El IRA y la época dorada del futbol en Irlanda

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Dia’s Múire dhuit! Conas atá tú? Este es el saludo en gaélico irlandés, una lengua celta con mucho uso en la música y muy arrinconado hacia el oeste, donde está la zona de Gaeltacht. Espero que estés muy bien hoy. Acabamos de terminar nuestro recorrido por toda la Eurocopa viendo las sedes que no fueron. Siguiendo en este tenor, una sede que al final quedó descartada por COVID-19 fue Dublín, que es la capital de Irlanda. Este país tuvo una década dorada a finales de los años 80 y a principios de los años 90, justo cuando había preocupaciones por la seguridad del país. Vamos a ver esta coyuntura.

Recomendación musical 1

El deportista irlandés más mediático y más exitoso de la actualidad es el peleador de la UFC Conor McGregor. Detrás de esa pantomima de arrogancia, se esconde una historia de superación personal y resiliencia que lo han llevado a ser el primero en obtener títulos en dos diversas divisiones, y en su momento el deportista mejor pagado del mundo. Tiene una canción de entrada que lo sigue adonde va y es indicio de su valentía y pundonor. Se trata de una canción que habla del corazón independiente de los irlandeses: The Foggy Dew. Esta es una balada que tomó mucho significado en el Levantamiento de Primavera para sacudirse el yugo de Gran Bretaña. La versión que se escucha corre a cargo de Sinéad O’Connor y la banda de folclor The Chieftains. Sinnéad es una cantante contracultural en todos los sentidos (ordenada sacerdotisa católica, fumadora de mariguana y miembro del partido Sinn Féin), mientras que The Chieftains han popularizado la música irlandesa alrededor del mundo. Deléitate.

Para este texto he invitado a Andrés del Castillo. Es un recién graduado de Kalamazoo College en Michigan, con licenciaturas en Negocios y Estudios de Asia Oriental. Amante de los deportes, ex-jugador de fútbol americano colegial que actualmente busca explorar nuevos retos personales y laborales. Síguelo en Twitter como @adelcastillom10. ¡Bienvenido, Andrés!

Disfruté mucho aprender de la historia de Irlanda, el IRA, y Jack Charlton. Definitivamente es algo que merece tener más atención y más exposición en el futuro. 

Vamos al tema de esta semana

Irlanda, años de sufrimiento

La población irlandesa ha sido víctima de varias desgracias humanas a través de la historia. “La suerte del irlandés” se ha manifestado en los arduos esfuerzos de su gente. El sufrimiento de su gente se puede observar como temática. Podría ser la invasión vikinga de 795 a.C. la que cambió el rumbo de la nación, causando cerca de 200 años de desarrollo bajo el control vikingo. O tal vez la invasión cambro-normana que, aprovechando las rutas comerciales que establecieron los vikingos, traía a la isla nuevas ideas culturales y religiosas, estructuras de defensa y castillos inmensos, pero sobre todo, la violencia con tonos religiosos.

El Rey Enrique VIII rompió su relación con el Papa Clemente VII y la Iglesia Católica Romana tras su muy controversial primer divorcio de su esposa católica, y previa cuñada, Catalina de Aragón. La excomulgación de Enrique VIII de la iglesia Católica abría paso a una nueva relación entre la Corona Inglesa y una nueva serie de creencias. Este evento sería clave para detonar la serie de eventos que se conoce como “la Reforma Protestante”, que se cree ser una importante raíz del conflicto entre la nueva Corona Inglesa, y los Irlandeses, que habian sido mayoritariamente Católicos desde los tiempos de San Patricio en los años 400. 

El dominio normando amenazaba el estilo de vida de los irlandeses gaélicos. La colonización de Ulster, también conocida como la plantación de Ulster, fue el intento de varios años de colonización de Irlanda por parte de la Corona Inglesa, que finalmente se alcanzó siguiendo órdenes del Rey Jacobo VI de Inglaterra. La cultura de los nuevos colonos era muy diferente a la de los irlandeses gaélicos que habitaban la zona norte de la isla. La intención de traer a dichos colonos era apaciguar la ira de aquellos que estaban en contra de la Corona y causaban revueltos esporádicos que amenazaban el poder. Los escoceses e ingleses que eran dueños tierras en los alrededores del norte de Irlanda tomaron el control de la región por siglos, y poco a poco cambiaron la cultura del norte a ser más aceptantes de, y parecerse más a, la Corona Inglesa. Los irlandeses católicos se verían incapaces de vencer a la corona Inglesa y aliados protestantes en las guerras civiles y batallas que surgieron en varios años. Movimientos pro-república comenzaban a tomar vuelo, mientras la cultura protestante se aferraba en el norte del país con las influencias de las conquistas normandas. Esto dividiría al pueblo irlandés no sólo en espíritu, sino físicamente, y marcaría pauta para el futuro de los conflictos entre los pro-república y pro libre-estado.   

 

Mapa de la plantación del Ulster

Sin importar la magnitud de dichas tragedias o batallas, la resiliencia del pueblo irlandés ha encontrado la manera de salir adelante. Uno puede voltear a ver a La Gran Hambruna (an Drochshaol) de 1849-1852 como uno de los eventos más infames de la historia de Irlanda, que diezmó a su población y añadía al ambiente de resentimiento en contra de la Corona Inglesa, que en ese entonces tenía control total de la isla. Pintaba como el comienzo de una serie de desgracias, el pueblo irlandés se perdía, millones esparciéndose al otro lado del mundo, buscando probar su suerte en el este de Estados Unidos. A pesar de todo esto, los fieles a la Irlanda unida seguían en busca de una oportunidad, cuan mínima que sea, para retomar el control de las tierras que sienten les pertenecían. En 1880 se estableció la “Irish Republican Brotherhood” (Bráithreachas Phoblacht na hÉireann, IRB), organización que buscaba regresar la unidad a la isla de Irlanda tras siglos de desunión cultural en la isla. 

¿De dónde salió el IRA?

La IRB llegó en un momento crucial para el desarrollo de la cultura pro-república. A finales del siglo XIX hubo un renacimiento para la cultura gaélica en Irlanda. Después de años de olvido, la vibrante cultura original que caracteriza a la Irlanda que conocemos hoy comenzó a aumentar en popularidad. Ideas y prácticas culturales, deportes gaélicos y fundaciones para preservar y promover la cultura, todos prosperaron en estos tiempos. Más importantemente, establecieron las bases para los futuros movimientos revolucionarios que eventualmente se convirtieron en la IRA. 

