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Buiti bináfi! ¿Ida biña gia? Este es el saludo en garífuna, de los pocos idiomas caribeños que sobrevivió a la depredación del inglés y el español. Espero que estés muy bien. La vez pasada hablamos del conflicto entre Guatemala y Belice a través del futbol. Nos quedaremos también en la costa caribeña, pero de todo el norte de Centroamérica. Nos aguarda una etnia no muy mencionada, los garífunas.

Recomendación musical

Los garífunas tienen una tradición musical gracias a su origen africano. No es raro ver artistas garífunas ocupando los primeros puestos en las listas de popularidad de Belice. Un ejemplo es Clayton Williams. Nacido en la aldea de Hopkins, al sur de Belice, se ha encargado de preservar la cultura garífuna. Este es un ejemplo. La canción es: Garifuna Nuguya (Soy garífuna)

Vamos al tema de hoy.

Historia de los garífunas: mezclas y esclavos libres

Pocos pueblos tienen una historia tan desconocida como deslumbrante. Hablo de los garífunas. Primero vamos a una pequeña isla en el Caribe, llamada San Vicente. Primero estaban los arahuacas; por ahí del siglo XIII llegaron los caribes desde el Orinoco. Llegaron, eliminaron a todos los hombres, desposaron a las mujeres. Así fue como los arahuacas aparentemente desaparecieron de la faz de la tierra, porque los caribes se mezclaron con ellas creando los caliponan, o caribes. Pero la lengua y cultura que alguna vez estuvieron en la isla trascendió este dominio.

Pasaron más de cuatro siglos viviendo de igual manera hasta que sucedió esto. Uno de los varios barcos españoles que transportaban esclavos desde África Occidental naufragó frente a San Vicente y huyeron de ahí como pudieron a las costas de esta nueva isla. Este escape providencial fue provechosos; tienes a negros ansiosos por hablar con quien sea, y más si es evitar una vida de miseria. Entonces, se mezclaron con esos caliponan y crearon la cultura garinagu, o caribes negros. Los negros aportaron la espiritualidad, la música y la danza africanas, y la pesca y la agricultura fueron aporte caribeño.

Pronto San Vicente se convirtió en un solaz para los esclavos que huían de islas vecinas, como Barbados, Santa Lucía y Granada, y poco a poco la raza negra fue mayoría. Esta “paz” del refugio no duraría siempre; hubo disputa por los recursos de San Vicente, lo cual provocó que los grupos se dividieran: los caliponan se marcharon al oeste, y los garinagu (que ya tomaban el nombre de garífuna) se quedaron en el noroeste. Sin embargo, en la superficie, San Vicente era un enclave de hombres libres, y para las potencias europeas era una seria amenaza, porque de crecer, se les caería el negocio.

Francia fue la primera que se animó. Los franceses se aliaron con los caliponan para quedarse con San Vicente. Los garífuna no se quedaron con los brazos cruzados y se defendieron con una guerra de guerrillas. Lograron su éxito. Al no poder dominarlos, Francia mejor optó por hacerse amigos y aliados. Con este contacto, los garífuna obtuvieron el gusto por el vino, nombres y la moneda para intercambios comerciales, mientras que los franceses ganaron un aliado contra los ingleses. 

En 1763 se firmó un tratado en París y los ingleses obtuvieron la isla de San Vicente; por eso es que llegaron varios con deseos “aparentes” de explotar tierras para cultivar la caña de azúcar. Los garífunas se negaron, y por ello comenzó la “primera guerra del Caribe”. Y de nuevo resistieron, porque un tratado de paz en 1773 se firmó. Los caribes negros se convertían en súbditos del rey Jorge III, pero a cambio pescaban y hacían negocios en paz.

Desde el norte de América cundieron vientos de libertad con la independencia de Estados Unidos, un golpe para los ingleses. Esto fue aprovechado por los caribes (con ayuda francesa, claro está) que entre 1779 y 1783 lograron el control total de la isla. No tan rápido. Hubo otro tratado de París; el Reino Unido reconocía la independencia de Estados Unidos, pero recuperaba San Vicente.

