junto para activarse a la pérdida. Karim se tomó unos minutos para comprobar que aquello que vio en la ida, se volvía a repetir. Todo poseedor blanco acababa su acción jugando de espaldas, lo que siempre le obligaba a su equipo a dar pases hacia atrás. A no progresar. 

Los minutos pasaban sin oportunidades, pero Benzema empezó a activarse jugando de espaldas a portería. Cuando el Real Madrid ganaba metros tras superar línea de medios, él reconocía la necesidad de una ficha que le pusiera de cara. Que le diera progresión. Se acercaba para devolverla después que el primer poseedor le ganase la espalda a su par mientras el balón estaba viajando hacia el francés. Así llegaron las primeras ocasiones de peligro. Incluso jugadas en que él era el primer poseedor y, con el mensaje que le enviaba al receptor (pase flojo, a la pierna cómoda para contactar de primeras…) completar pared y ser el que se beneficie de la ventaja. 

Tras hundir a la Atalanta, su presión cada vez fue teniendo menos éxito; tras el gol regalado por Sportiello, aún más. Se perdía eficacia y la fatiga hacía mella. La Dea fue recibiendo golpes de manera consecutiva hasta que acabó muriendo en el frío de Madrid. Ramos era sustituido con el equipo ya clasificado a los cuartos de final. A diferencia de la eliminatoria ante el Ajax en 2019, en esta sí se aseguró de estarlo. 

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Miquel Villarroya
Estudiante de Periodismo en la UAB. Amante de la táctica y el análisis de fútbol.

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