En la I Guerra Mundial, tras años de control británico, muchos irlandeses se encontraban peleando al lado de los ingleses. Sin embargo, un grupo de irlandeses con sentimientos republicanos tomaron su oportunidad para intentar hacer un cambio al ver los esfuerzos de la Corona enfocados en otras batallas. El Alzamiento de Pascua (Éirí Amach na Cásca) fue un evento esencial para los esfuerzos revolucionarios de la gente irlandesa que, a pesar de haber fracasado en la toma de poder, expuso a dichos rebeldes como mártires del pueblo Irlandes. Mucha gente se vio inspirada por este suceso. 

 

April 1916: Wrecked buildings on the corner of Sackville Street in Dublin during the Easter Rising of 1916. (Photo by Hulton Archive/Getty Images)

Tras estos eventos, y años de castigos para participantes en el intento de revolución, emergió del sentimiento irlandés el partido político Sinn Féin, que significa “nosotros mismos” aludiendo al sentimiento de independencia sobre la corona que existía en los republicanos. Más rebeldes morían por la causa, y serían vistos como mártires, justo como lo habían sido los miembros del Alzamiento de Pascua. En 1919, tras ganar las elecciones para el poder parlamentario de la Isla, Sinn Féin declara su independencia de la Corona Inglesa al tener su primer junta de parlamento en el primer Dáil Éireann de Dublín. Comenzaba la guerra de independencia en la isla. 

 

Los soldados británicos se convirtieron en el enemigo. Equipos de policías en cubierta llamados “G-Men” se encargaban de encarcelar y capturar a integrantes de grupos rebeldes. La violencia escaló a un punto fuera de control. El Dáil decidió intervenir y crear la armada republicana irlandesa, “Irish Republican Army” (Óglaigh na hÉireann, IRA), con la intención de movilizar a la armada hacia un bien común, sin necesidad de violencia excesiva. Desafortunadamente, la violencia solo escalaba en la región. 

Con apoyo del gobierno británico, Winston Churchill y sus soldados hacían un infierno de las vidas de los habitantes de la isla. El Domingo Sangriento, “Bloody Sunday” (Domhnach na Fola), es un evento que nos da una idea de lo crueles que fueron estos tiempos. El infame evento comienza en la mañana del 21 de Noviembre de 1920, cuando miembros de la IRA asesinaron a 12 policías. Como acto de venganza, la policía y militares británicos fueron a un partido de futbol gaelico y abrieron fuego sin discriminar, matando a catorce y lastimando a 72, con diferentes fuentes diciendo que hubo alrededor de 100 personas entre los lastimados y muertos. Los sentimientos anti-corona daría a que se apruebe el uso del parlamento irlandes en el sur y otro en el norte, legitimando los intentos de lucha por la independencia de parte de los republicanos. Este acto una vez más solo abría las puertas a más violencia continua. El rey Jorge V presentaba el tratado anglo-irlandés, que permitirá que los irlandeses se convirtieran en un territorio con autogobierno, compartiendo estatus en ese entonces con otras colonias inglesas como Australia y Canadá. 

Los años que siguieron, como la historia irlandesa suele ser, fueron plagados de desgracias y violencia. La Guerra Civil Irlandesa fue protagonizada por los miembros de la IRA, divididos por aquellos que estaban a favor, y en contra del tratado de autogobierno. Estas guerras dividieron al pueblo irlandés en espíritu, tanto que los habitantes, descendientes de los primeros protestantes, ahora tenían prejuicios sobre el otro lado; al igual que los republicanos veían a los pro-británicos del norte como opresores. 

En 1968, las marchas a favor de movimientos civiles empezaron a volverse comunes a través del norte de Irlanda. Los católicos sentían que se había vuelto muy hostil el ambiente contra ellos. La mayoría protestante tenía el control del norte, pues eran históricamente quienes tenían en su poder tierras y negocios. El gobierno empleaba prácticas arcaicas que limitaban la participación cívica de aquellos que no tuvieran tierra en su poder. Estas marchas se convirtieron en protestas, y estas protestas en disturbios. Los disturbios culminaron en la batalla de Bogside, el evento que disparó la época que se  conoce como “The Troubles” (Na Trioblóidí), los problemas. 

La violencia en varias regiones del norte causó que el gobierno pidiera la asistencia de la armada británica, que llegó a la isla a asistir como una fuerza neutral. Al pasar el tiempo, y al ir viendo una escala en la violencia, la armada británica se empezó a ver como una extensión de los protestantes pro-corona. 

Con fin de equilibrar la pelea, un grupo de republicanos extremistas se deslindaron de su organización madre, la IRA, y formaron el Provisional IRA. Este nuevo grupo se denominaba a sí mismo como los sucesores directos de la IRA que había peleado en la guerra civil, buscando la Irlanda unida. El grupo creció en popularidad y, a pesar que era oficialmente rechazada por los gobiernos, llegaba a ser un problema para el gobierno y la armada inglesa, y la violencia solo escalaba. La autoridad inglesa cometía actos inmorales, involucrándose en la muerte de civiles y el encarcelamiento en masa para tratar de mantener el control sobre los rebeldes. La armada inglesa se había vuelto una normalidad en la isla. 

El 30 de enero de 1972 elementos de la Armada Británica abrieron fuego en una protesta en contra del encarcelamiento sin juicio que estaba afectando predominantemente a los católicos nacionalistas. Hirieron a 26 personas, 14 de ellas murieron, desatando la furia de los nacionalistas a través de la nación. El apoyo hacia el “Provisional IRA” subía al par de el odio hacia los británicos y el dominio foráneo. Los locales ponían en sus manos la seguridad de la nación, tomando medidas extremas en los dos lados. Los coche bomba se volverían el sello de violencia de la nueva IRA, con una serie de 22 matando a varios miembros de diferentes grupos, incluyendo civiles y policías británicos. En 1973, un ataque de coche bomba en Londres por parte de la IRA provocó tanto shock que el gobierno británico cediera poder a los irlandeses en el acuerdo de Sunningdale. El acuerdo cedía cierto poder bilateral en los parlamentos del norte y sur. Los leales a la corona Inglesa estaban en desacuerdo pues sentían que esto los hacía ver como débiles, cediendo tras los ataques de la IRA, y empezaron las huelgas de Ulster. Estas causaron más violencia, y decenas de muertos en la república de Irlanda. La IRA volvía a atacar Inglaterra, ahora Guildford y Birmingham como venganza, causando ataques de odio en contra de Irlandesas en Inglaterra. Hubo ataques entre los dos bandos durante años. 

 

Atentado en Londres de 1973 (créditos: Bill Cross/ANL/Shutterstock)

Las protestas y el apoyo a los republicanos tomaron vuelo una vez más tras la muerte de Bobby Sands en una huelga de hambre, que había ganado la posición de MP en el parlamento inglés mientras estaba en prisión. La violencia escaló hasta llegar en contra del Primer Ministro Inglés en diferentes atentados, primero a Margaret Thatcher y luego a John Major. Parecía no tener fin.