Los ingleses estaban decididos a recuperar toda la isla. James Seton, el gobernador; Ralph Abercromby, general, y una tropa numerosa por un lado. Joseph Chatoyer (Satuyé), comandante; du Valle, su medio hermano, jefe garífuna, y conquistador de la capital Kingstown y Dorsetshire Hill; todos los garífunas y un puñado de franceses con ideales de la Revolución de su país por otro lado. Estaba la mesa puesta para otra guerra, y así ocurrió. Comenzó la “Segunda Guerra del Caribe”, para los ingleses “Guerra de los Bandidos”.

Al igual que la primera, se peleaba con inigualable valor y resistencia. Todo estaba en un punto muerto, hasta que los ingleses asesinaron a Chatoyer en 1795. Esto fue un acontecimiento que dio un giro final: se desmoralizaron los garífunas y se retiraron los franceses. La resistencia quedó a cargo de Du Valle, que se rindió al año siguiente.

Satuyé (derecha)

Los ingleses debían escarmentar tal envalentonamiento. No contentos con expulsar a 4.644 garífunas de San Vicente, los enviaron como prisioneros a la isla de Baliceaux, entre San Vicente y Granada, con extensión de 130 hectáreas. Ahí, las condiciones de vida eran imposibles y solamente sobrevivió menos de la mitad, 2.026. ¿Qué hacer con ellos? Los transportaron a Punta Gorda, en la isla de Roatán; allí fueron abandonados el 12 de abril de 1797, recuerda bien esta fecha. 

También recuerda esto: los garífunas llegaron a Punta Gorda está en la Isla de Roatán, frente a las costa de Honduras. En ese momento, Honduras era apenas una provincia de la Nueva España. Ellos no estaban dispuestos a que sucediera lo mismo de la Isla Baliceaux, así que les pidieron a los españoles que los dejaran establecerse en la costa hondureña. Ellos aceptaron y se establecieron en un pueblo llamado Trujillo (ahora capital del departamento de Colón), pero a cambio los garífuna se convirtieron en aliados de España, fueran soldados o fuerza de trabajo.

Trujillo, Honduras

En Honduras, el clima político no les favorecía porque para ese entonces había deseos de que Centroamérica se independizara. Eventualmente, España perdería esas posesiones, pero todos los garífunas se comenzaron a establecer como aldeas pesqueras, desperdigándose por toda la costa norte centroamericana: Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua.

Los garífunas vivían relativamente sin molestar a nadie. Las cosas siguieron así hasta 1900, cuando llegaron compañías estadounidenses que querían frutas de Centroamérica, como la United Fruit Company. Para llevar la fiesta en paz, los garífunas se establecieron en las cercanías de esas plantaciones de plátano para participar como mano de obra. Esta situación duró hasta 1940, cuando una plaga los dejó de pronto sin empleo. Los garífunas comenzaron otro éxodo, y esta vez se dirigieron a Nueva York para continuar su vida.

Los garífunas en la actualidad

En total, se calcula que hay más 400.000 garífunas. 200.000 viven en Honduras, otros 200.000 nacieron en Estados Unidos. El resto se reparte entre Belice (15.000), Guatemala (5.000), Nicaragua (3.000) y San Vicente y Granadinas (1.000).

Los garífunas han sabido mantener su idioma y su cultura. El idioma garífuna pertenece a la familia de las lenguas arahuacas, de Sudamérica, y a lo largo del tiempo ha tomado influencias africanas, inglesa, francesa y española. Sucede una cosa curiosa: los hombres hablan con vocabulario caribe, mientras que las palabras usadas por mujeres es de origen arahuaca. De esa familia es el segundo idioma más hablado, detrás del wayúu, entre Colombia y Venezuela. Cuenta la leyenda urbana que el garífuna fue usado como código de guerra en la guerra del futbol entre Honduras y El Salvador. Dependiendo de su lugar de nacimiento, también hablan otros idiomas: en Guatemala, Honduras y Nicaragua hablan español, mientras que los nacidos en Estados Unidos y Belice hablan en inglés; los procedentes de este último país tienen otra manera de comunicarse: el creole beliceño. 

Los garífuna también tienen símbolos como si fueran una nación independiente, como un himno propio. Ellos incluso tienen su propia bandera, con su significado. El amarillo representa la esperanza y la liberación, el blanco es paz y libertad, mientras que el negro simboliza al continente africano, la muerte y la destrucción.

Los garífuna siempre recuerdan de dónde y cómo vinieron. Ellos tienen un día especial llamado “Día de la llegada” que conmemora la fecha exacta a la cual arribaron a la costa. Esta fecha cambia dependiendo del país: en Honduras es el 12 de abril, en Guatemala es 26 de noviembre, mientras que en Nicaragua y Belice es una semana antes, el 19 de noviembre. También la isla de Baliceaux en San Vicente y Granadinas (ahora privada) es visitada cada año por garífunas de todos los países.

Hablando de Belice, los garífunas beliceños se hacen a la mar y se dejan llevar de regreso a la playa, ondeando frondas de palmeras y hojas de bananos como una manera de representar esta llegada. Esas plantas representan la mandioca. Es importante este plantío porque cuenta la leyenda que en su expulsión de San Vicente, los garífunas escondieron mandioca entre sus ropas, y sus cuerpos hacinados producían sudor, que la mantuvo en buen estado. Entonces, cuando llegaron a sus nuevos hogares, la plantaron y creció en abundancia, salvándose así de morir de hambre. De hecho, el nombre “garífuna” quiere decir “gente que come mandioca”

Sobre todo en Honduras, los garífunas han tenido que lidiar con la discriminación, empezando por el hecho de que ellos son frecuente y erróneamente incluidos en la denominación “afrohondureño”. Si de por sí proceder de un pueblo originario representa a veces un handicap, incluir el concepto de raza en una sociedad a veces estratificada con base en el color de piel es un estigma que para las personas ignorantes es motivo para mirar a los garífunas por encima del hombro. También en lugares como Río Tinto, los garífunas son susceptibles a resultar afectados por el cultivo de palma africana o al narcotráfico. 

Sea como sea, esta cultura ha resistido a los embates externos. Los garífunas le dan mucho peso al matriarcado en casa, pero en la práctica las mujeres dependen de los ingresos que aportan los maridos. También tienen su sistema complejo de creencias, similar a veces al vudú que se practica en lugares como Haití y que han fincado dictaduras (ya hablé de eso en su momento). Han sabido preservar su música, diferente del resto de pueblos de Centroamérica, y ni se diga su gastronomía, en buena parte basada en la mandioca.

También están presentes en el futbol.

Garífunas, componente especial de la selección de Honduras

Para ser una nación latinoamericana, resulta llamativo que la selección de Honduras tiene muchos jugadores de raza negra, y en muchos casos con apellido de origen inglés. No me malinterpretes, no pretendo ser racista. Solamente quiero recalcar este hecho. No son improvisados, todos ellos pertenecen a la etnia garífuna.

Los garífunas son constantemente marginados por las autoridades hondureñas, pero en el deporte han sabido abrirse paso. Lo han hecho a veces a pesar de ellos; por ejemplo, los garífunas no entraban dentro de la cobertura que le da la FENAFUTH al desarrollo del futbol en niños y jóvenes. No hay ni un solo equipo en Honduras que no tenga por lo menos a un garífuna. Y ojo a este dato: según el más reciente censo, Honduras tiene una población de 9 millones de habitantes, y los garífunas apenas rebasan el 2%. En la lista oficial de Honduras para el mundial de Brasil 2014 había nueve seleccionados garífuna, 39%. ¡Nada mal para ser una minoría étnica! Y es que su potencia, su velocidad, su resistencia y los deseos de superarse son un valor nada despreciable para los catrachos.