Estado del futbol de Irlanda antes de Jack Charlton

Cuando existe conflicto, el tiempo para practicar los placeres de la vida se esfuma, concentrando el día a día en sobrevivir. La soberanía de todo un pueblo se veía amenazada tras no años, ni décadas, sino siglos de opresión foránea. La existencia del ‘beautiful game’ en la isla se veía amenazada. En 1921, cada lado de la isla formaba su propia federación de fútbol. La decisión se tomó tras un aumento en las tensiones entre norte y sur. Las federaciones de futbol son las únicas federaciones deportivas que se dividen en la isla, otros deportes representan a la isla en conjunto. Uno pudiera atribuirle los primeros éxitos futbolísticos del norte a su cercanía a Inglaterra. De cualquier manera, el norte de Irlanda probaba más éxitos futbolísticos que sus hermanos del sur. Hubo intentos de unificar a las selecciones en los principios de los 70 ‘s, pero nunca se pudo hacer por las tensiones que ya existían. Ninguna de las selecciones estaba de acuerdo con unificarse, y hasta las federaciones se opusieron a la idea de la federación unida cuando se jugó un partido amistoso entre “Shamrock Rovers XI” y la selección de Brasil. Por el otro lado, los jugadores recuerdan esto con nostalgia, dando las gracias por la oportunidad de compartir el campo con sus hermanos.

 

Shamrock Rovers XI

Sin embargo, Irlanda del Norte se vería como el lado superior, teniendo en sus filas al mítico talento, y el mejor talento en la historia de la isla, George Best del Manchester United. Vayamos a 1985. Los del Norte disfrutaban de victorias contra los anfitriones del mundial en el ‘82 y clasificaban al mundial del ‘86. Mientras tanto, el futbol de la República de Irlanda no mostraba señales de prosperidad, el estilo de juego que mostraban en las clasificatorias al mundial del ‘86 no les daría suficiente para clasificar a la copa del mundo. Era el hermano pobre, endeudado, estancado, frustrado y apestado. Nadie iba a verlos y las arcas estaban vacías. Había que hacer algo. Agotaron todos los recursos y se vieron obligados a confiar en un inglés llamado Jack Charlton.

 

George Best con la camiseta de la selección de Irlanda del Norte

Un poco de Jack Charlton

Jack Charlton no era ningún improvisado. El nacido el 8 de mayo de 1935 en Ashington, en pleno Northumberland, provenía de una familia donde se respiraba el futbol, con dos parientes que jugaron en el Manchester United, su tío Jackie Milburn y su hermano menor, Bobby Charlton. A diferencia de ellos, y arriesgando a revivir una Guerra de las Rosas, fue un hombre de un solo club, el Leeds United. ¡23 años de carrera! Con los Whites ganó un título de Second Division, uno de First Division, una FA Cup, una Copa de Liga, una Charity Shield y dos Interferias. En 629 partidos anotó 30 goles. En 2006 los aficionados del Leeds lo incluyeron dentro del 11 histórico.

Con su estilo reacio y su tenacidad para pelear cada balón, enamoró al DT de los Three Lions Sir Alf Ramsey y con 30 años se ganó su primera convocatoria con la selección de Inglaterra. Llegó al mundial en casa en 1966 con una táctica donde él ocupaba la defensa central con el capitán Bobby Moore. Ahí también estaba el sobreviviente del avionazo de Múnich, Bobby Charlton. Todos ellos lograron alzar por única vez el trofeo Jules Rimet en Wembley. También estuvo en la Eurocopa de 1968 y disputó el mundial de México en 1970. En total, fue convocado 35 veces con seis anotaciones.

Al colgar los botines, no dejó de involucrarse en el futbol, solamente ahora estuvo en el banquillo dirigiendo. Debutó con el Middlesbrough nada más retirarse. Al año siguiente los llevó al ascenso a la First Division y por ello fue nombrado DT del año en el futbol inglés. Los mantuvo como un equipo estable y competitivo hasta su renuncia en 1977. En el ínterin eran el semillero del Liverpool que ya daba indicios de dominar Inglaterra. Tras ello se hizo cargo del Sheffield Wednesday y el Newcastle United. En 1985 se tomó su año sabático para irse de pesca y cacería.

Todo cambiaría en 1986 cuando Eoin Hand renunció tras haber fracasado en las eliminatorias para el mundial de México. Era el momento de anunciar al sucesor. En la carrera estaba Bob Paisley, el arquitecto de ese Liverpool dominador que se cansó de ganarlo todo en los años 70 y 80, y Jack Charlton. Paisley era el favorito de los directivos de la FAI, pero el puesto era una auténtica papa caliente. Al final, Jack Charlton fue el elegido. Era el primer DT de la selección irlandesa extranjero… ¡y además de todo, inglés!

Charlton: haciéndolo a su manera

La presentación fue algo desangelada. No fue una conferencia de prensa, sino en el Late Late Show de RTÉ, el segundo talk show nocturno más longevo del mundo, conducido por el carismático y mordaz Gay Byrne. Días más tarde, con la presentación de los medios, casi acaba en una pelea. No se amilanó ante las preguntas suspicaces de Éamonn Dunphy (Éamonn Máirtín Ó Donnchaidh) y lo desafió al momento. Comenzaba así una relación entre Charlton y Dunphy que empeoró con el tiempo. Los aficionados no sabían si reír o llorar: era un Sasanach dirigiendo a Irlanda.

 

Presentación de Jack Charlton en el Late Late Show

Pocos días después declaró que se llevaría muy bien con los irlandeses. “Son como los Geordies. Son amabilísimos con los desconocidos, no son falsos, les gusta una pinta de Guiness y les encanta la fiesta”. Él mismo era Geordie; Northumberland abarca también Newcastle. La ventaja de Charlton es que no endulzaba los oídos. O lo amabas o lo odiabas, pero no se andaba con medias tintas. Si el aficionado o el jugador no estaba de acuerdo tenía la puerta abierta para bajarse del barco.

Cuando llegó con los jugadores, les puso las cartas sobre la mesa. Nada de elaborar jugadas lentamente. Es tiempo de jugar al pelotazo detrás de la cabeza de los laterales. Pondremos a todo mundo atrás y en cuando tengamos el balón, ir lo más lejos posible de la portería. Hay que sacar puntos como sea. Eso sacó de balance a jugadores veteranos como Liam Brady (Liam Ó Brádaigh), de presencia en la Juve, que le gustaba jugar más horizontal, o un conocido como Mick McCarthy, adicto a los centros. Todo era al pelotazo. Cada jugador sabía qué hacer, y si alguien lo desobedecía, se iba al banquillo. Eso le pasó a Liam Brady en su despedida ante Alemania Occidental: ¡fue sustituido de manera humillante al minuto 35!