Quizá el garífuna que abrió paso a su etnia en el futbol fue Gilberto Yearwood, el jugador más rutilante de la selección hondureña que debutó en España 1982. Empezó su carrera en el Real España y el Olimpia. Tras esa justa mundialista, se quedó en España, pero para jugar en el Elche, el Celta de Vigo y el Real Valladolid. Una lesión en la rodilla lo privó de llegar al Real Madrid.

Yearwood fue apenas el comienzo. Tras él llegó Eduardo Bennett, con paso destacado por el futbol argentino, en equipos como Argentinos Juniors y San Lorenzo. También no podemos evitar mencionar a David Suazo, leyenda en el Cagliari y con presencia en el Inter de Milán. Luego Milton “Tyson” Núñez, que la rompió en los futboles charrúa y chapín. 

He dejado aparte a la dinastía Palacios: Milton, Jerry, Johnny y Wilson. El primogénito Wilson tuvo un gran paso por equipos como el Tottenham, y solamente estoy hablando del más famoso. Jerry, Johnny y Wilson también pasaron a la historia del futbol en 2010, como el primer trío de hermanos convocados para una selección para un mundial. Otros garífunas hondureños que han pasado por el futbol son Carlo Costly, Wilmer y Félix Crisanto, Georgie Welcome, Jerry Bengston, Maynor Figueroa, Víctor Bernárdez, Osmán Chávez y Boniek García.

Hay un sentimiento de orgullo garífuna dentro de la selección hondureña, como lo constató Marvin Chávez. Cuando los catrachos certificaron su pasaporte al mundial de Brasil 2014 gracias a un empate en Jamaica, el entonces defensor de Chivas USA de la MLS dejó ver su corte de pelo que tenía la siguiente inscripción: Seremi Bungiu, “Gracias a Dios”.

Los garífunas en la selección hondureña tienen una situación bastante similar a la de los turcos en la selección alemana (ya hablé de ellos): cuando ganan, “¡ganó Honduras!”, cuando pierden, “todo es por culpa de esos negros”. Pero es curioso ver esta situación también. Normalmente los países centroamericanos tienen rivalidad entre sí, pero los garífunas escapan a este odio. Cuando un garífuna hondureño entra al mundial, recibe apoyo de la comunidad garífuna en Guatemala, Nicaragua y Belice. Son la selección silenciosa: un pueblo ataviado de azul y blanco y con una H en el pecho.

Garifunas en el futbol

Honduras no es el único país donde los garífunas han dejado su huella en el futbol. El mejor resultado de una selección guatemalteca ha sido clasificar a cuartos de final en los Juegos Olímpicos de México 1968, y se nutrían de un componente garífuna, como los hermanos Stokes, Jorge, Henry y David. El último marcó el histórico gol con el que eliminaron a Checoslovaquia. Henry, además, fue un destacado neurólogo y académico. Hay más garífunas que engalanaron el futbol guatemalteco: Jerry Schloser, Hermenegildo Pep Castro, Tomás Gamboa, Ricardo Clark y el portero Ricardo “La Panterita” Gamboa. 

David Stokes con el Oro

En épocas más recientes está Edwin Westphal, el cuarto máximo anotador histórico de la liga chapina, y principal delantero del Comunicaciones de la década de 1990. Aunque la ética lo prohíbe, sería un pecado no mencionar a Guillermo “El Pando” Ramírez, capitán de los chapines en la primera década de este siglo; el problema es que fue suspendido de por vida por participación en lavado de dinero y amaño de partidos. En la actualidad, un prospecto garífuna que vale la pena seguir está en Belice, Krisean López.

Guillermo, «El Pando» Ramírez
Krisean López, de Belice

Otros garífunas destacados

Los garífunas también se han desarrollado en otros deportes, principalmente futbol americano. Este es el caso de los nacidos en Estados Unidos. Brian Flores ahora es el head coach de los Delfines de Miami. Rakeem Núñez-Roches es tackle defensivo en los recientes campeones Bucaneros de Tampa Bay; nació en Dangriga, Belice, pero migró a Alabama a los ocho años de edad. En el box tenemos a Miguel “El Muñeco” González, considerado como el primer boxeador profesional de Honduras.