Otra cosa: a buscar jugadores en Inglaterra. La FIFA permite convocar a jugadores extranjeros si tienen hasta padres o abuelos de alguna nacionalidad específica. En Irlanda eso se conoce como la “Granny Rule”. Se calcula que uno de cada 10 ingleses tiene por lo menos un abuelo nacido en Irlanda, tal es la diáspora en el Reino Unido. Había que poner carteles grandes fuera de los estadios. Para Jack Charlton se trataba de la política “Encuentra otro Irlandés” (Find Another Irishman) Jugadores como Johnny Giles pusieron el grito en el cielo: ¡no confía en el talento local! Charlton simplemente estaba siendo pragmático. Así llegaron a la selección John Aldrige y Ray Houghton, del Oxford United, y Andy Townsend, del Southampton.

Esta política cimbró toda la concepción de lo que significaba ser irlandés, con un deporte como el futbol de origen inglés. Las autoridades irlandesas en cierta manera limitaban su práctica para favorecer a los deportes irlandeses como el futbol gaélico (Peil), el hurling (iománaíocht), el rounders (babhtaí, el precursor del beisbol) o hasta el rugby. Y luego todos esos convocados a la selección de futbol que procedían de la diáspora tenían el estigma de “oportunistas”, “falsos”, “de plástico”. Todo eso estaría por cambiar.

La primera siempre es la primera: el camino a su debut internacional

Para comenzar su andar, Irlanda debutó con el pie izquierdo al perder un amistoso ante Gales en el Lansdowne Road (ahora Estadio Aviva) por la mínima. Apenas 15.000 aficionados se dieron cita. Parecía que todo sería como siempre. Probaron que no con un empate ante los uruguayos.

Jack Charlton se dirigió así a su primer torneo, un triangular con sede en Islandia entre los irlandeses, los anfitriones y la selección de Checoslovaquia. Sería unos días antes de que comenzara el mundial en tierras mexicanas. Era tiempo de probar la táctica de presión a la línea baja del contrario para buscar el error. El primer partido era ante Islandia. Paul McGrath anotó el 1-0 a los 34’. Seis minutos más tarde vino Arnór Guðjohnsen. En el segundo tiempo finalmente un gol de Gerry Daly le dio su primer triunfo.

Dos días después llegaba el partido contra los checoslovacos que aún no superaban el haber quedado fuera del mundial. Tras un partido ampliamente disputado, un gol al 82’ de Frank Stapleton le dio el primer título en la historia a Irlanda. El camino ahora sí empezaba.

Este triunfo daba cierta confianza para las eliminatorias para la Eurocopa de 1988 con sede en Alemania Occidental. A veces podía ser simplemente cuestión de fe. Para calificar había que ganar el grupo 7 que contaba con tres asistentes al mundial: Bulgaria, Escocia… y nada menos que la medalla de bronce Bélgica. Luxemburgo completaba el pelotón.  Su primer partido era en Bruselas ante Bélgica. De ahí sacó un empate a dos goles bastante convincente.

Lo siguiente fue una serie de resultados bastante variopintos. Un empate sin tantos ante Escocia en Dublín, y luego la victoria de visitante más importante de su historia ante los mismos escoceses en Hampden Park. Tras ello, una dolorosa derrota ante Bulgaria con penal tardío en el siempre complicado Vasili Levski (Васили Левски). El show tenía que continuar. Un empate más sin anotaciones con Bélgica, ahora en Dublín, tuvo como continuación victorias justas ante Luxemburgo (2-0 de visitante y 2-1 de local).

Irlanda soñaba con una clasificación, pero dependía de una combinación bastante complicada. Tenía que ganarle a Bulgaria (no, no es el partido de quidditch), mientras Escocia debía derrotar tanto a Bélgica de local como a Bulgaria de visitante. Los irlandeses hicieron su parte (2-0) y los escoceses también cumplieron la primera premisa del trato (2-0 a los belgas). Ahora venía la parte escabrosa, porque Bulgaria estaba invicta en Sofía desde 1982 y Escocia no era precisamente fuerte de visitante. Encima la Tartan Army estaba diezmada por las lesiones, en especial su tridente del Rangers, Richard Gough, Ian Durrant y Ally McCoist. Los irlandeses se encomendaron más a la fe que a la realidad. Había que esperar un milagro.

Aquí aparece Gary Mackay, un joven de 23 años que jugaba en el Hearts of Midlothian; había sido convocado de emergencia por lesión de Jim Bett, del sorprendente Aberdeen de Alex Ferguson. Mackay mismo estaba tocado, pero igual podía jugar. Era un 0-0 en un muladar de campo búlgaro; Escocia resistía el asedio búlgaro. Mackay tuvo que entrar por Allan McStay, era su debut. Al minuto 87’ Mackay metió un zurdazo que venció al portero Borislav Mikhailov (Борислав Михайлов) para anotar su único gol con la selección escocesa. Esa anotación dejó mudo a los búlgaros; los irlandeses no lo podían creer. ¡El milagro existía! Como pudo, Escocia resistió los último minutos hasta el batazo final.

Toda Irlanda festejaba: ¡acababan de meterse a la primera competencia de su historia! Jack Charlton tenía una promesa con Andy Roxbrough, DT de Escocia: si les ganaban a los búlgaros, le enviaría una botella de champaña. Cumplió, aunque le mandó dos por lo feliz que le ponía ese triunfo gracias a los hermanos del otro lado del Canal del Norte. ¿Y Mackay? Ya no tuvo que preocuparse por pagar cervezas en Irlanda jamás.

La sorpresiva Euro de 1988

Irlanda se dirigía así a su primer torneo de la historia. Definitivamente era la cenicienta. El resto de selecciones habían estado presentes dos años atrás en el mundial, salvo Países Bajos que tenía un equipo que prometía. El sorteo deparó a los irlandeses en el grupo 2, con Inglaterra, los neerlandeses y la Unión Soviética.

El debut sería en Stuttgart ante los ingleses. Por todo lo que representaba el partido había un morbo tremendo. Los ingleses no eran tan bienvenidos por rencillas históricas… salvo Jack Charlton, por supuesto. Hablando de Charlton, la FA ni siquiera se había dignado en mirar su CV cuando surgió la oportunidad de ocupar el puesto de DT de la selección inglesa en 1977. Un mes atrás, el sorprendente Wimbledon había dejado boquiabiertos a los expertos cuando le ganó la final de la FA Cup al Liverpool. Esto era una reedición, pero a escala de selecciones nacionales. El juego del 12 de junio tenía un morbo bastante peculiar.

Esa tarde, todas las calles irlandesas estaban desiertas para el debut de los chicos de verde (¿no que el futbol no reflejaba el carácter irlandés? ¡En su cara, autoridades chauvinistas!). Y apenas a los seis minutos, Kevin Moran (Caoimhín Bearnard Ó Moráin) cobró largo un tiro libre, el balón dio a Tony Galvin que dio un servicio sin querer desviado por Kenny Sansom. John Aldrige le regresó el servicio a su compañero del Liverpool Ray Houghton, cuyo cabezazo techó a Peter Shilton. 1-0. El marcador no se movió. ¡Victoria para Irlanda!