Rakeem Núñez-Roches

Te puedes encontrar a garífunas principalmente en la música. En Belice no hay fiesta donde no suene por lo menos alguna canción de Andy Palacio, cuyo cenit estuvo en la década de los 80. En Honduras de nuevo estamos y para escuchar música de origen garífuna hay que remitirnos a Aurelio Martínez. En Nueva York nació Eric Garcia, mejor conocido como Evil E; él fue el DJ responsable de traer a Ice T a su disquera. Y en México también tenemos garífunas, como la familia Laboriel, que emigró de Honduras. De ellos el más notable es Johnny.

¿Qué sigue para los garífunas?

En Honduras, los garífunas han tenido que enfrentarse a la pasividad (y a veces complicidad) del gobierno del polémico Juan Orlando Hernández; no hace nada para proteger a esta etnia de la ambición de poderosos grupos económicos y el crimen organizado. Las tierras garífunas atraen turismo, pero también esa riqueza es objeto de deseo para su explotación. Ni siquiera el hecho de que su cultura y su lengua están protegidos por la UNESCO ayuda. Fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos tampoco han tocado el corazón de los políticos en este país centroamericano; después de todo, este país es uno de los más peligrosos para la práctica de derechos humanos.

En el futbol parece que se han puesto manos a la obra. Hay años donde se realiza la Copa Numada con apoyo de la FENAFUTH. Numada es una palabra en garífuna que quiere decir “mi amigo”, y por eso el otro nombre de esta competencia es Copa Amistad. El objetivo es doble: se trata de cimentar el futuro de la niñez garífuna y desarrollar el talento que puede nutrir a la selección de Honduras. Participan pueblos con presencia notable garífuna, como Limón, Tela, Triunfo de la Cruz y Sambo Creek.

El párrafo anterior nos lleva al siguiente punto: los garífunas siguen llenando la selección hondureña. Desde 2012 Honduras ya no es una pera en dulce en los torneos olímpicos (aqu´´i más información) y un talento que puede destacar es el portero Alex Barrios. Nombrado el mejor guardameta del Preolímpico de Guadalajara este año, también ya había dado de qué hablar en los Juegos Panamericanos de Lima. Gracias a él, Honduras se colgó la plata. También podemos destacar la línea defensiva, comportada a la altura en tierras tapatías. Denil Maldonado atrajo los reflectores, pero no hubiera hecho nada sin un gran complemento como Wesley Decas, Christopher Meléndez y José García. Hasta antes de su destitución, Fabián Coito tenía la responsabilidad de lograr un recambio generacional, y lo estaba haciendo de manera oportuna para estándares centroamericanos gracias a la sangre nueva garífuna.

Los garífuna podrán hacer su vida, pero, como te dije, nunca olvidan de dónde vienen. Hoy hay generaciones garinagu nacidos en Estados Unidos, que envían divisas a sus sitios de origen y es común que los emigrantes regresen a pasar su vejez a su pueblo natal. El futbol es un universo más con el que los garífunas han estado en contacto. Hay una frase que dijo un antropólogo: 

«En la historia de la interculturalidad garinagu, la relación con nuevos universos es una constante”.

Fuentes

Pueblos Originarios. Historia Garífuna (Garinagu, «Caribes Negros»). Fecha desconocida
Witty, Édgar. Futbolistas garífunas convertidos en leyendas. La Prensa. 13 de abril de 2019
Orellana, Douglas. Los jugadores garífunas más destacados del fútbol hondureño. Diez. 29 de enero de 2016
Castillo Fernández, Kenny. Día del Deportista: El pueblo garífuna la potencia deportiva que Honduras se niega a ver. KennyCastillo. 14 de marzo de 2018
Honduras Tips. ¡Celebremos el bicentenario garífuna! 9 de abril de 2015
Taylor, Chris. World Cup: Marvin Chávez of Honduras proud to represent Garifuna culture. The Guardian. 10 de junio de 2014
Salinas Maldonado, Carlos. Terror e impunidad contra los garífunas de Honduras. El País. 21 de julio de 2021
Más Honduras. Inicia Copa Numata, el torneo garífuna más importante. 11 de diciembre de 2019
Wa-Dani. Bravísimo !! Alex Barrios, es el mejor arquero del Preolímpico. 31 de marzo de 2021