Tres días después, en Gelsenkirchen, Irlanda se enfrentaba a la Unión Soviética, que había vencido a Países Bajos en el comienzo. Houghton lo considera hasta la fecha como una de las mejores exhibiciones de la selección de Irlanda. Con un gol de Andy Whelan al 38’, todo mundo en Irlanda soñaba con una clasificación directa, pero un tiro de Oleh Protasov (Олег Протасов) mermó un poco las sonrisas irlandesas… decimos mermar porque allá en Irlanda cualquier excusa es buena para armar una fiesta/borrachera.

Irlanda se jugaba todo por el todo contra Países Bajos. Si empataban, estaban dentro. El partido fue bastante duro, pero un gol fortuito de Wim Kieft al 82’ rompió los corazones irlandeses, justo cuando parecía que el sueño continuaba. Irónicamente, los neerlandeses apelaban a la épica para erigirse como campeones europeos por primera vez en su historia.

De todos modos, el mundo sabía que en Irlanda las cosas se estaban haciendo bien y nadie estaba desilusionado; todo lo contrario, había esperanzas de que este fuera apenas la primera incursión.

El mundial de Italia 1990: el cenit irlandés

Irlanda comenzaba a llamar la atención en Europa por ser un equipo que jugaba hasta el paroxismo y contra el cual a los rivales les era incómodo enfrentar; todo esto tenía tintes de heroísmo, más cuando la FAI estorbaba más que ayudar. Jack Charlton maduraba su sistema de juego y lo hacía con decisiones como ir a contracorriente de lo que solían hacer en sus clubes. Por ejemplo, John Aldrige pasó de ser cazagoles a recuperar balones, Ronnie Whelan dejó la comodidad del pase para correr a por todas y Paul McGrath ahora estaba comandando el mediocampo. Ahí comenzaba a despuntar de nuevo un delantero que desconcertaba por el origen de su apellido, Tony Cascarino. Nacido en Inglaterra como otro más de la diáspora, también podía representar a Escocia e Italia. Esos derroteros del ius sanguinis a veces son curiosos.

Mientras tanto, Irlanda calificó a su primer mundial con bastante holgura. Logró acabar encima de Hungría en decadencia, Malta y en especial de sus vecinos Irlanda del Norte (con paliza de 3-0 en Dublín incluida), solamente detrás de España. Lo que cabe destacar fue su solidez defensiva, con dos goles concedidos solamente en un partido de ocho, en el Benito Villamarín. Solamente Inglaterra fue mejor en ese aspecto.

En el sorteo del Palazetto dello Sport el 6 de diciembre de 1989, Irlanda supo su destino. Estaría en el grupo F con Egipto, una selección que después de tanto regresaba a un mundial, ¡y en el mismo país donde debutó! (lo veremos después). También volvía a verse las caras con los neerlandeses… y otra vez tendría que enfrentarse a Inglaterra. Todos los partidos serían en las islas de Italia: dos en Cagliari, Cerdeña, y uno en Palermo.

Para prepararse para un debut más, Charlton tuvo que recurrir a tácticas sui generis. Como el torneo sería en un verano mediterráneo, dispuso que en las sesiones de entrenamiento correrían con tres chaquetas y una chamarra. Mientras el resto de selecciones se enclaustraban, Charton les daba permiso para irse a los pubs con el resto de la gente. El objetivo era sacar provecho de que el mundo no diera ni un centavo por ellos.

El mundial de Italia tuvo como característica una esterilidad en la producción goleadora; esto se exacerbó en el grupo F. Entre hooligans confinados a jugar apartados de Italia por miedo, entre egipcios que tomaban un ferry desde el puerto de Ismailia para seguir a su selección, Irlanda llegó a Palermo con una canción de Larry Mullen de U2, Put ‘Em Under Pressure, que encabezó el hit parade durante 13 semanas.

Tocaba de nuevo jugar primero contra los ingleses en Cagliari. Ahora Irlanda tuvo que empatar un juego cuesta arriba (Kevin Sheedy al 72’) desde el minuto 9’ con anotación del capocannoniere de México, Gary Lineker. De vuelta a Palermo, la siguiente cita era contra los egipcios. No pasó del empate a cero, y de pronto todo mundo se dio cuenta que este grupo tenía a todos en dos puntos porque nadie quería ganar.

Venía el partido decisivo y de nuevo contra los neerlandeses, que estaban decepcionando a los amantes del futbol arte. Estaban conscientes de que una derrota podría costar una eliminación. Parecía repetirse la historia de Hanover con un gol de Ruud Gullit, pero los irlandeses no se dieron por vencido y rescataron el juego con un gol de Niall Quinn (Niall Seán Ó Cuinn) para algarabía de todos los irlandeses. 

Acabó el partido. Irlanda y Países Bajos habían acabado igualados en todo: empates, puntos, goles anotados. Inglaterra había terminado como líder con una victoria sin chiste ante Egipto, que así se marchaba. Estaba asegurado terminar dentro de los cuatro mejores terceros, restaba saber quién se enfrentaría a Alemania por quedar en esa posición. Por ello, se recurrió a un sorteo, que ganó Irlanda.

Irlanda pasaba así de ronda, pero tenía que viajar a Génova. Allí lo esperaba Rumania que respiraba libertad después de la caída de Ceaușescu (más información acá) y además presumía de un equipo endiablado que puso en aprietos a Argentina y mandó a casa a soviéticos. El partido fue bastante disputado e inevitablemente acabó en empate, el cuarto para la aventura irlandesa. Era tiempo de la tanda de penales. Aquí anotaron todos hasta el cuarto cobro: Hagi, Sheedy, Lupu, Houghton, Rotariu, Townsend, Lupescu, Cascarino. 

Venía el momento de la verdad. Venía Daniel Timofte y en estos momentos Packie Bonner se erigió como el primer héroe para atajar el penal. Era turno de David O’Leary (Dáibhi Ó Laoghaire) para convertir a un país en un manicomio. Normalmente Charlton lo dejaba de lado… lo calló con su penal. ¡Sin triunfo alguno, Irlanda se había metido a los ocho mejores del mundo!

Para motivar a su equipo desde el inicio, Jack Charlton se basó en la religión católica inherente a Irlanda: les prometió una audiencia con el Papa Juan Pablo II en caso de llegar a cuartos de final. El siguiente partido era ante Italia en el Estadio Olímpico de Roma. ¡Ni hablar, tenía que cumplir! La logística ayudaba. Contactaron a Monseñor Liam, que conocía al Obispo de Belfast Anthony Farquhar (padre Tony) y al padre Seán Brady (Seán MacBrádaigh). ¡Concedido! En la homilía de la misa, el Papa políglota dejó el italiano para hablar del sorprendente paso de Irlanda y los bendijo desde el ambón.

Al finalizar la eucaristía, la delegación irlandesa le obsequió al Sumo Pontífice una camiseta. Todo mundo empujó a Bonnie al frente. ¡El Papa había sido portero en Polonia! Sabía quién era Padick, que era portero y que había parado el penal. Le impuso la mano en el hombro mientras le decía eso. ¡Entre guardametas se entendían! Como católico practicante, Bonnie tiene hasta la fecha esta memoria.

Lo único malo es que no le sirvió en el partido, porque el gol de Schillaci con el que los italianos progresaron a semifinales sí era atajable. De todos modos, Irlanda cumplió con un papel decoroso y podían estar con la cabeza en alto.

Clasificación a Estados Unidos sobre el hermano incómodo

La alta proporción de empates de la Irlanda de Jack Charlton (30 de 94) era un arma de doble filo, y era producto de su táctica rocosa. Le benefició en el mundial de Italia, pero le costó la clasificación a la Eurocopa de 1992 en Suecia. Terminar en un torneo de ocho selecciones era bastante duro, y la Inglaterra de Graham Taylor terminó arriba de ellos por apenas un punto. De nada sirvieron las victorias ante Turquía y Polonia, sus igualadas ante ingleses dieron al traste. No todo estaba perdido; ahí empezaban a jugar futuros cracks como Roy Keane (Roy Muirís Ó Catháin) y Denis Irwin.

Venía ahora la clasificación al mundial de Estados Unidos en 1994, lo que podría significar eventualmente un reencuentro con la ruidosa diáspora que año con año tiñe de verde las calles en el Día de San Patricio. Ahora Irlanda tenía que enfrentarse a un aumento desproporcionado de equipos producto de la implosión de la URSS. El proceso mundialista ahora indicaba que aquellos países que terminaran en los primeros dos lugares de cada grupo accederían a la fiesta grande. A Irlanda le tocó el grupo 3 con Lituania, Letonia, Albania, Dinamarca… y otra vez Irlanda del Norte y España. Challenge accepted!

La campaña comenzó bastante bien con tres triunfos de local (entre ellos otro 3-0 ante sus vecinos protestantes) y dos empates valiosísimos de visitante ante los rivales más peligrosos del grupo. Luego, vino el primer pinchazo, un empate a un tanto ante los daneses. Tras ello, cuatro victorias sin mucho que relatar ante los débiles del grupo. Para depender de sí mismos, los irlandeses no debían perder ante España en casa. Fallaron ahí. Una derrota 3-1 complicaba las cosas, ya eran terceros. Para clasificar ahora, Irlanda tenía que obtener al menos un empate en Belfast y esperar a que España los ayudara venciendo a Dinamarca en el Sánchez Pizjuán.

Irlanda del Norte ya no se jugaba nada más que el gusto de joder a sus vecinos herejes del sur. Además, ese partido era el último en la gestión de Billy Bingham que llevaba en el cargo desde 1980 y había metido a los norirlandeses a dos mundiales. Para colmo de males, el proceso de paz entre ambas Irlandas seguía en un punto muerto y eso se trasladó al campo de juego. Antes del partido, Bingham calentó las cosas tildando a los irlandeses como “una cuadrilla de mercenarios” y hacía falta “atacar la república”. El ambiente estaba tan enrarecido que el lugar más seguro era el césped del Windsor Park.

El 17 de noviembre de 1993 ante 10.500 espectadores ambas Irlandas salieron al campo dispuestas a darse con todo. Nadie quería perder, pero nadie se hacía daño. Para el segundo tiempo se escucharon buenas noticias desde Sevilla: un gol de Fernando Hierro al 63’ ponía las cosas 1-0 e Irlanda estaba en el mundial. 11 minutos después llegó la estocada, de la mano de James Quinn. Irlanda estaba eliminada. A luchar con ese empuje. No había de otra. El estrés duró apenas cuatro minutos, pues el juego fue empatado por conducto del defensor Alan McLoughlin. Así terminó el sufrimiento; Irlanda estaba dentro gracias a anotar más goles que los daneses.

Ahí no quedaron las cosas. Al terminar el duelo, Charlton fue a confrontar a Bingham. La tensión se podía cortar con un cuchillo. Solamente le dijo: “También los tuyos”. Tras ello, los norirlandeses desearon suerte a sus vecinos.

Victoria ante Italia en Nueva York

Para el mundial de Estados Unidos, Irlanda inauguró el concepto de grupo de la muerte en los mundiales. Quedó encuadrada en el sector E junto con Italia, tricampeona y candidata perenne a llevarse el mundial. También estaba Noruega, que ya comenzaba a conquistar corazones con su equipo de altura y futbol alegre. Y por último venía México, con un portero con trajes excéntricos, un goleador histórico en el ocaso y una fiel comunidad chicana que llena cada estadio donde juega el Tri. Todos los equipos podían calificar. Esa aparente mala suerte se contrarrestó con los estadios que le correspondieron: Irlanda jugaría dos partidos en Nueva York, ciudad donde viven más estadounidense de origen irlandés.

Para el debut, Irlanda tenía que jugar de nuevo con Italia. La fecha era el 18 de junio. Nueva York es la ciudad multicultural por excelencia, con barrios bastante marcados. Si los italoamericanos marcaban la fiesta, los hibernoamericanos los superaban con creces. La Gran Manzana se transformó en un segundo desfile de San Patricio y en el estadio de los Gigantes hubo más verde que azul. Inspirados ante este colorido, los irlandeses salieron dispuestos a comerse a los italianos. Y consiguieron ganar con un solitario trallazo de Houghton. Los ataques encabezados por la creatividad de Roberto Dino Baggio se estrellaban uno a uno en una muralla verde. Silbatazo final, y de nuevo Irlanda era noticia por la sorpresa.

Una victoria en un torneo de 24 selecciones te pone en buenas posibilidades de meterte a octavos de final, en especial cuando las victorias ahora entregaban tres puntos (medida para evitar la cerrazón del mundial de Italia). Los irlandeses lo sabían… pero no festejaban porque algo terrible les quitó la pronto la alegría.

Masacre de Loughinisland y desmoralización irlandesa

Loughinisland es un pueblo apenas a 34 km al sur de Belfast, Irlanda del Norte. Con los seis condados asolados por los conflictos, Loughinisland había permanecido inmaculado. En un territorio de mayoría protestante, la selección irlandesa despertaba cariño e indudablemente recibía apoyo no solamente de protestantes, sino que católicos en la escisión norte de la isla esmeralda podían lucir con orgullo su afición. Hasta nacionalistas comenzaban a cantar al lado de separatistas.