Centroamérica también tiene otro país que recibió un contacto de pueblos antillanos, y es Costa Rica. En esta ocasión, no hubo una mezcla con caribes, sino que los mismos esclavos africanos decidieron escapar y llegaron a la llamada Tiquicia. Se establecieron en la provincia de Limón, que ha dado un equipo todo terreno, como el Limonense, y jugadores como Hernán Medford, Joel Campbell y Paulo Wanchope, los cuales son leyendas dentro del futbol tico. Esto es lo que veremos la siguiente parada.

Recomendación musical 2

La canción más conocida de Honduras provino del pueblo garífuna, y en realidad fue un plagio de una canción de Belice, más en específico de su autor Hernán “Chico” Ramos. Así es, hablamos de Sopa de caracol. Este platillo es representativo de la gastronomía garífuna. En 1991 un grupo de San Pedro Sula llamado Banda Blanca la escuchó y le agregaron elementos de la música punta tan popular en el Caribe hondureño. Y se volvió viral: desde una Gaviota de Plata en el Festival de Viña del Mar hasta ser la primera canción hondureña que llegaba al primer lugar de la lista Billboard de canciones latinas. Esta canción también fue la cábala detrás de la exitosa campaña de Colo Colo en la Libertadores 1991, único campeón chileno de la historia. Hay que aclarar una cosa. La letra no es un inglés champurrado, es garífuna:

No es «What a very good soup!», es «Watanegui consup»: Quiero tomar sopa de concha
«Luli ruami wanaga»: Quiero seguirla disfrutando.
«Yupi pa ti, yupi para mi»: Un poco para ti, un poco para mí.

Recapitulemos

Los garífunas son un pueblo que se mezcló con caribes y arahuacas en la isla de San Vicente. Resistieron el asedio francés y pusieron a sudar a conquistadores ingleses. En represalia, fueron enviados a la isla Baliceaux; los sobrevivientes fueron abandonados frente a las costas de Honduras. Un siglo después trabajaron en plantíos de plátano de Centroamérica, pero una plaga provocó que migraran principalmente a Nueva York. Actualmente hay 400.000 garífunas, localizados en las costas desde Belice hasta Nicaragua, además de Nueva York. Han sabido mantener su cultura, sus tradiciones, su idioma y su espiritualidad. Destacan en el deporte. Mientras que los garífuna apenas comprenden el 2% de la población hondureña, la selección hondureña de Brasil 2014 tuvo un total de nueve jugadores de 23 (39%). El primero más mediático fue Gilberto Yearwood, pero le siguen Carlo Costly, Jerry Bengston y los Palacios, el primer trío de hermanos convocados para un mundial. En Guatemala tenemos a David Stokes y en Belice despunta Krisean López. Hay otros deportes con presencia garífuna, como el futbol americano (Rakeem Núñez-Roches y Brian Flores), el box (Miguel “El Muñeco” González), la música (Evil E, los Laboriel y Andy Palacio). Han soportado discriminación y violencia, y se mantienen como un pueblo digno y jamás conquistado.

Nos vemos la siguiente. Wadunraguáyaba furese!

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Sebastián Alarcón
Soy Sebastián Alarcón, tengo 31 años. Aspiro a ser polímata. Junto futbol con geopolítica, sociedad, cultura, idiomas e historia y le agrego música para explicar el mundo. Escribo de futbol de la FIFA y fuera de ella. Si sientes la décima parte de lo que siento al escribir, mi misión está completa.

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