Para el partido, el punto de reunión era el pub de O’Toole, el cual ese 18 de junio de 1994 estaba lleno a reventar de católicos enfundados de verde que gritaron con el tiro de Houghton. Todo mundo cantaba y gozaba; Irlanda había empezado con el pie derecho.

El pub O’Toole estaba en la mira de las Fuerzas Voluntarias del Ulster (UVF), un grupo paramilitar leal a la corona británica y con el protestantismo como su religión. Un lugar lleno de católicos era el blanco perfecto para descargar toda la furia. Y así fue. El pretexto era acabar con una reunión de los republicanos irlandeses.

Eran las 10 de la noche con 10 minutos. Apenas había comenzado el segundo tiempo y todo el mundo estaba a la expectativa de ver cómo los chicos de verde aguantaban con pundonor cada ataque italiano. De pronto, dos hombres armados con rifles automáticos y ataviados con mameluco y pasamontañas abrieron fuego, rociando el pub con todas las balas, mientras los asistentes al partido buscaban protección. El mismo día, la UVF asumió la autoría del ataque.

En total hubo seis muertos y cinco heridos. Los asesinados eran: Barney Green (87 años), Adrian Rogan (34), Malcom Jenkinson (53), Daniel McCreanor (59), Patrick O’Hare (35) y Eamon Byrne (39).

Ese ataque llenó de terror, tristeza y enojo a ambos lados de Irlanda. Alcanzó repercusión internacional y personas como el presidente de Estados Unidos Bill Clinton, la reina británica Isabel II y el Papa Juan Pablo II condenaron el atentado. Hasta la fecha no se ha esclarecido quién fue el autor material del ataque, pero fue enmarcado por una falta de respuesta de la policía norirlandesa tal que se pensó que estaba coludida; esto se desmintió con los años.

La selección irlandesa se enteró en el avión que los llevaba a Orlando, Florida. Todo ese buen ánimo que los invadía recibió una nube de pesadumbre y finalmente repercutió en el juego de Irlanda. Primero, en el Citrus Bowl, México se benefició de un calor húmedo sofocante y los derrotó 2-1 con dos goles de Luis García. Ese partido le costó una expulsión a Charlton, fúrico con el cuerpo arbitral debido a lo que él consideraba una pésima hidratación de sus pupilos.

De regreso en su Dublín norteamericano, Irlanda logró igualar sin anotaciones con Noruega, y es aquí donde el grupo E se convirtió en EL grupo de la muerte de todos los mundiales. Los cuatro equipos del pelotón estaban empatados en puntos, triunfos, empates, derrotas… ¡y diferencia de goles! El criterio de desempate fueron los goles marcados. México fue el ganador por haber anotado tres goles, mientras que Noruega se despidió por solamente marcar una vez (Rekdal). Eso dejaba a Irlanda e Italia igualados con dos goles, pero había un criterio más, la victoria de la masacre de Loughinisland. Irlanda volvía a calificar como segundo.

El rival era de nuevo Países Bajos.. y otra vez en el infierno de Orlando. Ya los habían eliminado en 1988 y apenas rescataron el empate. ¿La tercera sería la vencida? No. Justamente en el calor de Florida el camión verde se quedó sin gas, culpa de carencias en sectores puntuales de la cancha y el calor sofocante. Dos goles en el primer tiempo (Bergkamp y Jonk) fueron una losa imposible de cargar.

Irlanda se despedía ahora en octavos de final. El balance aún así era bueno, pero pesaba la mancha del terrorismo. El asesinato del colombiano Pablo Escobar terminó eclipsando la brutal masacre. Desde Loughinisland, Irlanda no volvió a ganar en el mundial.

Final de la gestión de Jack Charlton

Venía otro reto más, la Eurocopa de 1996 que sería en Inglaterra. Para clasificar, había que ser líder de grupo o en su defecto terminar dentro de los seis mejores segundos lugares; de otro modo, los peores sublíderes se enfrentaban en un repechaje en sede neutra para obtener al último invitado. Y encima, Europa ya recibía más selecciones gracias a escisiones de Yugoslavia, Checoslovaquia y la URSS.

Irlanda ocupaba el grupo 6 con Austria, Letonia, Liechtenstein, Portugal… ¡y de nuevo los norirlandeses! En esta ocasión Irlanda tuvo un cierre desastroso de su grupo, como un empate en Liechtenstein, derrotas por 3-1 ante Austria y un 3-0 en Lisboa ante Portugal. Si se salvó fue por ese 4-0 en Belfast que de nuevo eliminó a Irlanda del Norte.

 

Sep 1995: Luis Figo of Portugal (right) is chased by Lennon of Northern Ireland (left) during the European Championships qualifier

El rival de ese partido decisivo era Países Bajos otra vez. Y la fecha se fijó para el 13 de diciembre en Anfield de Liverpool. Sonaron las alarmas para los irlandeses. Las bajas dolorosas de Roy Keane y Steve Staunton por lesión y Nial Quinn por suspensión condicionaron la táctica de Charlton, que ya se había desgastado. 

Un joven llamado Patrick Kluivert simplemente desnudó dos veces ese óxido que corroía la presión alta de Irlanda. 2-0 fue el marcador final. Viendo que el partido ya estaba perdido desde el minuto 1, los aficionados irlandeses se resignaron. No fue un abucheo, fueron cánticos de agradecimiento destacando el “You’ll Never Walk Alone” que tomaron prestado de los Reds. Sabían que era el final de una época. Al finalizar el partido en Anfield, Jack Charlton agradeció en el centro del campo.

A los pocos días, Jack Charlton renunció al puesto de Director Técnico. De manera indignante, la FAI pecó de insensible después de tantas alegrías que les proporcionó este inglés que se ganó el corazón de Irlanda justo cuando la violencia escalaba entre protestantes y católicos, entre republicanos y lealistas.

Hacia una paz en Irlanda

En 1998, tras casi tres años de tumultuosas negociaciones, se presentó el “Good Friday Agreement” (Comhaontú Aoine an Chéasta). El acuerdo terminaría con los conflictos armados, y el gobierno tomaba las armas de los bandos rebeldes. El acuerdo también daba al pueblo irlandés, norte y sur, la oportunidad de votar para decidir si alguna vez desean regresar a la Irlanda unida. La relación entre las dos naciones mejoraría exponencialmente. Sentimientos nacionalistas y de lealtad a la corona siguen existiendo en la isla, pero afortunadamente la violencia es algo que es cada vez más raro.

 

Un ejemplo de unión es la unión de la isla en torneos de rugby

En 2012 Irlanda regresaba a la Eurocopa de la mano del italiano Giovanni Trapattoni. En el sorteo le tocó de nuevo un grupo complicado, el C, con España, Croacia… ¡e Italia! Para no sobresaturar una jornada con partidos a morir, hubo un sorteo de equipos para definir su posición en el grupo; de eso dependía su calendario. A Irlanda le tocaba la posición 3. 

 

POZNAN, POLAND – JUNE 18: The Republic of Ireland team line up ahead of the UEFA EURO 2012 group C match between Italy and Ireland at The Municipal Stadium on June 18, 2012 in Poznan, Poland. (Photo by Clive Mason/Getty Images)

Eso quería decir que tendría un partido en el estadio Miejski de Poznan ante Italia… el 18… de junio… Día de la masacre de Loughinisland y mismo rival. ¡Oh, destino cruel que reabres las heridas! Para honrar a las víctimas caídas 18 años atrás, todos los irlandeses usaron bandas negras de luto. Lástima que las circunstancias esta vez fueron diferentes. Trapattoni había hecho un gran trabajo con Irlanda, y aún así no podían alcanzar a sus rivales. Los italianos en esta ocasión se impusieron 2-0 y mandaron a Irlanda a casa como último lugar de todos con cero puntos.

Jack Charlton finalmente falleció el 10 de junio de 2020 a causa de linfoma y demencia. Dejó un legado en el futbol irlandés tal cuyo crecimiento no se puede entender sin su presencia. En 94 partidos, apenas cayó 17 veces, además de los 30 empates mencionados anteriormente. El resto fueron victorias: 47, ¡un porcentaje de triunfos del 50%! Esas victorias incluyeron un amistoso ante Brasil en Dublín y una sobre Alemania de visitante. Se llevó consigo muy pocos sinsabores y demasiadas alegrías. Llenó de esperanza a los aficionados irlandeses, le dio un realce a la economía, se volvió una suerte de héroe nacional. Y todo eso se logró en un momento donde el ser inglés era visto con mucho recelo.

Fuentes

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Encyclopedia Britannica. Ireland
Constitutional Rights Foundation. BRIA 26 2 The Potato Famine and Irish Immigration to America. Invierno de 2010
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History. The Colonisation of Ulster. Julio de 1916
Uribe, Diana. Irlanda 8. La plantación de Ulster. Historia del Mundo (YouTube). 7 de junio de 2017
O’Hagan, Sean. Northern Ireland’s lost moment: how the peaceful protests of ’68 escalated into years of bloody conflict. The Guardian. 22 de agosto de 2018
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Kilker, Erin. What led to the 19th Century Gaelic Revival? Manchester Historian. 12 de mayo de 2021
Wertz, Frederick. The Gaelic Revival in Ireland and America. Irish Central. 11 de octubre de 2016
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Dorney, John. Bloody Sunday 1920 Revisited. The Irish Story. 21 de noviembre de 2020
Redmond, Joe. It is time for a United Ireland team. Sports Joe. Fecha desconocida
Moore, Cormac. Football unity during the Northern Ireland Troubles? Soccer & Society. 16 de septiembre de 2016
Ellis, Tim. A tribute to Jack Charlton’s Republic of Ireland and a memorable era. Planet Football. 7 de febrero de 2021
Pye, Steven. When Jack Charlton led Republic of Ireland to Euro 88 – thanks to Scotland. The Guardian. 12 de noviembre de 2020
Doyle, Paul. Jack Charlton obituary: One of Ireland’s greatest adopted sons. The Irish Times. 11 de julio de 2020
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Belfast Telegraph. Loughinisland massacre: How World Cup celebrations turned to murderous horror. 9 de junio de 2016
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The42. The day we talked football with Pope John Paul II at the Vatican. 25 de diciembre de 2015

Seguimos en el continente europeo, pero esta vez tenemos que viajar a Austria, concretamente a Salzburgo. En esta nueva etapa del futbol, se ven varios grupos de equipos que giran en torno a un capital: el jeque qatarí Nasser bin Ghanim al-Khelaifi (ناصر بن غانم الخليفي‎) tiene al PSG y en Manchester figura el City Football Group con capital de Emiratos Árabes Unidos y de China. Hay un bloque que empieza a sonar bastante con presencia no solamente en Austria, sino en Alemania, Brasil y Estados Unidos. Responde al nombre de Red Bull. Todas sus franquicias las veremos la siguiente semana.

Recomendación musical 2

La escena del rock y del pop en Irlanda tiene grandes exponentes, el caso del grupo U2 o la boy-band Westlife. Hay otra banda que no se menciona mucho, The Cranberries. Su pináculo se dio precisamente en el contexto del recrudecimiento de The Troubles, siendo un total de 30.000 atentados con bombas. Uno de ellos fue en Warrington, al noreste de Inglaterra; murieron dos niños y 56 resultaron heridos. Esto generó mucho enojo a ambos lados de las Islas Británicas, entre ellas Dolores O’Riordan, la vocalista de la banda originaria de Limerick. El resultado fue la canción de protesta Zombie. The Cranberries normalmente se dedicaba al amor, a la ternura; esta era una expresión de furia que no pasó desapercibida. Se trata de una de las obras maestras del rock alternativo y la manera en que el conflicto en Irlanda del Norte entraba a la música mainstream. Hemos querido cerrar con esta canción el texto.

Recapitulemos

Durante los años 60, 70 y 80, la isla de Irlanda se vio inmersa en conflictos separatistas. El deseo por mostrar la cultura gaélica, las diferencias de religión, la lealtad al reino o a la república, rencores hacia los ingleses y venganzas inescrupulosas eran las razones detrás del surgimiento de grupos como el IRA. Mientras tanto, el futbol se desarrollaba mejor en Irlanda del Norte que en la parte sur. Es en ese contexto cuando llegó a Dublín el primer técnico extranjero de la selección irlandesa: Jack Charlton. Antes de él, Irlanda jamás había clasificado a ninguna competencia internacional. Rompió los esquemas con un estilo directo, convocatorias de ingleses con ascendencia irlandesa y entrenamientos poco ortodoxos. Logró clasificar a la Eurocopa de 1988 donde venció a Inglaterra. Dos años después, llegó a cuartos de final en el mundial de Italia. Para 1994 clasificó de nuevo a un mundial empatando un juego en Belfast. Ahí le ganó a Italia, pero la celebración fue opacada por la masacre de Loughinisland; después de eso, Irlanda no volvió a ganar en el mundial (octavos de final). Su último partido fue la derrota en el repechaje para la Eurocopa de Inglaterra. 

Nos vemos la siguiente. Slán go fóill!

Sebastián Alarcón
Sebastián Alarcón
Soy Sebastián Alarcón, tengo 31 años. Aspiro a ser polímata. Junto futbol con geopolítica, sociedad, cultura, idiomas e historia y le agrego música para explicar el mundo. Escribo de futbol de la FIFA y fuera de ella. Si sientes la décima parte de lo que siento al escribir, mi misión está completa.

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